Diario Acción, 6 de noviembre de 1965
A contramano, por la calle Canelones para abajo, con las sirenas ululantes, la ambulancia de Salud Pública iba a toda velocidad para el Maciel.
-Yo le di una patada... ¡Si me hubieran dejado matarlo...!!!
Las lágrimas corrían copiosas por la cara redonda y gruesa del policía del paisano, en una mezcla con el sudor, el calor de la tarde, el gas lacrimógeno que todavía se colgaba perezosamente de las copas de los árboles y el agrio olor de la sangre de dos policías más, muertos esta mañana en el umbral de la casa...
Plata quemada, 1997
Las lágrimas corrían copiosas por la cara redonda y gruesa del comisario Silva, en una mezcla con el sudor, el calor de la tarde, el gas lacrimógeno que todavía colgaba perezosamente de las copas de los árboles y el agrio olor de la sangre de dos policías más, muertos esta mañana en el umbral de la casa...
A contramano por la calle Canelones hacie el sur, con las sirenas ululantes, la ambulancia de Salud Pública iba a toda velocidad para el Maciel. No me han podido matar y no van a poder matarme.
Sobre este tema ver también la entrada anterior.
En el epílogo de Plata quemada Piglia dice que reprodujo "libremente" pasajes de varios diarios. Ver aquí.
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