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30.10.24

Según diputada electa de Identidad Soberana el accidente del 121 fue por culpa de las vacunas

Las dos cosas ocurrieron con un día de diferencia. Yo nunca antes había oído hablar de Nicolle Salle.

La primera referencia me la mandó un amigo. Era la captura de pantalla de una publicación de esta persona en referencia al accidente del 121 en la rambla de Pocitos, que dejó siete heridos graves.

Mi amigo estaba entre asombrado e indignado. Según lo publicado por Nicolle Salle en Facebook, el accidente había ocurrido por culpa de las vacunas contra el covid-19. 

Me pareció tan asombroso que entré al Facebook de Nicolle Salle para ver si era cierto. Lo era. Lo había escrito. Y había otras publicaciones abonando la misma teoría.

Salle reproducía allí una nota sobre el accidente y agregaba de puño y letra: "Ésta es la triste nueva normalidad, sepan que quienes se inocularon son bombas de tiempo. Han destrozado la salud de billones de personas y ahora a lidiar con las consecuencias".

Nicolle Salle, Identidad Soberana, vacunas
¿Pruebas?

No encontré ninguna.

La segunda noticia sobre Nicolle Salle me llegó al día siguiente, cuando los medios publicaron que ella es una de las nuevas diputadas electas, la segunda banca del partido Identidad Soberana. En breve será una de las integrantes del Poder Legislativo. 


30.9.24

Cabildo: apoyo para adictos al porno

El programa de gobierno de Cabildo Abierto propone crear una serie casi interminable de nuevas oficinas, servicios públicos e incrementos en partidas estatales.

Hay cosas tan diversas como crear una escuela de fiscales, una agencia nacional de monitoreo de Riesgos Sísmicos, una red de "casas de breve estadía" para ancianos maltratados, otra para retirados policiales y un campus de entrenamiento para bomberos y fuerzas especiales.

Ninguna de las medidas está evaluada en sus costos y no se dice cómo se financiarán tantos nuevos servicios, cuando al mismo tiempo se propone bajar los costos del Estado y la cantidad de empleados públicos.

Pero sin duda la idea más novedosa es la de "ofrecer terapias y apoyo psicológico para ayudar a las personas a superar su adicción a la pornografía".

Una novedad en la política uruguaya.

29.7.24

Pablo Álvarez debe creer que somos idiotas

"Mirando el proceso electoral de Uruguay, y mirando este proceso, te diría que me parece más transparente, o más seguro que el nuestro", dijo Pablo Álvarez al programa radial Así nos va.

Se refería al proceso electoral de Venezuela. 

Las declaraciones mueven al asombro ya que Álvarez es el presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales del Frente Amplio.

Álvarez debe creer que todos somos idiotas: que no sabemos que en la elección venezolana hubo candidatos proscriptos, que no sabemos que se prohibió el ingreso de decenas de observadores internacionales, que no sabemos que el presidente Maduro prometió un baño de sangre si ganaba la oposición.

Álvarez parece no haberse percatado que 24 horas después de cerrados los comicios las actas de los circuitos siguen ocultas y nadie puede realmente auditar el resultado.

¿Y a título de qué tiene la osadía de comparar ese proceso grotesco con las elecciones uruguayas? Y no solo, también el tupé de decir que el nuestro sistema electoral es peor que esa caricatura de una democracia.

Acá en Uruguay, Álvarez, la única vez que hubo candidatos proscriptos fue porque así lo puso como condición una dictadura.

Pablo Alvarez. Nicolás Maduro

Acá no ha habido un solo reclamo sobre los resultados electorales desde 1985.

Acá su partido, Álvarez, ha ganado tres veces en forma consecutiva, y luego ha perdido y no se sabe de nadie que haya protestado nada.

Acá nadie ha prometido baños de sangre. Todos han ganado y todos han perdido. Todos han entregado el poder. Por lo menos hasta ahora.

Las declaraciones de Álvarez son tan transparentes como las elecciones venezolanas. Él conocerá sus razones para defender un proceso electoral truculento y, en definitiva, a un régimen que, según Amnistía Internacional, practica la tortura y la desaparición forzada.

No cualquiera sale a dar lecciones de democracia poniendo como ejemplo al Gavazzo del Caribe.

Lo preocupante es que, con tales criterios, Álvarez sea el presidente de la comisión de asuntos internacionales del Frente Amplio.


P.D.

Recibimos la siguiente respuesta de Pablo Álvarez:

Estimado Leonardo Haberkorn. Recién pude ver la nota de tu blog referido a mis comentarios sobre el proceso electoral de Venezuela. Lamento utilizar este medio, tan incómodo para escribir (celular) como para leer, pero es lo que ahora tengo a mano. 

Mi opinión a la que haces referencia central en tu texto, hizo o pretendió hacer referencia al componente "tecnológico" del procedimiento del voto, su registro y la posibilidad de su auditoría en una operativa correcta. En ningún momento puse ni quise poner, directa o indirectamente, en tela de juicio el sistema electoral de Uruguay, porque lo conozco bien y porque su fortaleza ha sido demostrada a lo largo del tiempo y en diversas circunstancias, tal como señalas y comparto. Incluso recuerdo al profesor Bottinelli comentando algo similar hace algunos años, sin pretender compararme con el profesor naturalmente. Es claro que, además, en el funcionamiento general de un sistema y un proceso electoral no solo importan los "procedimientos" técnicos del voto, sino que también importan y mucho la credibilidad y la legitimidad que los propios partícipes del proceso le confieren (votantes y partidos), y el cuidado que hacen de él a lo largo de todo el proceso. Y esto último jamás lo puse en comparación.

Tampoco pretendí con mis comentarios referirme ni valorar al largo y complejo proceso político a través del cual se llegó finalmente al día de la elección, sino centrarme en lo que pude apreciar durante ese día en que finalmente se realizaron las elecciones, incluso a pesar de todas las dificultades.

Las valoraciones  de lo que pude ver y evaluar durante todo la jornada electoral (razon de mi asistencia) fueron presentadas ante el Frente Amplio, el cual emitió una declaración al respecto que me representa.

Volviendo a lamentar y disculpándome por hacerte leer en este espacio, tan incómodo para escribir a las apuradas (celular) y leer, te hago llegar un saludo. Espero que, al menos, aunque puedas  mantener tu opinión ante estas palabras, sí puedas aceptar de mi parte que estoy lejos de creer lo que el título de tu blog señala.

Pablo Álvarez


Otras entradas: Caraguatá: una tatucera, dos vidas.

16.12.23

Caraguatá. Una tatucera. Dos vidas.

El Caraguatá fue el mayor refugio subterráneo del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y su historia quedó signada por dos episodios trágicos. Allí fue asesinado por el MLN-T el peón rural Pascasio Báez. Y allí fue herido de muerte por el Ejército el integrante del MLN-T, Walter Sanzó. El libro reconstruye la historia del "Caragua" en base a documentos históricos y a los testimonios de protagonistas de estos y otros hechos allí ocurridos, y pone especial foco en ambos casos. Hay dos testimonios que sobresalen por sobre los demás: los de Ismael Bassini Campiglia y Enrique Osano Larrosa. Tanto es así que el subtítulo "Una tatucera. Dos vidas" puede entenderse como una alusión a las muertes de Pascasio Báez y Walter Sanzó, pero también a las vidas de Bassini y Osano. El libro es una historia del Caraguatá y al mismo tiempo es una biografía de estos dos militantes históricos del MLN que nunca antes habían hablado en público de estos temas.
Libro Caraguatá, de Leonardo Haberkorn

  Texto de la contratapa En Caraguatá. Una tatucera. Dos vidas, Leonardo Haberkorn presenta una rigurosa investigación periodística sobre los trágicos hechos ocurridos en el mayor de los refugios del MLN-T, la joya de la corona tupamara, el escondite subterráneo construido en la cabaña Spartacus, cerca de Pan de Azúcar. El libro ilumina como nunca antes dos casos funestos que ensombrecen la historia del Caraguatá. Uno de ellos es un episodio central en el periplo del MLN-T: el asesinato del peón rural Pascasio Ramón Báez Mena. El otro es un acontecimiento hoy casi olvidado: la muerte del tupamaro Walter Sanzó a manos de los militares durante el asalto a la tatucera. Dos de los tupamaros implicados directamente en estos eventos, Ismael Bassini y Enrique Osano, quienes hasta ahora habían guardado un silencio absoluto sobre lo que vivieron en la cabaña Spartacus, toman la palabra. Sus versiones contrapuestas se entretejen aquí con las voces de otros implicados —entre los que se cuentan varias fuentes militares— que Haberkorn ordena para elaborar un relato coral, tan lúcido e incisivo como revelador y necesario.

