Debido a múltiples mensajes que me han llegado a mi correo y a través de Facebook y Twitter respecto al artículo sobre los Kirchner (“Eterna inocencia, tercera parte”) me permito agregar algunas cosas.
El artículo habla sobre los Kirchner y la relación de los argentinos con sus líderes. No es un juicio de valor sobre la Argentina en general, país que en muchas cosas nos aventaja. Tampoco refiere a los uruguayos, ni a los cubanos, los estadounidenses, los españoles, pakistaníes o afganos. Es imposible incluir al mundo entero en un solo artículo, o al menos yo no tengo esa capacidad.
No lo digo, ni lo sugiero, que los uruguayos seamos muy distintos a los argentinos. Al contrario, creo que somos muy parecidos, mucho más de lo que nos gusta asumir. Me he ocupado muchas veces de la política uruguaya y de nuestros políticos, y no suelo guardarme nada respecto a nadie, a ninguno de nuestros bandos. Muchos de esos artículos están en el archivo de este blog, bajo las etiquetas de Política uruguaya y Uruguay.
Obviamente, hay corrupción en todos lados. En Uruguay también hubo y hay, las noticias de cada día son por demás tristes y elocuentes. En Argentina se descubren más trapos sucios por varias razones. El país es más grande, se mueve más dinero, eso es obvio. Pero, además, allí no existe nada parecido al corporativismo que hay en Uruguay entre los políticos y muchos politólogos, académicos y periodistas: basta ver a todos los que hoy andan por ahí bajándole los decibeles al caso Gonzalo Fernández, como si de un minúsculo descuido se tratara, y como si éste fuera su primer escándalo. A eso, que no es poco, hay que agregar que en Argentina el periodismo investiga mucho más que en Uruguay, sus compromisos son mucho menores que los que existen acá, y los grandes medios se atreven a contratar periodistas incómodos y no como en la República Oriental, donde por cosa que escribís te ligás un rezongo, la censura lisa y llana y hasta un despido.
Por algo escribo en un blog, a costa de mi bolsillo.
Hechas todas estas aclaraciones, que los buenos artículos no merecen, lo que escribí sobre los K es lo que pienso.
28.8.10
No, no somos tan distintos
Labels:
Argentina,
Política uruguaya,
Uruguay
27.8.10
Argentina: eterna inocencia
Leopoldo Galtieri invadió las Malvinas como un gesto desesperado por revertir la mala imagen de su gobierno y lograr que la dictadura continuase en el poder.
Puede parecer descabellado y lo fue, pero en principio la jugada no le salió mal: cientos de miles de argentinos, representantes de una abrumadora mayoría, fueron a la Plaza de Mayo a vivarlo como a un campeón. Claro, hoy a nadie le gusta recordar que semejante personaje de manos sanguinolentas fue, por unos días, el mayor héroe de la nación. Nadie estuvo ese día en la Plaza de Mayo.
Hoy, a la luz del escandalete de Papel Prensa, parece evidente que el matrimonio K. desempolva viejos temas de hace treinta años haciendo cálculos como Galtieri los hizo, entre whisky y whisky, en 1982.
Los K., como los militares entonces, quieren ganar tiempo en el poder. El tiempo es muy importante para el matrimonio K. entre otras cosas porque cada año que pasan en la Presidencia su patrimonio crece en millones de dólares, como se ha demostrado. El modo en que se ha enriquecido esta pareja presidencial, suerte de Pimpinelas de la política y del Progresismo, amigos de nuestro presidente, no recuerda ya a Galtieri, sino a Carlos Saúl Menem.
Cuando los argentinos lo reeligieron, toda la inmoralidad que rodeaba a Menem y su séquito estaba a la vista, rompía los ojos. Sin embargo, allá fue la mayoría a votarlo, a darle un segundo mandato, a renovar el contrato con la corrupción, la pizza con champán y el baile con las odaliscas.
Después, cuando el castillo de naipes se derrumbó y el pillaje quedó a la vista, nadie fue. Salvo excepciones, ningún argentino dice hoy: yo voté dos veces a Menem. Lo mismo que aquella tarde en que Galtieri fue coronado en la Plaza de Mayo, nadie estuvo, nadie fue, nadie tiene nada de que arrepentirse.
