Al mismo tiempo en que se conoció la intención del gobierno de crear 18 nuevos cargos de confianza política para que el presidente Mujica pueda tener un delegado en cada departamento del interior del país (y otros 40 puestos políticos más), se concedió un aumento de sueldos del 31% para los ministros del gobierno. Ahora ganarán unos 120.000 pesos nominales.
La noticia fue bien recibida por muchos. Un periodista radial, un buen y respetable profesional, puso en su Twitter: “Subirían sueldos al Consejo de Ministros. En buena hora. Jerarcas deben ganar acorde a su responsabilidad”.
También en Twitter otro profesional de la comunicación comentó: “Está muy bien que los Ministros ganen 5 lucas x mes. En cualquier caso, se lo merecen. El compromiso vale”.
Es cierto lo que dicen los colegas: los funcionarios de gobierno deben tener buenos sueldos y ganar de acorde a su responsabilidad, deben percibir ingresos que los alejen de las malas tentaciones, un dinero que les permita trabajar con calma y sin apremios, estudiar los problemas, tomar las mejores decisiones.
Pero los colegas han sido engañados en parte. ¿Por qué? Porque los más importantes sectores del Frente Amplio (a los que pertenecen cinco ministros) tienen topeados los ingresos de sus cuadros políticos. O sea: los salarios de sus ministros pueden subir a 100.000, 200.000 o 300.000 pesos, pero el ministro Bonomi, por ejemplo, solo podrá quedarse con unos 37.000 y el resto se lo deberá entregar al Frente y, la tajada más gruesa, al MPP.
El tope fue fijado por la Dirección Nacional del MPP el 7 de febrero. Puede verse la información en Últimas Noticias del día siguiente. La resolución dice que los 37.000 serían ajustados por el IPC, así que posiblemente hoy esa cifra sea un poquito más alta, lo que no altera las cosas.
El Partido Comunista fijó en esos días un tope aún más severo: 16.500 pesos, exceptuando a algunos dirigentes que renunciaban a un trabajo en el sector privado.
Financiar a los partidos políticos con el dinero que la sociedad destina a pagar el sueldo de sus funcionarios con la esperanza de que se desempeñen de la mejor manera es un engaño a la ciudadanía y también un manejo discrecional de los fondos públicos. Todos los partidos históricamente le han pedido una contribución a sus cuadros, pero el MPP y el PCU han llevado el sistema a un extremo perverso. Se están apropiando de los recursos que el Estado destina a mejorar su gobierno. Y, al mismo tiempo, alientan la suspicacia: ¿los aumentos salariales se deciden pensando en el Estado o en las arcas partidarias? ¿Se eligen a los mejores para cada cargo, o se prefiere a un compañero de sector cuyo sueldo topeado hará crecer el tesoro?
De hecho, gran parte del anunciado aumento salarial para los ministros será más bien un traspaso directo de dinero del Estado a las cajas fuertes del MPP y, en menor medida, al Partido Comunista. Hay cuatro ministros del MPP y uno del PCU. Lo mismo ocurre con cientos de funcionarios, incluidos los nuevos alcaldes y lo mismos ocurrirá con los famosos 18 delegados del presidente.
La noticia no debió ser “aumento salarial para los ministros”, sino: “aumento salarial para algunos ministros. Otros ganarán lo mismo, pero el MPP y el Partido Comunista embolsarán más dinero del Estado”.
El presidente José Mujica defendió la suba en las retribuciones del gabinete en su audición radial. Según El País, Mujica dijo que “si los ministros tienen 100 veces más responsabilidad, no pueden ganar cuatro veces menos (…) No se le puede pedir a la gente tanta poesía”.
¿Pero en qué quedamos? ¿Acaso quien decidió que los ministros y otros importantes funcionarios ganen solo hasta 37.000 pesos no fue el propio MPP?
Habría que crear un impuesto al doble discurso y todos saldríamos ganando.
El MPP, el presidente debe recordarlo, ha hecho alarde de sus topes salariales. Lo ha usado como argumento en la campaña electoral para pedir el voto de los ciudadanos. El actual ministro Bonomi escribió en la página Pepe tal cual es, el sitio oficial de la candidatura presidencial de Mujica, el 20 de mayo de 2009: “El MPP, apelando a una profunda convicción ética, fijó una política salarial para los compañeros que ejercen cargos políticos (…) Para que la burocracia no mate los cambios, los compañeros que ejercen cargos políticos tienen un tope, que les permita vivir tranquilamente, y que, sobre todo, no transforme la política en una carrera más”.
Lo que nunca le dicen a la gente es que el dinero que ellos no toman no lo devuelven al Estado, ni lo donan a las escuelas, los bomberos o los niños pobres. Toda esa enorme masa de dinero del Estado es volcada mes a mes al tesoro de partido.