2.2.22

Manini Ríos y los "intereses inconfesables"

“Hay medios que se tomaron en serio su papel de sicarios al servicio de intereses inconfesables”, escribió en Twitter el senador Guido Manini Ríos respecto al semanario Búsqueda.
La cita llamó la atención por su virulencia. Un sicario es un homicida de la peor calaña, que asesina solo por dinero. Hay países donde se los ejecuta o se los encierra de por vida.
Hay un fiscal investigando a hinchas de fútbol por fomentar la violencia en las redes. El senador Manini Ríos -salvo que quiera promover la violencia contra la prensa- debería reflexionar sobre el lenguaje que usa.
Los cronistas de Búsqueda merecieron esa calificación por divulgar una grabación clandestina en la cual el diputado Eduardo Lust dice que la mitad de los integrantes de Cabildo Abierto fueron torturadores.
¿La cinta es verdadera? Sí. Lo admitió el propio Lust.
¿Entonces por qué se enoja tanto el senador? En todo caso, debería enojarse con Lust y no calificar de asesinos a sueldo a gente que solo está dando una noticia verdadera.
Manini dijo que a los “sicarios” de Búsqueda “todo les sirve: inventar o tergiversar hechos, pagar por grabaciones de conversaciones privadas sacadas de contexto, promover divisiones internas...”
Vayamos paso por paso:
Inventar: no en este caso. La grabación es verdadera.
Tergiversar hechos: no en este caso. La cita es muy clara y textual.
Pagar por grabaciones de conversaciones privadas: El director de Búsqueda dijo que no se pagó por la cinta. Si el senador tiene pruebas en sentido contrario debería presentarlas. Pero aún si así hubiera sido, los dichos seguirían siendo reales y verdaderos. No amerita tanto enojo con los periodistas y mucho menos instigar a la violencia pública llamándolos “sicarios”.
Manini agregó que Búsqueda se mueve por “intereses inconfesables”.
Es un latiguillo que usa en forma recurrente.
El 18 de mayo de 2017, en la celebración del aniversario del Ejército y siendo su comandante en jefe, dijo: “Vivimos tiempos complejos: tiempos de odios que parecen inextinguibles, muchas veces alentados por intereses inconfesables, en un mundo en que campea la violencia irracional, donde no existe rincón alguno que esté libre de conflicto, o de ser escenario de algún acto de terrorismo”.
Un año después, al celebrarse la misma fecha, agradeció a los soldados “por no reaccionar ante la provocación de aquellos que respondiendo a intereses inconfesables viven de la confrontación".
El 24 de octubre de 2019, ante el pedido de procesamiento del fiscal Morosoli por el caso Gavazzo, dijo que Uruguay está “cada vez más en manos de las mafias del narcotráfico, y de otros intereses inconfesables".
El 31 de enero de 2020 escribió en Twitter: “Las grandes falsificaciones y tergiversaciones de la realidad suelen usar la careta de la seriedad periodística, ocultando los verdaderos e inconfesables intereses”.
El 8 de julio de 2020 habló por zoom en el festejo del 103 aniversario de La Mañana. Dijo que ese semanario “no obedece a ningún interés de los que llamamos inconfesables, sino que es el pensar nacional que a todos nosotros nos impulsa, ese artiguismo que queremos mantener siempre presente”.
El 28 de agosto de 2020, puso una imagen del tratado Berlín-Moscú previo a la Segunda Guerra Mundial y escribió en Twitter: “La historia se repite...Órganos de prensa de la derecha como Búsqueda, se suman a otros supuestamente de izquierda, y al Partido Comunista, para atacar con furia un día sí y otro también a Cabildo Abierto... Solo sus inconfesables intereses los unen”.
El 3 de febrero de 2021, ante el pedido del Frente Amplio de renuncia del director del Banco República en representación de Cabildo Abierto, Pablo Sitjar, dijo que éste era "víctima de una campaña de desprestigio" movida por “intereses inconfesables".
29 de abril de 2021, ante críticas políticas que recibía Cabildo Abierto señaló que cuando “aquellos que representan intereses inconfesables nos tratan de esa manera, es porque Cabildo Abierto está afectando poderosísimos intereses”.
El 14 de julio, en una sesión del Senado, en el 150 aniversario del nacimiento de José Enrique Rodó, dijo sus ideas han sido falseadas “obedeciendo intereses inconfesables”.
El 8 de diciembre de 2021, respecto a la no vigencia de la ley de Caducidad, dijo: “Los intereses inconfesables hacen carroña de nuestra debilidad y aprovechan para lograr sus objetivos, que inevitablemente pasan por perpetuar la división y el odio entre uruguayos”.
Los intereses inconfesables son también una constante en los editoriales de La Mañana. Por poner solo un ejemplo, el 7 de agosto de 2020, al abogar por una amnistía para los militares condenados por violaciones a los derechos humanos en la dictadura, La Mañana afirmó: “Los personeros de los oscuros e inconfesables intereses foráneos tendrán también letrados, bien remunerados que argumenten opiniones opuestas”.
O sea: los “intereses inconfesables” actúan aquí y allá, promueven la guerra en el mundo, el terrorismo, la división de los uruguayos, la prisión de militares de la dictadura y la malinterpretación de la obra de Rodó. Mueven los hilos de la prensa y de quienes critican a Cabildo Abierto.
¿Qué más sabemos de estos todopoderosos “intereses inconfesables”? Poco. Al parecer tendrían que ver con el narcotráfico y estarían en las antípodas del artiguismo.
Otros integrantes de Cabildo nos dan más pistas. Por ejemplo, el suplente de Manini en el Senado, el coronel retirado Emilio Sequeira, escribió en Twitter el 8 de noviembre de 2020, que “hay muchos ‘Organismos Internacionales’ como la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) que desde un escritorio lujoso casi sin conocerlo y valiéndose de relatos falseados, emiten declaraciones entrometiéndose en la política interna de los países, cumpliendo designios inconfesables”.
El 24 de octubre de 2021, La Mañana publicó una carta de un lector: “Las fuerzas que buscan el desmembramiento del Estado trascienden a los partidos políticos. Son estos intereses inconfesables los que vía ONG, organismos internacionales y consultorías rimbombantes condicionan a las autoridades de turno con ‘innovaciones’ y otros sofismas en su incesante búsqueda de la división”.
O sea que los organismos internacionales y las ONGs también integrarían “los intereses inconfesables”.
Los principales voceros de Cabildo Abierto sostienen que no son un partido de derecha radical o extrema. Sin embargo, el politólogo argentino Franco Delle Donne, especializado en este tema, sostiene que estos partidos tienden a presentar a sus adversarios políticos como “actores que ocultan algo”.
“Esta frase de los ‘intereses inconfesables, de que hay algo que está por detrás, es una forma de generar una dinámica típica de los discursos populistas: poner a las élites como enemigas del pueblo porque no lo cuentan todo y obedecen intereses oscuros”, dijo Delle Donne. “En contraposición está el líder populista, que al denunciar esto se pone del lado del pueblo perjudicado por las supuestas mentiras del resto de la elite. Es algo muy común en los partidos de derecha radical, aunque no exclusivo. Partidos de otras ideologías también usan ese discurso binario”.
Delle Donne agregó que la derecha radical muchas veces acusa a la prensa de seguir estos “intereses inconfesables” porque suele ser incluida como parte de la “elite oscura”.
Acusar a sus rivales de seguir “intereses inconfesables” no es una originalidad de Manini Ríos. Lo solía hacer Juan Domingo Perón y también lo hicieron Hugo Chávez y Dilma Roussef.
En línea con Delle Donne, años atrás, en un artículo en El País de Madrid, el escritor catalán Joan B. Cullá escribía: “El populismo se caracteriza –escribió- por halagar o excitar los instintos populares más primarios, por despreciar o denostar a las élites (ya sean las intelectuales, las económicas, las sociales...), por no admitir la crítica, por cultivar el simplismo y el maniqueísmo (nosotros poseemos toda la verdad y la razón, ellos están completamente equivocados, o los mueven intereses inconfesables)”.
Cada vez que Manini Ríos dice que sus adversarios actúan por “intereses inconfesables” mientras él es guiado por el ideario de Artigas, plantea el debate así: él es el bien (artiguismo) y los otros son un mal tan malo y oscuro que ni siquiera puede ser dicho (inconfesable).
Dado que es una persona preparada e inteligente, y salvo que su intención sea dividir al país en buenos y malos, el senador Manini Ríos debería recurrir a mejores argumentos.
¿Manini conoce medios de prensa que sean financiados por el narcotráfico u otras mafias internacionales ilegales? Debería denunciarlos ante la Fiscalía. ¿Manini conoce medios de prensa que son financiados por ONGs u organismos internacionales legales, y para él es lo mismo eso que ser financiado por el narcotráfico? Debería explicarse. ¿Cuál es la información? ¿Cuáles son los argumentos?
Hace muchos años, en mis inicios como periodista, asistí a una conferencia de Luis Moreno Ocampo. El tema era la corrupción y allí el abogado argentino dijo una frase que me quedó grabada: una clave para detectar políticos corruptos es que muchos de ellos se la pasan denunciando la corrupción. Poco después la regla se materializó en Fernando Collor de Mello, que llegó a la presidencia de Brasil con un fuerte discurso anticorrupción y debió renunciar por corrupto. Y luego en muchos más.
No voy tomar al pie de la letra a Moreno Ocampo para terminar cayendo en lo mismo que critico. No diré que Manini Ríos actúa guiado por “intereses inconfesables”. No lo creo. Pienso que el uso recurrente de esa frase maniquea y binaria es solo una muletilla, un latiguillo, una costumbre sobre la que ha reflexionado poco.
Sería bueno para el debate político que el senador Manini Ríos sea más explícito. Que llame a las cosas por su nombre. Que señale a los que son financiados por mafias ilegales. Que dé el debate de ideas. Que argumente. Que explique. Que no que divida al mundo en buenos y malos.