Con los K. pasará lo mismo. Ya llegará el día en que la feroz propaganda, las enconadas luchas contra molinos de viento y el ejército de alcahuetes (uruguayos incluidos) no podrán ocultar como la democracia argentina se ha rebajado en estos años, mientras el matrimonio presidencial llenaba sus depósitos bancarios de millones y millones de dólares, como si de cambio chico se tratara.
Ese día va a llegar. Y cuando llegue, nadie habrá sido. Como ocurrió con Galtieri, como ocurrió con Menem, todos en Argentina serán inocentes y dirán: ¡Qué horror! ¡Cómo pudo pasarnos esto!
Artículo de Leonardo Haberkorn
Prohibida su reproducción por cualquier medio sin autorización del autor.
Derechos exclusivos blog El Informante
el.informante.blog@gmail.com
Puede parecer descabellado y lo fue, pero en principio la jugada no le salió mal: cientos de miles de argentinos, representantes de una abrumadora mayoría, fueron a la Plaza de Mayo a vivarlo como a un campeón. Claro, hoy a nadie le gusta recordar que semejante personaje de manos sanguinolentas fue, por unos días, el mayor héroe de la nación. Nadie estuvo ese día en la Plaza de Mayo.
Hoy, a la luz del escandalete de Papel Prensa, parece evidente que el matrimonio K. desempolva viejos temas de hace treinta años haciendo cálculos como Galtieri los hizo, entre whisky y whisky, en 1982.
Los K., como los militares entonces, quieren ganar tiempo en el poder. El tiempo es muy importante para el matrimonio K. entre otras cosas porque cada año que pasan en la Presidencia su patrimonio crece en millones de dólares, como se ha demostrado. El modo en que se ha enriquecido esta pareja presidencial, suerte de Pimpinelas de la política y del Progresismo, amigos de nuestro presidente, no recuerda ya a Galtieri, sino a Carlos Saúl Menem.
Cuando los argentinos lo reeligieron, toda la inmoralidad que rodeaba a Menem y su séquito estaba a la vista, rompía los ojos. Sin embargo, allá fue la mayoría a votarlo, a darle un segundo mandato, a renovar el contrato con la corrupción, la pizza con champán y el baile con las odaliscas.
Después, cuando el castillo de naipes se derrumbó y el pillaje quedó a la vista, nadie fue. Salvo excepciones, ningún argentino dice hoy: yo voté dos veces a Menem. Lo mismo que aquella tarde en que Galtieri fue coronado en la Plaza de Mayo, nadie estuvo, nadie fue, nadie tiene nada de que arrepentirse.
Con los K. pasará lo mismo. Ya llegará el día en que la feroz propaganda, las enconadas luchas contra molinos de viento y el ejército de alcahuetes (uruguayos incluidos) no podrán ocultar como la democracia argentina se ha rebajado en estos años, mientras el matrimonio presidencial llenaba sus depósitos bancarios de millones y millones de dólares, como si de cambio chico se tratara.
Ese día va a llegar. Y cuando llegue, nadie habrá sido. Como ocurrió con Galtieri, como ocurrió con Menem, todos en Argentina serán inocentes y dirán: ¡Qué horror! ¡Cómo pudo pasarnos esto!
Artículo de Leonardo Haberkorn
Prohibida su reproducción por cualquier medio sin autorización del autor.
Derechos exclusivos blog El Informante
el.informante.blog@gmail.com
25.8.10
Yo sé que hay temas más importantes
El 11 de noviembre de 2009 tuve un pequeño problema de salud y estuve tres días internado. Luego me enviaron a mi casa con la consigna de pasar una semana en reposo, sin ir a trabajar. En esas jornadas de descanso obligado aproveché para hacer muchas cosas postergadas. Una de ellas fue reclamar a la Intendencia de Canelones por el alumbrado de mi calle, que llevaba semanas en la más absoluta oscuridad porque los tres focos habían dejado de funcionar ya desde antes de mi internación.
Le hice el reclamo a W., un amable funcionario que atendía el teléfono en la sección de alumbrado público y siempre se disculpaba por las inexplicables demoras de la Intendencia de Canelones en arreglar algo tan sencillo como unos focos.
