19.4.12

Periodismo tuit tuit

Hace diez años la mayoría de los periodistas ya había dejado de salir a la calle. Uno miraba una redacción y veía a muchos, demasiados, sentados frente a sus escritorios, con el teléfono en mano y la vista clavada en la pantalla de la computadora. Era un problema, porque el contacto con la gente y con la realidad suele ser el mejor camino para saber lo que pasa, para conseguir noticias importantes y buenas historias. La verdad está ahí afuera, como decía el lema que guiaba a Fox Mulder. Aquello tan viejo de observar, registrar, hacer preguntas y revolver archivos. Investigar requiere como primer requisito despegar el trasero de la silla. El teléfono y Facebook pueden ayudar mucho, pero nunca sustituyen el salir a buscar y ver las cosas con los propios ojos.
Twitter agravó el programa. Su poder adictivo superó todo lo anterior. Su vertiginosa línea de actualización: una, dos, tres, cien novedades en un instante fue la inyección letal que eliminó los últimos vestigios del reflejo que le indicaba al periodista que debía hacer el esfuerzo, elevar los glúteos de su butaca y salir a investigar algo. O por lo menos levantar el teléfono.
Periodismo, redes sociales, periodismo de escritorio, la verdad está afuera
Hay una fascinación con la instantaneidad de twitter y de las redes sociales en general. Azotado por una crisis que amenaza ser terminal, el periodismo apela a la instantaneidad como arma de salvación. Páginas que se actualizan a toda hora, periodistas que twittean cientos de veces al día y, sobre todo, que no se pierden ningún tweet de ningún famoso. Rápido. Ya. Ahora. No importa lo que sea. El problema es que los tipos que organizan fraudes en las licitaciones o defalcos bancarios o matanzas colectivas todavía no lo twittean. Es un detalle. Mientras sea rápido, todo sirve. Hace poco un portal publicó la noticia de que Shakira se rascó el culo. En serio.
Al contrario de lo que suele repetirse, internet no supuso un gran avance respecto a la transmisión de información instantánea. La radio cumple con esa función desde hace décadas. Cuando Ghiggia anotó el segundo gol en Maracaná, el 16 de julio de 1950, los uruguayos se enteraron instantáneamente. Hace 62 años.
La gran ventaja que da internet no es la posibilidad de ser instantáneo, sino la de ser profundo. De informar a fondo. Son conceptos casi antitéticos. Y la prensa está eligiendo el equivocado.
Es cierto que leer en internet es menos cómodo que hacerlo en papel o que escuchar la radio tirado en una reposera. Pero la web tiene poderosas ventajas para informar en profundidad respecto a los demás medios. Para empezar, dispone de espacio ilimitado: se puede colgar una biblioteca entera de documentos de la red. No lo puede hacer la prensa y mucho menos la radio o la televisión. Internet tiene otra ventaja: puede reunir textos, infografías, documentos, fotos, videos, archivos de audio: puede valerse de todos los otros medios y presentar un asunto sumando materiales de todo tipo. Internet permite, además, enlazar otros artículos, libros, películas. Puede así presentar una información con decenas, cientos o miles de documentos probatorios, antecedentes, testimonios, ejemplos y derivaciones. Eso -sumado a la posibilidad de sumar los aportes del público- es lo que otorga profundidad a una información. Miles de periodistas a lo largo de la historia de la profesión hubieran querido gozar de semejantes ventajas para presentar sus investigaciones.
Pero a pesar de que internet es el vehículo ideal para presentar información completa y documentada, para ser profundo, casi siempre se la usa para lo opuesto: para ser instantáneo, light, liviano. Textos breves que rara vez se internan más allá de la mera superficie.
El reciente caso de violencia doméstica en el cual una mujer fue asesinada por su pareja en Punta Gorda fue paradigmático del periodismo instantáneo que cada vez gana más redacciones.
Dos colegas, en el semanario Brecha y en el portal In Situ, ya han escrito sobre este caso. El gran hallazgo de los medios fue una carta, de tono íntimo, que una de las hijas de la víctima, una niña, colocó en su Facebook. Luego se hicieron del auto de procesamiento y lo irradiaron al mundo por Twitter.
