Cuando terminó el entrenamiento, estaba parado al lado de la cancha, en un lugar por donde inevitablemente debían pasar todos los jugadores rumbo a los vestuarios.
A pesar de que ninguno me conoce, cada uno de los futbolistas que fue pasando, saludó: hola, buenas tardes, buenas tardes.
Entrenamiento de la selección / FOTO: AUF |
Es algo muy distinto a lo que se ve en Montevideo, en las calles, en las canchas de fútbol, el tránsito, la vida laboral e incluso en el ambiente académico.
Al llegar a mi casa comenté que eso era increíble. Y que coincidía con el clima general que se respira allí, en el lugar de entrenamiento y concentración de la selección, un ambiente tan educado y respetuoso que no parece tener algo que ver con el fútbol uruguayo, ni con el Uruguay actual en general.
Unos días después el diario El Observador publicó la transcripción de una conferencia ofrecida por el director técnico de la selección Óscar Washington Tabárez. Allí relató que a los adolescentes que comienzan a entrenarse en el complejo Uruguay Celeste, integrantes de alguna selección juvenil, solo se les piden dos cosas: "Lo que nosotros le pedimos es que saluden cuando lleguen a un lugar a las personas que están ahí y después que agradezcan cuando alguien hace algo por ellos".
Ahí me cerró todo.
Puede parecer poco, pero no lo es.