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20.10.12

Pobrecita Amanda Todd

En internet todo es rápido, instantáneo y, en forma paradójica, para siempre. Las cosas se hacen muchas veces casi sin pensarlas, en un segundo, y los efectos pueden ser eternos y devastadores.
El caso de la niña canadiense Amanda Todd, que se suicidó a los 15 años luego de vivir acosada durante tres, ejemplifica bien esta contradicción.
La historia muchos ya la conocerán.
Amanda tenía 12 años cuando accedió a mostrarle sus pechos, a través de una webcam, a una persona con la que estaba chateando. Ella no lo supo de inmediato, pero el hombre del chat la grabó mientras lo hacía.
Durante un tiempo no pasó nada, pero un año después, el sujeto reapareció para acosarla con una amenaza: si ella no se desnudaba frente a las cámaras, él divulgaría aquella imagen que había grabado.
La niña hizo lo que los expertos en internet recomiendan: negarse a cumplir con el chantaje. Se supone que los acosadores desaparecen ante una negativa cerrada.
Sin embargo, éste no fue el caso. La amenaza se cumplió y la imagen de Amanda enseñando sus pechos fue enviada al correo de sus familiares, amigos, compañeros de colegio y profesores.
A partir de ese momento comenzó una pesadilla que Amanda narró, sin hablar, solo mostrando unos pequeños carteles con frases cortas escritas con un marcador, en un estremecedor video que grabó un mes antes de quitarse la vida.



El resumen: todos en su colegio le dieron la espalda, se quedó sin amigos, comenzó a ser humillada y acosada en internet y en la vida real. Sus padres se mudaron de ciudad y la cambiaron de escuela. Pero el acosador anónimo no tardó en enviar las mismas imágenes a sus nuevos compañeros y maestros. Otra vez Amanda volvió a ser el centro de las burlas. Sus compañeros del nuevo colegio fueron especialmente crueles. Una vez se corrió el rumor de que Amanda quería quitarle el novio a una compañera y 50 personas la esperaron en la puerta de la institución para ridiculizarla y golpearla, mientras grababan un nuevo video infamante. La chica se quiso matar ese día tomando lavandina. Esa vez la salvaron. Pero el acoso no se detuvo. Ni siquiera luego del desgarrador video. Amanda tenía apenas 15 años cuando se quitó la vida.
El caso conmovió a Canadá primero y luego al resto del mundo. Con la misma ligereza con que ocurre todo en internet, muchos -expertos incluidos- comenzaron por culpar a los padres.
Los datos parciales que se conocen, sin embargo, muestran que los padres se preocupaban por la situación de Amanda: la habían cambiado de colegio, se habían mudado de ciudad (la madre, con Amanda), habían llevado el caso a la Policía (que nunca pudo hallar al culpable), habían puesto a la niña bajo tratamiento psicológico.
En las redes sociales, conforme algunos cuestionaban a los padres, el clamor de justicia era generalizado. Miles de personas a lo largo y ancho del mundo se preguntaban por la identidad del acosador que había llevado a Amanda a su muerte. Debía ser castigado. Debía morir también él. Rápido. Sin pensar demasiado.
Casi nadie, en cambio, se detuvo a pesar en los cientos de niños y adolescentes normales y "sanos" que habían hecho una pesadilla la vida de Amanda, escribiéndole en Facebook que merecía morir, agrediéndola en la calle, ahondando su desgracia. Y en la cantidad de padres de familia que miraron para el costado.
No tardó en aparecer Anonymous: el grupo de cyber vigilancia y justicia en la red. A través de un video, Anonymous divulgó la identidad del acosador. Hubo algarabía en Twitter y en Facebook: "Anonymous hace lo que no hicieron los padres".
Los vigilantes Anónimos divulgaron la identidad del acosador, su nombre, su dirección de correo electrónico, su cuenta en Facebook, en Twitter, en Google +, sus fotos, su lugar de residencia. Se trataba de un hombre de 32 años, ex empleado de Facebook, domiciliado en New Westminister, Canadá.
La revelación se transformó en un escrache mundial. El nombre del sujeto que había empujado a Amanda al suicido rebotó en millones de computadoras de todo el planeta, los medios de comunicación enviaron periodistas al nido de la rata, la policía canadiense se apresuró a llegar antes de que escapara. Ahí fue cuando se descubrió un pequeño error: la dirección no era la correcta. Allí vivía otra persona.
Suerte que a nadie se le ocurrió prender fuego la casa.
Anonymous, a través de la página en Facebook de su filial de New Jersey, admitió su error y pidió que no se publicara más la dirección de New Westminister, porque no ea la correcta.


La declaración de Anonymous tenía otros errores. El acusado no tenía 32 años sino 19. Se trata de un joven que ya compareció ante la Justicia en dos ocasiones: una por asalto sexual y otra por "interferencia sexual" con una persona menor de 16 años. El supuesto acosador fue perseguido por la prensa y admitió haber conocido a Amanda Todd a través de internet, pero negó ser quien tomó y divulgó una y otra vez las imágenes que infiernizaron a la niña. La Policía canadiense dijo que el joven -que a esa altura ya había recibido cientos de amenazas de muerte a través de sus cuentas de mail y Facebook- no tenía relación con el caso y que las acusaciones en su contra no eran fundadas.
Las cyber patrullas lograron sin embargo un éxito: el diario The Globe and Mail, en una nota que cuestionó el rumbo que estaban tomando las cosas en la red, informó que un empleado de una tienda de Ontario fue despedido luego de que ser denunciado como el imbécil que escribió que Amanda merecía morir en una página web dedicada a su memoria.
Rápido. Sin pensar demasiado.
El Globe recordó el caso de una pareja de 70 años que fue amenazada de muerte luego de que su dirección fuera divulgada en internet, en forma errónea, como la de un hombre que había disparado y matado a un adolescente en la Florida. El director de cine Spike Lee fue uno de los que propagó la versión errónea: le envió por Twitter la dirección de la pareja de ancianos, señalando que era la del asesino, a sus 240.000 seguidores. Luego se disculpó.
La muerte de Amanda ha conmovido hasta tal punto al Canadá que el caso llegó al Parlamento. La primera ministra de la provincia de la Columbia Británica, Christy Clark, pidió un gran debate nacional "sobre si debemos criminalizar o no el ciberbulliying”. En las últimas horas, ocho jóvenes fueron apresados por otros casos de hostigamiento escolar.
El acosador de Amanda aún no ha sido identificado. La Policía de Canadá, según reprodujo el diario Vancouver Sun, ha dicho que su gran desafío es tratar de bucear la verdad entre la información falsa que algunos están haciendo circular por internet en su propio beneficio. La madre del muchacho de 19 años señalado como el acosador dijo que su familia está siendo víctima de un linchamiento. La Policía afirmó que las fotos de la supuesta autopsia de Amanda que circulan por internet no son verdaderas. Pidió por favor que no sigan siendo divulgadas porque le generan un dolor extra a la familia de la niña y dificultan la investigación. La Policía también advirtió que se han creado varias páginas web que pretenden recaudar dinero en memoria de Amanda, pero son todas falsas, engaños para quedarse con el dinero de la gente. En realidad, hay una sola cuenta verdadera: la que la familia abrió en el Royal Bank of Canada para recaudar fondos contra el acoso escolar.
Las fotos de Amanda Todd mostrando sus pechos a los 12 años todavía circulan por internet.
Rápido. Sin pensar demasiado.
Instantáneo. Muy democrático.
Y muy peligroso.

el.informante.blog@gmail.com
@leohaberkorn

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