Han pasado casi diez meses de mi reclamo. En ese lapso el 2009 se fue y vino el 2010, se celebró la segunda vuelta de las elecciones nacionales, Mujica fue electo presidente del Uruguay, Lacalle tuvo que archivar su motosierra, Bordaberry se adueñó del Partido Colorado, el misterioso Saúl Feldman se hizo matar en su casa en Shangrilá con su arsenal y sus secretos a cuestas, hubo elecciones municipales y ganó una Heladera, un terrible terremoto destruyó Haití y luego otro se ensañó con Chile, Peñarol volvió a salir campeón uruguayo, Mujica asumió la presidencia, Calamaro cantó en el Velódromo, robaron a mi vecina de enfrente y luego a la de la esquina, Uruguay salió cuarto en una Copa del Mundo, Forlán ganó el Botín de Oro, los piqueteros de Gualeguaychú desalojaron el puente, estalló un escándalo de corrupción en la Armada, los Peirano quedaron libres de toda culpa (Gracias Gonzalo), el Inter de Porto Alegre salió campeón de la Libertadores, se confirmó que los Pixies actuarán en Montevideo, nos enchufaron el sistema de alcaldes y al hijo de Sonia Breccia, se publicaron dos grandes libros de Jorge Burel y Marcello Figueredo, la selección de básquetbol clasificó a los Panamericanos, Santos ganó las elecciones en Colombia, Natalia Oreiro se suicidó artísticamente en un aviso de tv, Nadal volvió a ser el número uno del tenis del mundo y Obama comenzó a retirar a sus tropas de Irak.
En ese lapso, yo pagué casi diez meses de alumbrado público. Carámbula fue reelecto intendente de Canelones. Y W. – el amable funcionario municipal que recibía mis reclamos- ya no atiende más el teléfono. Murió.
Todo eso ocurrió y muchas cosas más también. El mundo entero cambió.
Pero hay dos cosas que permanecen invariables. Una es la desvergüenza -lindante con el delito- de la Intendencia de Canelones, que cobra por servicios que no presta. La otra es mi calle. Siempre a oscuras.
Le hice el reclamo a W., un amable funcionario que atendía el teléfono en la sección de alumbrado público y siempre se disculpaba por las inexplicables demoras de la Intendencia de Canelones en arreglar algo tan sencillo como unos focos.
Han pasado casi diez meses de mi reclamo. En ese lapso el 2009 se fue y vino el 2010, se celebró la segunda vuelta de las elecciones nacionales, Mujica fue electo presidente del Uruguay, Lacalle tuvo que archivar su motosierra, Bordaberry se adueñó del Partido Colorado, el misterioso Saúl Feldman se hizo matar en su casa en Shangrilá con su arsenal y sus secretos a cuestas, hubo elecciones municipales y ganó una Heladera, un terrible terremoto destruyó Haití y luego otro se ensañó con Chile, Peñarol volvió a salir campeón uruguayo, Mujica asumió la presidencia, Calamaro cantó en el Velódromo, robaron a mi vecina de enfrente y luego a la de la esquina, Uruguay salió cuarto en una Copa del Mundo, Forlán ganó el Botín de Oro, los piqueteros de Gualeguaychú desalojaron el puente, estalló un escándalo de corrupción en la Armada, los Peirano quedaron libres de toda culpa (Gracias Gonzalo), el Inter de Porto Alegre salió campeón de la Libertadores, se confirmó que los Pixies actuarán en Montevideo, nos enchufaron el sistema de alcaldes y al hijo de Sonia Breccia, se publicaron dos grandes libros de Jorge Burel y Marcello Figueredo, la selección de básquetbol clasificó a los Panamericanos, Santos ganó las elecciones en Colombia, Natalia Oreiro se suicidó artísticamente en un aviso de tv, Nadal volvió a ser el número uno del tenis del mundo y Obama comenzó a retirar a sus tropas de Irak.
En ese lapso, yo pagué casi diez meses de alumbrado público. Carámbula fue reelecto intendente de Canelones. Y W. – el amable funcionario municipal que recibía mis reclamos- ya no atiende más el teléfono. Murió.
Todo eso ocurrió y muchas cosas más también. El mundo entero cambió.