Es la pasta base de la política. Siempre se necesita más.
A pesar de que Mujica prometió austeridad por sobre todas las cosas, los cargos de confianza se siguen multiplicando y sus salarios aumentan, mientras los topes siguen vigentes. Es un sistema encubierto y perverso, que debería ser ilegal.
Lo que son las cosas.
Un país pobre con un MPP rico.
Sobre este tema, leer también La pasta base de la política: http://leonardohaberkorn.blogspot.com/2010/09/la-pasta-base-de-la-politica.html
Artículo de Leonardo Haberkorn
Prohibida su reproducción por cualquier medio, digital o tradicional, sin la autorización del autor.
Derechos exclusivos blog El Informante
el.informante.blog@gmail.com
5.9.10
Aumento salarial para algunos ministros
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Política uruguaya,
Uruguay
2.9.10
La pasta base de la política
Quienes nos gobiernan deben creer que somos imbéciles. Nos hablan de Uruguay como si fuera Rusia, un país gigante, inabarcable, que se extiende por dos continentes, poblado por etnias diversas, con distancias enormes y gigantescos desiertos helados que dificultan las comunicaciones y la coordinación de las cosas. Es tan inmenso el Uruguay, son tan gélidas nuestras tundras, tan tupidas nuestras selvas, tan terribles las dificultades para saber qué cosas ocurren país adentro, que nuestro gobierno se apresta a designar 18 (dieciocho) representantes que coordinen y reporten lo que ocurre en las lejanas comarcas de la patria.
El gobierno tendrá ahora un señor con un sueldo muy alto que coordinará lo que ocurre en Pando, a 20 kilómetros de la capital, y en Canelones, a 46. Otro señor, algún candidato que no llegó a intendente o a diputado, reportará desde los recónditos pagos de San José, a 93 kilómetros, o de la lejanísima Florida, a 98. Otro, algún esforzado militante, informará desde la inaccesible Minas, a 122 kilómetros. Otros coordinarán desde remotos rincones como Durazno, Maldonado y Trinidad, todos a un par de horas de viaje en auto.
De acuerdo a los argumentos que expone el gobierno, el plan es tan groseramente ridículo que indigna. ¿Qué necesita saber o coordinar el presidente que no pueda hacer con una llamada de teléfono?
El presidente ha dicho que estos cargos se crean para ayudar a combatir la burocracia, algo así como tratar de sacar una muela cariada de un balazo. Uno no sabe si reír o llorar. Recuerda a George W. Bush, que hizo la guerra en Irak para traer la paz.
La gente votó a Mujica pensando que antes de derrochar un peso del Estado, el Pepe sería capaz de subirse a su moto y llegar a donde fuera necesario para solucionar cualquier problema. Pero la moto, evidentemente, es historia vieja.
Cada uno de estos nuevos delegados presidenciales tendrá, con toda probabilidad, su oficina, su auto, su teléfono, su celular, su séquito de secretarios, prosecretarios y cargos de confianza. También sus viáticos, gastos de representación y beneficios varios. Al mismo tiempo, se planea que el Ministerio de Transporte tenga OTROS 18 (dieciocho) representantes en nuestras lejanas comarcas. El presupuesto crea más de 60 (sesenta) nuevos cargos políticos de confianza. ¿Esa es la austeridad que Mujica agitó como principalísima bandera en la campaña electoral?
Imagínense lo que será en cada pueblo un burócrata investido con la etiqueta de Representante del Presidente de la República. Qué cosa no le pedirán y qué generoso será. Cada nuevo cargo político creado es otra boca de reparto de dádivas y favores. La vieja historia del clientelismo.
Si hay algo de los que los uruguayos estamos cansados es de esto. Si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo, es que tenemos una burocracia excesiva. Es curioso que Mujica, que se pasa hablando de la necesidad de que los uruguayos nos reunamos en nuestras coincidencias, violente de un modo tan flagrante uno de los pocos puntos en los que tal convergencia existe.
Esto no es nuevo, ni es casualidad. Hace unos meses asistimos a la creación de ocho alcaldías dentro de la modesta ciudad de Montevideo. Más del 60% de los montevideanos nos manifestamos en contra y votamos anulado o en blanco. ¿Qué pasó? Nada, el plan siguió adelante. Por aún: en un verdadero gesto de autismo político, los alcaldes fueron agraciados con un monumental sueldo de 80.000 pesos. Uno de ellos, que es edil, tuvo el rostro de votarse su propio suculento salario. Nadie dijo nada.
La mayor parte de los 80.000 pesos que cada mes cobran los alcaldes derrotados por el voto en blanco, no va para ellos sino para su sector político. El MPP, por ejemplo, permite que sus cargos políticos se queden con un máximo de 37.000 pesos de sueldo. El resto del dinero se lo embolsa el partido.