Ni en uno ni en otro caso existió la más mínima reflexión respecto a lo que se estaba haciendo. La carta de la niña no agregaba ninguna información relevante, solo la obvia cuota de dolor desgarrador de una niña que acababa de asistir al asesinato de su madre. ¿Tenía algún sentido exponerla ante la opinión pública? Si la carta no aportaba nada, ¿valía la pena generar un nuevo foco de preocupación a la familia afectada?
Pocas horas después, otro medio consiguió el auto de procesamiento del homicida. Sus periodistas lo volcaron en Twitter y luego lo pusieron en las pantallas de televisión, como si se tratara de una orden secreta del Pentágono capturada por Wikileaks. Sin embargo, no había en el breve documento ningún elemento de relevancia que no se supiera ya en base a lo que las fuentes policiales y judiciales habían relatado. Lo que estaba básicamente en el auto de procesamiento era la versión del matador. Como todo delincuente, en su declaración ante el juez, el homicida había tratado de quedar lo menos mal parado posible. Hablaba mal de su víctima -la pobre mujer a la que acababa de matar con saña, a golpes y delante de su hija-, ventilaba aspectos de su vida sexual, la pintaba como una provocadora.
Por supuesto, hay un detalle que los periodistas uruguayos que se dedican a este tipo de notas muchas veces olvidan: la muerta no pudo pasar por el juzgado a dar su versión de las cosas.
¿Cuál fue el sentido de escanear ese auto de procesamiento y divulgarlo sin ningún filtro? ¿Nadie reparó que el único efecto era el de enchastrar a la víctima?
Antes, cuando en una redacción se obtenía un documento de ese tipo, periodistas y editores discutían, aunque más no fuera cinco minutos, qué validez y qué méritos podía tener divulgarlo o no. Qué partes eran legítimas de ser citadas y cuáles no. Qué pasaje era información y qué pasaje solo invadía la vida privada de la gente. Qué valía la pena extraer de allí y qué se descartaba porque solo ensuciaba a la persona muerta. Se pensaba un poco antes de mandar cualquier cosa al aire o a las rotativas.
Pensar es otra cosa que está cayendo en desuso en los medios.
En el caso del crimen de Punta Gorda había cosas más interesantes que el Facebook de la hija de la víctima o las torcidas declaraciones del homicida.
El matador, por ejemplo, tenía una orden de restricción judicial que le impedía acercarse a su ex pareja. Pero, sin embargo, al mismo tiempo seguían compartiendo la custodia de sus hijos. Fue justamente cuando se encontraron para que él dejara los niños cuando ocurrió el crimen. Me pregunto: ¿tiene sentido que se libre una orden de restricción de acceso a una persona violenta y al mismo tiempo se le mantenga el derecho a acceder a sus hijos? Porque siendo así: ¿cómo podrá intercambiar los niños sin violar la orden de restricción de acceso?
¿Hay otras parejas en esta situación tan compleja de violencia latente? ¿Los jueces y la Policía no reparan en esta contradicción?
Investigar este punto, como también la impunidad que ese día exhibió el homicida para manejar borracho yendo y viniendo por la ciudad, requería sacar los ojos del Twitter. Pensar un poco. Levantarse de la silla. Visitar jueces, policías, activistas sociales, familias. Laburar. Hacer el trabajo del periodista. Algunos todavía lo intentan y, en este caso, hubo coberturas mucho mejores que los ejemplos citados. Pero cada vez son menos.
Otro ejemplo: se reproduce el canto de sirena del gobierno respecto al notable éxito en la baja de la pobreza, pero son pocos los medios que le dan el contexto imprescindible: se considera “no pobre” a personas que ganan sueldos miserables, con los cuales es imposible llevar una vida digna (5.847 pesos en Montevideo, 3.438 pesos en el interior urbano y menos aún en el interior rural).
Sería bueno que un medio enviara a uno de sus cronistas a Pando a vivir un mes con 3.438 pesos y luego nos contara cómo es la clase media del Uruguay de hoy, por lo menos para saber qué estamos festejando.
Pero –el ministro Olesker puede respirar tranquilo- esa crónica no la va a escribir nadie.
Ningún dueño de ningún medio querrá tener un mes entero a uno de  sus empleados haciendo una única nota que, además, no le va a gustar al gobierno.
Ningún periodista va a querer vivir un mes en Pando, con 3.438 pesos y sin poder seguir, segundo a segundo, la línea de actualizaciones de Twitter.
Mejor sigamos así. Bien atentos a la pantalla de la PC. Capaz que Shakira ahora se rasca en otro lado.

