Jaime Roos dijo en una columna que apareció con su firma en el diario Página 12 que no había leído Relato Oculto, pero que era todo "un invento".
Como cualquiera puede comprender, no se pueden afirmar las dos cosas al mismo tiempo con un mínimo de seriedad y rigor intelectual.
En un artículo que escribí en este blog respondí que Roos mentía al calificar de "invento" al libro que escribí con Luciano Álvarez, ya que en él no hay nada inventado. Por el contrario, todo está documentado: fechas, nombres, citas, artículos, fotos, testimonios, grabaciones.
En una entrevista que le realizan hoy a Roos en el semanario Búsqueda, éste se muestra agraviado con lo que escribí. "Antes de escribir eso, él me pudo haber preguntado la razón de mis dichos".
El razonamiento de Roos es tan asombroso que uno queda perplejo.
Él se da el lujo de descalificar un libro, de tildarlo de "invento de los feos", de "operación mediática" y de "disparate" sin siquiera haberlo leído.
Pero cuando uno se ve obligado a responderle ¡primero tiene que llamarlo por teléfono y preguntarle por qué piensa que es un "invento de los feos" el libro que comenta sin haber leído!
Roos tiene el tupé de afirmar que "hubiera sido más serio a nivel periodístico" que yo lo llamara antes de responder. Pero al mismo tiempo le parece serio comentar y descalificar un libro que admite que no leyó (ni llamó a los autores para informarse del contenido).
Es difícil encontrar un caso más paradigmático de doble discurso.
Si uno no lo conociera, creería que es Roos es bobo.
Pero bobo no es.
Es otra cosa.
Leonardo Haberkorn
el.informante.blog@gmail.com
16.8.12
Mini respuesta a Jaime Roos
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Uruguay
13.8.12
Paciencia, mucha paciencia
Paciencia, hay que tener mucha paciencia.
El hoy ministro Eleuterio Fernández Huidobro declaró en junio de 2011 que no había leído el libro Milicos y tupas, pero que éste era una "basura".
Por esas fechas, su secretario Roberto Caballero escribió en el diario La República, que el libro era una "infamia", una "mentira rastrera", una "inmundicia", una "cloaca", una "calumnia", una "canallada" y una "bazofia literaria".
Al parecer, Caballero sí había leído una partecita del libro, una decena de páginas que relatan como algunos integrantes del MLN interrogaron y torturaron a empresarios supuestamente corruptos, en conjunto con militares en el cuartel de artillería conocido como La Paloma, en 1972.
Lo que Caballero no decía en su artículo es que ese dato no era una primicia de Milicos y tupas, sino que ya había sido relatado por el tupamaro Juan Pedro Montero en el libro Ecos Revolucionarios (2003), escrito por Rodrigo Vescovi.
Milicos y tupas citaba a Montero y agregaba, entre otros, el testimonio concluyente del contador Carlos Koncke, que había presenciado con sus propios ojos uno de esos interrogatorios conjuntos, en el cuartel de La Paloma.
Aunque nunca he oído nada concreto en contra del contador Koncke, para Caballero yo no había tenido "ética y escrúpulos" a la hora de elegir mis fuentes.
La polémica duró poco, ya que el secretario de Fernández Huidobro en un siguiente artículo citó una carta del tupamaro Juan Pedro Montero en la que admitía lo mismo que dice Milicos y tupas: que un grupo de tupamaros ("menor a cinco personas") había torturado junto a los militares.
Ahí se terminó toda la discusión.
Es estos días, sin embargo, Víctor Hugo Morales ha intentado revivir esa polémica en Argentina. Como hasta ahora no ha podido rebatir una sola línea de Relato Oculto, el libro que documenta sus desmemorias, ha abusado del desconocimiento lógico que los argentinos tienen que aquella etapa de nuestra historia -la tregua entre el Ejército y el MLN en 1972-, para presentar a Milicos y tupas como un loco invento de un periodista "fabulador". Sin el menor escrúpulo periodístico, ha sacado de contexto algunos pasajes del libro y los ha leído por radio sin aclarar que está leyendo testimonios de gente que habla con nombre y apellido, el contador Koncke entre ellos. Por supuesto, tampoco cita el libro de Vescovi, ni la carta de Montero, ni la abundante documentación que existe sobre la tregua entre tupamaros y militares en 1972.
La verdad, no me sorprende.
En cambio, sí me sorprendió una noticia que ayer publicó la prensa: Fernández Huidobro por fin leyó Milicos y tupas. Y no solo lo leyó. ¡Ahora lo cita como prueba para aclarar un crimen de la dictadura: el asesinato de Roberto Gomensoro!
