Más allá de aciertos y errores de los periodistas que estaban al frente de esos espacios, el cierre masivo de espacios periodísticos que hemos vivido en los últimos días es triste y preocupante.
Es también la confirmación de una tendencia que ya lleva demasiado tiempo arrastrándose: el periodismo, en Uruguay, es hoy un ejército que se bate en retirada. El problema es que no existe una democracia que pueda funcionar sin una ciudadanía informada. Y -aunque hay quienes piensan lo contrario- en esa tarea el periodismo sigue manteniendo un rol clave.
La preocupación por las últimas bajadas de cortina se acrecienta cuando se exhiben los planes que de ahora en más seguirán las empresas que optaron por estos cierres.
Sobre la clausura de Santo y Seña, Canal 4 dijo en un comunicado que "ha decidido orientar su producción y realización de contenidos hacia formatos de entretenimiento y concursos de reality".
En el caso de la radio El Espectador, los dueños de la empresa Magnolio decidieron saltar olímpicos por sobre su historia centenaria y transformarla en una radio cien por ciento dedicada al deporte y al periodismo deportivo. La programación entera.
En otra época, decisiones y argumentos de este tipo serían una mancha ante la opinión pública. Ahora se anuncian sin pudor. Se suman a un panorama informativo tapizado por debates políticos de cuarta, una cadena sin fin de homicidios narcos, abusos sexuales infantiles, gente pobre que muere al incendiarse su casa, récords de ausentismo escolar, postulantes a maestros que no saben leer, buenos vecinos que colocan trampas mortales en la vereda y hasta empresarios que prenden fuego la casa de un competidor porque sospechan que les hizo "magia negra".
Ignorancia, incultura, miseria, corrupción, clientelismo, ineficiencia estatal. El Uruguay de hoy.
¿Para qué necesitaríamos más y mejor periodismo?
Los programas de entretenimiento y sobre fútbol no tienen nada de malo. El problema comienza cuando su proliferación se lleva puesta una función esencial de los medios de comunicación, que es mantener a la ciudadanía informada sobre la realidad y, si es posible, también contribuir a elevar el nivel del debate y de la educación ciudadana.
Tenemos demasiados temas graves sobre la mesa.
Y cada vez menos espacios para informarnos sobre ellos y poder discutir cómo solucionarlos.