Publicada en el diario El Este el 2 de febrero de 2022

10.9.17

Pero Sendic

Las denuncias en curso por su gestión en Ancap eran (y son) graves, pero la muerte política de Sendic comenzó a gestarse el día que le dijo al diario El Observador que no era licenciado, que nunca había cursado una verdadera licenciatura, y que por lo tanto el título que siempre había esgrimido era falso.
Pero la carrera de Sendic no murió ese día. Todavía hubiera podido salvarse si hubiera hecho lo correcto: reafirmarse en lo que le había dicho a El Observador, admitir su error, decir que todo había sido una equivocación involuntaria y que él había dicho la verdad cuando alguien le había preguntado por primera vez en forma explícita si era licenciado o no.
Pero Sendic no hizo eso.
Por el contrario, se embarcó en una serie de explicaciones contradictorias, dijo que sí era licenciado, anunció que mostraría el título, habló de cursos que había dado y otros que daría, de reválidas, trámites en Cuba y en Uruguay, una letanía de argumentaciones que solo empeoraron las cosas.
Con el paso de los días, las semanas y los meses, quedó claro que el título nunca iba a ser presentado porque no existía. ¡Ni siquiera había una licenciatura en genética humana en Cuba!
El efecto sobre la imagen de Sendic fue demoledor. Ya no solo se trataba de una persona que había mentido una vez sobre su currículum. Ahora era visto como alguien capaz de mentir una y otra vez, incapaz de reconocer sus propios errores, un camandulero dispuesto a embarullarlo todo con tal de salvarse.
Pero Sendic todavía, quizás, habría podido salvar su malherida carrera si se hubiera percatado del rumbo equivocado que había tomado, hubiera vuelto sobre sus pasos, admitiendo su error y pidiendo disculpas.
Pero, apoyado por gente muy importante que le decía que el camino suicida que estaba tomando era el correcto, Sendic no hizo eso.
La senadora Constanza Moreira, por ejemplo, dijo que las críticas que estaba recibiendo el vicepresidente se debían a que era perseguido por "una jauría" y sostuvo que el Frente Amplio tenía que respaldarlo y "punto".
El expresidente Mujica apuntó a minimizar el tema de fondo (la honestidad). Señaló:  “No creo que votemos a alguien porque sea ingeniero, ni porque sea doctor”. Y agregó: "Es la gente que dice que es licenciado. No le doy ninguna importancia”.
La senadora Lucía Topolansky anunció que el título existía porque ella lo había visto.
Raúl Sendic
Foto: Presidencia  
El Plenario del Frente Amplio lo ovacionó y dijo que todo era un complot golpista de la oposición y la prensa, luego de haber escuchado a Sendic pedir disculpas... porque "quizás" había cometido un error al poner en su currículum un titulo que "no estaba documentado en Uruguay" pero él estaba tratando de "reconstruir" en Cuba...
Días después de semejante papelón, el presidente Tabaré Vázquez lo recibió en un consejo de ministros con un efusivo abrazo.
Envalentonado por semejantes respaldos, sin nunca haber aclarado el tema, ni asumido su verdadero error, ni pedido sinceras disculpas, Sendic dijo que el asunto de su licenciatura estaba "cerrado".
Allí murió la credibilidad de Sendic. Ya no quedó nada. Era demasiado para una opinión pública que ya seguía el asunto con una mezcla de estupor, hilaridad y vergüenza ajena.
Cuando los temas de Ancap comenzaron a acumularse sobre la mesa, cuando aparecieron los gastos de tarjeta corporativa, Sendic intentó defenderse diciendo que todo lo había hecho en el marco de sus funciones.
Más que nunca hubiera necesitado tener una voz que fuera oída, pero ya no tenía credibilidad alguna. Siguiendo los consejos equivocados, había gastado hasta la última gota de confianza que alguien había podido tener en su palabra.
Y un político al que nadie le cree, ya no puede defenderse de nada.
Hasta los niños lo saben: es la fábula del pastor mentiroso.
Apenas minutos después de la renuncia de Sendic a la vicepresidencia, Mujica estaba diciendo que todo había sido por un par de calzoncillos.

6.9.17

Más allá de Sendic

Sendic tiene tres grandes frentes abiertos: su inexistente título de licenciado en genética, sus decisiones como presidente de Ancap y el uso que hizo de las tarjetas corporativas de esa empresa estatal.

El título

Raúl Sendic, Ancap, licenciado
Foto: prensa Senado
A esta altura está claro que Sendic no es licenciado y que mintió durante años cuando se presentó de esa manera, e incluso cuando hizo alarde de su condición de licenciado en genética humana en el Parlamento.
Fue el propio Sendic quien le dijo a la periodista Patricia Madrid, en El Observador, que nunca había cumplido una verdadera licenciatura.
Luego, en lugar de mantenerse en eso, de disculparse y decir que él había dicho la verdad la primera vez que alguien le había preguntado concretamente por el punto, fue y vino, dijo que sí era licenciado, que mostraría el título, habló de reválidas, de cursillos dados y cursos futuros, que sí, que no, todo un fárrago de explicaciones contradictoras que solo empeoraron su situación.
El título nunca apareció. Se demostró que la carrera en la que durante años dijo haberse licenciado ni siquiera existe en Cuba.
Que un político -un vicepresidente y presidente del Parlamento- mienta en algo tan concreto, personal y tangible no es un tema menor. La mentira lo tiñe todo. Siembra el descrédito, la desconfianza. Es imposible construir sobre ella.
La mentira de Sendic arrastró hacia ese fango a todos los que salieron en su defensa.
A la senadora Lucía Topolansky, que dijo que había visto el inexistente título. A la fiscalía y la justicia que, con una sorprendente interpretación del código penal, determinaron que Sendic no había incurrido en el delito de usurpación de título porque la carrera de licenciado en genética humana no existe en Uruguay. Y al Frente Amplio todo, porque su plenario -en lugar de hacer lo que correspondía- se mintió a sí mismo, desconoció los datos de la realidad y afirmó que todo era un complot golpista de la prensa y la oposición.
Con ese elevadísimo costo para su partido y para las instituciones, Sendic logró sortear la crisis de su falsa licenciatura ante su partido y ante la ley.
Pero no ante la opinión pública, donde todo el mundo tiene muy clara la verdad.

Tarjetas corporativas

Los otros dos frentes de Sendic están vinculados entre sí y tienen que ver con su gestión en Ancap, pero son radicalmente distintos en su alcance e importancia.
De lo que estamos hablando hoy es del uso que hizo Sendic de la tarjeta corporativa de la petrolera, con las que hizo compras insólitas para un presidente de una empresa pública y que el propio Sendic no pudo explicar ante el Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio, que analizó este caso.
De lo que se habla menos es de algo más importante: el manejo de dinero en las compras e inversiones de Ancap mientras Sendic fue su presidente, que terminaron generando un agujero de casi 900 millones de dólares.
Eso no ha sido analizado por el Frente Amplio. Está en manos de la justicia penal porque lo denunciaron los partidos de la oposición.
Ambas cosas tienen relación con Ancap y con Sendic, pero no son iguales.
Cuando Sendic decidió adquirir un short en La Paloma con dinero de Ancap es de suponer que no consultó con nadie más, que por algún motivo poderoso decidió que estaba en su derecho a usar ese dinero público para ese curioso fin.
Lo mismo cuando pasó la tarjeta de Ancap por la caja en Devoto, en Divino y en tiendas de ropa y aparatos electrónicos en distintos lugares del mundo.
No es un asunto menor. Porque los funcionarios públicos -incluso los más elevados- no deben olvidar que el dinero que manejan es el de todos, que deben rendir cuentas de lo que hacen, que el Estado no es su feudo.
Es importante también porque con las carencias que padece el Estado uruguayo en áreas básicas, como salud, seguridad, justicia y enseñanza, indigna que el dinero se gaste en shorts de baño.
Pero estos fueron actos individuales. Hechos protagonizados por un individuo que decía ser licenciado de una carrera inexistente. Anécdotas.

Ancap

Lo que pasó en la gestión de Ancap, en cambio, no es una anécdota. No es anecdótico que el Estado haya tenido que poner 872 millones de dólares para que la compañía no quebrara, tal era su déficit.
No es anecdótico que todos los uruguayos estamos pagando hoy, cada día, de modo directo o indirecto, uno de los combustibles más caros del mundo para tapar este agujero. Y que esa contribución al salvataje de Ancap nos chupe parte de nuestros sueldos.
Semejante déficit no se generó por decisiones aisladas, curiosas, individuales de Raúl Sendic. Primero, porque en Ancap existía un directorio, también integrado por la oposición.
Segundo, porque la magnitud de los negocios e inversiones emprendidos por la mayor empresa pública del Uruguay durante la presidencia de Sendic, no podía ser desconocida para el presidente José Mujica ni para el vicepresidente Danilo Astori ni para el equipo económico y otras autoridades.
Cuando el dinero de todos los uruguayos se usó para comprar un short en La Paloma, todos pueden decir que no sabían.
Pero no pueden decir lo mismo de la millonaria campaña publicitaria en televisión de Ancap, pagada con dinero público y cuyo eslogan luego fue usado por el propio sector de Sendic.
No pueden decir lo mismo de la millonaria fiesta que realizó Ancap con nuestro dinero en honor de la entonces presidente argentina Cristina Fernández.
Y los ejemplos podrían seguir con los negocios de la cal, los contratos con la Armada, ALUR, etc, etc.
El plenario del Frente Amplio analizará el sábado el "caso chico" de Ancap (el short de La Paloma y las otras compras) pero estará sobrevolando el "caso grande" (872 millones de dólares).
El propio dirigente y exsenador del MPP Ernesto Agazzi dijo a Montevideo portal respecto a cómo analiza el expresidente Mujica la actual situación: "Mujica era el superior jerárquico de Sendic, cuando él era presidente de la República y Sendic el director de Ancap. Creo que el enfoque de Mujica es ese y él tiende a mirarlo desde ahí".
Hablando de otro desastre de gestión pública, Mujica había dicho que se haría responsable de todo lo ocurrido en Pluna.
Pero, a la hora de la verdad y ante la justicia, no fue así y los únicos responsables fueron Fernando Lorenzo y Fernando Calloia, sacrificados por la causa.
¿Pasará lo mismo en Ancap?
Son los cálculos que algunos están haciendo esta semana: en estas horas el "caso grande" de Ancap explica muchas de las posiciones del "caso chico".
¿Quién pagará? ¿Quién se hará responsable? ¿Qué podemos hacer para que el incendio no siga creciendo? ¿Hasta dónde llegará la historia?

