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3.2.17

Sbaraglia está en Montevideo

Leonardo Sbaraglia está en Montevideo. Un buen actor. No he tenido la suerte de verlo en el teatro, pero lo he visto en varias películas y siempre me ha gustado su trabajo.
Sin embargo, desde hace unos años, ver a Sbaraglia ya no me remite al buen cine sino a otra cosa.
Cuando en 2012 con Luciano Álvarez publicamos el libro "Relato Oculto" sobre la peripecia de Víctor Hugo Morales antes de emigrar a Argentina, vivimos una experiencia única.
Ya antes de que el libro se publicara nos vimos envueltos en una campaña mediática en nuestra contra, pletórica de insultos y calumnias.
Uno de los capítulos más notables fue una solicitada firmada por una larga lista de personalidades argentinas que se apresuraban a condenar el libro sin siquiera haberlo leído.
En aquella solicitada, Sbaraglia y otros afirmaron que el libro contenía "injurias" que eran parte de una "campaña" de gente que "pretende continuar imponiendo su visión del mundo".
Junto con Sbaraglia, firmaron esa disparatada carta de linchamiento Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Fito Paez, Jorge Taiana, Federico Luppi, Adrián Paenza, Juan Carlos Baglietto, Víctor Heredia, Rafael Bielsa, Pacho O’Donnell, Antonio Birabent, Daniel Tognetti, Milagro Sala, Alejandro Apo, Hugo Arana y Horacio Fontova, entre muchos otros.
En Uruguay hubo un grupo más pequeño de personas también importantes que hicieron lo mismo: condenar el libro sin haberlo leído. El escritor Miguel Ángel Campodónico les dedicó una carta.
Hoy cuando veo a Sbaraglia en el cine o haciéndose el simpático en la rambla de Montevideo, ya no pienso en un buen actor.
Pienso en alguien que -por fanatismo o por conveniencia- es capaz de firmar en contra de un libro que no leyó. Pienso en alguien deshonesto intelectualmente. En un patotero, un tramposo.



Semanario Búsqueda, 23 de agosto de 2012

13.1.16

Víctor Hugo: vivir ocultando el pasado es un infierno grande

En una de sus verborrágicas diatribas contra Relato Oculto, a Víctor Hugo Morales se le escapó decir que había creído que el libro tendría más fotos suyas con militares. Ahora sé por qué lo dijo.
En base a distintas pistas que los lectores me han ido acercando, he podido confirmar dos novedades respecto a Morales. La primera es que sus relaciones de amistad y compañerismo con personal militar durante la dictadura no estuvieron acotadas al batallón Florida. La segunda es que a fines de los años 90 el relator deportivo impidió que se publicara una biografía realizada por uno de los más prestigiosos periodistas uruguayos, para que no se recordaran aspectos de su vida que en ese momento consideraba inconvenientes de rememorar.

Donde calienta el sol

Además de la intensa vida social que desarrolló en el batallón Florida y con sus integrantes en la noche montevideana durante 1975, 76 y 77, tal como lo documenta Relato Oculto con once testimonios de personas que lo atestiguan con nombre y apellido, tres de ellos de civiles, además de fotos y la grabación de un discurso suyo en ese cuartel, Víctor Hugo Morales también frecuentó otras unidades militares durante la dictadura, entre ellas el batallón 13 de Infantería del Ejército.
Su concurrencia a este cuartel se prolongó durante dos o tres años, entre 1976 y 1979, según estimaron las fuentes consultadas. Víctor Hugo, con el equipo de Canal 4 eran infaltables participantes de unos campeonatos de fútbol cuadrangulares que se realizaban en ese cuartel, y que siempre terminaban con un asado de camaradería convocado con el pretexto de entregar los premios. Tales festejos se celebraban en una barbacoa ubicada dentro del predio militar que era conocida como el Rancho 12.
Allí también todos los viernes se celebraba una comida a las que en ocasiones también asistía Víctor Hugo Morales y otras figuras de Canal 4, como el periodista Imazul Fernández.
Según recuerda el hoy general retirado Mario Aguerrondo, jefe del Batallón de Infantería 13 en esos años,  Víctor Hugo “iba a jugar al fútbol y también alguna vez fue al Rancho 12, donde se hacía un almuerzo todos los viernes. Era amigo de los oficiales. Aunque yo no participaba de los campeonatos de fútbol, más de una vez lo vi en el batallón”.
“En una reunión social de la que participó me acuerdo hasta hoy de ver a Víctor Hugo comentando que se iba a casar con una muchacha de 16 años. Me impresionó por la edad de la muchacha, supongo que por eso me quedó grabado”, dijo Aguerrondo.
Víctor Hugo se casó en 1978, según relató su esposa en una entrevista publicada por la revista Para Ti el 3 de julio de 2006. Allí cuenta que conoció y se enamoró de Víctor Hugo en una clase de inglés cuando tenía 14 años.
El segundo jefe de la unidad en aquel entones, el hoy teniente coronel retirado Eduardo Gre, un experto tirador que ha representado a Uruguay en campeonatos mundiales y Juegos Panamericanos, también recuerda al relator. “Aquellos campeonatos de fútbol se hicieron por lo menos durante tres años. Víctor Hugo participaba siempre. En una de las entregas de premios se sacó fotos poniéndose nuestros correajes”.
El correaje es el cinturón del uniforme militar en el cual se colocan el sable y el revólver.
Gre, que en aquellos años tenía el grado de mayor y en 1981 decidió dejar la carrera militar en busca de otros horizontes profesionales, recuerda que, además de Canal 4, otros dos de los participantes en aquellos campeonatos eran la Contaduría General de la Nación y el propio Batallón 13 de Infantería.
La elección de los participantes no era casual. La Contaduría era la oficina que liberaba el dinero para pagar los sueldos y venía bien confraternizar con sus integrantes. Respecto a Canal 4 las implicancias son obvias.
Aguerrondo y Gre señalaron que el nexo de su unidad militar con los equipos invitados a participar de aquellos amistosos torneos cívico- militares era el entonces capitán Mario Frachelle, hoy coronel retirado, quien hizo saber a través de un allegado que prefería no hacer declaraciones.
La presencia de Víctor Hugo Morales en el 13 de Infantería fue confirmada por otros dos oficiales de aquel momento. Fredy de Castro, que revistó en esa unidad como teniente entre 1975 y 77, y luego en 1979, recuerda haber visto varias veces al relator de fútbol.
“Lo conocí allí. Eso lo declaro hasta en el Tribunal de La Haya”, afirmó. “Era un bohemio, un pesado, un hombre de la noche. En aquellos años el sol calentaba para ese lado y se acercaba allí. Hoy el sol calienta para otro lado y se acerca a Cristina”.
También el hoy coronel retirado Mario Cola Silvera confirmó la presencia de Morales en el 13 de Infantería: “Jugaba al fútbol con nosotros, sin ningún titubeo, no había dictadura ni nada. Es un mentiroso. Pero no quiero ni recordarlo. De esto no quiero hablar más nada”.
El Batallón 13 de Infantería, ubicado entonces y hoy sobre avenida de las Instrucciones, ha sido denunciado como un centro importante de detención y torturas durante la dictadura por lo cual se ganó el mote de “Infierno grande”. Se lo vincula a la Operación Morgan, iniciada en 1975 contra el Partido Comunista, en el marco de la cual desaparecieron o fallecieron una veintena de militantes de esa organización política.
Aguerrrondo declaró, tal como ha señalado otras veces, también en la Justicia, que su unidad no participó de la Operación Morgan. Sostuvo que los comunistas apresados fueron encerrados en un predio lindero a su batallón, perteneciente al Servicio de Material y Armamentos del Ejército. “Era otra unidad. Había un coronel a cargo, el coronel May. No tenía que ver con nosotros. Siempre me quedó la espina de saber por qué llaman Infierno al 13”.
Gre dijo que el Batallón 13 se limitaba a brindarle la custodia perimetral a sus vecinos del Servicio de Material y Armamento.