Pero hay dos cosas que permanecen invariables. Una es la desvergüenza -lindante con el delito- de la Intendencia de Canelones, que cobra por servicios que no presta. La otra es mi calle. Siempre a oscuras.
17.8.10
Sobre los Hitlers uruguayos
En 2007 publiqué un artículo sobre los uruguayos que llevan el nombre Hitler en la revista peruana Etiqueta Negra. El artículo se reprodujo luego, con autorización, en distintos medios de Holanda, Bélgica, Estados Unidos, Israel y en el diario Plan B de Uruguay. También integra un volumen con los mejores artículos de Etiqueta Negra y el libro Crónicas de sangre, sudor y lágrimas.
Ahora a un periodista de la agencia EFE se le ocurrió "hacer" la misma nota. Las similitudes son tan evidentes como groseras. Lamentablemente medios como Montevideo.com y Observa reproducen el cable de EFE. Pongo los links para que cada uno saque sus conclusiones:
http://leonardohaberkorn.blogspot.com/2009/07/el-ultimo-hitler-uruguayo.html
http://www.observa.com.uy/vida/nota.aspx?id=100930&ex=25&ar=3&fi=1&sec=14
http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_117393_1.html
Ahora a un periodista de la agencia EFE se le ocurrió "hacer" la misma nota. Las similitudes son tan evidentes como groseras. Lamentablemente medios como Montevideo.com y Observa reproducen el cable de EFE. Pongo los links para que cada uno saque sus conclusiones:
http://leonardohaberkorn.blogspot.com/2009/07/el-ultimo-hitler-uruguayo.html
http://www.observa.com.uy/vida/nota.aspx?id=100930&ex=25&ar=3&fi=1&sec=14
http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_117393_1.html
Labels:
nombres raros,
Uruguay
8.8.10
La peluquería mejora, la educación no
Leyendo diarios del departamento de San José del siglo XIX, como parte de una investigación sobre otro asunto, encontré dos textos que me llamaron la atención.
El primero es un aviso de 1867:
“En la peluquería de Don Antonio Castillo frente al Hotel de Mansanes hay un buen surtido de sanguijuelas hamburguesas superiores que se van a colocar y se venden a precios arreglados”.
El segundo es una noticia de 1882:
“Tal es el hambre de algunos maestros de escuela que cuando los niños llevan algo que comer, se lo decomisan so pretexto de estar prohibido; formando esto para ellos un opíparo banquete”.
Como se ve, algunas cosas en Uruguay han cambiado mucho.
Y otras no.
Artículo de Leonardo Haberkorn
Prohibida su reproducción por cualquier medio sin autorización del autor
Derechos exclusivos Blog El Informante
el.informante.blog@gmail.com
El primero es un aviso de 1867:
“En la peluquería de Don Antonio Castillo frente al Hotel de Mansanes hay un buen surtido de sanguijuelas hamburguesas superiores que se van a colocar y se venden a precios arreglados”.
El segundo es una noticia de 1882:
“Tal es el hambre de algunos maestros de escuela que cuando los niños llevan algo que comer, se lo decomisan so pretexto de estar prohibido; formando esto para ellos un opíparo banquete”.
Como se ve, algunas cosas en Uruguay han cambiado mucho.
Y otras no.
Artículo de Leonardo Haberkorn
Prohibida su reproducción por cualquier medio sin autorización del autor
Derechos exclusivos Blog El Informante
el.informante.blog@gmail.com
Labels:
educación,
Política uruguaya
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Entrevistas
Crónicas y reportajes
- Montevideo: casi el paraíso
- El último Hitler uruguayo
- 1966: Uruguay versus Inglaterra
- Whisky Ancap: metáfora del desarrollo latinoamericano
- Julio Ribas: el Gladiador
- Tónica Paso de los Toros: una historia dulce y amarga
- La fortaleza de llamarse Árbol
- El pueblo que quiso salir en televisión
- Corre Ghiggia Corre
- Los otros sobrevivientes de los Andes
- Ratas: chillidos bajo el asfalto
- El Conrad por dentro: vip, hot, slot
- 1989: Crónica de la primera Intifada
Etiquetas
33 Orientales
Accidente en Young
accidentes de tránsito
Adolfo Antelo
Alejandro Atchugarry
Alejandro Vegh Villegas
Alemania
Alimentación
Álvaro Moré
Amodio Pérez
Ancap
Andes
Antonio Mercader
Árboles autóctonos del Uruguay
Argentina
Artigas
aviación
Bicentenario
Bolivia
Brasil
Caraguatá
cárceles
Carlos Koncke
Carlos Liscano
Cesáreo Berisso
charrúas
Che Guevara.