20.2.17

Alejandro Atchugarry

Lo solía ver haciendo las compras en el supermercado. Flaco, desgarbado, vestido como uno más, de short y zapatillas en verano, desaliñado a veces. Pero no para hacer bulla con eso o para hacerse el pobre o el popular, sino porque era así: sencillo, austero, sin la más mínima pose.
Para quien no lo conocía, los jóvenes o los turistas, nada transmitía que ese hombre era uno de los políticos más respetados del país, uno de los poquísimos políticos apreciados por casi toda la ciudadanía.
A pesar de que intentaba pasar desapercibido, algunas personas lo saludaban. Él siempre respondía con pudor y una sonrisa.
La última vez que lo vi fue hace unas pocas semanas en la Tienda Inglesa de Lagomar. La misma pinta de siempre. Un hombre se acercó, le dio la mano y le dijo "Gracias".
Yo se lo mostré a mi hija:
-¿Ves ese flaco ahí, vestido así nomás? Ese hombre, aunque no parezca, fue diputado, senador y ministro. Fue el ministro de Economía en el peor momento de la peor crisis que pasó el Uruguay. Parece increíble, en este país siempre tan dividido, pero lo aprecian en todos los partidos.
Quería que ella viera en la figura de ese flaco, que todo eso es posible.

alejandro atchugarry

13.7.16

Por si mañana llegan los marcianos

El diario La República, que es oficialista, adhiere al paro general de mañana jueves, que es contra el gobierno.
No sé si habrá un antecedente en el mundo de un diario oficialista que haga un día de huelga contra el gobierno al que apoya sin fisuras los otros 364 días del año.
Según el comunicado difundido por la Asociación de la Prensa del Uruguay, los trabajadores de La República se suman al paro ya que solo les han pagado el 30% del salario de junio y les deben aguinaldos y salarios vacacionales, "entre otras irregularidades".
Eso -a mí que trabajé allí y padecí tales "irregularidades"- no me extraña. Pero si aterrizara un marciano hoy aquí le costaría entender cómo es posible que el diario oficial de la izquierda uruguaya trate tan mal a sus propios trabajadores.
Querido señor marciano, le tengo una noticia que le resultará desconcertante: esto no es algo de hoy, producto de cierta crisis o circunstancia especial. Eso ha ocurrido siempre. Este diario, que se ha proclamado siempre de izquierda y ha sido bendecido como tal siempre por políticos que dicen ser de izquierda, y que ha gozado de la benevolencia estatal, siempre ha tratado mal a sus empleados. Lo ha hecho desde el mismo día de su fundación y así siempre, desde hace décadas. Podría decirse que en Uruguay ninguno de los abominables medios de prensa de la derecha ha tratado nunca tan mal a sus trabajadores como lo ha hecho el diario oficialista de izquierda.
Señor marciano, no se sienta mal. Esto es Uruguay. Nos mentimos tanto, tanto, tanto, siempre, que ya ni nosotros mismos somos capaces de entender lo qué pasa.
Ni qué somos.
Ni a dónde vamos.
Since 1828.

*
Posdata:

Pobre marciano.

28.4.15

Dos versiones opuestas no pueden ser verdad al mismo tiempo

Creo que debería aclararse el caso de Alejandra Martínez Motta, hija del senador y candidato a intendente Daniel Martínez y de Laura Motta, consejera del Codicen.
Todo comenzó hace unos días con una denuncia de la Asociación de Funcionarios de la Universidad del Trabajo del Uruguay (Afutu). Según el sindicato, Alejandra Martínez fue agraciada con una "designación directa" como coordinadora del departamento de Diseño del Espacio Sarandí, una dependencia de UTU.
La denuncia fue desmentida en forma tajante por Wilson Netto, presidente del Codicen. El funcionario dijo que Martínez Motta fue designada tras ganar un llamado público. "En este tema de la hija de Martínez hay una desinformación muy grande", sostuvo Netto. "Ella ha presentado un proyecto de trabajo, está a cargo del proyecto de diseño y hubo un llamado en el que obtuvo el primer lugar".
Pero en la prensa de hoy vemos que la diputada Graciela Bianchi, del Partido Nacional, tercia en apoyo de la versión del sindicato. Exhibiendo la documentación de la contratación, la legisladora sostiene que no hubo concurso y que todo es un "curro" para "acomodar a una persona".


Uruguay es cada vez más el país donde dos versiones opuestas son "verdad" al mismo tiempo: el agua que sale de la canilla es potable y es un peligro para la salud, los refugiados de Guantánamo son libres de salir cuando quieran y no pueden ni siquiera viajar a Buenos Aires; las negociaciones del TISA fueron informadas y secretas en forma simultánea.
Ahora se suma el caso de Martínez Motta.
Sería bueno que se aclarara. Está en juego el honor de muchas personas.
Como pasa con el agua, los refugiados de Guantánamo y el acuerdo TISA, alguien está diciendo la verdad y alguien no.
No nos hagamos más trampas: dos versiones opuestas no pueden ser verdad al mismo tiempo.


2.11.14

Diez apuntes sobre las elecciones

Diez cosas que me atrevo a decir sobre las elecciones.
1) Un porcentaje importante de uruguayos nace a la vida política con una camiseta y muere con ella, a pesar de todo. Se quejan, se escandalizan incluso, pero al final votan lo mismo. Eso reduce los costos que los gobiernos pagan por sus errores y horrores.
2) Los que no tienen la camiseta puesta, deciden su voto según motivos varios, pero el principal en el mundo entero es el económico. Desde que asumió el Frente Amplio, crecieron los salarios de empleadas domésticas, obreros de la construcción, maestros, policías, trabajadores rurales y un largo etcétera. Todavía hay muchos salarios muy modestos, demasiados, más de los que algunos dirigentes del Frente Amplio gustan admitir, menos aún en esta hora de euforia. Pero, en promedio, antes eran peores. ¿Alguien que hoy vive mejor cambiará su voto por el escándalo de Pluna? No creo.
Mujica elecciones Uruguay
Vota el presidente Mujica. Foto: Presidencia del Uruguay.
3) Lo anterior explica también el triunfo del Frente Amplio en departamentos donde antes arrasaban los blancos. Un colega que recorre el interior me dijo sobre la alta votación del Frente Amplio en pueblos del interior profundo. "Ahí votan los trabajadores rurales que ahora tienen una ley que reduce a ocho horas su jornada de trabajo, que multiplicaron su sueldo, que ahora se pueden comprar una moto y un teléfono celular, acceden a internet y conocen lo que pasa en el resto del país y en el mundo. De esos pueblos, además, salen muchas de las empleadas domésticas del país".
4) Además de la gente que mejoró su salario, están los que reciben ayuda económica directa. Esos menos que menos van a cambiar de voto.
5) A la hora de definir el sufragio, el único asunto capaz de competir en un plano de cierta igualdad con el económico es el de la seguridad ciudadana. Ese tema también importa y es notorio que una buena parte del electorado no está conforme con la situación actual. Muchos apoyaron el plebiscito para que los adolescentes de 16 y 17 fueran juzgados como adultos si cometían delitos graves no tanto por el proyecto concreto en sí, sino porque reclaman más seguridad.
El plebiscito permitió una cosa curiosa: se podía votar al mismo tiempo al partido que reparte ayudas sociales y mejoró los salarios (Frente Amplio) y por un aumento de la seguridad pública (papeleta del Sí). Hubo miles de estos votos.
Quizás, entonces, el plebiscito terminó por ayudar al Frente Amplio y le dio una válvula de escape al mayor problema que tenía en la elección (y que sigue teniendo hoy todavía).
6) Las encuestadoras y algunos politólogos dicen que la educación es la otra gran preocupación de los uruguayos. Pero la educación, cuyo desbarranque comenzó con los partidos tradicionales y continuó con el Frente Amplio, en el fondo no le importa mucho a nadie. Los padres no marchan por 18 de Julio protestando porque su hijo atravesó todo el liceo y no sabe escribir una carta en castellano, de hablar inglés ni hablamos. Los padres nunca se quejan cuando sus hijos se quedan sin clases porque faltan los docentes ni por el enésimo paro de profesores. Darle una educación de calidad a los pobres para que sus hijos puedan mejorar más allá de los modestos horizontes que hoy se festejan es un enorme debe del Frente Amplio. Pero, mientras haya dinero para parar la olla, nadie lo piensa en esos términos. No nos engañemos: en Uruguay nadie cambia su voto por la educación.
7) Los casos de corruptela y corrupción le importan mucho solo a un electorado ilustrado, minoritario, que sigue las noticias al detalle todos los días. Dentro de ese mundo, hay gente que se molesta y patalea, pero no cambia su voto (ver punto 1). Fuera de ese sector informado, mucha gente ni se entera, más aún si la mayor parte de la oposición decide no hablar de ellos.
Hay muchos ejemplos de como estos casos no deciden las elecciones, no solo en Uruguay sino en el mundo. Menem fue reelecto en Argentina. Berlusconi ganó mil veces. El matrimonio K lo mismo, a pesar de su enriquecimiento. El PT acaba de ganar en Brasil por cuarta vez, a pesar de tener un rosario sin fin de escándalos mayúsculos y muchos importantes dirigentes presos por corruptos.
8) Se habla de que el Frente Amplio tiene una hegemonía cultural que aprovecha en las urnas. Creo que es una verdad a medias. La hegemonía cultural en Uruguay la tiene la izquierda, el progresismo, el igualitarismo, el viejo batllismo original de Don Pepe, el que Jorge Batlle anunció que enterraría y por supuesto no pudo, la idea de que el Estado tiene que ser el escudo de los pobres, como decía José Batlle y Ordóñez. Ese ideal lo aprovechó durante décadas el Partido Colorado, que lentamente, lustro a lustro, se fue corriendo hacia la derecha hasta llegar a la posición que hoy ocupa: es la opción electoral más derechista disponible y por eso vota tan mal. Hoy el partido que más sintoniza el ideal progresista e igualitarista del uruguayo promedio es el Frente Amplio, y los votantes de centroizquierda que resisten en minoría dentro de los partidos tradicionales cada vez son menos. Pero esta elección también mostró una brecha en esa lógica: quedó claro que se puede ser de centroizquierda o de izquierda y no votar al Frente: hubo muchos votos nuevos al Partido Independiente, a la Unidad Popular y al PERI. Hasta el Partido de los Trabajadores, que nunca llegaba a mil votos, esta vez pasó los 3.000. El PI y la UP también resultaron victoriosos en esta elección, en la que todos los que honestamente pueden decir que ganaron están a la izquierda del centro.
9) Los partidos tradicionales hoy no entienden el punto 8.
10) Tomando las palabras del politólogo Daniel Chasquetti "el problema de buena parte del Frente es que tiene poco republicanismo". Es un problema importante y de difícil solución, porque esa falta de republicanismo está en los genes de algunos -no todos- los grupos que componen la coalición. Pero si el Frente no tuviera ese problema, y en vista de los puntos anteriores, le podría ir todavía mejor.