Biografía prohibida

 En setiembre de 1998 la revista Guambia publicó una entrevista a Víctor Hugo Morales. El relator deportivo había llegado a Montevideo a presentar su libro Un grito en el desierto. Respecto a futuras obras, en la entrevista Morales dijo:
“No pienso escribir hasta el año que viene, porque no le puedo salir al cruce a un libro que va a sacar César Di Candia sobre mí. Una cosa insólita”.
Sin embargo, han pasado 14 años desde entonces y el libro de Di Candia sobre Víctor Hugo nunca se publicó.
No hay que presentar a César Di Candia, uno de los periodistas más respetados y prestigiosos del Uruguay. Supongo que Víctor Hugo Morales no podrá decir que es derecha ni que está comprado por Clarín. En el escritorio donde trabaja Di Candia, en el fondo de su casa, abundan las fotos de Zelmar Michelini y Líber Seregni.
La relación entre Di Candia y Víctor Hugo Morales comenzó mucho antes de aquel libro que nunca se publicó.
En 1979 Di Candia era el editor de Ediciones de la Plaza, el sello editorial del diario El País. Los dueños del diario le habían dado ese puesto porque temían emplearlo como periodista dadas sus ideas y la censura reinante. “Me dijeron que no podía escribir ni siquiera la leyenda de una foto”, recuerda el reconocido entrevistador, autor de numerosos libros.
Fue Di Candia quien le sugirió a Víctor Hugo que escribiera El Intruso, su primera autobiografía, en la que cuenta su enfrentamiento con los dirigentes de la Asociación Uruguaya de Fútbol, la prohibición que estos le impusieron en 1978 de entrar al estadio a relatar los partidos y la casi inmediata rehabilitación decretada por el gobierno dictatorial.
“La dictadura, en una reunión del gobierno en Rivera, lo salvó de una especie de cese de funciones a la que lo había condenado la AUF”, recordó Di Candia. “Jamás de los jamases la dictadura lo persiguió”.
Veinte años después de aquellos acontecimientos, Di Candia comenzó a escribir una biografía de Víctor Hugo Morales, con su colaboración y aquiescencia. La obra sería publicada por la uno de los sellos de la editorial Santillana.
“Viajé muchas veces a Buenos Aires a entrevistarlo. Estuve varias veces en su hermoso apartamento de Belgrano, en un piso muy alto, desde donde se ve incluso la costa uruguaya. Hablamos mucho y me contó un montón de cosas. También entrevisté a familiares, amigos, a sus maestras de la escuela, conversé con muchísima gente”.
Di Candia además consiguió un material muy valioso: una valija con todas las entrevistas que le habían realizado a Morales desde que había llegado a la Argentina, lo que le permitió organizar el libro en dos partes: la biografía en sí misma y un apéndice con opiniones del relator sobre los temas más variados.
La sorpresa llegó cuando terminó de escribir el libro. Di Candia le entregó el original a Santillana y la editorial se lo mostró a Víctor Hugo Morales.
“A él no le gustó que yo tomara algunos pasajes de El Intruso y los incluyera en la biografía. Eran cosas que él mismo había escrito y contado en su propio libro”, rememoró el reconocido escritor, uno de los mejores entrevistadores que ha dado el Uruguay.
Según recuerda el periodista, los pasajes tomados de El Intruso que molestaban a Morales eran aquellos que narraban que, cuando era joven, se colaba en cines y espectáculos varios, y robaba objetos diversos de los comercios en su pueblo. (Esos avatares están relatados en el capítulo 2 de Relato Oculto, tomando como fuente El Intruso y una entrevista realizada a Morales por el propio Di Candia en Búsqueda, en 1987).
Víctor Hugo Morales dijo que si esos pasajes no eran eliminados del libro, el libro no podría salir a la venta.
“Yo le respondí que no iba a sacar absolutamente nada, porque todo era cierto, tan cierto que él mismo lo había escrito”, recordó Di Candia.
La editorial presionó buscando que se llegara a un acuerdo, pero las posiciones se mantuvieron incambiadas. Víctor Hugo Morales sostenía que no era conveniente para su figura que se recordara lo que él mismo había escrito años atrás. Finalmente el libro nunca se publicó y a Di Candia se le pagaron algo más de 2.000 dólares a modo de compensación por el trabajo realizado.
“Era poco dinero tomando en cuenta que se trataba de un libro que podía haber hecho mucha plata”, relató.
La historia que cuenta Di Candia es valiosa porque retrata a un personaje que siempre está retocando su pasado, ocultando y borrando partes de su vida según su conveniencia presente. Apelando incluso a su poder de censura para frenar la publicación de un libro que solo citaba lo que él mismo había escrito antes.
Borrar el propio pasado e inventarse uno nuevo puede parecer fácil. Pero vivir pendiente de que el invento no se desmorone es una carga muy pesada. Un verdadero infierno grande.

Voces, Víctor Hugo Morales, dictadura
Publicado en el semanario Voces, el 13 de setiembre de 2012.









24.11.15

VHM: eterno maquillador de su pasado

El método de Víctor Hugo Morales siempre es el mismo: de a poco va torciendo los hechos de su pasado, dándole giros, acentuando ciertos detalles, omitiendo otros, torciendo un poco más lo que antes ya había torcido un poco, así hasta que la mentira se transforma en verdad y viceversa.
En una entrevista que se publicó el fin de semana en el Sábado Show del diario El País, al relator le preguntaron por qué no se presentó en el juzgado el día que debía dirimirse la demanda penal que él mismo había presentado contra Luciano Álvarez y contra mí.
El diálogo fue así:

—Hace tres años, el libro Relato Oculto señalaba algunos vínculos suyos con militares en tiempos de la dictadura uruguaya. Usted entabló una demanda contra los autores pero no se presentó, ¿por qué?
—Porque entendí que lo único que hacía era fomentar la promoción del tema. Yo había pedido que fuera una cosa absolutamente sin participación periodística. No quería una situación escandalosa porque de ese río revuelto siempre se sale mal. Para colmo tenía un cólico nefrítico. Había gente que me decía "¿para qué vas a ir?"  Yo estaba en la duda. Estaba enfermo y tenía miedo a la exposición...

La ausencia del relator de fútbol en el juzgado de la calle Bartolomé Mitre para comparecer en su propia demanda ya fue explicada otras veces por él mismo de un modo distinto. Primero le dijo al diario El País que no vino a Montevideo debido a "un alto nivel de contractura y de estrés". Solo después la contractura y el estrés se tornaron "cólico nefrítico" y aparecieron los consejos de sus "políticos amigos".
Como siempre, el relator reescribe los hechos.
Hace unos días en una entrevista radial que me hizo el programa Segunda Pelota conté como fueron las horas previas al juicio. Lo repetiré ahora para que los lectores puedan comprender mejor por qué Morales no vino a impulsar la demanda penal que él mismo había iniciado.
Un par de días después de ponernos la denuncia, el relator nos hizo llegar a Luciano y a mí, a través de sus abogados y del nuestro, una propuesta de conciliación.
Era un documento de tres puntos que él y nosotros firmaríamos y entonces él desistiría de querer enviarnos a la cárcel.
¿Qué decía esa fórmula de paz?
Básicamente, afirmaba que nuestro libro era una "investigación histórica seria y objetiva" y admitía la participación del relator en "algunas reuniones sociales" celebradas en el batallón Florida entre 1975 y 1977. Pero también agregaba que de los hechos narrados en el libro no se podían sacar conclusiones generales sobre la personalidad de Morales ni dudar de su fe democrática ni concluir que fue "complaciente o condescendiente con la dictadura militar".
Cuando uno tiene que presentarse en un juzgado penal con la eventual posibilidad de ir preso, uno tiende a buscar una salida. La declaración, por otra parte, reconocía que el libro que algunos habían denostado con tanta virulencia es serio y solo cuenta hechos reales.
Pero cuando uno analizaba el asunto con un poco más de calma surgían las dudas. ¿Luciano y yo teníamos que firmar un documento avalando las credenciales democráticas de Víctor Hugo Morales? ¿Por qué?
Visto en perspectiva, la respuesta era: No.
Nosotros habíamos hecho un trabajo serio y documentado, que -por otra parte- no solo trataba sobre los famosos episodios del batallón Florida. A pesar de todo el escandalete montado, nadie le había podido rebatir ni una línea (hasta hoy). Si Morales es un demócrata o no, si el haber vivido de fiesta con los militares en los años más duros de la dictadura, si haberse olvidado luego de esos amigos justo cuando el viento cambió, si mentir sobre su pasado, si decir que lo prohibió la dictadura cuando en verdad lo prohibió la AUF y la dictadura fue corriendo a rescatarlo, etc., etc. si todo eso lo hacen un demócrata, un buen o mal tipo, un embustero, el Che Guevara o un acomodaticio, eso no lo teníamos que decir ni Luciano Álvarez ni yo. Eso lo tenía que decidir el público.
Entonces dijimos que no firmábamos nada.
Que íbamos a juicio.
Que Morales demostrara en el juzgado que nos habíamos equivocado.
Que dijera y demostrara dónde y cómo.
Que probara que había difamación e injurias ante un juez del Uruguay, no ante la tribuna de alcahuetes.
Entonces fue en ese momento, en ese preciso momento, justo ahí, lo que son las cosas, no se puede creer, en un periquete aparecieron la contractura, el estrés, el cólico nefrítico, las ganas de no hacer bulla y el consejo de los "amigos políticos".
Que cada uno saque sus conclusiones.

Víctor Hugo Morales denuncia relato ocuto
Walkover. Todos en el juzgado menos el denunciante.
Foto: Nicolás Garrido

8.9.13

La prensa uruguaya y Vitette

Un periodista del suplemento Sábado Show del diario El País consultó mi opinión respecto a toda la atención mediática que ha tenido desde su llegada a Uruguay el exconvicto Luis Vitette. La pregunta incluía mi parecer sobre la entrevista exclusiva del expresidiario con el periodista Omar Gutiérrez. También se consultó a Gerardo Sotelo, Antonio Ladra e Ignacio Álvarez.
Respondí lo siguiente:


arAntonio Ladra, Ignacio Álvarez, Leonardo Haberkorn y Gerardo Sotelo opinan sobre Luis Vitette.En Uruguay se justifica a los delincuentes. El otro día, ante el asesinato de un taximetrista, el Sindicato del Taxi dijo que el asesinato “no es otra cosa que la más pura consecuencia de décadas de descomposición del tejido social". Es decir, no hay culpa de los asesinos. Sí de las injusticias sociales. Mucha gente comparte esos razonamientos. Con ese panorama no me extrañó que decenas de periodistas fueran a recibir a Vitette al aeropuerto como si fuera una estrella de rock. Vitette ni siquiera puede ser presentado como esos ladrones de guante blanco cuyo talento impide que los atrapen. Él estuvo muchos años preso. El "robo del siglo" no fue su primer delito. Según escribió en Twitter el periodista Antonio Ladra, antes robó una estación de servicio en San José, donde mató al sereno. Le pasó cuatro veces por arriba con una camioneta. Luego escapó para Argentina en una salida transitoria de la cárcel. Lindo nene para ir a recibir al aeropuerto. La entrevista de Omar es un capítulo aparte. Presentó a este señor diciendo que lo conoce desde chiquito, que quería mucho a su padre. "Yo te quiero mucho", le dijo luego. La charla duró casi media hora, pero sobre lo que pasó en San José hubo pocas preguntas. La palabra asesinato no se pronunció nunca. Homicidio, asesino, homicida, tampoco. "Eso es embromado", dijo Omar. "Murió alguien", agregó en otro momento, como si alguien hubiera tenido un infarto. Vitette eludió responder sobre ese crimen y el periodista no repreguntó. Solo al final Omar volvió sobre ese tema y le sugirió que fuera a hablar con la familia "del que mataste". Vitette dijo que hacer eso sería faltar el respeto (¿?) y también que no le da el coraje. Aclaró que sí le da el coraje para "acostarse con dos señoritas". Luego le preguntó a Omar: "¿Y si te digo que yo no fui"? Omar respondió: "Capaz que no fuiste".
Hace unos meses yo estuve en ese mismo sillón, junto a Luciano Álvarez. Omar nos entrevistó sobre Relato Oculto, el libro que hicimos sobre Víctor Hugo Morales. Omar comenzó el diálogo advirtiéndonos que Víctor Hugo es su amigo (como Vitette; Omar tiene muchos amigos). A partir de allí nos sometió a un interrogatorio cuasi policial, obsesionado con encontrar un motivo turbio que justificara nuestro libro, como si fuera delito contar cosas verdaderas y documentadas sobre la vida pública de un personaje público.
Lo que nos pasó a Luciano y a mí es una anécdota. La entrevista light a Vitette, un delincuente que alardea de la cantidad de idiotas que lo siguen en Twitter, me parece algo un poco más grave. Yo le diría a Omar que deje de hacer periodismo sobre sus amigos. Va a lograr ser más ecuánime.


