Gustavo Salle Lorier consiguió un puesto en la Fiscalía durante la dictadura, colocado a dedo por el abogado Fernando Bayardo Bengoa, uno de los civiles más notorios que apoyó el régimen militar. Tanto que fue, durante la presidencia de facto de Aparicio Méndez, el ministro de Justicia del régimen.
Eso fue lo que dije hace un par de semanas en Séptimo Día, en Teledoce.
Pocos días después, Salle respondió en el programa en el cual participa como columnista. Más allá de una catarata de opiniones, prejuicios y falacias de todo tipo (ayudado por un amanuense que le soplaba al oído), Salle reconoció la exactitud de lo informado.
Dijo:
“Efectivamente, el mejor profesor de derecho penal que ha existido en el país, que era Bayardo Bengoa, era el ministro de Justicia de la dictadura militar. Como yo era su mejor alumno –ya conté la anécdota de haber dado una clase, de haberle pedido para pasar al frente- querían formar un fiscal, un buen fiscal, entonces ellos mismos, para perfeccionarme, me invitaron a formar parte de la fiscalía del doctor Langón, Fiscalía del Crimen de 4to. turno”.
Luego fue más preciso, porque eso de "formar parte" podría llegar a interpretarse como algún tipo de participación honoraria, y no fue ese el caso.
Salle agregó:
“Sí, efectivamente, entré en la dictadura, entré a dedo. Y con el decurso de la historia, agradezco la decisión de haberme formado profesionalmente”.
Luego señaló que su devoción por Bayardo Bengoa, de la cual dos por tres da cuenta en sus redes sociales, es “una admiración sobre su técnica jurídica, su técnica docente y pedagógica” y no ideológica.
Agregó que en una clase discutió con Bayardo Bengoa porque su mentor sostenía que el terrorismo era un delito común y no político.
Y hasta ahí llegó. Es notable como Salle, tan obsesivo y detallista para algunas cosas, pasa tan rápido por Bayardo Bengoa.
¡Una vez discutió con él sobre el concepto de terrorismo! ¿Y sobre los temas centrales de la democracia?
No parece haber discutido mucho.
Es cierto que Bayardo Bengoa fue un gran penalista. Pero su participación primordial en el más oscuro período de la dictadura no fue casual, ni un mero detalle.
Bayardo ni siquiera creía en la separación de poderes. La consideraba un dogma, un “mito negativo” y un “defecto radical”. Creía que tomar a la Justicia por un poder era “una sobreestimación”. Y que al mismo tiempo las democracias occidentales subestimaban la importancia del Poder Ejecutivo. Con seguridad, por eso se sentía tan cómodo en la dictadura, cuando el Ejecutivo avasalló y clausuró a los otros poderes.
Bayardo estuvo detrás de la redacción, como autor o coautor, del nefasto Acto Institucional Nº8, que creó el Ministerio de Justicia con el fin de sojuzgar a la Justicia al Poder Ejecutivo.
Dicen los considerandos de esa pieza clave de la dictadura:
"Hubo pues una sobreestimación del concepto de Poder referido a la Justicia y una subestimación del mismo referido al Poder Ejecutivo (...) Es pues, la separación de Poderes un defecto radical que parcela la unidad en el goce y ejercicio de la conducción del gobierno y limita la responsabilidad (…) Desvanecido lo que puede considerarse hoy un mito negativo, resultante del dogma de separación de poderes, el Ejecutivo recobra la primacía natural que le corresponde”.
Una vez sancionado el Acto Institucional Nº8, en enero de 1977, Bayardo Bengoa fue ungido ministro de Justicia, cargo en el que permaneció hasta agosto de 1981.
Así como no fue casual su designación como ministro, tampoco lo fue su remoción. Lo sacaron cuando los militares despidieron a Aparicio Méndez y en su lugar asumió el teniente general Gregorio Álvarez, el Goyo, con la promesa de comenzar las negociaciones políticas y la transición a la democracia.
Para dar una imagen de apertura, el Goyo cambió a varios de sus ministros, buscando nombres algo más potables para la etapa que se avecinaba.