12 comentarios:

  1. Leonardo,
    coincido 100% con lo que escribís. Quizá habría que agregar otras consideraciones. Y me parece que la principal es el lector.

    ¿Cuántos lectores hay que les interese leer artículos realmente profundos? ¿Cuántos a los que les interese leer más de media pantalla en la computadora? ¿cuántos que prefieren la sangre, el morbo y las intimidades escabrosas a un estudio sociológico o al relato del experimento que proponés?

    Vos mismo debés tener la experiencia de que te leen más porque posteás estos artículos en Facebook que porque la gente venga directamente a tu blog. O, por lo menos, es la impresión que me da viendo dónde se ubican los comentarios y cuántos son.

    Me imagino que vos tenés mucho más profundas reflexiones que las mías, que las estoy haciendo a vuelapluma (¿vuelatecla?) pero me da la sensación de que siendo el pueblo que somos tenemos el periodismo y el sistema político que nos merecemos.

    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Muy buen articulo, tal cual esta pasando.
    No importa lo que quieren leer, ni tampoco lo que esta al uso, el periodista debe cumplir con su mision.
    No es facil si no tiene el medio, pero no deberia envilecerse por ello.
    En mi caso, yo leo todo de Haberkorn, donde este, y lo mismo hago con los otros 5 periodistas que tenemos en nuestro pais.
    Cada dia mas alcahuetes, mas pelotudos, mas incapaces, mas vagos, y menos periodistas.
    Leonardo, pienso que somos muchos los que te leemos, porque sos un verdadero periodista, no sientas que tu trabajo no se reconoce, adelante, fuerza, adelante.
    Durruti.

    ResponderEliminar
  3. Estupendo artículo.
    Al igual que Oscar, comparto en un todo tu análisis. Y también comparto las anotaciones que Oscar agrega.
    Hay un complejo círculo vicioso del que no tengo claro cómo se sale.
    La sociedad toda, sus integrantes y los mecanismos que nos vinculan, todo tiende a eso instantáneo, superficial, rápido, por oposición -como bien dices- a lo profundo.
    Twiter es el reflejo de eso instantáneo y superficial.
    Y Facebook también es una muestra de cómo nos estamos vinculando; quiénes son nuestros "amigos" en este tiempo? Lo superficial, el no compromiso. Te escucho (leo) si tengo tiempo y ganas; si no, te borro o te ignoro y tá.
    Y por cierto, la prensa advierte eso y lo refuerza con más superficialidad, menos análisis y más vanalidad... y oh! ... mejor le va, más vende. Más morbo, más sangre, más espectacularidad, más Shakira rascándose.
    Y así se cierra ese círculo del que no tengo claro cómo se sale, si es que se sale ... No sé. Me gana el escepticismo, confieso.
    Por lo pronto, bien por ti, por tu blog, por este artículo que ya mismo comparto en el FB (aprovechémosle el lado constructivo!).
    Y bien por Oscar en su comentario.
    Mi saludo para ambos.

    ResponderEliminar
  4. Hay otro punto muy importante respecto a internet: tener un blog es "gratis" y no depende de dinero o autorizaciones, por lo que hay mas libertad de decir cosas incomodas.

    ResponderEliminar
  5. Cada vez que te leo, me quedo sin palabras loco. Invalorable columna.

    ResponderEliminar
  6. Es muy cierto, y muy lamentable, lo que decís sobre las prácticas del periodismo actual. Aunque el palo que le tirás a Olesker está fuera de lugar, o sería motivo de otra nota. En todo caso en todos los gobiernos hubiera sido bueno mandar a un periodista a vivir con el dinero que vive un pobre, aunque hubiera sido peligroso hacerlo durante el gobierno de Batlle, por ejemplo, en Las Láminas. Tu idea, que me parece muy buena, sería particularmente aleccionadora para los jóvenes periodistas que hoy son el grueso de los grandes medios, todos ellos estudiantes o egresados de universidades privadas, que a su vez funcionan casi como agencias de colocación laboral (esto sería tema de otro artículo). Tampoco nada te impide a ti predicar con el ejemplo y vivir vos mismo con un pobre, si no un mes, al menos una quincena. Estoy seguro que nos entregarías una crónica excelente. Y hablando de predicar con el ejemplo, sería bueno que hicieras los que proponés y hubieras investigado, más allá de que es obvio de que es una miseria, por qué el que gana más de 3.438 pesos no es considerado pobre: hay razones técnicas (si querés, tecnocráticas) para fijar ese monto. Y confundir no ser pobre con clase media, es un grave error metodológico. Parece que te dejaste guiar más por la indignación que te provocan los logros que se arroga el ministro Olesker que por tratar de entender y explicar cómo se fija el parámetro de la pobreza, que existe en todos los países donde se la mide.