21.7.13

Carta abierta a Víctor Hugo Morales

Víctor Hugo Morales:

Sé que a usted no le importa, pero acabo de publicar una historia de Peñarol para niños. Recién volví de tres días de trabajo en Buenos Aires, donde pasé encerrado en una biblioteca, revisando papeles viejos para otro libro (para adultos) que estoy escribiendo. (Quédese tranquilo: no tiene nada que ver con usted, ni con ningún tema que se le relacione, como el fútbol, la ópera, Roland Garros o los presidentes que agitan banderas de izquierda mientras ellos y sus amigos se hacen millonarios en el ejercicio del poder).
Le cuento esto para que entienda que usted ya es parte de mi pasado. O al menos debería serlo. Créame que así lo deseo de corazón.
Pero llego a Montevideo y tengo decenas de mensajes en las redes sociales comentando las cosas que usted dijo en una entrevista en la radio Océano, en la que se molestó cuando hablaron de Relato Oculto y se puso a darle lecciones de periodismo a Mariano López, uno de los colegas que lo estaba entrevistando. Una periodista amiga me cuenta que usted dijo que Relato Oculto vendió solo 80 ejemplares. Un amigo me dice que usted dijo que soy de derecha, y que debo responderle porque habrá gente que le creerá. Otro me dice que lo escuche, que me divertiré mucho.
Entonces -muy a mi pesar- tuve que escuchar toda esa entrevista larguísima, en la que usted habló sin parar durante horas. Mi amigo, el que dijo que me iba a divertir, se equivocó. No me divirtió nada. Tampoco me sorprendió. No me sorprendió su verborragia (la de siempre,  lo felicito). Ni que intentara descalificar al único periodista del grupo que se atrevió a interrogarlo en serio (siempre hace lo mismo). Tampoco me sorprendió que se pusiera sucesivamente en los roles de profesor (que no es), de víctima inocente (¡qué injusta que es la vida con usted!) y de inmaculado izquierdista (caviar, le faltó agregar).
Usted ya me aburrió. Cuando tenía 12 años me dormía con la radio pegada a la oreja escuchándolo en Hora 25. Hoy no podría. En aquel entonces usted blandía su espada sagrada contra los corruptos del fútbol uruguayo. Hoy blande una espadita de plástico fluo en defensa de su Sacrosanta Imagen. Me da un poco de pena y de vergüenza ajena.
El lío comenzó cuando le preguntaron por qué no vino al juicio penal que usted nos entabló a Luciano Álvarez y a mí por el contenido de Relato Oculto. (Le regalo una copia de la foto. Verá que estamos todos, menos usted. Mire a la derecha, el rostro de su abogado).

Víctor Hugo Morales, Relato Oculto
Walkover. Foto de Nicolás Garrido










Usted dijo que hubo varias razones para su ausencia en el juicio. Que sus amigos de la cadena de librerías Cúspide le aconsejaron no presentarse: "Me decían: cualquier cosa que hagas servirá para que vendan algún libro, vendieron (solo) 88 libros en tres meses en diez librerías del grupo". Agregó que "muchísimos colegas me decían: 'no hagas vos un juicio'" porque sino usted aparecería como queriendo limitar la libertad de expresión. Habló de la mala fe de sus propios abogados (si no entendí mal). Y por último agregó:
"Y además extraordinariamente me enfermé, porque yo pensaba ir, estaba en un mar de dudas toda esa semana, y decidió la salud que... quizás no hubiera ido lo mismo, porque estaba muy deseoso... muy arrepentido del paso que iba a dar".
Es muy linda esta oración, que está grabada y cualquiera puede escuchar. Porque es imposible pensar venir y al mismo tiempo estar en un mar de dudas. Y, sobre todo, es imposible estar deseoso de venir y arrepentido al mismo tiempo. De verdad, Víctor Hugo: eso no es posible, incluso para alguien tan Importante, Inmaculado, Honesto y Ético como usted. Es imposible. No se puede. Son cosas contradictorias, no pueden ocurrir al mismo tiempo, ni siquiera para Víctor Hugo Morales.
No sé si usted recuerda un sketch del Negro Olmedo en el cual hacía de un operario cordobés que acompañaba a su patrón (interpretado por Eddie Pequenino) a realizar trabajos de reparación a domicilio. Pequenino hablaba en italiano y daba unas explicaciones larguísimas e incomprensibles al dueño de casa respecto al desperfecto del aparato a arreglar. Olmedo gesticulaba y luego resumía todo en una frase de apenas tres o cuatro palabras, con acento cordobés: "Dice que estáá roooto". Usted habla tanto como Eddie Pequenino en aquel sketch y yo le voy a hacer de operario cordobés. ¿Sabe por qué no vino al juicio?
-Porque saaabía que iba a peeerder.
Por eso. Porque usted sabe que todo lo que dice el libro es cierto.
Pero déjeme decirle algo más respecto a los otros motivos que usted invoca ahora para no venir al juicio. Dice que algunos de sus amigos le aconsejaron no presentar una demanda porque quedaría como un enemigo de la libertad de expresión. Esos amigos son gente sabia. Escúchelos más a menudo. Porque, más allá de todo su palabrerío, la verdad es que usted NO les hizo caso. Usted hizo el juicio, un juicio penal, y en efecto, quedó como un enemigo de la libertad de expresión. Que no se presentara a la audiencia no borra la demanda presentada. Pregúntele a sus amigos de verdad. No a los alcahuetes que, por conveniencia política o comercial, salieron a descalificar el libro y luego confesaron no haberlo leído.
En cuanto a las ventas de Relato Oculto, sus cifras son falsas. Porque si bien el libro no ha sido, hasta ahora, un best seller, tampoco es cierto que haya vendido 88 ejemplares en toda una de las mayores cadenas de librerías de la Argentina.
El libro se publicó en agosto. Hasta diciembre se habían vendido en Argentina 1.079 libros y en Uruguay 1.731. Esas son las ventas en papel, sin contar los libros digitales. En estos días se nos pagará la liquidación de lo vendido entre enero y junio de 2013 y podré pasarle nuevas cifras.

derechos de autor
Liquidación hasta diciembre 2012 de Relato Oculto: Argentina y Uruguay















Puede preguntarme cuando quiera. Pero por favor: no lance públicamente más cifras falsas, porque eso es mentir. Aunque, claro, eso es lo que ha hecho desde que salió el libro y tampoco me sorprende. (¿Ya no dice más que Clarín  nos pagó?)
En la entrevista, usted se molestó con el periodista Mariano López porque le dijo que no había leído todo su folleto Uruleaks y, en cambio, había leído un resumen. Pero en la entrevista, sobre Relato Oculto, usted mismo dijo: "Tengo entendido, porque yo no lo leí, que todo el libro está estructurado sobre lo que yo he contado de mi vida".
¡Ah, tololo! Los demás tienen que leer todo. Pero San Víctor Hugo Morales puede juzgar, condenar y arrojar a las llamas del fuego eterno a autores de libros que destruye y abomina sin siquiera haberlos leído.
Sin dudas estamos ante un ser muy especial.
¿Y por qué no lee el libro, Víctor Hugo? ¿A qué le teme? ¿A encontrarse con un retrato de sí mismo no tan perfecto como el dios que siente haber construido?
Respecto a su relación con los militares, a las razones por las cuales fue preso, a la prohibición de relatar que impuso la AUF, no repetiré acá todos los datos, documentos y testimonios que aparecen en Relato Oculto. Los que quieran saber más leerán el libro. Me limitaré a precisar un par de cosas, para que en la próxima entrevista usted pueda responder en forma más precisa.
Por ejemplo, le dijo a los muchachos de Océano que cuando usted iba al cuartel Florida "el batallón ya estaba abierto a la gente, ya tenía una función completamente distinta, cuando ya hacía dos o tres años que nada ocurría".
Claro, como no leyó el libro no sabe. Pero entre 1975 y 1977 cuando usted iba casi todos los fines de semana a divertirse al cuartel, allí había gente presa. En el libro (eso de hablar de lo que no se lee tiene sus bemoles) lo cuentan los militares y lo cuentan también los presos. Si no quiere leer, pregúntele a la hermana de su gran amigo, el senador Rafael Michelini. Ella era una de las detenidas.
Su gran reclamo es que todos lean Uruleaks. En eso coincido con usted cien por ciento. A todas las personas que veo, a todos los que me preguntan, en cada entrevista, yo les pido a todos, y lo hago ahora también en esta carta abierta: ¡por favor todos lean el folleto Uruleaks!
Porque del prontuario que los servicios de inteligencia hicieron de usted no se desprende que usted haya sido el perseguido político que dice haber sido.
El suyo, Víctor Hugo, es un caso excepcional. Fue perseguido por una dictadura cuya plana mayor se reunió para dictar un decreto en su defensa y rehabilitarlo como relator cuando la AUF lo había prohibido. Fue un perseguido que hizo un libro (El Intruso) con frases de una alcahuetería asqueante al gobierno dictatorial. Fue un perseguido político que buscó refugio en la Argentina de Videla, a cuyo gobierno sangriento tanto había elogiado durante el Mundial '78.