Uno de los despedidos fue el mentor de Salle y su padrino en la Fiscalía.
La remoción de Bayardo Bengoa fue celebrada por los políticos democráticos. Enrique Tarigo escribió en el semanario Opinar, el 13 de agosto de 1981: “La sustitución que en nuestra opinión ha de ser más importante y significativa” es la “del hasta ahora ministro de Justicia, Dr. Bayardo Bengoa, de triste memoria sin duda por lo que respecta a la organización de la Justicia en nuestro país, coautor, por lo menos, del desgraciadísimo acto institucional Nº8”.
El 14 de agosto de 1981, el semanario La Democracia también celebró el relevo de Bayardo: “Dicha sustitución se imponía pues el Dr. Bayardo fue el autor intelectual y material del Acto Institucional N° 8 que despojó al Poder Judicial de su independencia. Principio artiguista levantado en las siempre vigentes Instrucciones del año XIII, consagrado en nuestra primera Constitución de 1830, ratificado y ampliado en todas las constituciones posteriores. La independencia del Poder Judicial es pilar básico del Uruguay porque es la máxima garantía de la seguridad de sus habitantes. Restablecer dicha independencia, dejando sin efecto el Acto Institucional Nº8 es pues deber insoslayable del nuevo ministro”.
“Gravitaciones” en vez de tortura
El fanatismo y las aberraciones mentales de Bayardo no se limitaron a sus conceptos ultramontanos sobre la separación de poderes y al Acto Institucional Nº8.
En su edición de julio-agosto de 1981, Cuadernos de Marcha publicó un informe redactado por Bayardo Bengoa a pedido de la entonces Caja de Jubilaciones donde laudaba que a los procesados por delitos políticos se les debía negar el pago de la jubilación, más allá de que cumplieran con todos los requisitos para acceder a ella.
Como todos los mandos de la dictadura, Bayardo Bengoa miró para el costado ante el uso generalizado de la tortura.
En una de sus célebres contratapas en el semanario Jaque, Manuel Flores Mora se refirió a Bayardo. Fue el 14 de setiembre de 1984. Maneco relató entonces que en los últimos días habían sido liberados cinco presos comunes porque se había probado que eran inocentes. Sus confesiones habían sido obtenidas mediante “apremios”.
En su columna, que se atrevía a plantear el tema en plena dictadura, Flores Mora se molestaba porque, en vez de tortura, los periodistas hablaban de “apremios”. Pero, anotaba, que Bayardo Bengoa había llevado el cinismo verbal mucho más allá todavía.
“Lo de apremio físico, sin embargo, resulta nada frente al inefable giro verbal utilizado por mi ex-compañero de Facultad, el Dr. Bayardo Bengoa, quien se hace acreedor al Premio Nobel de la lenidad verbal cuando, preguntado por un periodista a qué atribuye éstas ‘confesiones’ de inocentes. dice que 'pudiera existir alguna suerte de gravitaciones sobre la faz síquica que pueden llevar a aceptar como reales hechos que no lo son'.
Supremo.
(Incorporo esta palabra “gravitación”, que ni Newton hubiera usado con semejante sentido, al archivo de las hipocresías lexicográficas)”.
Es interesante repasar el esquema mental de Bayardo Bengoa para comprender mejor a Salle y a sus planteos políticos, sus propuestas y sus esquemas mentales. Por ejemplo, su permanente discurso de odio hacia los políticos y los partidos.
Un último apunte. Salle tampoco ha dicho toda la verdad sobre su participación en la Fiscalía, la cual limita a su relación con Bayardo Bengoa, su profesor preferido.Fue colocado allí a dedo en 1980 y no en 1982, como algunas veces ha dicho.
Y en noviembre de 1984, cuando el régimen militar ya tenía los días contados y Bayardo ya había dejado de ser el ministro de Justicia, Salle Lorier fue ascendido en el escalafón de la Fiscalía, tal como demuestra esta publicación del Diario Oficial.
Premio seguramente a su buen desempeño, según los muy especiales criterios que reinaban en aquella época oscura.
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