17.10.14

Dejen vivir

No veo hordas de colorados persiguiendo a Glenda Rondán o a Alberto Scavarelli por haber abandonado su partido y adherido al Frente Amplio, y por haberlo hecho público y haber participado de actos de propaganda de su nuevo partido.
Y supongo que a todos los que leen les parece bien que así sea, que nadie castigue a Rondán o a Scavarelli por ejercer su legítimo derecho de elegir lo que creen mejor para el país y de hacer lo que se les canta la gana.
Scavarelli al Frente Amplio
Sendic, Vázquez, Scavarelli
Entonces, ¿por qué no dejan que Hoenir Sarthou también elija libremente lo que desea votar? ¿Por qué no aceptan que comunique sus decisiones a quién quiera y del modo que más le guste, lo mismo que los buenos de Glenda y Alberto?
Obviamente, las decisiones políticas de una persona pública como Sarthou pueden ser discutidas. Pero lo que no se puede aceptar es la descalificación moral, el agravio personal, las amenazas y la presión para que se calle.
Ya bastante malo es andar por la vida considerando tener el monopolio de la verdad y la ética, creyendo que el cien por ciento de la verdad se acumula en una sola opción (la propia), como para además erigirse en censor de lo que deciden todos los demás.
Lo que algunos están haciendo con Hoenir Sarthou me recuerda lo muy triste que algunos hicieron, años atrás, con Hugo Batalla.
El fanatismo talibán no sirve para la democracia.
Acepten que la verdad no es una sola, que está repartida.
Crezcan.
Y si no pueden, por lo menos dejen que la gente sea libre.

10.10.14

Un país que no debate

Algún día Uruguay alcanzará la madurez política para tener un verdadero debate presidencial, con todos los candidatos. Hoy no la tiene.
El "ateneo" organizado ayer por los canales privados de televisión estuvo lejos de ser un debate. El formato elegido aportó poco: no hubo preguntas y cada candidato pudo decir cualquier cosa, incluso la más disparatada, sin que nadie tuviera la oportunidad de rebatirla, discutirla, matizarla o apoyarla. Eso, que es la gracia de la democracia, estuvo ausente.
Para peor, faltó el expresidente Tabaré Vázquez, el candidato que marcha primero en las encuestas.
Las razones por las que Vázquez se ausentó son difíciles de entender. Había dicho antes que no participaría de debates, pero sí de exposiciones del tipo del ateneo de ayer. Andebu -con su facilidad histórica para acomodarse- cambió el formato por el meramente expositivo. Pero Vázquez igual no fue, a pesar de que el programa no presentaba ningún riesgo.
La única jugada política del monocorde ateneo fue el desafío de Pedro Bordaberry a Luis Lacalle Pou para debatir en serio entre ellos. Ante cámaras, lo retó a discutir ellos dos solos, porque una polémica entre todos los candidatos sería imposible. "Tantos no podríamos hacerlo, no daría el tiempo", dijo Bordaberry.
Es muy curioso, pero yo vi la semana pasada el debate presidencial de Brasil, en la TV Globo. Participaron los SIETE candidatos presidenciales. Y sí dio el tiempo. Los candidatos discutieron, polemizaron, se hicieron preguntas unos a otros: se recordaron aciertos, errores, promesas electorales incumplidas, casos de corrupción, políticos procesados y presos.
El de Brasil fue un debate en serio. Los candidatos se dijeron cosas duras, pero ninguno se negó a responder o le pidió un aparte a otro para que moderara sus dichos. Nadie se escudó en su posición en las encuestas.
Acá es muy distinto.
Debate 1980 - Si -No
Viana Reyes, Bolentini, Tarigo y Pons Echeverry 
Vázquez no quiere debatir con Lacalle porque le va ganando.
Lacalle no quiere hacerlo con Bordaberry porque le va ganando.
Bordaberry quiere debatir con Lacalle, pero no con los que vienen abajo, a los que les va ganando.
Ningún debate se concreta porque negarse sale gratis. La ley no obliga a aceptar el desafío y el electorado tampoco. Los uruguayos del partido que sean no castigan al candidato que rehuye la confrontación de ideas. ¿Qué sentido tiene debatir entonces?
Los debates se hacen en todas las democracias maduras. En Uruguay los hubo y varios de ellos fueron memorables, incluso en la dictadura: el coronel Bolentini y el consejero de estado Viana Reyes debatieron frente a las cámaras de televisión con dos políticos -Enrique Tarigo y Eduardo Pons Etcheverry- que sostenían la heroica posición del No en el plebiscito de 1980. En Brasil, en estas elecciones, hubo CINCO debates presidenciales, sin contar los que se hicieron para las elecciones a gobernador. Acá no se pudo organizar uno.
Eso sí: mucha propaganda electoral.
Esa no se le escapa a Andebu.


El último de los debates presidenciales en Brasil.


23.9.14

Pobre Seregni

Escribí esto hace ya diez años, luego del entierro de los restos del general Líber Seregni.

En estos días se habla mucho del legado de Líber Seregni. Pero, en parte por la admiración que despierta el fallecido y en parte por la tradicional autocomplacencia uruguaya, se soslaya lo poco que su ejemplo es hoy tomado en cuenta.
Seregni había sido desplazado del liderazgo de su propio partido, el Frente Amplio. Su visión de la realidad era rechazada por la mayoría de sus dirigentes. Cuando el Frente cumplió 30 años le impidieron subir al estrado. Hace pocas semanas se le negó el honor de encabezar todas las listas en las elecciones internas. Antes, el diputado socialista Roberto Conde lo menospreció, llamándolo "otrora gran conductor". Los radicales lo acusaron de ser "servicial" y "colaboracionista" con el gobierno. Llegaron a insinuar que estaba chocho y preparando su regreso al Partido Colorado. El diputado Raúl Sendic preguntó: "¿no tiene algún amigo que le diga que se calle?". Ahora debe estar contento. Seregni no lo incomodará más.
Tantos agravios fueron producto de la sinceridad de Seregni, de su osadía de buscar el beneficio del país por sobre intereses electorales menores. Como la mayor parte del Frente Amplio, Seregni apoyó la redacción de la ley que permitía asociar a Ancap con capitales privados. Pero cuando vino la embestida sindical no se dio vuelta, como sí hizo la plana mayor de la coalición. Por ejemplos como ése fue que Seregni dijo más de una vez que el Frente Amplio no estaba preparado para gobernar.
Algunos de esos dichos fueron festejados por dirigentes de los partidos tradicionales, con una miopía que ya parece ceguera. No veían que el ejemplo de Seregni también los dejaba a ellos en falsa escuadra. ¿Qué partido tiene hoy políticos capaces de ir contra la corriente, de hablar con sinceridad de los problemas propios, de buscar la verdad sin consultar antes lo que dicen las encuestas? Los poquísimos que hay están tan aislados y en minoría en sus propios partidos como lo estaba Seregni en el Frente.
Seregni dedicó sus últimos años a su Centro de Estudios Estratégicos 1815, pero antes de morir tuvo la precaución de cerrarlo. Quizás sintió la certeza de que no habría nadie capaz de dirigirlo: la palabra "estrategia" provoca pavor en nuestros políticos. La nota de tapa de esta edición, que explica cómo décadas de desidia, improvisación y derroche terminaron en el actual desastre energético, es buena prueba de esta afirmación.
El Centro de Estudios Estratégicos 1815 hizo en 2001 un seminario sobre la reforma de las empresas públicas. Allí Tabaré Vázquez dijo que aceptaba la asociación de estas compañías con capitales privados. Después apoyó los plebiscitos de Ancap y OSE. Allí el presidente Jorge Batlle dijo que muchos de los que dirigían las empresas públicas no sabían nada. Después los dejó en sus puestos tres años más, hasta hoy. Allí todos los grandes dirigentes de los tres grandes partidos mostraron una gran coincidencia sobre cómo modernizar nuestro gran Estado; la prensa festejó con grandes titulares. Después no se pusieron de acuerdo en nada. Y no modernizaron nada.
Pobre Seregni. Le habría ido mejor si en lugar de un centro de estudios estratégicos hubiera creado uno de estudios para el clientelismo, o de marketing y fomento de las encuestas.
Líber Seregni
El frustrado aporte del Centro 1815 es apenas una faceta de la prolífica vida del general. Pero, por sobre sus luces y sombras, hay algo que eleva a Seregni a una categoría de héroe que ningún otro político de hoy puede aspirar. Fue aquel día de 1984, en el balcón de bulevar Artigas, cuando tras diez años de injusta prisión y ante la multitud excitada, Seregni usó un megáfono para pedir por la paz, por la construcción de un país mejor, por la democracia, y no por la revancha. "Ni una sola palabra negativa, ni una sola consigna negativa", exhortó. Y la multitud le hizo caso.
El gran ejemplo de la vida de Seregni es el de la tolerancia, el de haber dejado en un segundo plano sus dramáticas peripecias personales para ayudar a conseguir el bien común.
De eso hablaba Leonardo Guzmán en el cementerio cuando lo hicieron callar. El ministro había señalado que Seregni hizo "uno de los sacrificios más grandes y más notablemente llevados que hayan visto las generaciones hoy vigentes". Luego, quizás con algún rodeo excesivo pero en perfecta consonancia con el espíritu de Seregni, alcanzó a decir: "todos tenemos para perder en la confrontación". Entonces la silbatina y los cantos de miles de intolerantes lo obligaron a callar. Antes, algunos habían intentado que Stirling no pudiera entrar al cementerio. Otros le pegaron a Yamandú Fau y a su esposa.
El sectarismo es una plaga que mina la democracia uruguaya. Existe en todos los sectores y en todos los partidos. No puede sorprender que esa intolerancia aflore en el Frente Amplio, cuyos militantes de La Teja llegaron al repugnante extremo de obligar a abandonar el barrio a Hugo Batalla, el abogado que tuvo el coraje de defender a Seregni y a Sendic frente a la Justicia Militar en los tiempos más tenebrosos de la dictadura.
Pero que la intolerancia aflorara en el entierro de Seregni fue doblemente doloroso. Fue triste, como todo acto de fanatismo. Fue penoso porque mostró hasta qué punto el extraordinario ejemplo de Seregni no es comprendido, ni siquiera por los que se dicen sus seguidores.
Cuando Guzmán fue acallado, la televisión dejó de transmitir desde el cementerio. Ya no pudimos ver las imágenes de los políticos amontonados en primera fila para tratar de ganar un puntito en la encuesta de mañana. En los estudios de TV Libre, y con cara de consternación, el periodista Antonio Ladra dijo: la memoria del general Seregni no merecía un final así. Es cierto.
Que Seregni se haya muerto es triste. Pero lo que más duele es que nadie recoja su herencia.

