24.9.16

La enfermedad del periodismo

En estos días se viralizó por segunda o tercera vez el artículo publicado en este blog cuando decidí dejar de dar clases hace ya casi un año.
Dicen que la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa, y esta no fue la excepción. Esta nueva viralización fue más esquemática, torpe y grotesca que las anteriores.
Salvo por un par de excepciones notables, colegas a los que fue un placer atender, en general me tocó padecer al periodismo de hoy en carne propia.
Durante tres días eternos decenas de medios llamaron sin cesar a mi celular desde las seis de la mañana a las diez de la noche. Productores radiales desesperados por poner al aire en vivo al "profesor que renunció por los celulares". Gente que llamaba sin haberse tomado la molestia de leer bien la nota, ni sus comentarios, ni los artículos posteriores que yo había escrito sobre el tema. Brillantes columnistas que rebatían lo que nunca dije. Tipos que deban lecciones desde sus prejuicios, expertos en sacar conclusiones tajantes sobre una realidad sobre la cual no se habían informado. Toda su investigación había sido leer -apurado y mal- el artículo hecho virus.
Un periodista de uno de los dos principales diarios de Argentina -un medio que ya había escrito sobre mi artículo hace diez meses, cuando lo publiqué- me mandó un cuestionario por mail. Una de las preguntas era: "¿Y vos a qué te dedicás?".
El teléfono sonó una vez más.
Atendí.
"Hola, profe, le hablo de la radio xxxx de Paraguay". "No soy profe, soy periodista como vos", le respondí. "Ah, disculpe, me dieron este número", me dijo, consternada.
Me llamaban sin haberse tomado la molestia de entrar un segundo a cualquiera de mis perfiles en cualquiera de las redes sociales, donde siempre la primera palabra es: periodista.
Cuando unos minutos después abrí mi mail, tenía un mensaje de esta misma colega:
-Buen día Profe, te saluda xxxx, Productora General de Radio xxxx del Parguay, deseo comunicarme contigo a fin de lograr una entrevista y poder viralizarla a través de nuestra agencia...
periodismo viral
El periodismo se supone que trabaja para aportarle a la gente información que le permita entender mejor el mundo en el que vive.
Hoy parece que ya no. El periodismo trabaja para viralizar y ser viralizado. Estamos pasando de servicio público a enfermedad.
Hay medios que por un click matan a la madre. Y de ahí para adelante, todo. Me vi envuelto en notas escandalosas, acusaciones insostenibles, títulos de enchastre. Colegas capaces de escribir sobre uno sin siquiera detenerse un segundo a pensar si lo que están escribiendo puede sostenerse mínimamente. Sin levantar siquiera el tubo del teléfono para preguntarte si tenés algo que decir al respecto.
Otra vez -como cuando el libro de Víctor Hugo Morales- caí en la grieta argentina. Del otro lado del Plata ya no hay grises. La era K dinamitó los matices. Todo es black or white. Todo es veloz, histérico, tajante, furtivo, excitado. Se lo hacen a Messi, imaginate a un periodista cualunquen. Juicio sumario y pena capital.
Lo peor, con todo, vino desde Miami.
El productor de un programa de la CNN en español me escribió por mensaje de Twitter:
- Soy productor de CNN en Miami. Un programa llamado Camilo entrevistas. ¿Pasas por Miami con frecuencia? Me gustaría invitarte al programa y entrevistarte.
No. No paso por Miami con frecuencia.
Poco después vi que el conductor de ese programa, un periodista llamado Camilo Egaña había escrito un artículo sobre mí en la web de CNN. Como me habían invitado al programa, lo leí. El artículo mezclaba (lo pueden visitar, aunque no lo recomiendo) una serie de sucesos difíciles de asociar: desde el cáncer a mi renuncia pasando por Susan Sontag. No lo entendí. Él tampoco me entendió a mí. Decía, en forma totalmente equivocada, que yo reniego de las redes sociales. 
Le escribí entonces a su productor. Le dije que no era así. Le mandé un par de enlaces a artículos que ya tienen varios meses y que están vinculados al artículo original, donde aclaraba ese punto.
El productor acusó recibo. Me dijo que se lo mostraría al tal Camilo.
¿Ustedes creen que se corrigió?
No, por supuesto.
El enrevesado camelo de Camilo sigue allí, en la web de CNN, presentándome como lo que no soy, haciéndome decir lo que nunca dije, dando información errada.
A sabiendas.
Luego nos preguntamos por qué cae la confianza en los medios.
Es el periodismo viral. La enfermedad del periodismo.

2.8.16

"No sirve para nada"

"Nos hacen estudiar historia de la dictadura. Es horrible. ¡Son 12 años! ¡Es mucho tiempo! Y no sirve para nada. Además, ya pasó, ya fue, están muertos, no van a aparecer. Queremos algo de ahora, algo moderno. ¡La historia del Pepe, por ejemplo! Eso estaría buenísimo".
Monólogo de una liceal avanzada, a propósito de sus clases de historia. Escuchado el lunes 1° en la cola de una caja del supermercado, mientras la cajera asentía y la madre sonreía como diciendo qué hija tan inteligente que tengo.