¡Usted, Víctor Hugo, se sentía perseguido en el Uruguay y se refugio en la Argentina de Videla!
¡Qué grande lo suyo!
(Dicho sea de paso: ¿por qué no reimprime El Intruso? Seguro que se puede vender muy bien. Pregúntele a sus amigos de librerías Cúspide).
Sé que esta carta es larga, pero ya termino. Es curioso que diga que no leyó el libro pero tenga convicciones muy firmes respecto a su contenido. Dijo, por ejemplo: "Yo creo que el libro fue preparado desde la Argentina" y para incidir en la política argentina.
El dios Víctor Hugo, el santo, el que lo sabe todo sin investigar nada, sin leer siquiera. Se equivoca, señor relator, barrilete cómico. Lo hicimos pensando en Uruguay, descartando cualquier referencia a la política argentina, solo por honor a la verdad, para poner las cosas en su justo lugar. Por asco a la falsedad. Por eso hicimos el libro.
Al fin de toda su cháchara, usted afirma que todo este episodio le vino bien (¿y entonces por qué se enoja tanto?) y que el libro hoy es apenas una "anécdota más del periodismo enfermo, del periodismo fascista, del periodismo que es capaz de cualquier cosa con tal de destruir a una persona porque en la vieja oposición de izquierda y derecha, la derecha siempre va a tener poco para decir".
Sabe, Morales: no me va a dar lecciones de periodismo. De usted, podría recibir solo clases de relato de fútbol, nada más. No le reconozco otros méritos que el saber contar como nadie el devenir de la pelota (en eso me saco el sombrero).
Usted no sabe lo que es buen periodismo y no sabe distinguirlo del malo. Para usted lo bueno es lo que lleva agua para su molino. Así es hoy, como ha sido siempre, en 1978 y en 2013. Relato Oculto permite entender esa clave y eso es lo que lo enfurece tanto. Teme al reflejo que emana de las propias páginas que usted escribió. No sé en qué sala VIP de qué aeropuerto de Europa consiguió su patente de Periodista Inmaculado y Referente de Izquierda. Para mí, cualquiera de las dos vale menos que una moneda falsa. ¡Qué tupé el suyo, darme lecciones de periodismo y pretender definirme políticamente! Cuando usted era el periodista más influyente del Uruguay, su gran aporte a sacarnos de la dictadura en el plebiscito de 1980 fue... ¡¡¡¡pasar un jingle durante el Mundialito que decía 'Uruguay te queremos ver campeón'!!!! Lo felicito, ¡qué coraje el suyo! Yo tenía 16 años y salía con mis amigos en bicicleta a pegar carteles por el No. El verdadero fascista, Morales, es el que miente. El que aplica, como Gooebels, la máxima de miente, miente, miente, que algo va a quedar.
Haga un favor, si puede: cállese un poco y mírese en el espejo.

Saludos,
Leonardo Haberkorn



3.5.13

"El niño mimado de la dictadura uruguaya"


El libro Converso, recién publicado en Argentina, confirma lo que cuenta Relato Oculto: durante la dictadura militar Víctor Hugo Morales estuvo muy lejos de tener las actitudes críticas y de resistencia que hoy pretende haber tenido.
Uno de los capítulos de Converso, libro escrito por el periodista Pablo Sirvén, se dedica a analizar los años de Morales como periodista en Uruguay, antes de radicarse en Buenos Aires.
Un hallazgo de Sirvén es haber dado con el testimonio del periodista argentino Jorge Brinsek, quien entre 1977 y 1979 dirigió la corresponsalía en Montevideo de la agencia United Press International (UPI).
Brinsek tomó el cargo en reemplazo del uruguayo Héctor Menoni, detenido y deportado por el régimen militar al haber cuestionado en un cable las cifras de detenidos que proporcionaba la dictadura.
Converso, Pablo Sirvén, Relato Oculto
Al poco tiempo, cuenta Sirvén, Brinsek también tuvo problemas con el régimen y debió comparecer ante el coronel Calixto de Armas, jefe de Inteligencia del Ejército. El militar le dijo que mejor se dedicara a escribir de fútbol. Hablaron de Víctor Hugo Morales, el periodista deportivo del momento, y el jerarca militar lo definió así: "Hace su trabajo y no trae problemas".
Brinsek relata en Converso una anécdota muy significativa. La sede de la agencia UPI quedaba en el mismo edificio donde estaban los estudios de las radios Montecarlo y Oriental, la emisora donde trabajaba Morales además de Canal 4 y el diario El País.
Un día una empleada de la radio llegó a UPI acongojada. Le habían encomendado armar la lista de invitados para el casamiento de Víctor Hugo, pero la habían retado porque no había conseguido las direcciones de los principales jefes militares.
"Estaba muy afligida por eso y entonces alguien del informativo de la radio le recomendó que me viera a mí, que yo seguro podía tener esa información que le faltaba. En efecto, vino la chica desencajada y le di los nombres y direcciones de los diez principales jerarcas militares", cuenta Brinsek. ."El presidente de la Nación, que no era militar, Aparicio Méndez, también estaba en la lista".
En Relato Oculto citamos y documentamos los elogios de Víctor Hugo al presidente de facto Aparicio Méndez, quien además lo rehabilitó cuando la AUF le prohibió relatar. Ahora, gracias al testimonio de Brinsek, sabemos que el formidable relator también lo invitó a su casamiento, junto a los máximos jefes militares de la dictadura.
Sirvén cita también a un lector del semanario Brecha que relata respecto al comportamiento de Víctor Hugo Morales en aquellos años:
-Este "hijo de p…", cuando todos andábamos recagados y caminábamos semiescondidos se daba el lujo de andar en un auto ostentoso "cargando" cuanta mujer se le cruzaba por 18 de Julio. ¡¡¡Yo lo vi!!! Y los demás mirábamos de reojo a ver si no venía el "suba-suba", como le llamaba un amigo a los jeep y camionetas militares…
Concluye Brinsek respecto a la conducta periodística del relator durante la dictadura:
-Durante los tres años que estuve en Uruguay se comportó impecablemente. Era un punto de referencia para todo el país. Había por entonces mucho dolor por los periodistas presos. Me consta que Víctor Hugo era funcional a los militares. Él no puede criticar la conducta o el instinto de preservación de periodistas argentinos en esa época en que aquí desaparecía tanta gente, habiendo tenido un pasado más que complaciente en lo personal como en lo económico en plena dictadura uruguaya. Jamás se jugó media palabra. Y era un tipo que tenía todo el poder, porque una cosa era un periodista desconocido detenido y otra muy distinta si Víctor Hugo hubiera ido preso por sus ideas. ¡Si nunca se jugó, era el niño mimado de la dictadura uruguaya!


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14.4.13

El chico empleado de Víctor Hugo Morales ataca de nuevo

Víctor Hugo Morales tiene un chico empleado que se llama Julián Capasso.
Mientras escribía junto con Luciano Álvarez el libro Relato Oculto, las desmemorias de Víctor Hugo Morales, este chico me envió un mail pidiéndome que tuviera una "charla de café" con su empleador, donde el relator me explicaría el contexto en el que había escrito sus elogios a la dictadura uruguaya, y me mostraría una entrevista que le había hecho la agencia Télam donde había explicado eso mismo.
La nota de Télam ya la conocía y el contexto de la dictadura también, así que le respondí a Capasso que no veía razón para tal "charla de café", pero que podía hacerle una entrevista a su jefe. Nunca respondieron, ni el empleado ni el empleador.

Julian Capasso, empleado de Víctor Hugo Morales






¿Por qué Víctor Hugo quería tener una "charla de café" conmigo pero no una entrevista? Cada uno sacará sus conclusiones.
Después que eso, el chico empleado del formidable relator se dedicó durante unos cuantos días a enviarme insultos variados a través de Facebook. Comenzó antes de que se publicara el libro y continuó después.

Los insultos de Capasso, el empleado de Víctor Hugo Morales
















Ahora Capasso va a publicar una biografía de su patrón. (Lo hará el mismo día en que el periodista Pablo Sirvén presentará Converso, un libro que también cuenta la vida del relator y explica cómo se convirtió en fervoroso propagandista de los K.). Hoy Capasso me envió esta invitación. Ya pueden imaginar cómo será su libro.