Columna publicada en el suplemento Qué Pasa del diario El País el 7 de agosto de 2004.

15.8.14

Lo que nos tenía podridos

Esta columna la escribí en el suplemento Qué Pasa, del diario El País, en la edición del 1 de noviembre de 2003, en pleno gobierno de Jorge Batlle (Partido Colorado).
La recuerdo para algunos desmemoriados. Y para que quien así lo desee se ejercite y vea si el Uruguay cambió mucho o cambió poco en los casi once años que pasaron desde entonces.

Lo que nos tiene podridos

El título de tapa de esta edición de Qué Pasa choca. Y duele. Su origen está en la expresión del ex ministro y precandidato presidencial del Partido Nacional, Sergio Abreu, que dijo estar "podrido" del hueco debate sobre el plebiscito de Ancap. Su sentido es claro: no es EL Uruguay lo que nos tiene podridos, sino UN Uruguay.

Suplemento Qué Pasa tapa Uruguay
Ilustración de Noelí Seveso.
El Uruguay que nos tiene podridos no es todo el Uruguay, sino el Uruguay de las batallas electorales vacías, el Uruguay que no se puede poner de acuerdo en nada, el de los corporativismos salvajes. Un Uruguay cuya agenda política la fijan las encuestas y un sindicato de empleados públicos.

Nos tiene podridos el Uruguay del doble, del triple discurso. Un Uruguay donde el mismo senador que redacta una ley junta firmas para derogarla. Un Uruguay en el que los mismos que hablan de la eficiencia del Estado lo han llenado, clientelismo político mediante, de miles de empleados que sobran. El Uruguay de los ñoquis. El Uruguay donde hay funcionarios públicos que cobran su sueldo 11 años sin pasar por el trabajo. El Uruguay que tiene presidentes que le ponen la firma a tamañas aberraciones, y después ni siquiera dignan explicarse.

Nos tiene podridos el Uruguay que gasta sus escasos recursos sin prioridades. Un Uruguay que es incapaz de enseñar a leer y escribir correctamente a sus jóvenes. Un Uruguay con partidos políticos gobernados eternamente por los mismos. Un Uruguay donde las empresas del Estado las dirigen los políticos fracasados. Donde los que realizan negocios ruinosos para el Estado siguen tan campantes.

Nos tiene podrido el Uruguay donde a los que vacían un banco les dan otro para que lo intenten de nuevo. Nos tiene podridos un Uruguay donde siempre todo está mal, incluso pretender llevar 30 turistas a la isla de Lobos. Un Uruguay donde los que bloquean cada oportunidad, después se quejan del desempleo.

Nos tiene podridos el Uruguay frivolón de las lágrimas de cocodrilo. El Uruguay de los intelectuales plagiadores que dictan cátedra. El Uruguay donde el mérito nunca es nadar, sino hacer la plancha.

Es un Uruguay que no invierte en ciencia, que no investiga, que se resigna a que su energía sea siempre el petróleo importado. (Eso sí, nos arrancamos los ojos para ver quién es el dueño de la refinería).

En Qué Pasa no nos resignamos a ese Uruguay.

Hay dos notas centrales en esta edición. Una está hecha en Montevideo y la otra en el lejano pueblo de Pepe Núñez, en Salto. A primera vista, los dos artículos pueden parecer distintos. Pero los dos dicen lo mismo.

22.4.14

¿Cómo se financia la política uruguaya?

Es un tema del que nunca se habla, aunque es central para tener una democracia sana y creíble: ¿de dónde salen los millones de dólares que financian las campañas políticas en Uruguay?
En las últimas semanas dos importantes politólogos han escrito sobre el asunto, ante la indiferencia de los principales actores políticos, que parecen no entender que en ello va la credibilidad de todo el sistema.
Oscar Bottinelli escribió en El Observador, el 30 de marzo:
"Los costos de las campañas electorales son crecientes, asfixian a los actores políticos, los obligan a recurrir a fuentes privadas de financiamiento con el consiguiente condicionamiento, a otros los lleva a abandonar la carrera. ¿Qué ha hecho el sistema político para resolver un problema que lo agobia? Descargar su furia y su impotencia en privado y no hacer nada en los hechos".
Daniel Chasquetti, por su parte, dedicó una de sus columnas en Montevideo.com a este problema. Recordó que parte del dinero lo aporta el Estado, que paga a los partidos 13 unidades indexadas por voto en las elecciones internas, 87 en las nacionales, diez en el balotaje y 13 en las municipales. En 2009, solo por las elecciones de octubre, recordó Chasquetti, el Estado transfirió a los partidos algo más de 18 millones de dólares.
Pero la ley no fija un tope a lo que se puede gastar en cada campaña, y todos gastan más y más y el dinero que pone el Estado nunca alcanza. Entonces, los partidos recurren a los aportes privados, la mayor parte de ellos proveniente de empresas y empresarios.
Recuerda Chasquetti que la legislación vigente fija un máximo de 300.000 UI, algo más de 36.000 dólares, para cada donación privada. Mientras tanto, las empresas concesionarias de servicios públicos no pueden hacer aportes mayores a 10.000 UI (1.200 dólares).
¿Quién controla esto? La Corte Electoral, un organismo que no tiene ninguna capacidad real para comprobar que lo que declaran los partidos políticos sea cierto. Es como pedirle a la intendencia de Artigas que controle el mar territorial uruguayo. O como encomendar al Municipio G de Montevideo la vigilancia de nuestras fronteras con Brasil.
Para Chasquetti los partidos políticos pusieron a la Corte Electoral a controlar sus gastos de campaña "simplemente porque no desean ser controlados".
"O sea, con la legislación actual se creó una pantalla para que los ciudadanos, los medios y los observadores internacionales digan que Uruguay cuenta con normativa moderna sobre el problema del financiamiento. (...) Los informes que se presentan ante la Corte Electoral además de ser poco exhaustivos suelen ocultar buena parte de los ingresos y egresos. O sea, las declaraciones juradas no solo son imprecisas sino que mienten deliberadamente sobre el monto real que cada partido invirtió en la campaña electoral. Bajo estas condiciones, no deberíamos sorprendernos si un día de estos alguien descubre que los fondos de tal o cual partido provienen de fuentes ilegales".
Lo que dicen Bottinelli y Chasquetti es muy grave y no ha merecido ninguna respuesta de los partidos. Deberían responder. Botinelli habló de "condicionamientos". Es decir: el que pone dinero luego condiciona decisiones.
Buquebus - financiamiento de los partidos
La famosa foto de El Observador
¿Cuántas cosas que ocurren en los gobiernos uruguayos podrían explicarse mejor si se supiera la verdad sobre la financiación de las campañas?
¿Estará Aratiri financiando alguna campaña? ¿Quizás todas?
Hace unas semanas, Luis Lacalle Pou declaró en Brecha que su sector invertirá -tan solo en las elecciones internas- la tremenda cifra de 1,7 millones de dólares.
Seguramente no sabremos quién puso ese dinero, ni el de los otros precandidatos, porque la ley que sancionó el sistema político uruguayo ("una pantalla", según Chasquetti) no alcanza a las elecciones internas.
Es mucho dinero que sale de la sociedad uruguaya, que pasa por los partidos y que, en un altísimo porcentaje, termina engrosando las arcas de los canales privados de televisión, los grandes beneficiarios de cada campaña electoral y de este sistema opaco e indigno de una verdadera democracia.
¿Quieren que la gente crea en la política?
Entonces, háganle caso a Bottinelli y a Chasquetti y háganla transparente.

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28.10.13

Hugo Batalla: "Brilló en la oscuridad"

A partir del miércoles 30 de octubre estará en las librerías Hugo Batalla. Las luchas más duras, un gran libro del periodista Leonel García. Tuve el honor de que se me pidiera escribir el prólogo. Éste fue el resultado:


Conocí a Hugo Batalla a mediados de los años 80, cuando él ya era uno de los hombres más prestigiosos y más queridos en todo Uruguay y yo apenas un muchacho que empezaba en el periodismo.
No recuerdo con precisión cuándo fue la primera vez que lo vi en persona, pero pienso que debe haber sido en la redacción de la revista Zeta, la publicación oficial de la lista 99.
Yo buscaba hacerme un lugar el mundo del periodismo, era colaborador del semanario Aquí y, en el afán por publicar también en Zeta, había presentado a los responsables de la revista la idea de escribir una sección de humor. Proponía hacer una especie de “frases de la semana” pero con frases falsas, que provocaran la risa. Se trataba de parodiar refranes, discursos políticos, eslóganes partidarios y avisos comerciales. Todavía no sé cómo aceptaron mi idea, pero la sección comenzó a publicarse. A falta de un nombre mejor, alguien le puso “Las frases de Leonardo”.
Hugo Batalla. Biografìa. Leonel García.Nunca nada de lo que hice en el periodismo me provocó tanta angustia. Pasaba las semanas pensando oraciones y me costaba encontrar alguna que de verdad hiciera reír. Hoy recuerdo aquella sección como muy mala y espero que a nadie se le ocurra rescatarla del olvido.
Lo bueno fue que allí, en la redacción de Zeta, entregando mis frases y algunas notas serias que también escribí, comencé a ver a Hugo Batalla.
Yo sentía cierta desconfianza de la aureola que lo rodeaba: el tal Hugo no podía ser tan fenómeno, tan crack, tan buen tipo como todo el mundo decía.
Pero me llevé una sorpresa. Es cierto que, conforme me fui formando como periodista, comencé a conocer más la historia reciente y con ella todo lo que Batalla había hecho en la dictadura. Pero lo que me hizo cambiar mi primer prejuicio de desconfianza no fue aquello, sino el modo en que Batalla me trataba cuando me veía en la revista. ¡Leonardo!, decía y yo casi que no podía créelo. Yo era el último orejón del tarro en aquella redacción pero Batalla siempre me saludaba por mi nombre, ¡y hasta me felicitaba por mi sección! Y no era falso: me constaba porque me comentaba las frases, las repetía, se reía a carcajadas y me preguntaba qué tenía para la próxima entrega.
Ni que decir tengo que empecé a sentirme halagado. Pero lo que más me sorprendía era que ese hombre con miles y miles de votos fuera de tan fácil acceso, tan sencillo, tan llano, tan poco agrandado y tan distinto a todos los políticos que yo ya había comenzado a conocer.
Una cosa me llamaba mucho la atención: Batalla no tenía idea de si yo lo votaba o no. Nunca jamás me lo preguntó, ni se interesó por saberlo, lo que no lo influía para nada en el trato que me dispensaba.
Me salteo unos años. Estamos en enero de 1989. El Frente Amplio está en crisis y a punto de quebrarse. La 99 -el Partido por el Gobierno del Pueblo- se apresta a abandonar la coalición junto con el Partido Demócrata Cristiano. Yo ya logré ingresar a la plantilla fija del semanario Aquí y me encargan que entreviste a Batalla, sobre este tema, el asunto político del momento. Es difícil concretar la entrevista, porque la mitad de los periodistas del país están detrás suyo y porque las reuniones políticas que lo tienen como protagonista se suceden día tras día.
No existía el teléfono móvil en 1989. Lo llamo a Batalla a su despacho, a su casa, y siempre acepta ponerse al teléfono. Nunca dice que no está. Sin embargo, no tiene un espacio libre en su agenda y es verdad.
Al fin me dice que vaya al Parlamento a las cinco menos diez, conversaremos antes del comienzo de la sesión del Senado. Pero llega tarde y la sesión ya comenzó. Lo acompaño a su despacho. A cada dos pasos alguien lo detiene. Hay periodistas que le preguntan qué novedades hay de la crisis del Frente. Batalla responde. Un movilero de un informativo de televisión (en aquellos años esa palabra no se usaba) le pide que le explique qué se está decidiendo en el Senado, porque no sabe qué va a decir cuando salga al aire. El senador Batalla, el político del momento, le explica como si fuera un maestro de escuela. Una secretaria la avisa que una organización social lo invita a un almuerzo. Batalla le dice que no tiene tiempo y pide si el almuerzo se puede cambiar por un café, porque no quiere fallarle a esa gente.
La entrevista la hice así, acompañándolo por los pasillos del Palacio y hasta en el baño, siendo interrumpido decenas de veces por decenas de personas con decenas de motivos diferentes, y Batalla siempre atendiéndolos a todos. Sonriendo, a pesar de que aquellos días no eran sencillos.
Días atrás, en una conferencia de prensa, alguien le había preguntado si era agente de la CIA. Conforme se hacía evidente que la 99 se iría del Frente Amplio (¡las cosas que decía entonces Batalla se parecen tanto a las que dice hoy Asamblea Uruguay!) habían comenzado a aparecer los carteles de “traidor”. “Tengo toda una vida detrás, y quiero que se me juzgue por toda una vida. No quiero que se me juzgue por solo un acto”, pidió Batalla en aquella entrevista. Le dije que muchos decían que era un buen tipo, honesto, macanudo, pero que no servía para líder político. Respondió: “Un hombre inteligente es siempre importante. Un hombre bueno es siempre mucho más importante”.
Salto otra vez en el tiempo. Vamos al 3 de octubre de 1998, el día de la muerte de Hugo Batalla. A la tristeza que me provoca su fallecimiento, se suma el dolor de notar demasiadas ausencias en su entierro.
Qué país de mierda.
Este libro de Leonel García salda parte de la deuda que Uruguay tiene con ese gran hombre que fue Hugo Batalla. Se trata de una obra completa, documentada y escrita con las mejores características del buen lenguaje periodístico. Leyendo estas páginas, volví a ver al Batalla que veía en Zeta. Disfruté de la lectura y reí a carcajadas con las ocurrencias del Hugo, sus chistes y su humor absurdo y volví a sentir aquella felicidad que sentía cuando me comentaba “las frases de Leonardo”.
Recordé al Batalla político, al hombre que prefería tender puentes que dinamitarlos. Cómo no sentir indignación, al leer el libro, ante aquellos que impulsados por la nefasta lógica del todo o nada boicotearon el proyecto Zumarán-Batalla para castigar las violaciones más graves a los derechos humanos durante la dictadura. Ellos también son corresponsables de la espantosa ley de Caducidad, aunque no lo admitan.
El libro entero vale la pena ser leído. Pero me gustaría destacar una frase. El capítulo que cuenta la vida de Batalla durante la dictadura militar lleva un gran título. Son apenas cuatro palabras que lo dicen todo: “Brilló en la oscuridad”. Porque Hugo Batalla alumbró con su coraje nuestra noche más oscura. Eso es algo que nunca debió ser olvidado, más allá de los vaivenes de la política. Los testimonios que recoge al respecto Leonel García mueven a conmoverse ante la generosidad y la valentía de un gran hombre que nunca posó de tal.
Porque Leonel García es un buen periodista también fue a buscar la otra campana. Y allí aparece otra vez, todavía, irracional, desagradecida, tan vacía de cariño como de argumentos, la helada mezquindad que terminó por expulsar a Batalla de su querido barrio de La Teja. Los hechos, relatados con precisión y detalle en el libro, hablan por sí solos y ponen la historia en su justo lugar.
En aquella entrevista que le realicé yendo de aquí para allá por el Palacio Legislativo, Batalla respondió a los que ya comenzaban a negarlo:
“Muchos confunden blandura con tolerancia. Yo soy un hombre tolerante, y me honro y enorgullezco de serlo. ¿Blando? ¡La puta! Acá hay que ver si todos pusieron lo que tiene que poner un hombre sobre la mesa en la dictadura. Ahora es facilísimo ser revolucionario. Y yo estuve en la primera línea de lucha. Y a nadie le pedía clemencia. Nunca. Acá me jugué las cartas, porque entendí que era mi obligación de hombre, más que como ciudadano o como abogado. ¿Te das cuenta? Por eso estoy en paz con mi conciencia. De noche me acuesto y duermo”.

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9.5.13

Los insultos son anécdota


Enojada porque el presidente José Mujica eligió como viceministro de Economía a un integrante de una minoría disidente de su partido, la diputada socialista Daisy Tourné escribió en un foro socialista:
“Creo que llegó la hora de golpear la mesa con toda nuestra fuerza. Eso debe ser entre las autoridades del PS y el excelentísimo Sr. Presidente. Entre casa y sin anuncios. Algo así: ‘Viejo de mierda te vamos a romper el culo te guste o no’. Por supuesto traducido al socialista, no ésta grosería que él entendería bastante mejor”.
La frase la publicó el semanario Búsqueda y de inmediato estalló en las radios, los portales y las redes sociales.
Unas horas más tarde, el presidente Mujica respondió en radio Sarandí que Tourné "es una gorda macanuda. Es una muchacha a la que le tengo mucha simpatía, a veces se toma un par de copas y se le va un poco la marca".
Fuego cruzado entre Mujica y Tourné
Tourné en la Presidencia: otros tiempos. Foto: Presidencia
El choque entre el "viejo de mierda" y "la gorda que a veces toma" continuó ocupando todos los espacios. El énfasis general estuvo y está puesto en el lenguaje soez de la ex ministra Tourné, en la velada acusación de alcoholismo hecha por el presidente Mujica y en lo rastrero del debate en términos generales. Menos mal que son compañeros del Frente Amplio.
Sin embargo, por grave que parezca, eso es apenas una anécdota. El tema de fondo, mucho más grave, es cómo se eligen las personas que nos gobiernan. En este caso ni más ni menos que un viceministro de Economía y Finanzas.
Lo que enfurece a Tourné no es que el designado sea un mal candidato o un incapaz, sino que el cargo le sea conferido a un militante socialista que está distanciado de su dirección nacional y que no goza de su respaldo. Como en Cambalache, lo mismo un burro que un gran profesor, siempre y cuando tenga la bendición del partido.
Tourné se siente traicionada, quizás, porque los cargos en el gobierno de José Mujica se han adjudicado una y otra vez dándole prioridad a la cuota política. Basta recordar cómo se seleccionó a Ana Olivera como candidata a la intendencia de Montevideo y la larga, larguísima lista de cuadros del MPP colocados aquí y allá, más allá de sus aptitudes. Como la profesora de educación física a la que se le encomendó ni más ni menos que dirigir la enseñanza secundaria. Todo eso con un agravante: como los militantes del MPP tienen que donar una parte muy alta de su sueldo al partido, queda la duda de hasta qué punto influye la necesidad de la caja partidaria en tales designaciones.
El Frente Amplio se pasó una vida criticando este tipo de "repartijas" por "cuota política". Y una de las razones por las cuales finalmente llegó al poder fue que la ciudadanía toda se hartó de este modo de actuar de blancos y colorados. Con frivolidad, el presidente colorado Jorge Batlle llegó a decir que, en su propio gobierno, los directores de las empresas públicas no sabían nada. Claro: habían sido elegidos por "cuota política".
El Frente Amplio prometió cambiar, pero no lo hizo. Y en el gobierno de Mujica las luchas por cuotas de poder han llegado a límites de tragicomedia.
Cuando era candidato a la Presidencia, en un acto el viernes 29 de setiembre de 2000, Tabaré Vázquez habló sobre este modo de gobernar. Aludió varias veces a la "repartija" entre colorados y blancos y citó a Robespierre: "Si las funciones de administración dejan de ser un deber para convertirse en objeto de ambición, la república está perdida".
En ese punto exacto estamos, mientras el presidente se insulta con sus colaboradores.