Checoslovaquia
Chespirito - Roberto Gómez Bolaños
Chueco Maciel
Ciudad de la Costa
Comunidad Jerusalén
Creative Commons
Crónicas de sangre sudor y lágrimas
Crónicas y reportajes
Cuba
Cultura
Daniel Castro
Daniel Chasquetti
Daniel Vidart
Daniel Viglietti
delincuencia
Democracia
derecha radical
Derechos humanos
diarios
dictadura
dictadura.
Doble discurso europeo
Drogas
Eduardo Bonomi
Eduardo Galeano
Eduardo Pérez Silveira
educación
El Chavo
Elon Musk
empleados públicos
Engler
Enrique Tarigo
entrevistas
ETA
Evo Morales
Fernández Huidobro
Fernando Parrado
financiamiento de los partidos políticos
Fito Páez
Fuerzas Armadas
Fútbol
Gabriel Ohanian
Gabriel Pereyra
Gavazzo
Gavazzo Sin Piedad
Gente que no sabe leer y tergiversa lo que uno escribe
Gerardo Caetano
Grasas trans (transexuales)
guaraníes
Guido Manini Ríos
Günter Wallraff
Gustavo Zerbino
Herencia maldita
Historia
historia reciente
Historias tupamaras
Hospital Filtro
Hotel Carrasco
hotel Conrad
Hugo Alfaro
Hugo Batalla
Hugo Bianchi
Identidad Soberana
Inmigrantes. Dominicanos
Intendencia de Canelones
internet
Israel
Italia
Jaime Roos
Javier Milei
Joel Rosenberg
Jorge Batlle
Jorge Lanata
Jorge Vázquez
Jorge Zabalza
José Mujica
José Rilla
Juan Ángel Miraglia
Juan Martín Posadas
Juan Miguel Petit
Juan Salgado
La República
Leonardo Sbaraglia
Líber Seregni
Liberaij
Libros
Literatura
Luca Prodan
Luis Almagro
Luis Lacalle
Luis Lacalle Pou
Luis Suárez
Madonna
Maltrato animal
Maracaná
Marcelo Estefanell
Mario Bardanca.
Mario Benedetti
Medicina
Medio ambiente
Mercedes Sosa
México
Michael Jackson
Miguel Ángel Campodónico
Milicos y tupas
MLN-T
Montevideo
Música
Neber Araújo
Nelson Sosa
nombres disparatados
nombres raros
Óscar Padrón Favre
Oscar Tabárez
Pablo Cuevas
Paco Casal
Palestina
Paraguay
Partido Colorado
Partido Comunista
Paso de los Toros
Paz
Peñarol
periodismo
periodismo cloacal
Perú
PIT-CNT
Plagios y otras situaciones dudosas
Pluna
Política
Política uruguaya
Pollo homosexualizante
Populismo
Primavera de Praga
publicidad
Punta del Este
Racismo
Radio
Raúl Sendic
redes sociales
Relato Oculto
Renzo Pi Hugarte
Ricardo Piglia
Roberto Canessa
Rock
Rodolfo Leoncino
Rómulo Mangini
sabihondos
Salud
Sin comentarios
Sindicalismo
sindicatos
Sirios en Uruguay
Sobre lo políticamente correcto
Sonia Breccia
Sumo
Televisión
Tenis
terrorismo
Tomás Eloy Martínez
tortura
trabajo
Tragedia de los Andes
Tupamaros
Twitter
Un mundo sin Gloria
Uruguay
Venezuela
Víctor Hugo Morales
Villanueva Saravia
Violencia doméstica
zoológico
Atención
Los derechos de los textos
publicados en El Informante
pertenecen a Leonardo Haberkorn.
No se permite la reproducción
sin autorización del autor.