6.10.07

Corre, Ñato, corre

¡Vade retro! Acusan a Fernández Huidobro de venderse a la derecha por atacar a la burocracia, lo mismo que Ignacio de Posadas.

En Uruguay no existe la izquierda fuera del Frente Amplio. Wilson Ferreira era de derecha. Hugo Batalla era de izquierda pero un día se hizo de derecha. Pepe Batlle, Domingo Arena y Grauert: todos de derecha. El sinónimo de Frente Amplio es “la izquierda”.
La gran novedad es que ahora también se puede ser de derecha dentro del Frente Amplio.
El nuevo integrante de la derecha uruguaya es el senador Eleuterio Fernández Huidobro. Está dicho en un artículo publicado en Brecha a propósito de su alejamiento de los Tupamaros. La nota incluye un largo análisis del docente en ciencias políticas Álvaro Rico, el único analista entrevistado en el artículo, que explica qué hay detrás de la renuncia de Fernández Huidobro.
El análisis de Rico es el siguiente: el alejamiento de Fernández Huidobro del MLN era previsible porque el ex guerrillero ya había girado hacia la centro-derecha. ¿Por qué? Porque Fernández Huidobro ahora sostiene que los principales problemas del Uruguay son su desmesurada burocracia, la chatura cultural y la forma de hacer política. Y eso coincide con lo que dice la derecha. Incluso, qué horror, qué espanto, Fernández Huidobro coincide con Ignacio de Posadas en denunciar a la burocracia excesiva como un gran problema nacional. ¡Eso ya es demasiado!
Eleuterio Fernández Huidobro: confiese que se vendió a la derecha. ¡Confiese! ¡Confiese!

Herejía y jogging

Rico no es un analista más: es uno de los docentes seleccionados en los cursos de historia reciente implementados por el gobierno. Su análisis es revelador de cómo piensan muchos académicos e intelectuales de izquierda en Uruguay.
Que dos políticos tan diferentes como Fernández Huidobro y De Posadas coincidan en denunciar un mismo problema del país, debería al menos llamar la atención. ¿No será que la burocracia efectivamente es un problema grave?
Para Rico, está claro que no.
En cualquier país civilizado del mundo, la coincidencia entre políticos de signo opuesto debería ser festejada como una oportunidad para buscar respuestas comunes a los problemas, soluciones de consenso y de fondo. En Uruguay no. En el análisis de Rico y de miles que razonan como él, la mera coincidencia con el adversario político ya es motivo suficiente para descalificar a quien se atreve a admitir semejante herejía. (¡Confiese Fernández Huidobro!, ¡Confiese!).
Con ese modo de pensar, es imposible el acuerdo entre distintos sectores políticos. Es izquierda o derecha. Blanco o negro. No en vano Uruguay carece de políticas de Estado en todos y cada uno de los temas de importancia.
Rico en Brecha lamenta que Fernández Huidobro centre su atención en asuntos como la excesiva burocracia, y no denuncie los conflictos económicos y de poder. Dice: “No se trata de negar la incidencia de los factores culturales, pero a un hombre de izquierda se le debe exigir otro análisis. Lo que hace es desideologizar todo, no hay choque de intereses y el problema es el individuo que no puede consigo mismo”.
Según entiendo, para Rico las personas de izquierda son más lúcidas: por eso hay que exigirles “otro análisis”. Entonces es raro que él, que es un auténtico izquierdista, no vea que detrás de la excesiva burocracia sí hay “choques de intereses”, conflictos económicos y de poder.
La burocracia tiene poder. ¿O es casualidad que en Uruguay un basurero y un portero de Ancap ganen mucho más que un maestro?
La burocracia plantea un conflicto económico: se come una gran parte del dinero del Uruguay. Un ejemplo como hay millones: el mismo día en que se publicó el análisis de Rico, el vicepresidente Rodolfo Nin Novoa informó que la guardería del Palacio Legislativo, que atiende a un reducido número de hijos de burócratas privilegiados, gasta más de 600.000 dólares año.
También hay “choques de intereses”. Cada vez que importamos petróleo, Uruguay se desangra y la burocracia de Ancap engorda. ¿Por qué será que nunca hemos desarrollado ninguna alternativa energética propia, salvo la construcción de las represas hidroeléctricas, todas levantadas por dictaduras?
Para Rico, el nuevo Fernández Huidobro, el Ñato light, “desideologiza todo”. Ése es otro gran pecado. (¡Confiese Fernández Huidobro! ¡Confiese!). Lo mejor es no “desideologizar” nada. La ideología ante todo. En Uruguay una idea nunca es buena o mala, es de derecha o de izquierda.
Hace algunas semanas el diario izquierdista francés Liberation publicó un artículo titulado: “¿Hacer jogging es de derecha?”. Liberation se hace la brillante pregunta porque el nuevo presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, es de derecha y le gusta salir a correr. Una especialista consultada por Liberation dijo: “el jogging, por supuesto, está del lado del resultado y del individualismo, valores tradicionalmente atribuidos a la derecha”. Correr “más que un modo de andar es un modo de pensar”. Mitterrand caminaba. Caminar es de izquierda. Correr de derecha. Luchar contra la burocracia es como hacer jogging: derecha pura.
Uno no sabe qué es peor: si el cinismo de la derecha que nos quiere vender este mundo cada vez más desigual como un paraíso mággico, o la incapacidad de la izquierda para proponer una alternativa, algo que no sea el mismo discurso maniqueo de siempre.