Lo presentannAdrián Paenza, Roberto Perfumo, Diego Fucks y Alejandro Apo

31.12.12

Crónica de una infamia

Cuatro días antes de que se publicara Relato Oculto, Víctor Hugo Morales dedicó buena parte de su programa de radio a insultarnos a Luciano Álvarez y a mí.
Dijo que habíamos sido "alquilados" por el "Yabrán de los medios de comunicación" y producidos por el "Periodista Rata". Afirmó, con la soltura de quien pasa el reporte del tiempo, que detrás del libro había "periodistas que de una manera realmente increíble y demencial se prestaron a esta campaña, entregados totalmente a vivir de rodillas frente a ese Yabrán de los medios de comunicación que, ahí, teniéndolos de rodillas los acaricia con las manos, de alguna manera, pegoteadas de sangre".
Luego se refirió concretamente a mí. Habló de lo que él definió como "la capacidad de mentira, de invención y de fabulación del periodista alquilado desde Buenos Aires (o sea, yo), a través de los mecanismos que les he mencionado, para escribir un libro contra mí".
Para sostener sus afiebradas injurias, leyó unos pasajes inconexos y descontextualizados de Milicos y tupas, buscando ridiculizarlos, aprovechándose del lógico desconocimiento del público argentino sobre la historia reciente uruguaya. "Escuchen lo que les voy a leer de este libro de Haberkorn, porque también tienen ustedes derecho a reírse, pero sobre todo a tomar la dimensión de fabulación, de capacidad de mentira, de sesgo derechoso y absolutamente perturbado, de uno de los dos periodistas alquilados por el Yabrán de los medios de comunicación de Argentina, a través del Periodista Rata".
Luego agregó: Haberkorn "es el hombre que se alquiló desde Buenos Aires".
Estos delirios difamatorios continuaron en los días siguientes a través de las ondas de radio Continental de Buenos Aires. Víctor Hugo Morales nunca aportó una sola prueba que sustentara sus dichos. No lo hizo ni lo hará, porque no existen. No nos alquiló Clarín ni nadie en Argentina y tampoco en Uruguay. Pero al igual que Goebbels, el relator de fútbol apostó a repetir mil veces una mentira para transformarla en verdad. Todavía hoy los periodistas y la gente común nos siguen preguntando si Clarín está detrás del libro.
Tras esta primera andanada, el espiral de descalificaciones se multiplicó en las dos orillas del Plata. Una larguísima lista de personajes notables, más argentinos que uruguayos, grabaron o divulgaron mensajes de solidaridad con Víctor Hugo Morales. Ninguno rebatió una sola línea del libro, pero de un modo u otro todos se prestaron para intentar descalificar un trabajo profesional, serio y documentado. Susana Rinaldi nos tildó de talibanes. Un tal Beto Casella de miserables. La lista de detractores de nuestro libro incluyó a Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Federico Luppi, Fito Páez, Adrián Paenza, Juan Carlos Baglietto, Víctor Heredia, Daniel Tognetti, Alejandro Apo, Hugo Arana, Horacio Fontova, Antonio Birabent, Pancho O' Donnell, Leonardo Sbaraglia, Miguel Ángel Solá, Sandra Russo, Rafael Bielsa, Jorge Taiana, Rodolfo Braceli, etc., etc. Todos ellos firmaron una solicitada denunciando "las calumnias" que se estaban diciendo sobre Víctor Hugo Morales. ¿Cuáles calumnias? ¿Qué parte concreta del libro? ¿Acaso lo habían leído?

Sbaraglia, Federico Luppi, Hugo Arana, Luis Almagro




















En un gesto sin precedentes y cuya calificación dejo al público, el ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, Luis Almagro, grabó un video con la bandera nacional detrás, como si se tratara de una comunicación oficial de la República. En la grabación, que se emitió en la televisión argentina, el canciller calificó al libro como una "reacción del sistema". ¿Lo había leído? ¿Qué parte estaba mal?




La sensación de impunidad de la patota que se arrojó contra Relato Oculto llegó al punto de que el músico Jaime Roos sostuvo en Página 12 que no había leído el libro, que ni siquiera sabía de qué libro estaba hablando, pero que igual era todo "un invento", "un disparate" y una "operación mediática".
Los ataques continuaron, incluso a pesar de que dos de los tres medios más respetables de la izquierda uruguaya -Brecha y La Diaria- elogiaron el trabajo, y el tercero, el semanario Voces, decidió publicar una doble página con sus principales hallazgos.
Así fue hasta que el periodista Jaime Clara entrevistó a dos de las importantes es personalidades uruguayas que habían calificado de "infamia" a Relato Oculto: los senadores del Frente Amplio Rafael Michelini y Mónica Xavier.
Clara, en su programa de los sábados en radio Sarandí, hizo lo que hasta ese momento nadie se había atrevido a hacer: preguntarle a los tan categóricos detractores del libro si lo habían leído. Xavier respondió que no. Michelini dijo que había leído "algunos párrafos". Comenzaba a quedar claro de qué lado estaban las "calumnias".

Las confesiones de Michelini y Xavier motivaron una carta del periodista y escritor Miguel Ángel Campodónico, publicada en el correo de lectores del semanario Búsqueda:
.
Rafael Michelini, Mónica Xavier, Jaime Clara, Miguel Ángel Campodónico

No me consta que en Argentina alguien le haya hecho una pregunta semejante a los firmantes de la famosa solicitada. De hecho, a diferencia de lo que ocurrió en Uruguay, pocos medios de prensa se tomaron la molestia de leer Relato Oculto y reseñarlo para sus lectores. Que yo sepa, solo dos: los diarios La Nación y La Capital de Rosario.
Finalmente, Víctor Hugo Morales presentó una denuncia penal por difamación e injurias contra Luciano Álvarez y contra mí. En las décadas que los dos llevamos en el periodismo y la docencia, ninguno de los dos había nunca sido denunciado penalmente. El "Oráculo de Cardona", envalentonado con el apoyo de sus laderos, todos cercanos a los dos gobiernos del Plata, pretendía enviarnos a la cárcel.
Pese a todo, el mal momento, el inevitable perjuicio para nuestro trabajo, podía tener una recompensa: por fin sabríamos qué parte de nuestro trabajo estaba mal y si en algo nos habíamos equivocado.
La primera sorpresa fue leer la demanda presentada por el relator ante la Justicia uruguaya: había en ella muchas palabras, mucha cháchara, pero no se señalaba ni siquiera una sola equivocación concreta, ni un solo error en el libro. ¡Ni uno! ¿Y las calumnias que habían asegurado que existían los Fito Páez y los Pancho O'Donell dónde estaban? ¿Y los inventos de Jaime Roos? No había nada. Nada de nada.
Llegó el día del juicio y el señor Víctor Hugo Morales, en un gesto que se califica solo, no se presentó a respaldar la causa que él mismo había iniciado. Ni siquiera le avisó a sus propios abogados, que concurrieron al juzgado abochornados. Obviamente, ante el abandono del denunciante, el fiscal y el juez decidieron archivar el caso. En esta cobertura de Telenoche 4 pueden ver las palabras de los abogados de Víctor Hugo Morales durante la audiencia, seguidas por la de nuestro abogado, la del fiscal y por último al juez dando por cerrado.



 

Luego, Víctor Hugo Morales declaró a la prensa que no había venido a Montevideo porque tenía una contractura y estrés. Luego dijo que tenía un cólico. Qué personaje tan poco serio.

La verdad es que no tenía lo que reclamar. Que sabía que el libro no mentía. Que no tenía ni siquiera un solo testigo que pudiera desmentir apenas una línea de todo lo que habíamos publicado con el apoyo de documentos y decenas de testimonios.

La verdad es que Morales había intentado, en forma desesperada, llegar a un acuerdo con nosotros: él retiraba su demanda si nosotros reconocíamos su fe democrática. No aceptamos. No teníamos por qué hacerlo.
Después de tanta campaña de desprestigio, de mentiras, de linchamiento mediático y de descalificaciones ad hominem basadas en falsedades y calumnias, por fin todo quedó bien claro.
Lo que dice Relato Oculto es cierto, es verdadero. Para quienes lo leyeron, el desenlace de la demanda no es sorpresa, ya que cada afirmación (el libro no solo trata de lo que pasó en el batallón Florida) está bien documentada. Para eso estuvimos trabajando un año.
Una cosa es el periodismo serio. Otras cosas son la deshonestidad intelectual y la conveniencia política.
Nosotros somos periodistas. 

A mucha honra.

21.11.12

Georgina, la grabación y los servicios secretos

Tras la audiencia judicial a la que Víctor Hugo Morales no asistió y con ello dio por terminada su pretensión de realizarnos un juicio penal, Luciano Álvarez y yo tuvimos que dar una especie de improvisada conferencia de prensa.
Víctor Hugo Morales, juicio, libro, Relato Oculto
La audiencia a la que faltó el relator. Foto de Nicolás Garrido.
En ella, Georgina Mayo, periodista de la Televisión Nacional, sostuvo al formular una pregunta que la ya famosa grabación de un discurso pronunciado por el relator en el batallón Florida en 1977 nos fue proporcionada por los "servicios secretos" del Ejército.
Si la colega hubiera leído Relato Oculto sabría que su afirmación (¿de dónde la sacó?) es falsa. Porque entre las páginas 108 y 116 se cuenta con lujo de detalles, y con los nombres y apellidos de todas las fuentes, la historia de esa grabación.
En el libro se dan muchos más detalles, pero lo fundamental, estimada Georgina, puede resumirse así:
La grabación no fue realizada por oscuros agentes secretos de la dictadura. Fue hecha en una fiesta a la que concurrieron unas 300 personas y decenas de artistas reconocidos, entre ellos el por entonces ya famoso cantante de tangos Enrique Dumas. La reunión se hizo dentro del propio cuartel para despedir al entonces mayor Juan Carlos Grosso (hoy coronel retirado) que se iba en misión de paz a Cachemira. Buena parte de los 300 concurrentes eran militares: para empezar estaba presente el batallón Florida en pleno. El resto eran amigos de los militares y artistas invitados. Para los "servicios secretos" esa reunión hubiera sido un fiasco: allí hubo cualquier cosa menos actividades opositoras.
La grabación se prolonga durante casi tres horas. Hay pocos discursos. La mayor parte de la cinta está ocupada por actuaciones de artistas, uno tras otro. Casi todos ellos son cantantes de tango, pero también hay una banda de jazz (la de Santiago Luz), una de lo que entonces se llamaba música beat, un conjunto folklorico y una cuerda de tambores con la que se cerró la fiesta.
La grabación existe, estimada Georgina, porque en aquellos tiempos en los cuales filmar una fiesta entera era algo muy complejo y caro, los amigos del entonces mayor Grosso decidieron grabar al menos el audio para que le quedara como recuerdo. Los viejos cassettes estaban en su apartamento. Y fue él mismo quien nos los prestó, no los "servicios secretos".
Puedes ir a una biblioteca, pedir el libro, y verás estos y muchos otros datos.

20.11.12

Víctor Hugo Morales: denunciante renunciante

La Justicia archivó la denuncia penal que Víctor Hugo Morales realizó contra Luciano Álvarez y contra mí por el contenido del libro Relato Oculto.
El juez Gabriel Ohanian tomó tal decisión luego de que el relator no se presentó en el juzgado a respaldar su propia denuncia.
El abogado de Morales, Pablo Donnangelo, no pudo explicar su ausencia y sostuvo que en las 24 horas previas al juicio, el relator dejó de responder sus mensajes y llamadas telefónicas.
El siguiente video emitido por Telenoche 4 permite ver escenas de la audiencia judicial y las declaraciones posteriores de los involucrados... que asistieron a la cita judicial.