1.8.16

La diferencia entre el trabajo serio y la charla barata

Una de las críticas más insólitas que recibió Milicos y tupas fue la que escribió Marcelo Estefanell, mediático ex integrante del MLN, en el portal 180 ("Un milico y ¿dos tupas?", 30 de junio de 2011).
En ella, por sí y ante sí, y sin aportar ninguna prueba en apoyo de sus temeridades, Estefanell se permitió afirmar que algunas de las historias que se relataban en el libro no eran verdaderas.
Escribió, por ejemplo:

"Por otro lado, hay partes de los testimonios completamente delirantes, como el plan de Koncke y los oficiales de artillería 1 de saquear los cofre fort de los bancos tal como lo hiciera el general Velazco Alvarado (sic) en Perú con su gobierno de facto".

Milicos y tupas, de Leonardo HaberkornEstefanell se refirió así, intentando dejarlo en ridículo, al testimonio dado en el libro por el contador Carlos Koncke, que antes de llegar al MLN había integrado el gobierno militar de izquierda del general Velasco Alvarado en Perú.
Resumiendo mucho, lo que cuenta el libro al respecto es lo siguiente:
En 1972, cuando se produjo la tregua acordada por los mandos del Ejército y del MLN, Koncke estaba preso en el cuartel de Artillería 1, conocido como La Paloma. Entonces -aprovechado una serie de circunstancias que en el libro se detallan- logró convencer a los jefes del cuartel de realizar en Montevideo la misma operación que el régimen de Velasco Alvarado había hecho en Lima: la confiscación por sorpresa y en una noche de todas las riquezas que la oligarquía limeña guardaba en los cofre fort del sistema bancario.
Cuenta Koncke que eso mismo estuvo a punto de hacerse acá, que los vehículos del cuartel ya estaban prontos para salir a recorrer los bancos, en una operación conjunta de militares y tupamaros, cuando a último momento llegó una orden superior que obligó a suspenderlo todo.
Muy orondo, Estefanell escribió que el relato de Koncke era un delirio. O sea una fábula, una invención alocada, una mentira.
Y eso a pesar de que, en el libro, el profesor Armando Miraldi también se refiere al plan de los cofre fort reafirmando el testimonio de Koncke. Un detalle que Estefanell pasó por alto.


***

Cinco años después, una nueva investigación me llevó en los últimos días a tener varias entrevistas con quien fuera ministro de Economía de la dictadura, y una de sus principales figuras, el ingeniero y economista Alejandro Vegh Villegas.
El objeto de las entrevistas no era el año 1972, ni la tregua entre el MLN y el Ejército, pero en algún momento la conversación derivó hacia allí.
Vegh hablaba de los generales Esteban Cristi y Eduardo Zubía y relató que fueron ellos los que cortaron la tregua y el coqueteo entre el Ejército y el MLN.
"Ellos frenaron todo después de la detención de Jorge Batlle y Jorge Peirano, y no dejaron que Koncke llevara adelante su plan de confiscar todos los cofre fort", dijo Vegh.
Sorprendido, le pregunté:
"¿Usted conocía la historia del plan de Koncke en Artillería 1 para confiscar todos los cofre fort antes de la publicación de Milicos y tupas?".
Respondió:
"Sí, la conocía. No sabía que Koncke había tenido una participación tan protagónica, pero la conocía. Y sabía que fue uno de los detonantes, junto con la prisión de Jorge Batlle, para que Cristi y los Zubía dijeran 'aquí no va más' y le pararan la mano a Trabal y a la patota que se había formado. Le pararon la mano a esa alianza tupamara de presos y carceleros, le pararon la mano a Koncke y al coronel Trabal".
En otro momento de la conversación, Vegh agregó: "Ellos pararon la operación de los cofre fort para gran decepción de Koncke, a quien conocí en su momento y por el que siento gran simpatía, me resultó muy inteligente y muy simpático".

***

Las palabras de Vegh Villegas confirman un aspecto de Gavazzo. Sin piedad: que el general Cristi operó directamente para frenar aquel entendimiento entre tupamaros y militares (y luego designó a José Nino Gavazzo como segundo jefe de Artillería 1 para que "normalizara" la unidad).
En cuanto al testimonio dado por Koncke y reafirmado por Miraldi en Milicos y tupas, yo no tenía ninguna duda.
Pero las palabras de Vegh Villegas pueden dar una idea de hasta qué punto aquel plan ideado por Koncke conmovió a los mandos militares del momento.
Y de paso marcar un límite tajante entre la investigación y el trabajo serio, y el comentario gratuito y malintencionado.


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