Solo en la tatucera

Lo peor es constatar que una vez que Fernández Huidobro emprende una guerra sensata, sus posibilidades de ganar son las mismas de siempre: ninguna.
A la enorme burocracia uruguaya la criaron y la cebaron colorados y blancos, pero cuando (muy tarde) se dieron cuenta de que el monstruo había cobrado vida propia, que su apetito es insaciable, y tímidamente quisieron enfrentarla, fue el Frente Amplio el que acudió a su rescate.
El Frente Amplio llegó al poder con el voto agradecido de la burocracia. Fernández Huidobro debería contar cuántos miembros de la privilegiada burocracia uruguaya están sentados en el Parlamento y en los directorios de las empresas públicas en representación del Frente Amplio. (¡Cuente Fernández Huidobro! ¡Cuente!).
Mientras el Ñato libra su nueva guerra, solitaria como siempre, su gobierno está designando miles y miles de nuevos burócratas. Y aumentando los impuestos a un buen porcentaje de trabajadores para poder cerrar las cuentas.
A pesar del cambio prometido, a pesar de todo el entusiasmo que provocó en 2004 el triunfo del Frente Amplio, las opciones a las que se afilian hoy los uruguayos siguen siendo las mismas dos de toda la vida: conseguir un puestito en el Estado o emigrar. Al final Liberation tenía razón: los que consiguen un puesto en el Estado se hacen de izquierda: comienzan a caminar tranquilos por la vida. Los que no, debemos ser de derecha porque corremos. Corremos para llegar a fin de mes. Corremos para pagar la nafta más cara del mundo. Corremos para pagar el IRPF. Corremos para pagarle a los burócratas. Corremos lejos. Hasta España no paramos.

Publicado por Leonardo Haberkorn en Plan B, 31 de agosto de 2007

31.8.07

Los nuevos presidentes "progresistas" de la región prometieron transparencia pero sus gobiernos padecen un escándalo detrás del otro. ¿Y Uruguay?