Con los delegados del presidente pasará lo mismo. La proliferación de puestos de confianza, además de su efecto clientelístico tradicional, es la máquina que cada mes lubrica con dinero contante y sonante el aparataje partidario, la pasta base de la política. Supongamos que el MPP “obtiene” doce de estos “coordinadores” y que cada uno le pasa al partido algo más de 40.000 pesos mensuales, unos 2.000 dólares para redondear. Estamos hablando de 24.000 dólares por mes que ingresan al partido, o sea 288.000 dólares por año, casi un millón y medio de dólares en todo el período de gobierno. Linda cifra para tener de reserva cuando llegue la próxima campaña electoral.
Lo que hizo que el pueblo le diera la espalda a los partidos tradicionales y en especial al Partido Colorado no fue tanto el resultado de sus gobiernos, sino el hastío con el clientelismo y el uso discrecional del dinero público, la repartija de cargos a sobrinos, esposas y ahijados, el tapar y justificar las chanchadas de los correligionarios, el llenar el estado de amigos inútiles.
¿Qué nos ofrece hoy el Frente Amplio?
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El gobierno tendrá ahora un señor con un sueldo muy alto que coordinará lo que ocurre en Pando, a 20 kilómetros de la capital, y en Canelones, a 46. Otro señor, algún candidato que no llegó a intendente o a diputado, reportará desde los recónditos pagos de San José, a 93 kilómetros, o de la lejanísima Florida, a 98. Otro, algún esforzado militante, informará desde la inaccesible Minas, a 122 kilómetros. Otros coordinarán desde remotos rincones como Durazno, Maldonado y Trinidad, todos a un par de horas de viaje en auto.
De acuerdo a los argumentos que expone el gobierno, el plan es tan groseramente ridículo que indigna. ¿Qué necesita saber o coordinar el presidente que no pueda hacer con una llamada de teléfono?
El presidente ha dicho que estos cargos se crean para ayudar a combatir la burocracia, algo así como tratar de sacar una muela cariada de un balazo. Uno no sabe si reír o llorar. Recuerda a George W. Bush, que hizo la guerra en Irak para traer la paz.
La gente votó a Mujica pensando que antes de derrochar un peso del Estado, el Pepe sería capaz de subirse a su moto y llegar a donde fuera necesario para solucionar cualquier problema. Pero la moto, evidentemente, es historia vieja.
Cada uno de estos nuevos delegados presidenciales tendrá, con toda probabilidad, su oficina, su auto, su teléfono, su celular, su séquito de secretarios, prosecretarios y cargos de confianza. También sus viáticos, gastos de representación y beneficios varios. Al mismo tiempo, se planea que el Ministerio de Transporte tenga OTROS 18 (dieciocho) representantes en nuestras lejanas comarcas. El presupuesto crea más de 60 (sesenta) nuevos cargos políticos de confianza. ¿Esa es la austeridad que Mujica agitó como principalísima bandera en la campaña electoral?
Imagínense lo que será en cada pueblo un burócrata investido con la etiqueta de Representante del Presidente de la República. Qué cosa no le pedirán y qué generoso será. Cada nuevo cargo político creado es otra boca de reparto de dádivas y favores. La vieja historia del clientelismo.
Si hay algo de los que los uruguayos estamos cansados es de esto. Si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo, es que tenemos una burocracia excesiva. Es curioso que Mujica, que se pasa hablando de la necesidad de que los uruguayos nos reunamos en nuestras coincidencias, violente de un modo tan flagrante uno de los pocos puntos en los que tal convergencia existe.
Esto no es nuevo, ni es casualidad. Hace unos meses asistimos a la creación de ocho alcaldías dentro de la modesta ciudad de Montevideo. Más del 60% de los montevideanos nos manifestamos en contra y votamos anulado o en blanco. ¿Qué pasó? Nada, el plan siguió adelante. Por aún: en un verdadero gesto de autismo político, los alcaldes fueron agraciados con un monumental sueldo de 80.000 pesos. Uno de ellos, que es edil, tuvo el rostro de votarse su propio suculento salario. Nadie dijo nada.
La mayor parte de los 80.000 pesos que cada mes cobran los alcaldes derrotados por el voto en blanco, no va para ellos sino para su sector político. El MPP, por ejemplo, permite que sus cargos políticos se queden con un máximo de 37.000 pesos de sueldo. El resto del dinero se lo embolsa el partido.
Con los delegados del presidente pasará lo mismo. La proliferación de puestos de confianza, además de su efecto clientelístico tradicional, es la máquina que cada mes lubrica con dinero contante y sonante el aparataje partidario, la pasta base de la política. Supongamos que el MPP “obtiene” doce de estos “coordinadores” y que cada uno le pasa al partido algo más de 40.000 pesos mensuales, unos 2.000 dólares para redondear. Estamos hablando de 24.000 dólares por mes que ingresan al partido, o sea 288.000 dólares por año, casi un millón y medio de dólares en todo el período de gobierno. Linda cifra para tener de reserva cuando llegue la próxima campaña electoral.