    ResponderEliminar
  7. Estupendo, como siempre. Creo que muchos estamos ávidos de reflexiones inteligentes como éstas. Como no uso facebook ni twitter, lo voy a copiar y mandar por mail.

    Susana (la madre de Juan Andrés)

    ResponderEliminar
  8. Por deformación profesional tengo la costumbre de leer a la manana varios medios internacionales de noticias y darme la vuelta por algunos medios uruguayos. Si no fuera por el diseno de sus web pensaria que estoy leyendo la misma pagina. Coincido en que internet tiene una potencialidad unica, si se sabe usarlo podes acceder a todo tipo de información. Pero en los ultimos anos, en los medios uruguayos esto ha sido olvidado.
    Me encanto el articulo y acabo de incluir tu blog en mi barra de favoritos. Saludos

    ResponderEliminar
  9. Anonimo 05:26,estimado, el tema son los periodistas, no es Olesker.
    Tambien le podemos pedir que hable de la energia, que se termina el petroleo, que los alimentos no alcanzan, que muere un niño de hambre cada 20 segundos en el mundo.
    Le podemos pèdir que hable de muchos temas, pero hoy se esta considerando a los peridistas.
    Sobre los $ 3.438 y la pobreza yo te pregunto a ti, estarias dispuesto a vivir con ese salario mensual, y tu amigo Olesker, estaria dispuesto tambien??
    Y le preguntaria a ti y a tu amigo Olesker, donde se atienden, donde estudian sus hijos, en que barrios viven ??
    Te acordas cuando el grupo politico de Olesker le daba a Pereira Revervel lo mismo que un obrero de Ute para vivir??
    Salud.
    Durruti.

    ResponderEliminar
  10. Estimado tocayo. El que introdujo a Olesker en un artículo sobre periodismo fue el autor, no yo. El mismo reparo que vos me hacés, es el que le hice al redactor. Es decir, me estás dando la razón. Todo lo demás que viene es una consecuencia de la disgresión inicial del autor, que yo pongo en foco y que vos aumentás. Es el problema de mezclar el trigo con la paja.

    No soy amigo de Olesker, ni lo conozco, ni te puedo responer todo el reso. No estoy dispuesto a vivir con esos pocos pesos, eso sí. El episodio al que referís de la cárcel del pueblo es, si lo pensás bien, un antecedente de lo que recomienda Haberkorn. Y en esta ocasión también te entregás mansamente con un ejemplo que no te favorece: mientras a unos los aleccionaban pagándoles el sueldo de un funcionario estatal (un ejercicio notoriamente pedagógico) a otro (casualmente pedagogo)le ponían un tiro por lección, los funcionarios estatales que todos nostros pagábamos con nuestros impuestos. Escribo esto sabiendo que no vas a entender nada y te vas a cegar multiplicando ejemplos que nada tienen que ver con el tema incial (¿ves Haberkorn cuáles son los problemas de usar un tema para querer hablar de otro asunto?)