¿Cómo? ¿Cuándo fue que el libro pasó de ser una "basura" a transformarse en referencia?
Fernández Huidobro, en un escrito presentado ante la juez penal Lilián Elhorriburu, cita un pasaje de Milicos y tupas en el cual el contador Koncke relata que, en fechas cercanas a la desaparición de Roberto Gomensoro, un oficial de La Paloma le dijo: "A Gavazzo se le murió un chico, se le pasó de tiempo en el tacho".
¿Cómo? ¿No era que mis fuentes habían sido elegidas sin ética y sin escrúpulos?
Ahora descubren lo valioso del testimonio de Carlos Koncke.
Todavía les falta descubrir algo: en Milicos y tupas el profesor Armando Miraldi cuenta que, el día que lo sacaron del cuartel de La Paloma rumbo a otra unidad militar, el entonces mayor José Gavazzo lo fue a despedir y le dedicó un amenazante saludo. Miraldi anotó la fecha en un diario que llevaba en forma clandestina. Si cotejan la fecha verán que Gavazzo estaba en La Paloma cuando murió Gomensoro, y que no ha dicho la verdad en el juzgado cuando declaró que el no revistaba en la unidad en ese momento.
Es lo que tienen los libros, Fernández Huidobro: hay que leerlos antes de comentarlos.
Ahora, cuando los que decían que Milicos y tupas era una "basura", una "infamia", una "mentira rastrera", una "inmundicia", una "cloaca", una "calumnia", una "canallada" y una "bazofia literaria", lo citan y lo presentan como prueba para aclarar un vil asesinato de la dictadura, otros hacen la misma infame jugada con Relato Oculto: personas como el canciller Luis Almagro, los senadores Rafael Michelini y Mónica Xavier y el músico Jaime Roos, sin pudor y sin vergüenza, descalifican el libro sin haberlo leído, o haciendo como que lo que dice no existiera.
El tiempo volverá a poner las cosas en su lugar.
Solo hay que tener paciencia. Mucha paciencia.
el.informante.blog@gmail.com
El hoy ministro Eleuterio Fernández Huidobro declaró en junio de 2011 que no había leído el libro Milicos y tupas, pero que éste era una "basura".
Fernández Huidobro |
Al parecer, Caballero sí había leído una partecita del libro, una decena de páginas que relatan como algunos integrantes del MLN interrogaron y torturaron a empresarios supuestamente corruptos, en conjunto con militares en el cuartel de artillería conocido como La Paloma, en 1972.
Lo que Caballero no decía en su artículo es que ese dato no era una primicia de Milicos y tupas, sino que ya había sido relatado por el tupamaro Juan Pedro Montero en el libro Ecos Revolucionarios (2003), escrito por Rodrigo Vescovi.
Milicos y tupas citaba a Montero y agregaba, entre otros, el testimonio concluyente del contador Carlos Koncke, que había presenciado con sus propios ojos uno de esos interrogatorios conjuntos, en el cuartel de La Paloma.
Aunque nunca he oído nada concreto en contra del contador Koncke, para Caballero yo no había tenido "ética y escrúpulos" a la hora de elegir mis fuentes.
La polémica duró poco, ya que el secretario de Fernández Huidobro en un siguiente artículo citó una carta del tupamaro Juan Pedro Montero en la que admitía lo mismo que dice Milicos y tupas: que un grupo de tupamaros ("menor a cinco personas") había torturado junto a los militares.
Ahí se terminó toda la discusión.
Es estos días, sin embargo, Víctor Hugo Morales ha intentado revivir esa polémica en Argentina. Como hasta ahora no ha podido rebatir una sola línea de Relato Oculto, el libro que documenta sus desmemorias, ha abusado del desconocimiento lógico que los argentinos tienen que aquella etapa de nuestra historia -la tregua entre el Ejército y el MLN en 1972-, para presentar a Milicos y tupas como un loco invento de un periodista "fabulador". Sin el menor escrúpulo periodístico, ha sacado de contexto algunos pasajes del libro y los ha leído por radio sin aclarar que está leyendo testimonios de gente que habla con nombre y apellido, el contador Koncke entre ellos. Por supuesto, tampoco cita el libro de Vescovi, ni la carta de Montero, ni la abundante documentación que existe sobre la tregua entre tupamaros y militares en 1972.
La verdad, no me sorprende.
En cambio, sí me sorprendió una noticia que ayer publicó la prensa: Fernández Huidobro por fin leyó Milicos y tupas. Y no solo lo leyó. ¡Ahora lo cita como prueba para aclarar un crimen de la dictadura: el asesinato de Roberto Gomensoro!
