Una de las críticas más insólitas que recibió
Milicos y tupas fue la que escribió Marcelo Estefanell, mediático ex integrante del MLN, en el portal 180 ("Un milico y ¿dos tupas?", 30 de junio de 2011).
En ella, por sí y ante sí, y sin aportar ninguna prueba en apoyo de sus temeridades, Estefanell se permitió afirmar que algunas de las historias que se relataban en el libro no eran verdaderas.
Escribió, por ejemplo:
"Por otro lado, hay partes de los testimonios completamente delirantes, como el plan de Koncke y los oficiales de artillería 1 de saquear los cofre fort de los bancos tal como lo hiciera el general Velazco Alvarado (sic) en Perú con su gobierno de facto".
Estefanell se refirió así, intentando dejarlo en ridículo, al testimonio dado en el libro por el contador Carlos Koncke, que antes de llegar al MLN había integrado el gobierno militar de izquierda del general Velasco Alvarado en Perú.
Resumiendo mucho, lo que cuenta el libro al respecto es lo siguiente:
En 1972, cuando se produjo la tregua acordada por los mandos del Ejército y del MLN, Koncke estaba preso en el cuartel de Artillería 1, conocido como La Paloma. Entonces -aprovechado una serie de circunstancias que en el libro se detallan- logró convencer a los jefes del cuartel de realizar en Montevideo la misma operación que el régimen de Velasco Alvarado había hecho en Lima: la confiscación por sorpresa y en una noche de todas las riquezas que la oligarquía limeña guardaba en los cofre fort del sistema bancario.
Cuenta Koncke que eso mismo estuvo a punto de hacerse acá, que los vehículos del cuartel ya estaban prontos para salir a recorrer los bancos, en una operación conjunta de militares y tupamaros, cuando a último momento llegó una orden superior que obligó a suspenderlo todo.
Muy orondo, Estefanell escribió que el relato de Koncke era un delirio. O sea una fábula, una invención alocada, una mentira.
Y eso a pesar de que, en el libro, el profesor
Armando Miraldi también se refiere al plan de los cofre fort reafirmando el testimonio de Koncke. Un detalle que Estefanell pasó por alto.
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Cinco años después, una nueva investigación me llevó en los últimos días a tener varias entrevistas con quien fuera ministro de Economía de la dictadura, y una de sus principales figuras, el ingeniero y economista Alejandro Vegh Villegas.
El objeto de las entrevistas no era el año 1972, ni la tregua entre el MLN y el Ejército, pero en algún momento la conversación derivó hacia allí.
Vegh hablaba de los generales Esteban Cristi y Eduardo Zubía y relató que fueron ellos los que cortaron la tregua y el coqueteo entre el Ejército y el MLN.
"Ellos frenaron todo después de la detención de Jorge Batlle y Jorge Peirano,
y no dejaron que Koncke llevara adelante su plan de confiscar todos los cofre fort", dijo Vegh.
Sorprendido, le pregunté:
"¿Usted conocía la historia del plan de Koncke en Artillería 1 para confiscar todos los cofre fort antes de la publicación de
Milicos y tupas?".
Respondió:
"Sí, la conocía. No sabía que Koncke había tenido una participación tan protagónica, pero la conocía. Y sabía que fue uno de los detonantes, junto con la prisión de Jorge Batlle, para que Cristi y los Zubía dijeran 'aquí no va más' y le pararan la mano a Trabal y a la patota que se había formado. Le pararon la mano a esa alianza tupamara de presos y carceleros, le pararon la mano a Koncke y al coronel Trabal".
En otro momento de la conversación, Vegh agregó: "Ellos pararon la operación de los cofre fort para gran decepción de Koncke, a quien conocí en su momento y por el que siento gran simpatía, me resultó muy inteligente y muy simpático".
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Las palabras de Vegh Villegas confirman un aspecto de
Gavazzo. Sin piedad: que el general Cristi operó directamente para frenar aquel entendimiento entre tupamaros y militares (y luego designó a José Nino Gavazzo como segundo jefe de Artillería 1 para que "normalizara" la unidad).
En cuanto al testimonio dado por Koncke y reafirmado por Miraldi en Milicos y tupas, yo no tenía ninguna duda.
Pero las palabras de Vegh Villegas pueden dar una idea de hasta qué punto aquel plan ideado por Koncke conmovió a los mandos militares del momento.
Y de paso marcar un límite tajante entre la investigación y el trabajo serio, y el comentario gratuito y malintencionado.