Tras el fin del caso, Morales dijo al diario El País que no vino a Montevideo debido a "un alto nivel de contractura y de estrés". Sin embargo, horas más tarde achacó su ausencia a un cólico nefrítico y a sugerencias de "políticos amigos".
Desde el momento en que me enteré de la noticia de la demanda dije dos cosas: a) que confiaba en la Justicia uruguaya y b) que todo lo que dice Relato Oculto es cierto y está documentado.
Ha quedado claro.

10.10.12

"Víctor Hugo es una persona de probada deshonestidad intelectual"


El diario La Capital de la ciudad de Rosario publicó, en su suplemento cultural Señales, una crítica de Relato oculto, las desmemorias de Víctor Hugo Morales. La reseña fue realizada por el periodista y escritor Osvaldo Aguirre quien afirma que el libro realiza una tarea "exhaustiva y rigurosa".
La crítica fue acompañada de una breve entrevista que se me realizó y aquí transcribo:
 

—En una intervención en la web dijiste que el tema de Relato oculto es la honestidad. ¿Qué dice al respecto la historia de Víctor Hugo?

El suplemento Señales dedicó su portada a Relato Oculto—Que es una persona de probada deshonestidad intelectual, que acomoda los hechos en función de su conveniencia. Por ejemplo, en su libro Víctor Hugo por Víctor Hugo Morales dice que, antes de emigrar a la Argentina, fue jefe del suplemento de espectáculos de un diario comunista y que aconsejó al Partido Comunista respecto a sus políticas editoriales. En el libro documentamos que el diario no era de ese partido, que no tenía suplemento de espectáculos sino unas páginas dedicadas al tema, y que los jefes de esas páginas eran otros periodistas uruguayos muy conocidos. Víctor Hugo era un apenas un notero, un novato que escribía muy mal y que publicaba en forma esporádica. Y, por supuesto, nunca aconsejó nada al Partido Comunista. Y este es solo un ejemplo de lo que descubrimos. Todo su relato de que fue un periodista opositor a la dictadura se basa en tergiversaciones de este tipo.
—¿Intentaron hablar con él antes de publicar el libro?
—Mientras escribía, uno de sus empleados me propuso tener una "charla de café" con él. Le pregunté para qué y me reenvío un mail de Víctor Hugo donde decía que quería explicarme el contexto histórico en el cual había escrito una nota adulando a la dictadura uruguaya. Como ese contexto lo conozco, respondí que no le veía sentido a la "charla de café". Propuse, en cambio, hacerle una entrevista. Nunca respondió.
—Víctor Hugo los llamó sicarios de Clarín.
—Miente. Ni Luciano ni yo tenemos ningún vínculo con Clarín.
—También dijo que el artículo sobre el mundial de la dictadura donde nombró a Lacoste y Merlo fue "modificado de manera bastarda", entre otras descalificaciones.
—Víctor Hugo elogió a la dictadura en muchas de sus notas sobre el Mundial 78. En una festejó que el gobierno militar organizara el Mundial dejando de lado a los dirigentes de los clubes y escribió con regocijo: "Nombres desconocidos hasta ahora como los de Merlo y Lacoste sustituyeron a los eternos mandamases de siempre". A esa cita en el libro se le agregó, entre paréntesis, el grado y el nombre de pila de ambos militares, que faltaban en el original. Es algo habitual en periodismo para completar datos que faltan en una cita. Por supuesto, se puso entre paréntesis para aclarar que es un agregado. Y además la cita está en cursiva y el agregado en recta. Eso es todo. De las decenas de denuncias que le hace el libro esto es lo único que retrucó Víctor Hugo. Es patético. ¿Por qué no habla de cuando escribió que la dictadura de Videla "no mató a nadie para organizar" la Copa, o cuando afirmó que los jugadores campeones eran "soldados" porque habían traído "la paz y la esperanza"? Si fuera honesto reconocería que se equivocó al aplaudir a la dictadura en 1978, que actuó cegado por el odio a los dirigentes del fútbol uruguayo porque ansiaba que en Uruguay el régimen militar hiciera lo que hizo Videla: tomar las riendas del fútbol dejando a los dirigentes de lado. Pero su ego no le deja admitir su error. Prefiere seguir mintiendo, repitiendo que no sabía que había dictadura en Argentina.
—El libro fue difundido en Buenos Aires por la prensa opositora al gobierno, y considerado como mínimo sospechoso por la oficialista. ¿Fue utilizado en el contexto del debate de la ley de medios y del enfrentamiento entre prensa opositora y oficialista?
—Subestimamos el grado de polarización que hay en Argentina. En Uruguay, por suerte, no estamos divididos de un modo tan tajante, de un lado o del otro. La realidad es que el libro no refiere ni una sola vez al gobierno argentino, ni a la ley de medios. Cualquier persona que ame la verdad histórica y al periodismo puede y debería leerlo.

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30.8.12

Dos sicarios y los Salieris de Víctor Hugo

Vamos a suponer que todos estos ataques, insultos e infamias son ciertos. Supongamos que Luciano Álvarez y yo no tenemos una trayectoria detrás. Que no nos conoce nadie. Supongamos que nos alquiló Clarín, como dijo Víctor Hugo. Que, como dijo Hebe de Bonafini, somos "pseudoperiodistas" y "periodistas del amarillismo".  Que somos "legionarios talibanes" como dijo Susana Rinaldi.
Supongamos que Uruguay es un país muy pero muy grande. Inmenso. Que nadie conoce nuestra forma de vida, ni el modo en que nos ganamos el pan desde hace décadas. Supongamos que somos malos tipos, arribistas, oportunistas. Supongamos que, como escribió la decana de la facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, Álvarez y yo somos dos sujetos que pretendemos imponer nuestra "visión del mundo" mientras "abiertamente" renegamos "de los cambios culturales por los cuales el país viene luchando en los últimos años". Supongamos que es cierto, que somos Pinky y Cerebro.
Supongamos que como dijeron Estela de Carlotto y Jaime Roos el libro que nosotros escribimos y ellos no leyeron, Relato Oculto, es parte de una "operación mediática". Supongamos que tiene razón Beto Casella y es posible admitir que uno no leyó un libro y al mismo tiempo calificarlo de "libro miserable". Supongamos que Luis Bruschtein tuvo el mínimo rigor de leer el libro antes de escribir en Página 12 que todo es un "pequeño chisme" carente de interés periodístico. Supongamos que es legítimo hacer lo que hace Rodolfo Braceli: plantear todo el asunto como una pelea entre Víctor Hugo y Lanata, ignorando por completo el libro.
Supongamos que toda esta buena gente opina con conocimiento de causa, que conocen de la historia reciente uruguaya, que se informaron, que leyeron a quienes intentan destruir. Supongamos que ninguno de ellos tiene lazos de amistad o intereses comerciales o artísticos o políticos que los condicionan en sus opiniones. Supongamos que todos ellos son gente seria y que todos sus falsos enunciados anteriores son verdaderos.
Supongamos que sí. Que somos lo peor. Sicarios. Malos, feos y sucios.
Pero, ¿lo que cuenta Relato Oculto es verdadero o falso? Esa debería ser la cuestión a discutir. ¿No? ¿O será que se discute todo lo anterior para evitar discutir el contenido del libro?
¿Los artículos que reproducimos en forma textual en los cuales Víctor Hugo Morales adula, agradece y elogia a la dictadura uruguaya, al dictador Aparicio Méndez y a otros de sus personeros, son verdaderos o falsos? ¿Los inventamos? ¿Los transcribimos erróneamente? ¿O son verdad?
¿Los artículos en los cuales Víctor Hugo Morales elogia una y otra vez a la Junta Militar que encabezaba Videla... ¿son fruto de nuestra pérfida imaginación? ¿Son acaso una calumnia? ¿O son ciertos?
¿Es verdad que Víctor Hugo escribió que los jugadores argentinos campeones del 78 eran como soldados porque habían traído "la paz y la esperanza"? ¿Es exactamente así o lo inventamos nosotros?
¿Miente Manuel Martínez Carril, alma mater de la Cinemateca Uruguaya (¿a ese tampoco lo conocen? ¿El también es de derecha y alquilado por Clarín? ) cuando cuenta cómo Víctor Hugo Morales miente en su autobiografía al adjudicarse un cargo periodístico que nunca tuvo? ¿Miente el cantante de tangos Aníbal Oberlín cuando cuenta que durante años Víctor Hugo Morales iba todos los fines de semana a un cuartel del Ejército uruguayo, donde había presos de la dictadura, a cantar, a jugar paleta, al fútbol y al billar? ¿La grabación donde Víctor Hugo es presentado como "un conspicuo amigo de todos los integrantes del batallón Florida" es falsa? ¿Está adulterada? ¿Tienen alguna prueba en ese sentido?
¿Es cierto o es falso que Víctor Hugo Morales juró por lo más querido de su vida que nunca tuvo agendando el teléfono de un militar? ¿Entonces es falsa la grabación en la cual se escucha a Víctor Hugo agradecerle al entonces mayor Grosso por estar siempre al otro lado del teléfono? ¿Miente también entonces el ex comandante del Ejército durante los gobiernos del Frente Amplio, el general Jorge Rosales, cuando cuenta que durante años se hablaban por teléfono para salir de noche todos juntos, Víctor Hugo y la barra del Batallón Florida? ¿Miente Rosales? ¿Mienten las diez personas que con nombre y apellido apoyan esa versión de la historia? ¿No será que el mentiroso es Víctor Hugo?
¿Son falsos los testimonios, personales y documentales, que muestran que Víctor Hugo no fue preso por oponerse a la dictadura sino por partirle la nariz a una persona común y corriente en un partido amistoso de fútbol? ¿No es cierto que Morales tiene una larga trayectoria de violencia y peleas, según él mismo confesó?
¿La grabación en la cual Víctor Hugo Morales le pide al comandante del batallón Florida que cuide la canchita de fútbol donde "tantas veces, tantas mañanas, nos entreveramos en picados inolvidables" es falsa? ¿No es Víctor Hugo el que habla? ¿Es un documento adulterado? Si es así, deberían denunciarlo y presentar las pruebas al respecto. Pero si es verdadera, ustedes, que son periodistas, académicos, actores sociales y figuras públicas, deberían dejar de repetir la mentira de los "dos picaditos de fútbol".
Ustedes vieron a Lanata y creen que el gran tema de Relato Oculto es la dictadura. No es así. El gran tema de Relato Oculto es la honestidad. Son los hechos, que en periodismo todavía existen. La verdad y la mentira.
Nadie los obliga a leer un libro miserable, un chisme carente de interés periodístico.
Pero si quieren debatir con el libro, entonces sí deberían leerlo y discutir con hechos y con altura.
Deberían dejar de insultar y de utilizar una y otra vez descalificaciones ad hominem.
Se sabe que los malos, feos y sucios también pueden decir la verdad.
Y que los buenos, lindos y limpios también mienten.
Ya tenemos un caso comprobado. Sería una pena tener que seguir agrandando la lista.