La corrupción es la nueva ola

Solemos hablar de la política uruguaya como si fuera un fenómeno muy original. Incluso hay medios que informan de la política local como si fuera autónoma de la marcha del mundo, no le dan al público ninguna información internacional de peso. Quizás eso explique al mismo tiempo la chatura de nuestras elites y la pobreza de nuestra percepción de la realidad. Somos la aldea que se cree mundo, el perro de Pavlov de la política mundial.
La verdad es que la política uruguaya de original no tiene nada. Perón y Luis Batlle fueron enemigos sí, pero mientras eran presidentes Argentina y Uruguay impulsaron la misma política de nacionalización y estatización de los servicios públicos.
Nuestra historia reciente es la menos original de todas. Tuvimos una guerrilla mesiánica en los años 60, como en casi toda América Latina. Quien mire mucho TV Ciudad puede llegar a creer que los tupamaros fueron algo excepcional. Haber hecho un túnel para escaparse de la cárcel fue su máxima hazaña. La minúscula guerrilla brasileña logró secuestrar al mismísimo embajador de Estados Unidos en 1969 y canjearlo por 15 presos políticos, y en Brasil nadie habla de ella.
Después, en los 70, tuvimos nuestra dictadura militar filofascista igual que en Argentina, Brasil, Chile y Paraguay. Durante años se pregonó la idea de que nuestra dictadura había sido "a la uruguaya", menos salvaje, menos asesina: se había respetado la vida de los líderes guerrilleros presos, los muertos habían sido involuntarios "excesos" en los interrogatorios. Ahora sabemos que hubo ejecuciones, presos traídos desde otros países para fusilarlos, mujeres embarazadas secuestradas para robarles a sus hijos y luego asesinadas.
En los 80 recuperamos la democracia, igual que toda la región. Hasta el perfil de los presidentes elegidos en uno y otro país –Alfonsín, Sanguinetti, Sarney- resultó parecido: políticos tradicionales, cultos, de centro. En todo el continente se recuperó la democracia, con todas las virtudes y los mismos vicios que había tenido antes de los golpes de Estado.
En los 90 tampoco fuimos originales: Uruguay apostó al neoliberalismo, como casi toda América del Sur. Fueron los años de Lacalle, Menem, Collor de Mello. Más o menos radical, más o menos prolongado en el tiempo, el modelo vino con una lluvia de casos de corrupción y se fue con un rotundo fracaso.

Un escándalo por día

Justamente el hastío de la gente con las promesas nunca cumplidas por los adoradores del mercado provocó la penúltima ola: la de los presidentes "progresistas". La llegada al gobierno del Frente Amplio coincidió con los triunfos electorales de opciones similares en Argentina, Brasil y otros países del continente.
Por supuesto que en cada una de estas olas hay matices: Sanguinetti no se animó a juzgar a los militares como Alfonsín. Lacalle no bailaba con odaliscas como Menem. Tabaré Vázquez es el único presidente part time del universo progresista (y seguramente del universo todo). Fuera de estos matices, las coincidencias siempre son muchas. Todos los nuevos presidentes "progresistas", por ejemplo, llegaron al poder prometiendo abatir la corrupción. Pero la nueva ola que está recorriendo la región dice lo contrario.
Primero fue Lula. Aunque el Frente Amplio (con el apoyo de periodistas y académicos amigos) ha puesto mucho empeño en disimularlo, el gobierno de Lula ha exhibido una corrupción a la altura de los peores ejemplos de la historia sudamericana, lo que es mucho decir. Compra de votos en el Parlamento, coimas que encubren un financiamiento ilegal del Partido de los Trabajadores, enriquecimiento del hijo del presidente, son apenas parte de una serie de escándalos sin fin.
Ahora la ola llegó a Argentina: la secretaria de Medio Ambiente reparte contratos millonarios entre familiares y amigos, una bolsa con decenas de miles de dólares aparece en el despacho de la ministra de Economía, la empresa Skanska que contrata con el Estado se ve envuelta en un escándalo de coimas. Sólo falta un romance entre Kirchner y Cecilia Bolocco.