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7.4.13

En medio de la polémica del agua, funcionarios uruguayos dan cátedra ambiental en Paraguay

Un proyecto minero gigantesco y muy polémico avanza en Paraguay. Se trata de una mega emprendimiento llamado Río Tinto Alcan. Es tan polémico que el ex presidente Fernando Lugo ha dicho que una de las causas ocultas de su destitución fue la negociación que estaba llevando adelante con esta compañía minera, que pretende instalar en su país una planta para transformar alúmina (un producto derivado de la bauxita) en aluminio.
Lugo no estaba decididamente en contra de la instalación de Rio Tinto, pero se negaba a aceptar un enorme descuento en el precio de la electricidad que pretendía obtener la empresa: "No estamos para regalar tanta plata", dijo en 2011. La producción de aluminio consume una enorme cantidad de electricidad y Río Tinto quiere pagarla barata.
No sé si eso influyó o no en la salida de Lugo, pero muchos paraguayos desconfían de Río Tinto y de las condiciones con las que pretende instalarse en Paraguay. Justamente para aventar esas dudas, el nuevo gobierno, más favorable a un acuerdo con la minera, contrató a tres expertos internacionales para que, en base a su experiencia, asesoraran a los paraguayos que integran el llamado Grupo Técnico de Negociación, los hombres que negocian y deberán controlar a Río Tinto.
Mientras en Uruguay nos preguntamos si podemos tomar el agua que sale de la canilla, resultó una verdadera sorpresa leer en la prensa paraguaya que una de las expertas contratadas fue Alicia Torres, la ex directora de la Dinama (Dirección Nacional de Medio Ambiente) uruguaya. Los otros dos fueron el canadiense Pierre Renaud, abogado ambientalista, expresidente del Consejo de Audiencias Públicas de la provincia de Quebec (donde Río Tinto tiene una planta de aluminio), y el francés Jean Philippe Bouton, responsable de evaluación y monitoreo ambiental de industrias del Ministerio de Desarrollo Sostenible y Ecología de Savoie, Francia (donde también opera Rio Tinto).
Los tres expertos se presentaron el 18 de marzo en Asunción, en la sede del Ministerio de Industria y Comercio, dando inicio a una serie de charlas que se extendieron durante tres días. El simposio fue presidido por el ministro de Industria y Comercio, Diego Zavala, quien declaró, según consignó el diario Última Hora, que a las charlas podía ir todo el mundo "incluso aquellas personas que están en contra de la venida Río Tinto Alcan". 

Algunas cosas curiosas

Alicia Torres, según las notas aparecidas en la prensa paraguaya, dio en Asunción una serie de consejos generales: ser rigurosos en los procesos ambientales, formar técnicos locales, procurar que esos técnicos tengan trabajo en el país. Afirmó que ante proyectos como Botnia o Rio Tinto lo más fácil es decir que sí o que no -de modo categórico y sin matices-, pero "lo más difícil es recorrer el camino del sí, pero con determinadas condiciones". También, según reprodujo el diario local La Nación, Torres les dijo a los paraguayos que podían compensar las emisiones contaminantes de dióxido de carbono de la industria con planes de forestación.











Pero más allá de los dichos de Torres, y a la luz de las noticias de todos los días, es inevitable hacerse algunas preguntas.
¿Cuándo fue que Uruguay alcanzó la estatura de estado modelo en procesos ambientales? Es muy curioso que un país que hoy está descubriendo que sus principales reservas de agua potable están contaminadas -justamente por una mala gestión ambiental- salga a dar cátedra a los vecinos. Y ese es apenas uno de muchos problemas ambientales mal resueltos en el Uruguay de hoy.
También es curioso que mientras Uruguay discute -y todavía no resuelve- la actitud a tomar frente a los proyectos de megaminería, los técnicos del estado uruguayo asesoren a otro país que enfrenta la misma discusión.
Alicia Torres ya no dirige la Dinama, pero trabaja en la Unidad Ambiental del Ministerio de Industria, Energía y Minería. Ha señalado que fue a Paraguay a título personal. Sin embargo, también es muy curioso que importantes funcionarios públicos uruguayos se presenten a dar consultorías contratados por el gobierno del Paraguay, al que el nuestro gobierno considera ilegítimo. Así, mientras Uruguay juega un rol decisivo para mantener a Paraguay suspendido del Mercosur, los funcionarios uruguayos se presentan en Asunción a dar conferencias presididas por un ministro de ese gobierno considerado espurio. En resumen: el gobierno paraguayo es ilegítimo para integrar el Mercosur, pero es legítimo para contratar asesorías.
Mientras tanto, ayer en Tienda Inglesa me dijeron que se agotaron los filtros para el agua.
Aunque seguro que de eso no se habló en Asunción.

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31.3.13

Comer, beber y respirar en el Uruguay Natural

uruguay natural - eslogan- jabón Lux"Uruguay natural" nunca fue más que un eslogan publicitario, tan verdadero como aquel que dice que nueve de cada diez estrellas usan jabón Lux.
Lo que tenía de "natural" el Uruguay era su atraso, su carencia de industrias, su escaso desarrollo económico. Nunca hubo una política de estado tendiente a asegurar lo "natural" del país. Las leyes ambientales en general estaban rezagadas respecto al resto del mundo. Los organismos que debían preservar los recursos naturales siempre fueron postergados, dotados de escasos recursos y personal insuficiente. Bastaba acercarse a las orillas de los arroyos de Montevideo para ver qué tan pobre era el compromiso nacional con el cuidado de la naturaleza.
Quienes se preocupaban por estos temas nunca fueron tomados en serio. Al doctor Tálice, que intentó impulsar en solitario el Partido Verde, se lo consideraba, en el mejor de los casos, un abuelito simpático y bienintencionado, pero naif, medio chocho e irrelevante en términos políticos. En general, a todo aquel que se definía como ecologista se lo consideraba un despistado o un inútil.
Cuando el desarrollo agroindustrial comenzó a llegar al "Uruguay natural", justo cuando más se necesitaba de organizaciones y científicos preocupados por preservar los recursos naturales, los piqueteros de Gualeguaychú le dieron el golpe de gracia al débil ambientalismo uruguayo.
Ocurrió por dos razones. Primero, por lo exagerado de su prédica. Sus proclamas -que definían la instalación de Botnia como un "genocidio" y un "holocausto"- reforzaron en Uruguay la idea de la falta de seriedad de los ambientalistas, su alarmismo y lo disparatado de sus postulados.
Peor todavía fue que cortaran durante más de tres años el puente entre Fray Bentos y la orilla argentina del río Uruguay. Esta medida, tolerada y alentada por el gobierno de Néstor Kirchner, perjudicó en forma directa la vida económica y laboral de miles de uruguayos inocentes, y fue vivida por todo el país como una agresión ilegal y desmesurada.
En Uruguay había gente preocupada por los efectos ambientales de la industria forestal y de las nuevas mega plantas de celulosa, pero tras el corte del puente se quedaron sin espacio y sin el más mínimo margen de maniobra. Plantear cualquier cuestión ambiental pasó a ser una especie de traición a la patria. Un ambientalista ya no era un hippie despistado, sino un sujeto peligroso, infiltrado, traidor, aliado del enemigo, un cómplice de la patota piquetera.
Néstor Kirchner y Gualeguaychú fueron los principales responsables de esa operación, sí, pero muchos políticos y medios de comunicación uruguayos aprovecharon la coyuntura para demonizar y ridiculizar cualquier reclamo ambiental, mientras abrían el país a todo proyecto que aportara dinero ya, sin evaluar su costo ambiental para las generaciones venideras.
A fines de 2005 el entonces senador Eleuterio Fernández Huidobro, socio y hermano del alma del actual presidente José Mujica, hizo una fuerte defensa de la industria forestal en la que exhibió todo su desprecio por los ambientalistas. Dijo: "será muy difícil que un día dejen de plantarse bosques en Uruguay por más que así lo pretenda la izquierda cholula, amante de los pajaritos y de las ballenas blancas, hija de la bobeta, apartada de la realidad pero debidamente muy bien financiada por las ONG de cada uno de los bloques y la cholulez planetaria (un mercado de sopa boba nada despreciable para pasarla bien diciendo pavadas)".
Y la bola de menoscabo y agresión siguió creciendo. En 2011 fue el propio presidente Mujica quien se burló de los reclamos ecologistas, mientras una claque de alcahuetes aplaudía y sonreía detrás:



Fernández Huidobro y Mujica ganaron. El debate ambiental desapareció del Uruguay durante casi una década. Lo poco que hubo, nadie se lo tomó en serio. El resultado está a la vista.
En estos días la prensa informa de ovejas que mueren después de tomar agua del río Negro. De golpe descubrimos que los agroquímicos y residuos varios han contaminado también el río Santa Lucía, de donde sale el agua potable de medio país. También la laguna del Cisne, otra fuente de agua potable, está contaminada con pesticidas. Un prestigioso científico de la Facultad de Ciencias advierte de no beber más agua de OSE y la vincula con una "epidemia de cáncer".
La playa Ramírez tiene niveles altísimos de contaminación de plomo. Otras van camino a desaparecer. La polución del aire en algunos lugares de Montevideo, medida por científicos uruguayos y extranjeros, es alarmante. En el campo usamos pesticidas que están prohibidos en otras partes del mundo. Comemos manzanas que no están habilitadas para comerse en Europa.
Nuestras leyes ambientales siguen atrasadas y los organismos encargados de hacerlas cumplir continúan sin tener los elementos necesarios. Incluso el escaso poder de control de la Dirección Nacional de Medio Ambiente molesta. El presidente Mujica ya habilitó nuevos eventos transgénicos en contra de la recomendación de los técnicos de la Dinama. Luego propuso trasladar esta oficina y hacerla depender en forma directa de la Presidencia. Ahora, en medio de la polémica por la contaminación de los ríos y el agua potable, el gobierno anuncia, según informa El País, un proyecto tendiente a rebajar sus controles.
Lo que más sorprende es la impunidad. Lo mismo que la gente que en las paradas de avenida Italia se traga sin chistar el humo negro y cancerígeno que despiden autos y ómnibus de grandes empresas que nadie controla.
Nadie dice nada.
Los que estamos preocupados por estos temas puede que seamos una izquierda cholula, hija de la bobeta, amante de los pajaritos y de las ballenas blancas, como dice Fernández Huidobro. Puede ser.
Pero lo que no es cierto es que estemos apartados de la realidad.
Nuestra realidad hoy no tiene nada de Uruguay Natural. Nuestra realidad es el plomo en la playa, el humo cancerígeno en el aire de nuestras avenidas, nuestras manzanas clase B, el agua contaminada con algas tóxicas.
Eso comemos. Eso respiramos. Eso tomamos.
Esa es nuestra verdadera sopa boba.

contaminación algas tóxicas río Negro, Uruguay. Muerte de ovejas.














P.d.:
Respecto a la contaminación en el río Santa Lucía y en la planta de Aguas Corrientes, vale la pena leer el siguiente informe del biólogo Emanuel Machín: http://leonardohaberkorn.blogspot.com/p/canita-voladora-el-posible-origen-de.html

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