    ResponderEliminar
  11. Estimado tocayo, somos pocos y nos conocemos.
    Olesker de izquierda encierra a Pereira y le da $ 2 para vivir, Olesker progresista, en el gobierno, dice que con $ 1 no son pobres.
    Mira lo que decis: "escribo esto sabiendo que no vas a entender nada", linda forma de defender a Olesker y al gobierno.
    Parece que a ti, como a ellos, la razon les viene del cielo, y se fastidian con los mortales como yo.
    Tambien acusas a Haberkorn de ocultar con el tema periodismo su veradera intencion, que seria atacar a Olesker.
    Aca ya estas en el papel de Nathan Yun.
    Tipico del perfil progresista, mas ligth por cierto que los yuppies de la campora, en la vecina orilla.
    Lindo intercambio, buen intento pero has quedado al descubierto.
    Salud.
    Durruti

    ResponderEliminar
  12. Que periodista uruguayo lee los artículos académicos mas actuales sobre temas técnicos en la medición de pobreza? Me hacen reír ! Si a gatas han terminado su licenciatura

    ResponderEliminar


Etiquetas

33 Orientales Accidente en Young accidentes de tránsito Adolfo Antelo Alejandro Atchugarry Alejandro Vegh Villegas Alemania Alimentación Álvaro Moré Amodio Pérez Ancap Andes Antonio Mercader Árboles autóctonos del Uruguay Argentina Artigas aviación Bicentenario Bolivia Brasil Caraguatá cárceles Carlos Koncke Carlos Liscano Cesáreo Berisso charrúas Che Guevara. Checoslovaquia Chespirito - Roberto Gómez Bolaños Chueco Maciel Ciudad de la Costa Comunidad Jerusalén Creative Commons Crónicas de sangre sudor y lágrimas Crónicas y reportajes Cuba Cultura Daniel Castro Daniel Chasquetti Daniel Vidart Daniel Viglietti delincuencia Democracia derecha radical Derechos humanos diarios dictadura dictadura. Doble discurso europeo Drogas Eduardo Bonomi Eduardo Galeano Eduardo Pérez Silveira educación El Chavo Elon Musk empleados públicos Engler Enrique Tarigo entrevistas ETA Evo Morales Fernández Huidobro Fernando Parrado financiamiento de los partidos políticos Fito Páez Fuerzas Armadas Fútbol Gabriel Ohanian Gabriel Pereyra Gavazzo Gavazzo Sin Piedad Gente que no sabe leer y tergiversa lo que uno escribe Gerardo Caetano Grasas trans (transexuales) guaraníes Guido Manini Ríos Günter Wallraff Gustavo Salle Gustavo Zerbino Herencia maldita Historia historia reciente Historias tupamaras Hospital Filtro Hotel Carrasco hotel Conrad Hugo Alfaro Hugo Batalla Hugo Bianchi Identidad Soberana Inmigrantes. Dominicanos Intendencia de Canelones internet Israel Italia Jaime Roos Javier Milei Joel Rosenberg Jorge Batlle Jorge Lanata Jorge Vázquez Jorge Zabalza José Mujica José Rilla Juan Ángel Miraglia Juan Martín Posadas Juan Miguel Petit Juan Salgado La República Leonardo Sbaraglia Líber Seregni Liberaij Libros Literatura Luca Prodan Luis Almagro Luis Lacalle Luis Lacalle Pou Luis Suárez Madonna Maltrato animal Maracaná Marcelo Estefanell Mario Bardanca. Mario Benedetti Medicina Medio ambiente Mercedes Sosa México Michael Jackson Miguel Ángel Campodónico Milicos y tupas MLN-T Montevideo Música Neber Araújo Nelson Sosa nombres disparatados nombres raros Óscar Padrón Favre Oscar Tabárez Pablo Cuevas Paco Casal Palestina Paraguay Partido Colorado Partido Comunista Paso de los Toros Paz Peñarol periodismo periodismo cloacal Perú PIT-CNT Plagios y otras situaciones dudosas Pluna Política Política uruguaya Pollo homosexualizante Populismo Primavera de Praga publicidad Punta del Este Racismo Radio Raúl Sendic redes sociales Relato Oculto Renzo Pi Hugarte Ricardo Piglia Roberto Canessa Rock Rodolfo Leoncino Rómulo Mangini sabihondos Salud Sin comentarios Sindicalismo sindicatos Sirios en Uruguay Sobre lo políticamente correcto Sonia Breccia Sumo Televisión Tenis terrorismo Tomás Eloy Martínez tortura trabajo Tragedia de los Andes Tupamaros Twitter Un mundo sin Gloria Uruguay Venezuela Víctor Hugo Morales Villanueva Saravia Violencia doméstica zoológico

Atención

Los derechos de los textos
publicados en El Informante
pertenecen a Leonardo Haberkorn.
No se permite la reproducción
sin autorización del autor.