La valija

Si se necesitaba algo más para confirmar la ola de corrupción "progresista", la bolsa con 790.550 dólares que un venezolano cercano al gobierno de Hugo Chávez quiso introducir en forma clandestina en Argentina completó el panorama.
¿Y Uruguay forma parte de la ola, como siempre? Hay datos preocupantes al respecto. El venezolano de la valija, Guido Antonini, se fue de Argentina hacia Uruguay. ¿Qué hizo aquí? Se sabe que solía visitar Montevideo como lobbista y que se alojaba en hoteles reservados por Pdvesa. ¿Para qué venía? ¿Tiene eso que ver con los negocios que el gobierno uruguayo está haciendo con Pdvsa?La noticia, para peor, coincidió con otra sobre un misterioso cargamento de municiones bélicas venezolanas embarcado hacia Uruguay sin que se sepa bien porqué. ¿Todo es pura casualidad?
Se ha dicho que el dinero que quiso introducir Antonini en Argentina serviría para financiar grupos políticos pro Chávez. ¿Está Venezuela solventando grupos políticos uruguayos? Es posible. El modo en que se financia nuestra política es un completo misterio: mantener este secreto es una de las pocas coincidencias de los tres principales partidos.
Mientras la prensa argentina dice que los funcionarios del gobierno de Kirchner implicados en el escándalo Antonini son "recaudadores", la prensa uruguaya no dice nada. De este lado del Plata, con provinciana hipocresía, hacemos de cuenta que política y dinero nunca se juntan. ¿De dónde sale la fortuna que se gasta en televisión en cada campaña electoral? ¿Quién la aporta? ¿Bajo qué condiciones? ¿Es casualidad que los grandes beneficiarios de la reforma tributaria sean los grandes supermercados? La falta de transparencia tiene eso, alienta la suspicacia.
En la nueva ola "progresista" sudamericana se dice que hay dos o tres izquierdas distintas. A quien más se parece Tabaré Vázquez es a Lula. Como Lula, Vázquez no era un político tradicional. Como Lula, no llegó a la presidencia en su primer intento. Como Lula, encausó a su partido detrás de sus líneas menos radicales. Como Lula, apostó a la política económica de sus antecesores. Como Lula, es amigo de Estados Unidos. Como Lula, el bajo tenor izquierdista de su gobierno frustra a muchos de sus votantes.
Lula encontró la forma de ser reelecto a pesar del desencanto militante y la brutal exposición de toda la corrupción de su gobierno: repartir mucho dinero a los pobres a través de planes de asistencia social y crear miles de nuevos empleos públicos.
Vázquez ya conoce el desencanto radical. Vázquez ya reparte mucho dinero entre los pobres. Vázquez ya está creando miles de nuevos empleos públicos. Es de esperar que las coincidencias terminen aquí. Que Uruguay no se sume a la nueva ola que recorre el continente.

PUBLICADO EN EL DIARIO PLAN B, VIERNES 17 DE AGOSTO DE 2007

10.8.07

El deporte es otra cosa



La forma en que Peñarol despidió a Gregorio Pérez y contrató a Gustavo Matosas revela lo profundo de la decadencia del fútbol uruguayo

Jesse Owens destrozando la teoría de la superioridad de la raza aria en diez segundos, delante del mismísimo Adolfo Hitler, en el estadio Olímpico de Berlín. Muhammad Alí (Cassius Clay) rehusando ir a la guerra de Vietnam, obligando al mundo a mirar hacia África, enseñando que hay cosas más importantes que ser campeón del mundo. Chilavert levantado uno a uno a sus compañeros caídos después de la derrota contra Francia en la Copa del Mundo de 1998.
Muchas de las grandes lecciones de dignidad y coraje de los tiempos modernos las han dado los deportistas y el deporte. Por eso es doblemente triste observar en qué se ha transformado hoy el fútbol uruguayo.
Albert Camus, el genial autor de El Extranjero, dijo que todo lo que sabía sobre moral y los deberes de los hombres lo había aprendido en una cancha de fútbol. Hoy en el fútbol uruguayo solo se puede aprender de traición y mentiras, de deshonra y corrupción. No importa cuantos papagayos se compren para repetir lo contrario: el hedor de la cloaca se siente de lejos. Si una prueba faltaba, el escandaloso despido de Gregorio Pérez de Peñarol y la no menos escandalosa contratación de Gustavo Matosas son pruebas fehacientes de lo profundo del pozo.


1

El 13 de junio la directiva de Peñarol recibió a Gregorio Pérez. El técnico puso su cargo a disposición del club porque no había logrado ser campeón. También le pidió a los dirigentes que se unieran en pro de Peñarol. Los dirigentes le respondieron que querían que siguiera dirigiendo al equipo y lo ovacionaron. "El técnico aurinegro recibió el apoyo de toda la directiva", dijo Plan B en su crónica. "Me manifestaron que querían que yo siguiera", relató Pérez y anunció que se tomaría unos días para decidirlo. El directivo de Peñarol Vito Atijas dijo a Plan B que el consejo directivo "apoyó la gestión de Gregorio Pérez": "su cargo nunca estuvo en cuestionamiento". Otro integrante de la directiva, Carlos Ricagni señaló: "Ojalá que Gregorio siga porque es un señor con todas las letras".
Dos días después de esa reunión hubo otra, más glamorosa. Paco Casal –dueño de los derechos de televisación del fútbol y de las fichas de los principales jugadores uruguayos- convocó a los dirigentes de Peñarol a la sede de su empresa Tenfield.
Según narró El País, Casal les dijo que quería "fortalecer deportivamente" al club, consiguiéndole "figuras de mayor nombre" para mejorar el espectáculo televisivo. El "coordinador institucional" de Peñarol (una especie de presiente suplente nombrado a pesar de que no figura en los estatutos) Juan Pedro Damiani, el hijo del contador, dijo a El Observador que la reunión no tenía nada que ver con la continuación de Pérez como técnico. "No se habló de jugadores ni el empresario puso objeción alguna a la continuidad de Gregorio Pérez", dijo El País. El dirigente Ricagni relató que conocer a Paco fue toda una experiencia: "Encontré un hombre experiente, consejero y sabio que nos dio importantes recomendaciones para hacer un nuevo Peñarol". Tocado por el aura de un ser tan removedor, Ricagni agregó que tras esa reunión nacía un nuevo Peñarol. "El cielo está abriendo", dijo.

