El hoy ministro Eleuterio Fernández Huidobro declaró en junio de 2011 que no había leído el libro Milicos y tupas, pero que éste era una "basura".
Fernández Huidobro |
Al parecer, Caballero sí había leído una partecita del libro, una decena de páginas que relatan como algunos integrantes del MLN interrogaron y torturaron a empresarios supuestamente corruptos, en conjunto con militares en el cuartel de artillería conocido como La Paloma, en 1972.
Lo que Caballero no decía en su artículo es que ese dato no era una primicia de Milicos y tupas, sino que ya había sido relatado por el tupamaro Juan Pedro Montero en el libro Ecos Revolucionarios (2003), escrito por Rodrigo Vescovi.
Milicos y tupas citaba a Montero y agregaba, entre otros, el testimonio concluyente del contador Carlos Koncke, que había presenciado con sus propios ojos uno de esos interrogatorios conjuntos, en el cuartel de La Paloma.
Aunque nunca he oído nada concreto en contra del contador Koncke, para Caballero yo no había tenido "ética y escrúpulos" a la hora de elegir mis fuentes.
La polémica duró poco, ya que el secretario de Fernández Huidobro en un siguiente artículo citó una carta del tupamaro Juan Pedro Montero en la que admitía lo mismo que dice Milicos y tupas: que un grupo de tupamaros ("menor a cinco personas") había torturado junto a los militares.
Ahí se terminó toda la discusión.
Es estos días, sin embargo, Víctor Hugo Morales ha intentado revivir esa polémica en Argentina. Como hasta ahora no ha podido rebatir una sola línea de Relato Oculto, el libro que documenta sus desmemorias, ha abusado del desconocimiento lógico que los argentinos tienen que aquella etapa de nuestra historia -la tregua entre el Ejército y el MLN en 1972-, para presentar a Milicos y tupas como un loco invento de un periodista "fabulador". Sin el menor escrúpulo periodístico, ha sacado de contexto algunos pasajes del libro y los ha leído por radio sin aclarar que está leyendo testimonios de gente que habla con nombre y apellido, el contador Koncke entre ellos. Por supuesto, tampoco cita el libro de Vescovi, ni la carta de Montero, ni la abundante documentación que existe sobre la tregua entre tupamaros y militares en 1972.
La verdad, no me sorprende.
En cambio, sí me sorprendió una noticia que ayer publicó la prensa: Fernández Huidobro por fin leyó Milicos y tupas. Y no solo lo leyó. ¡Ahora lo cita como prueba para aclarar un crimen de la dictadura: el asesinato de Roberto Gomensoro!
¿Cómo? ¿Cuándo fue que el libro pasó de ser una "basura" a transformarse en referencia?
Fernández Huidobro, en un escrito presentado ante la juez penal Lilián Elhorriburu, cita un pasaje de Milicos y tupas en el cual el contador Koncke relata que, en fechas cercanas a la desaparición de Roberto Gomensoro, un oficial de La Paloma le dijo: "A Gavazzo se le murió un chico, se le pasó de tiempo en el tacho".
¿Cómo? ¿No era que mis fuentes habían sido elegidas sin ética y sin escrúpulos?
Ahora descubren lo valioso del testimonio de Carlos Koncke.
Almagro |
Es lo que tienen los libros, Fernández Huidobro: hay que leerlos antes de comentarlos.
Ahora, cuando los que decían que Milicos y tupas era una "basura", una "infamia", una "mentira rastrera", una "inmundicia", una "cloaca", una "calumnia", una "canallada" y una "bazofia literaria", lo citan y lo presentan como prueba para aclarar un vil asesinato de la dictadura, otros hacen la misma infame jugada con Relato Oculto: personas como el canciller Luis Almagro, los senadores Rafael Michelini y Mónica Xavier y el músico Jaime Roos, sin pudor y sin vergüenza, descalifican el libro sin haberlo leído, o haciendo como que lo que dice no existiera.
El tiempo volverá a poner las cosas en su lugar.
Solo hay que tener paciencia. Mucha paciencia.
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