3.6.20

El hombre que quiere tirar 175.000 dólares de caviar en una laguna

Kohen, Leonardo Haberkorn, Gatopardo
La noticia estaba en el diario. Un hombre le pedía permiso al gobierno para arrojar un tesoro millonario en una laguna. Y el gobierno le respondía que no, que de ninguna manera, que aquel capital era suyo y debía aprovecharlo. Pero el hombre no quería, y le decía al gobierno que jamás lo haría, por amor a los animales.
Recorté la noticia. El diario decía que el tesoro valía un millón de dólares, aunque la cifra se revelaría equivocada.
Rafael Kohen era quien quería tirar su fortuna al agua. Tenía que ser al agua, porque el tesoro estaba formado por setenta esturiones de más de un metro de largo y muchos kilos del más fino caviar en sus entrañas. Y la principal preocupación del señor Kohen era el bienestar de sus peces.
Un mes después, en diciembre de 2008, la esposa de Kohen, la pintora Linda Kohen, me recibe en su propiedad, una chacra llamada El Peñasco, a veinte kilómetros del exclusivo balneario de Punta del Este.
Kohen duerme. Tiene 90 años.
La casa es hermosa, de tres pisos, doce ambientes y piscina, construida por el más famoso de los arquitectos uruguayos, Julio Vilamajó, en la cima de un cerro, rodeada de grandes rocas, árboles añosos y estanques donde nadan peces de colores de medio metro: un jardín que ha sido premiado compitiendo contra los más hermosos de Punta del Este. Una vez la revista Paula le preguntó a la princesa Laetitia D´Aremberg, principal animadora del jet set local, qué residencia del balneario le mostraría a un extranjero si solo pudiera mostrarle una. El Peñasco, respondió.
Antes de venir hasta aquí revisé los archivos de prensa en busca de información sobre Kohen. No encontré mucho: tres o cuatro artículos, no más. Uno de ellos contaba que Kohen alimentaba a sus peces de colores, unas carpas de colección, dándoles cerveza en mamadera.
Una amplia terraza rodea la casa por sus cuatro costados. Desde ella se ven los campos circundantes, el curso de un arroyo y una enorme porción de cielo. A lo lejos, en el llano, hay cinco grandes estanques alineados, una pequeña parte de la insólita historia de Kohen.
Dentro de la casa, por donde han pasado desde Fernando Henrique Cardoso cuando era presidente de Brasil hasta la princesa Sayako de Japón, nada recuerda que estamos en el hogar de un hombre que logró lo increíble. Los salones son amplios, luminosos, con muebles caros y cómodos. En el living hay una exposición de cuadros de Linda, una pintora reconocida. La obra de Kohen, en cambio, está afuera. Sus peces gigantes, sus vacas enanas.

 

Inicio de la crónica sobre la vida y los desafíos del señor Rafael Kohen, publicada en la edición de setiembre de 2009 de la revista colombiano-mexicana Gatopardo. La versión completa puede leerse en el libro Un mundo sin Gloria.

Un mundo sin Gloria, Leonardo Haberkorn, Rafael Kohen

 


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