2

El lunes 18 Gregorio Pérez dijo en El Observador que al fin decidió aceptar el pedido de la directiva y continuar en Peñarol.
El mismo día, Últimas Noticias tituló: "Gregorio no se va" y anunció que los dirigentes de Peñarol reforzarán el plantel, tal como les pidió el técnico. La nota incluyó una lista de jugadores representados por Casal que podrían llegar al club.
El viernes 22 El País informó de otra nómina de refuerzos que llegarían a Peñarol de la mano de la nueva amistad con Paco: Fernando "Petete" Correa sería el primero.
Sin embargo, el sábado 23 los dirigentes se reunieron con Gregorio Pérez en Los Aromos y todos los jugadores que iban a llegar a Peñarol desaparecieron. Según las crónicas, en la reunión en Los Aromos, los dirigentes de Peñarol le dijeron a Pérez todo lo que se le dice a un director técnico cuando se quiere provocar su renuncia. Le dijeron que el club no tiene un peso. Que no contratará a nadie. Que se olvide de los jugadores de los que habían hablado. Que no se podrá retener a ninguno de los futbolistas que están en el club, ni a Silvio Mendes, ni a Juan Castillo, ni a Julio Mozzo. Le dijeron que deberá enfrentar los campeonatos que vienen con juveniles. Sólo faltó que le insultaran a la familia.
Ricagni definió la reunión en El País: hubo "transparencia y sinceridad, y así se logran grandes cosas".
Inocente, bueno, Gregorio Pérez no pensó mal. Dijo que se iba preocupado. Notó sí que en la reunión anterior en la sede del club los mismos dirigentes le habían hablado de nuevas contrataciones "pero ahora fue muy distinto".
¿Por qué había ocurrido un cambio tan radical? ¿Por qué antes habían hablado de refuerzos y ahora de golpe no se podía contratar ni siquiera uno? Gregorio no sospechó. "¿Esto le cambia los planes o sigue en el cargo?", le preguntó El País. "No, yo ya estoy embarcado en este proyecto que es Peñarol. Así que hay que seguir", respondió y se fue a su casa a llamar a futbolistas, socios que pudieran dar una mano, a hacer una lista de los juveniles que podían ser ascendidos para pelear el campeonato.

3

El lunes 25 El Observador aclaró el misterio. Según el periódico, en la reunión que diez días antes los dirigentes de Peñarol habían tenido con el "consejero experiente y sabio" Paco Casal éste les había exigido que echaran a Gregorio Pérez y que en su lugar contrataran a Gustavo Matosas.
"Paco le bajó el pulgar y tambalea Gregorio", decía el título de la nota. "Según pudo saber El Observador, el empresario se disgustó con Gregorio porque éste arregló su nuevo contrato con la institución sin antes hablar con él".
"A Gregorio no lo quiero en Peñarol", le habría dicho el sabio consejero a los dirigentes del club.
Además, una anónima "fuente aurinegra" explicaba en el artículo que la reunión realizada en Los Aromos con Gregorio Pérez, ese oasis de "transparencia y sinceridad" según la definición de Ricagni, había sido un intento de provocar la renuncia del técnico.
¿Por qué los dirigentes de Peñarol actuaron de un modo tan bochornoso y contradictorio con lo que habían hecho diez días antes? El Observador lo explicó así: "Los dirigentes de Peñarol quedaron con las manos atadas luego de la conversación con Casal. Si se queda Gregorio no habrá grandes inversiones. Si se va, pueden llegar algunos refuerzos del exterior".
Al día siguiente, cada uno de los ignominiosos anuncios de El Observador comenzaron a confirmarse.
Damiani hijo llamó por teléfono a Gregorio Pérez a su casa. Pérez estaba ultimando un plan para que Peñarol pudiera enfrentar del mejor modo posible su futuro inmediato y creyó que lo llamaban para que fuera a la sede a presentar el proyecto. Pero Damiani le dijo que estaba despedido.
"Fue una sorpresa muy grande porque hace unos días me habían ratificado en el cargo frente a toda la prensa", le dijo Pérez a Plan B.
El jueves 28 se cerró el círculo: Gustavo Matosas fue contratado como nuevo director técnico de Peñarol.

