Hay mucha gente indignada o enojada con la entrevista que le hicimos a Henry Engler hoy en Desayunos Informales. Lo expresan a través de las redes sociales, donde esos sentimientos reinan a sus anchas. Los indignados se sienten con derecho y autoridad para volcar en las redes sus furibundos juicios lapidarios, descalificaciones tajantes y una amplia gama de insultos y abominaciones.
Nadie puede cuestionar la cobertura que el canal le dio a la muerte del expresidente José Mujica. Más esforzada y completa imposible.
En Desayunos Informales le dedicamos todo el programa del miércoles, agregándole dos horas adicionales a la primera parte informativa.
Fueron entrevistados sobre lo que Mujica representó y sobre cuál es su legado Ernesto Agazzi, Gerardo Caetano, Julio María Sanguinetti, Juan Martín Posadas y dos periodistas autores de libros sobre Mujica: Andrés Danza y Walter Pernas. Difícil conseguir una mejor selección de invitados. Un lujo.
Hoy jueves volvimos a dedicarle el programa por entero a Mujica, en un reconocimiento explícito de la importancia de su figura. Esta vez intentamos trascender la visión general y buscando profundizar en aspectos puntuales de su trayectoria. Por eso elegimos a Henry Engler (para hablar de la época de la guerrilla y la condición de rehenes que ambos padecieron), a Oscar Botinelli (para hablar de cómo la ausencia de semejante líder marcará el panorama político) y a Pancho Vernazza (para recordar la campaña electoral de 2009, que llevó a Mujica a la Presidencia, y en la que fue su principal asesor).
Todo eso no es soplar y hacer botellas. Requiere un enorme esfuerzo de todo el equipo del programa para pensar los encares, las ideas, elegir los mejores invitados para cada una, invitarlos, organizar el programa y preparar las entrevistas.
Cualquiera que diga que no le dimos el lugar que merecía la muerte de Mujica, es evidente que habla sin saber o sin evaluar la totalidad de las cosas.
En todo caso, se equivoca.
No tengo que decir con el respeto que se hizo cada una de estas conversaciones. Eso, por supuesto, no implicó no hablar de la etapa guerrillera en la vida de Mujica y de su responsabilidad política al respecto. ¿Había que cancelar esta etapa de su vida? No. Imposible. Fue central en su trayectoria personal y tuvo efectos que aún perduran en la política del país.
La entrevista con Engler giró en un 99% sobre su amistad con Mujica, la cárcel, la condición de rehenes, la reflexión sobre la peripecia vivida.
Sobre el final le pregunté por las afirmaciones de otros dos tupamaros históricos -Ismael Bassini y Enrique Osano, sobre su participación en el asesinato de Pascasio Báez. Tales afirmaciones están recogidas en mi libro "Caraguatá. Una tatucera dos vidas". Son duras, son categóricas e implican a Engler. Las razones de la pregunta también se las expliqué al entrevistado.
Cuando escribí el libro, consulté a Engler respecto a si tenía algo para decir y se excusó. Tras su publicación, y en la primera vez que volvía a hablar con él, correspondía preguntarle si había leído lo que habían dicho de él y si tenía algo para decir al respecto. En ese sentido, la pregunta no solo era pertinente, era necesaria y era OBLIGATORIA.
Engler pudo no haber contestado excusarse, como había hecho antes, pero eligió responder. Y la respuesta fue importante. Agregó nuevos elementos a un suceso histórico que merece la misma verdad que todos los otros. ¿O hay sucesos que merecen verdad y otros que no?
Se dice que la pregunta fue una falta de respeto a Mujica y realmente no se logra entender el razonamiento.
Sobre Mujica la famosa pregunta a Engler no cambia nada. Que el MLN-T asesinó a Báez (y a otros) ya se sabe. La responsabilidad política como dirigente por todos los actos del MLN-T, Mujica ya la cargaba y la carga. Justamente su mayor logro, su marca de grandeza, es haberse sobrepuesto, reinventado, haber sido la clave para que aquel grupo derrotado y violento, se transformara en una fuerza democrática y ganadora que lo llevó a él mismo a la Presidencia, y ahora también a uno de sus principales discípulos.
En cuanto a la responsabilidad concreta sobre la muerte de Pascasio Báez -que de eso se trató la pregunta- es sabido que Mujica no tuvo arte ni parte, que no le correspondió ninguna acción o decisión al respecto, que estaba preso y se enteró mucho después que la desgracia había ocurrido.
¿Entonces?
La pregunta a Engler y su respuesta en nada manchaba a Mujica y a su sepelio. Tanto es así que -para completar una tarde inolvidable en las redes- un inmoral, anónimo y cobarde, representante vernáculo de esa nueva extrema derecha que cultiva la mentira como arma, y que tiene una cuenta de Twitter que le copia el nombre a este blog, inventó que Engler había dicho en Desayunos que Mujica dio la orden de matar a Báez.
O sea, tuvo que inventar una respuesta, tergiversando la entrevista y la verdad histórica sobre el episodio, para intentar transformar lo ocurrido en un ataque personal a Mujica.
Porque eso no ocurrió en el programa.