Artículo de Leonardo Haberkorn, publicado en la edición digital de La Nación, el 24 de agosto de 2012.

23.8.12

Cuando el estadio Centenario silbó a Víctor Hugo Morales

Yo estuve allí esa noche. Era 1985 y recién habíamos recuperado la democracia. Por primera vez desde el golpe de Estado de 1973, Mercedes Sosa volvía a cantar en Uruguay y el estadio Centenario estaba repleto. Yo no era un fanático de la Negra. Lo mío era el rock, no me perdía un recital de Los Estómagos. Pero aquella era una fiesta de la democracia recuperada, otra más, y no se podía faltar. Se llevaban las banderas y los pins que todavía decían "Se va a acabar".
El estadio estaba lleno, gente de todas las edades, amantes de la música y fanáticos del canto popular, estudiantes, militantes, mucha gente del Frente Amplio y también de los partidos tradicionales. Hoy a los jóvenes les cuesta imaginarlo, pero en aquellos años blancos y colorados tenían cada uno su ala de izquierda y una militancia fuerte.
Víctor Hugo Morales, que había organizado el espectáculo, subió al escenario para presentar a Mercedes Sosa. No recuerdo qué dijo o qué quiso decir. Lo que no puedo olvidar fue la prolongada y ruidosa rechifla que recibió de parte de aquel público militante. No fue un abucheo común y corriente. Fue una silbatina unánime y rotunda que bajó desde todas las tribunas al mismo tiempo. Había 50.000 personas esa noche en el Centenario.
En El Intruso Víctor Hugo elogia a la dictadura¿Por qué aquel público rabiosamente democrático, con un alto porcentaje de gente de izquierda, silbó de ese modo al relator que ya entonces había empezado a proclamarse izquierdista?
La respuesta exacta hoy es imposible de dar. Pero lo que es seguro es que todos quienes estaban en el Centenario aquella noche de 1985 recordaban bien la carrera uruguaya de Víctor Hugo, su historia reciente antes de emigrar a Argentina, su modo ejercer el periodismo, su cobertura de Argentina 78, sus dichos en El Intruso, los favores que había recibido de parte de la dictadura militar y la alcahuetería con la que los había agradecido. Los que leyeron Relato Oculto saben con lujo de detalles a qué me refiero.
Hace unos días, una fuente le alcanzó a Luciano Álvarez, coautor del libro, la fotocopia de una entrevista que le realizó a Víctor Hugo Morales en 1987 el semanario uruguayo La Razón, una desaparecida publicación del Movimiento Nacional de Rocha. En ella el periodista Danilo Iglesias le pregunta al relator por las razones de aquella silbatina.
Las respuestas de Morales desnudan al mismo personaje de siempre, el retrato nunca deja de coincidir.
El estadio entero lo abuchea. ¿Habrá hecho algo malo? No, jamás. Víctor Hugo Morales nunca tiene nada que reprocharse a sí mismo. Es el público uruguayo el equivocado, responde. Pero, ¿por qué lo silban de ese modo? Arriesga dos respuestas. Porque lo asocian con Argentina, dice. Pero, cómo, ¿acaso esa multitud no está allí reunida para vivar y celebrar a Mercedes Sosa, que es un símbolo inmenso de la Argentina? Víctor Hugo no se lo pregunta. El relator arriesga también otra explicación. Lo silban por envidia, por culpa de su éxito. ¿Y por qué el éxito de la Negra solo genera admiración? Tampoco se lo pregunta.
¿No lo estarán asociando a la dictadura? -lo interroga el periodista.
Víctor Hugo monta en cólera y arremete con furia ciega, como siempre cuando detecta algo o alguien que osa mancillar su propio inmaculado relato vital. Su respuesta no tiene desperdicio. Él, que como descubre Relato Oculto iba a divertirse a lo grande a un cuartel donde había gente presa, él acusa a toda esa gente que llena el Centenario de haber sido cómplice de la dictadura, de ser "culpable" de su ominosa duración. Hay que leerlo para creerlo.
Vale la pena repasar aquella entrevista publicada el 15 de mayo de 1987:

-¿Como le fue?
-Me fue muy bien, gané mucho dinero. Además creo que hicimos una buena cosa. […] Yo lo hice como una ilusión, pensé: ¿Qué puedo llevar al Uruguay, que cosa grandiosa? Como una forma de decir: les traigo esto como una especie de regalo. Inclusive las entradas fueron muy baratas, mi propósito era que sucediera lo que sucedió: que fueran 50.000 personas. […]
-Contrariamente a tus buenas intenciones, el público uruguayo tuvo un mal recibimiento hacia vos. ¿Qué sentiste?
-Un gran dolor y una gran incertidumbre acerca del porque de ese trato. Confusiones políticas sobre mi persona no las ha habido.
La explicación que me doy es que he sido muy argentinista en mis apreciaciones, muy porteñista, Y sé que en Uruguay cuesta mucho asimilar –por una cuestión de complejo casi provinciano—al vecino grande.
No sé si fue por eso que me recibieron mal. Otra posibilidad es porque me va bien, por un resentimiento raro o porque no les gustan ciertas actitudes mías. Creo que públicamente me muestro todavía más cauteloso de lo que soy, no me llevo el mundo por delante.
Es muy doloroso y es una cosa que me provocó un grave divorcio con el Uruguay. Desde entonces he ido una tarde para visitar a mi abuela, lo más que me he quedado es una noche. No tengo interés porque me miro con la gente y la sensación es de que, vaya a saber si este que está ahí es uno de los que estaba ese día en el estadio, silbándome sin que yo supiera por qué.
Era una manera extraña de volver; parándome en medio del estadio Centenario y presentando a Mercedes Sosa como final de todo el oprobio de la dictadura… No sé me parecía un festejo muy lindo para mí y me lo hicieron mierda.
-¿Te parece que puede tener alguna connotación política esa actitud del público? Tal vez se piense que como vos relataste el Mundialito en el 80, que fue visto como una treta de la dictadura para dfistraer a la población…
-Mirá, un pueblo absolutamente pancista como el uruguayo, un pueblo que sólo peleó contra la dictadura cuando le faltó seriamente el alimento, un pueblo que se permitió vivir todas las humillaciones y que ahora en general permite que tengamos una salida tan poco digna, en ningún momento, ninguno de esos que estaba sentado ahí me puede juzgar.
Yo estuve en lo más alto de la consideración pública en cuanto a notoriedad y trayectoria en el Uruguay, dentro de lo que hacía y jamás en mi programa habló un militar, jamás se me escuchó decir algo que sugiriese complicidad con los militares. Yo no relaté la ceremonia previa al Mundialito porque era una ceremonia hecha por los militares.
Que vos seas un relator fervoroso, que veas ganar a Uruguay y que veas un estadio feliz te contagia y digas que es un triunfo estupendo como lo fue, no creo que dé lugar a acusarme de promilitarista.
El uruguayo ha sido un pueblo pancista, culpable sin ningún tipo de dudas de la permanencia y de la continuidad de los militares en el gobierno. Por supuesto, estoy hablando en general, hay gente que individualmente tiene su dignidad, pero ¿cómo pueblo? Dignidad pueden esgrimir los chilenos que se hacen matar todos los días en la calle, pero no el Uruguay.
Todo lo que hicieron fue golpear cacerolas cuando el régimen se venía abajo. Los militares se llenaron de deudas y dijeron: “Ahora no queremos más el gobierno, vengan ustedes y ocúpenlo por diez o quince años, que cuando arreglen un poco la economía de este desastre ya encontraremos el pretexto para acogotarlos de nuevo y volver”.

El cinismo de Víctor Hugo sigue asombrando. Si los uruguayos fueron "pancistas", según su criterio, ¿qué podemos decir de él? ¿Qué podemos decir de quién aduló por escrito a Aparicio Méndez, de quien buscó el brazo protector de la dictadura en su pelea contra la AUF, de quién iba a divertirse a los cuarteles mientras había gente presa?
La pregunta sigue en pie: ¿por qué aquellas 50.000 personas lo silbaron en aquella fiesta del retorno a la democracia?
Relato Oculto aporta los datos para encontrar la respuesta.