Final

Los hechos hablan solos. Los actuales dirigentes de Peñarol quedarán en la historia como los protagonistas del episodio más vergonzoso en la centenaria historia del club.
¿Por qué lo hicieron? Unas declaraciones de Damiani hijo a El Observador quizás lo expliquen. El periodista le preguntó al dirigente por la nueva relación de Peñarol con Paco Casal, tras años de guerras perdidas. Damiani hijo respondió: "Queremos generar una buena relación con él. Es una persona muy importante en este fútbol: tiene la televisión y los jugadores, es decir que no le falta nada. Estamos en el CTI pero se puede salir".
Lo ocurrido demuestra hasta qué punto el "experiente y sabio" Casal influye en el fútbol uruguayo. Ya sabíamos que según los humores de Tenfield, los periodistas son invitados a subir o a bajar del avión en el que viaja la selección, las radios echan a sus relatores, el canal oficial Tveo, La Meca del progresismo, cambia a sus informativistas. Eso ya lo habíamos visto. Ahora –según nos dice El Observador- Casal logró que Peñarol despidiera a uno de sus héroes, "un señor con todas las letras" al que sólo diez días atrás la directiva había ovacionado. Y también logró hacer que el sustituto elegido fuera su preferido. Y también logró que todo esto ocurriera de un día para otro. Es curioso como la prensa uruguaya habla con naturalidad de noticias que le darían vuelta el estómago a un guerrillero checheno.
¿Qué otras cosas puede lograr Casal?
¿Qué otras cosas ya ha logrado?
¿No le da un poquito de pudor a Gustavo Matosas asumir así la dirección técnica de Peñarol?
Viendo todo lo ocurrido en los últimos días, ¿habrá sido casualidad que justamente Gregorio Pérez perdiera las finales del campeonato uruguayo y las ganara justamente Gustavo Matosas? La crónica de El Observador me sembró la duda.
El deporte, para ser deporte, necesita de ciertas condiciones y garantías. Los equipos, los deportistas, tienen que medirse en igualdad de condiciones, con respeto a los reglamentos y con la certeza de que nadie tendrá ventajas sobre los otros. Cuando estas condiciones no existen, el deporte tampoco: la competencia pasa a ser otra cosa: un circo, un tinglado montando para la TV, un negocio millonario. Más o menos así eran los Titanes en el Ring de Martín Karadagian, aunque mucho más divertidos y honestos.
¿Este es el baño de jabón y cepillo de alambre que el ministro Héctor Lescano dijo que necesitaba el fútbol? ¿Este es el nivel de higiene que satisface al gobierno?
¿No es obligación del Ministerio de Educación y Cultura velar por el cumplimiento de los estatutos de las instituciones deportivas? ¿Así ejerce el ministro Brovetto esta responsabilidad?
En los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, en medio de la monstruosa puesta en escena nazi, con todo preparado para demostrar la superioridad de la raza aria y con el mismísimo Adolfo Hitler en la tribuna, el negro Jesse Owens pudo ganar cuatro medallas de oro.
En el fútbol uruguayo 2007, bajo un gobierno democrático y progresista, ¿se puede ganar contra Paco Casal?
La respuesta, que la sabemos todos, está soplando en el viento.


PUBLICADO EN EL DIARIO PLAN B, 6 DE JULIO DE 2007

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