Lo que hizo que el pueblo le diera la espalda a los partidos tradicionales y en especial al Partido Colorado no fue tanto el resultado de sus gobiernos, sino el hastío con el clientelismo y el uso discrecional del dinero público, la repartija de cargos a sobrinos, esposas y ahijados, el tapar y justificar las chanchadas de los correligionarios, el llenar el estado de amigos inútiles.
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28.8.10
No, no somos tan distintos
Debido a múltiples mensajes que me han llegado a mi correo y a través de Facebook y Twitter respecto al artículo sobre los Kirchner (“Eterna inocencia, tercera parte”) me permito agregar algunas cosas.
El artículo habla sobre los Kirchner y la relación de los argentinos con sus líderes. No es un juicio de valor sobre la Argentina en general, país que en muchas cosas nos aventaja. Tampoco refiere a los uruguayos, ni a los cubanos, los estadounidenses, los españoles, pakistaníes o afganos. Es imposible incluir al mundo entero en un solo artículo, o al menos yo no tengo esa capacidad.
No lo digo, ni lo sugiero, que los uruguayos seamos muy distintos a los argentinos. Al contrario, creo que somos muy parecidos, mucho más de lo que nos gusta asumir. Me he ocupado muchas veces de la política uruguaya y de nuestros políticos, y no suelo guardarme nada respecto a nadie, a ninguno de nuestros bandos. Muchos de esos artículos están en el archivo de este blog, bajo las etiquetas de Política uruguaya y Uruguay.
Obviamente, hay corrupción en todos lados. En Uruguay también hubo y hay, las noticias de cada día son por demás tristes y elocuentes. En Argentina se descubren más trapos sucios por varias razones. El país es más grande, se mueve más dinero, eso es obvio. Pero, además, allí no existe nada parecido al corporativismo que hay en Uruguay entre los políticos y muchos politólogos, académicos y periodistas: basta ver a todos los que hoy andan por ahí bajándole los decibeles al caso Gonzalo Fernández, como si de un minúsculo descuido se tratara, y como si éste fuera su primer escándalo. A eso, que no es poco, hay que agregar que en Argentina el periodismo investiga mucho más que en Uruguay, sus compromisos son mucho menores que los que existen acá, y los grandes medios se atreven a contratar periodistas incómodos y no como en la República Oriental, donde por cosa que escribís te ligás un rezongo, la censura lisa y llana y hasta un despido.
Por algo escribo en un blog, a costa de mi bolsillo.
Hechas todas estas aclaraciones, que los buenos artículos no merecen, lo que escribí sobre los K es lo que pienso.
El artículo habla sobre los Kirchner y la relación de los argentinos con sus líderes. No es un juicio de valor sobre la Argentina en general, país que en muchas cosas nos aventaja. Tampoco refiere a los uruguayos, ni a los cubanos, los estadounidenses, los españoles, pakistaníes o afganos. Es imposible incluir al mundo entero en un solo artículo, o al menos yo no tengo esa capacidad.
No lo digo, ni lo sugiero, que los uruguayos seamos muy distintos a los argentinos. Al contrario, creo que somos muy parecidos, mucho más de lo que nos gusta asumir. Me he ocupado muchas veces de la política uruguaya y de nuestros políticos, y no suelo guardarme nada respecto a nadie, a ninguno de nuestros bandos. Muchos de esos artículos están en el archivo de este blog, bajo las etiquetas de Política uruguaya y Uruguay.
Obviamente, hay corrupción en todos lados. En Uruguay también hubo y hay, las noticias de cada día son por demás tristes y elocuentes. En Argentina se descubren más trapos sucios por varias razones. El país es más grande, se mueve más dinero, eso es obvio. Pero, además, allí no existe nada parecido al corporativismo que hay en Uruguay entre los políticos y muchos politólogos, académicos y periodistas: basta ver a todos los que hoy andan por ahí bajándole los decibeles al caso Gonzalo Fernández, como si de un minúsculo descuido se tratara, y como si éste fuera su primer escándalo. A eso, que no es poco, hay que agregar que en Argentina el periodismo investiga mucho más que en Uruguay, sus compromisos son mucho menores que los que existen acá, y los grandes medios se atreven a contratar periodistas incómodos y no como en la República Oriental, donde por cosa que escribís te ligás un rezongo, la censura lisa y llana y hasta un despido.
Por algo escribo en un blog, a costa de mi bolsillo.
Hechas todas estas aclaraciones, que los buenos artículos no merecen, lo que escribí sobre los K es lo que pienso.
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