16.8.12

Mini respuesta a Jaime Roos

Jaime Roos dijo en una columna que apareció con su firma en el diario Página 12 que no había leído Relato Oculto, pero que era todo "un invento".
Como cualquiera puede comprender, no se pueden afirmar las dos cosas al mismo tiempo con un mínimo de seriedad y rigor intelectual.
En un artículo que escribí en este blog respondí que Roos mentía al calificar de "invento" al libro que escribí con Luciano Álvarez, ya que en él no hay nada inventado. Por el contrario, todo está documentado: fechas, nombres, citas, artículos, fotos, testimonios, grabaciones.
En una entrevista que le realizan hoy a Roos en el semanario Búsqueda, éste se muestra agraviado con lo que escribí. "Antes de escribir eso, él me pudo haber preguntado la razón de mis dichos".
El razonamiento de Roos es tan asombroso que uno queda perplejo.
Él se da el lujo de descalificar un libro, de tildarlo de "invento de los feos", de "operación mediática" y de "disparate" sin siquiera haberlo leído.
Pero cuando uno se ve obligado a responderle ¡primero tiene que llamarlo por teléfono y preguntarle por qué piensa que es un "invento de los feos" el libro que comenta sin haber leído!
Roos tiene el tupé de afirmar que "hubiera sido más serio a nivel periodístico" que yo lo llamara antes de responder. Pero al mismo tiempo le parece serio comentar y descalificar un libro que admite que no leyó (ni llamó a los autores para informarse del contenido).
Es difícil encontrar un caso más paradigmático de doble discurso.
Si uno no lo conociera, creería que es Roos es bobo.
Pero bobo no es.
Es otra cosa.

Leonardo Haberkorn
el.informante.blog@gmail.com

13.8.12

Paciencia, mucha paciencia

Paciencia, hay que tener mucha paciencia.
El hoy ministro Eleuterio Fernández Huidobro declaró en junio de 2011 que no había leído el libro Milicos y tupas, pero que éste era una "basura".
Fernández Huidobro, Milicos y tupas
Fernández Huidobro
Por esas fechas, su secretario Roberto Caballero escribió en el diario La República, que el libro era una "infamia", una "mentira rastrera", una "inmundicia", una "cloaca", una "calumnia", una "canallada" y una "bazofia literaria".
Al parecer, Caballero sí había leído una partecita del libro, una decena de páginas que relatan como algunos integrantes del MLN interrogaron y torturaron a empresarios supuestamente corruptos, en conjunto con militares en el cuartel de artillería conocido como La Paloma, en 1972.
Lo que Caballero no decía en su artículo es que ese dato no era una primicia de Milicos y tupas, sino que ya había sido relatado por el tupamaro Juan Pedro Montero en el libro Ecos Revolucionarios (2003), escrito por Rodrigo Vescovi.
Milicos y tupas citaba a Montero y agregaba, entre otros, el testimonio concluyente del contador Carlos Koncke, que había presenciado con sus propios ojos uno de esos interrogatorios conjuntos, en el cuartel de La Paloma.
Aunque nunca he oído nada concreto en contra del contador Koncke, para Caballero yo no había tenido "ética y escrúpulos" a la hora de elegir mis fuentes.
La polémica duró poco, ya que el secretario de Fernández Huidobro en un siguiente artículo citó una carta del tupamaro Juan Pedro Montero en la que admitía lo mismo que dice Milicos y tupas: que un grupo de tupamaros ("menor a cinco personas") había torturado junto a los militares.
Ahí se terminó toda la discusión.
Es estos días, sin embargo, Víctor Hugo Morales ha intentado revivir esa polémica en Argentina. Como hasta ahora no ha podido rebatir una sola línea de Relato Oculto, el libro que documenta sus desmemorias, ha abusado del desconocimiento lógico que los argentinos tienen que aquella etapa de nuestra historia -la tregua entre el Ejército y el MLN en 1972-, para presentar a Milicos y tupas como un loco invento de un periodista "fabulador". Sin el menor escrúpulo periodístico, ha sacado de contexto algunos pasajes del libro y los ha leído por radio sin aclarar que está leyendo testimonios de gente que habla con nombre y apellido, el contador Koncke entre ellos. Por supuesto, tampoco cita el libro de Vescovi, ni la carta de Montero, ni la abundante documentación que existe sobre la tregua entre tupamaros y militares en 1972.
La verdad, no me sorprende.
En cambio, sí me sorprendió una noticia que ayer publicó la prensa: Fernández Huidobro por fin leyó Milicos y tupas. Y no solo lo leyó. ¡Ahora lo cita como prueba para aclarar un crimen de la dictadura: el asesinato de Roberto Gomensoro!
¿Cómo? ¿Cuándo fue que el libro pasó de ser una "basura" a transformarse en referencia?
Fernández Huidobro, en un escrito presentado ante la juez penal Lilián Elhorriburu, cita un pasaje de Milicos y tupas en el cual el contador Koncke relata que, en fechas cercanas a la desaparición de Roberto Gomensoro, un oficial de La Paloma le dijo: "A Gavazzo se le murió un chico, se le pasó de tiempo en el tacho".
¿Cómo? ¿No era que mis fuentes habían sido elegidas sin ética y sin escrúpulos?
Ahora descubren lo valioso del testimonio de Carlos Koncke.
Luis Almagro, Hiram Cohen
Almagro
Todavía les falta descubrir algo: en Milicos y tupas el profesor Armando Miraldi cuenta que, el día que lo sacaron del cuartel de La Paloma rumbo a otra unidad militar, el entonces mayor José Gavazzo lo fue a despedir y le dedicó un amenazante saludo. Miraldi anotó la fecha en un diario que llevaba en forma clandestina. Si cotejan la fecha verán que Gavazzo estaba en La Paloma cuando murió Gomensoro, y que no ha dicho la verdad en el juzgado cuando declaró que el no revistaba en la unidad en ese momento.
Es lo que tienen los libros, Fernández Huidobro: hay que leerlos antes de comentarlos.
Ahora, cuando los que decían que Milicos y tupas era una "basura", una "infamia", una "mentira rastrera", una "inmundicia", una "cloaca", una "calumnia", una "canallada" y una "bazofia literaria", lo citan y lo presentan como prueba para aclarar un vil asesinato de la dictadura, otros hacen la misma infame jugada con Relato Oculto: personas como el canciller Luis Almagro, los senadores Rafael Michelini y Mónica Xavier y el músico Jaime Roos, sin pudor y sin vergüenza, descalifican el libro sin haberlo leído, o haciendo como que lo que dice no existiera.
El tiempo volverá a poner las cosas en su lugar.
Solo hay que tener paciencia. Mucha paciencia.

el.informante.blog@gmail.com

5.8.12

Víctor Hugo miente (y Jaime Roos también)

Víctor Hugo reaccionó con ira a la publicación de Relato Oculto, el libro que escribí junto a Luciano Álvarez y documenta sus desmemorias. Antes incluso de que se publicara, dedicó 15 minutos de su programa de radio a insultarme. Dijo que soy un periodista fabulador, sesgado, perturbado, derechoso. Que estoy “alquilado por el Yabrán de los medios de comunicación de la Argentina, a través del Periodista Rata”.
¿Con qué pruebas afirma tantos disparates?
Con ninguna. No las tiene y no las tendrá, porque lo que dice es falso. Miente.
Víctor Hugo Morales, como dice Luciano, se ha autoproclamado fiscal, con todos los derechos que da el cargo pero sin ninguna de sus obligaciones. Porque un fiscal debe investigar y rendir cuentas de la seriedad de sus afirmaciones. Morales acusa, pero nunca investiga. Y dice lo que le viene a la mente, sin importar si es verdad o mentira.
Luego de que Jorge Lanata emitió un informe, basado en nuestro libro, sobre la amistosa convivencia de Víctor Hugo con militares durante la dictadura uruguaya, el fiscal que acusa pero no investiga respondió que todo se basa “en dos militares chochos y mentirosos”.
Víctor Hugo polemiza con el informe televisivo de Lanata, necesariamente breve, pero no se anima a discutir con Relato Oculto. En el libro hay diez personas que con nombre y apellido cuentan que, durante los peores años de la dictadura, Morales visitaba un cuartel para jugar fútbol, paleta, billar, tomar copetines, participar de fiestas. También que salía de farra con los oficiales del batallón. No todos ellos son militares. El cantante de tangos Aníbal Oberlín, de 90 años y sin razones para mentir, cuenta que siempre veía a Víctor Hugo en el batallón. También el excampeón mundial de paleta Néstor Iroldi. Además, hay fotos. Y está grabado un discurso que dio en una fiesta en el cuartel. ¿Qué más se necesita?
La investigación permitió ubicar una entrevista de 1984 en la cual Víctor Hugo jura por lo que más quiere en el mundo que nunca tuvo agendado el teléfono de un militar. Pero en el discurso grabado en el Batallón agradece al entonces mayor Grosso por haber estado siempre al otro lado del teléfono.
Tal parece que, incluso cuando jura, Víctor Hugo miente.
Víctor Hugo Morales dictadura Uruguay Videla
Víctor Hugo Morales no escatimó elogios
a la Junta Militar que gobernaba Argentina, con Videla
a la cabeza, durante el Mundial '78.
La relación de Víctor Hugo con el Batallón Florida es apenas un capítulo de Relato Oculto. Morales inventa que fue jefe de en un diario en el que apenas era notero. Dice que la dictadura lo metió preso, cuando en realidad lo procesaron por romperle la nariz a un simpatizante del equipo rival en un partido de fútbol amistoso. Cuando Jimmy Carter pedía por los derechos humanos en Uruguay, él tuvo la frivolidad de decir que era mejor que se quedara quieto. Elevó al dictador Aparicio Méndez a la categoría de símbolo del pueblo. Dijo que le preocupaba la imagen del Uruguay porque a él le habían suspendido por 45 días el derecho a relatar, mientras había dictadura, tortura, presos políticos y desparecidos. Fue pródigo en elogios a la Junta Militar que organizó Argentina 78.
Todo lo que dice Relato Oculto está documentado. Es un trabajo serio. Jaime Roos también miente cuando, con total falta de seriedad admite que ni siquiera leyó el libro pero afirma que "todo es un invento". Acá no hay ningún invento. Están los testimonios, las citas, las fechas, los recortes de prensa, las fotos, las grabaciones. Hace falta algo más que una historieta con Yabrán y el Periodista Rata -y el apoyo de amigos que no leyeron el libro-, para explicar todo lo que documenta Relato Oculto.

Más información sobre el libro.


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