¿Cómo? ¿Cuándo fue que el libro pasó de ser una "basura" a transformarse en referencia?
Fernández Huidobro, en un escrito presentado ante la juez penal Lilián Elhorriburu, cita un pasaje de Milicos y tupas en el cual el contador Koncke relata que, en fechas cercanas a la desaparición de Roberto Gomensoro, un oficial de La Paloma le dijo: "A Gavazzo se le murió un chico, se le pasó de tiempo en el tacho".
¿Cómo? ¿No era que mis fuentes habían sido elegidas sin ética y sin escrúpulos?
Ahora descubren lo valioso del testimonio de Carlos Koncke.
Almagro |
Es lo que tienen los libros, Fernández Huidobro: hay que leerlos antes de comentarlos.
Ahora, cuando los que decían que Milicos y tupas era una "basura", una "infamia", una "mentira rastrera", una "inmundicia", una "cloaca", una "calumnia", una "canallada" y una "bazofia literaria", lo citan y lo presentan como prueba para aclarar un vil asesinato de la dictadura, otros hacen la misma infame jugada con Relato Oculto: personas como el canciller Luis Almagro, los senadores Rafael Michelini y Mónica Xavier y el músico Jaime Roos, sin pudor y sin vergüenza, descalifican el libro sin haberlo leído, o haciendo como que lo que dice no existiera.
El tiempo volverá a poner las cosas en su lugar.
Solo hay que tener paciencia. Mucha paciencia.
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5.8.12
Víctor Hugo miente (y Jaime Roos también)
Víctor Hugo reaccionó con ira a la publicación de Relato Oculto, el libro que escribí junto a Luciano Álvarez y documenta sus desmemorias. Antes incluso de que se publicara, dedicó 15 minutos de su programa de radio a insultarme. Dijo que soy un periodista fabulador, sesgado, perturbado, derechoso. Que estoy “alquilado por el Yabrán de los medios de comunicación de la Argentina, a través del Periodista Rata”.
¿Con qué pruebas afirma tantos disparates?
Con ninguna. No las tiene y no las tendrá, porque lo que dice es falso. Miente.
Víctor Hugo Morales, como dice Luciano, se ha autoproclamado fiscal, con todos los derechos que da el cargo pero sin ninguna de sus obligaciones. Porque un fiscal debe investigar y rendir cuentas de la seriedad de sus afirmaciones. Morales acusa, pero nunca investiga. Y dice lo que le viene a la mente, sin importar si es verdad o mentira.
Luego de que Jorge Lanata emitió un informe, basado en nuestro libro, sobre la amistosa convivencia de Víctor Hugo con militares durante la dictadura uruguaya, el fiscal que acusa pero no investiga respondió que todo se basa “en dos militares chochos y mentirosos”.
Víctor Hugo polemiza con el informe televisivo de Lanata, necesariamente breve, pero no se anima a discutir con Relato Oculto. En el libro hay diez personas que con nombre y apellido cuentan que, durante los peores años de la dictadura, Morales visitaba un cuartel para jugar fútbol, paleta, billar, tomar copetines, participar de fiestas. También que salía de farra con los oficiales del batallón. No todos ellos son militares. El cantante de tangos Aníbal Oberlín, de 90 años y sin razones para mentir, cuenta que siempre veía a Víctor Hugo en el batallón. También el excampeón mundial de paleta Néstor Iroldi. Además, hay fotos. Y está grabado un discurso que dio en una fiesta en el cuartel. ¿Qué más se necesita?
La investigación permitió ubicar una entrevista de 1984 en la cual Víctor Hugo jura por lo que más quiere en el mundo que nunca tuvo agendado el teléfono de un militar. Pero en el discurso grabado en el Batallón agradece al entonces mayor Grosso por haber estado siempre al otro lado del teléfono.
Tal parece que, incluso cuando jura, Víctor Hugo miente.
Víctor Hugo Morales no escatimó elogios a la Junta Militar que gobernaba Argentina, con Videla a la cabeza, durante el Mundial '78. |
Todo lo que dice Relato Oculto está documentado. Es un trabajo serio. Jaime Roos también miente cuando, con total falta de seriedad admite que ni siquiera leyó el libro pero afirma que "todo es un invento". Acá no hay ningún invento. Están los testimonios, las citas, las fechas, los recortes de prensa, las fotos, las grabaciones. Hace falta algo más que una historieta con Yabrán y el Periodista Rata -y el apoyo de amigos que no leyeron el libro-, para explicar todo lo que documenta Relato Oculto.
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