7.5.15

¡Déjenme ser periodisto!

Tengo que admitirlo. Les pido que por favor no me tomen a mal. Al principio me costó un poco acostumbrarme a las nuevas palabras: presidenta, edila, concejala.
Le confesé mis resquemores a una amiga feminista. Le dije: antes teníamos ediles, una bella palabra unisex. Había ediles hombres y ediles mujeres. ¿Por qué ahora tenemos que decir "edilas"? ¿Tendremos también "edilos"?
Pero mi amiga, que es una mujer sabia, me explicó, con mucha paciencia:
Miembros y miembras
Miembros y miembras

"Antes, Leonardo, había muy pocas mujeres en la política. Las mujeres no ocupaban ciertos puestos. Pero a medida que comenzaron a haber mujeres en esos cargos, el lenguaje también evolucionó. Por eso ahora hay presidentas y edilas".
Luego me contó una historia como ejemplo.
"Yo voy dos veces por semana a un grupo feminista, donde durante años solo iban mujeres. Pero el mes pasado comenzó a concurrir un varón. Y la presidenta del grupo propuso crear una categoría nueva: el socio feministo. ¡El lenguaje se va adaptando a las nuevas realidades!".
Es maravilloso.
Lo he pensado mucho y mi amiga tiene razón.
Hay muchos ejemplos que la apoyan.
El ciclismo, por ejemplo, fue un deporte que en sus comienzos solo lo practicaban las mujeres. Bellas y rudas damas, de polleras tableadas, que desafiaban las rutas de la patria en sus coloridas bicicletas: por eso se dice "ciclistas" y no "ciclistos".
Lo mismo ocurre con el fútbol, deporte femenino por antonomasia, con vestuarios rebosantes de aroma a Chanel Nº5, un juego de "futbolistas".
Y esto no solo ocurrió en los deportes, sino en todo tipo de lugares donde las mujeres fueron y hasta hoy son amplia mayoría: los consultorios dentales ("dentistas"), los viajes espaciales ("astronautas") y las redacciones de prensa ("periodistas").
Claro que ahora las cosas han empezado a cambiar, paso a paso. Y así como en el club feminista de mi amiga se admitió un socio feministo, pienso que, en este momento, cuando los hombres hemos comenzado tímidamente a ganar espacios en el ciclismo, el fútbol, los consultorios dentales, los cohetes al espacio y las salas de prensa, habría que ir pensando en la posibilidad de habilitar el uso de nuevas palabras: ciclisto, futbolisto, dentisto, astronauto y periodisto.
Comprenderán que esta última es importante para mí.
Soy progresisto.
Apoyo la evolución del lenguaje inclusivo y la lengua inclusiva.
¡Estoy con las edilas, las concejalas y las miembras!
Por favor, déjenme ser periodisto.

28.4.15

Dos versiones opuestas no pueden ser verdad al mismo tiempo

Creo que debería aclararse el caso de Alejandra Martínez Motta, hija del senador y candidato a intendente Daniel Martínez y de Laura Motta, consejera del Codicen.
Todo comenzó hace unos días con una denuncia de la Asociación de Funcionarios de la Universidad del Trabajo del Uruguay (Afutu). Según el sindicato, Alejandra Martínez fue agraciada con una "designación directa" como coordinadora del departamento de Diseño del Espacio Sarandí, una dependencia de UTU.
La denuncia fue desmentida en forma tajante por Wilson Netto, presidente del Codicen. El funcionario dijo que Martínez Motta fue designada tras ganar un llamado público. "En este tema de la hija de Martínez hay una desinformación muy grande", sostuvo Netto. "Ella ha presentado un proyecto de trabajo, está a cargo del proyecto de diseño y hubo un llamado en el que obtuvo el primer lugar".
Pero en la prensa de hoy vemos que la diputada Graciela Bianchi, del Partido Nacional, tercia en apoyo de la versión del sindicato. Exhibiendo la documentación de la contratación, la legisladora sostiene que no hubo concurso y que todo es un "curro" para "acomodar a una persona".


Uruguay es cada vez más el país donde dos versiones opuestas son "verdad" al mismo tiempo: el agua que sale de la canilla es potable y es un peligro para la salud, los refugiados de Guantánamo son libres de salir cuando quieran y no pueden ni siquiera viajar a Buenos Aires; las negociaciones del TISA fueron informadas y secretas en forma simultánea.
Ahora se suma el caso de Martínez Motta.
Sería bueno que se aclarara. Está en juego el honor de muchas personas.
Como pasa con el agua, los refugiados de Guantánamo y el acuerdo TISA, alguien está diciendo la verdad y alguien no.
No nos hagamos más trampas: dos versiones opuestas no pueden ser verdad al mismo tiempo.


21.4.15

Las venas abiertas y la noticia (no) deseada

"La noticia deseada" es un concepto patentado por el periodista argentino Miguel Wiñazki, quien sostiene que hay noticias que el público quiere oír y otras que no, y que muchas veces el periodismo, en su afán de vender y ganar audiencia, apela a "las noticias deseadas" en detrimento de la verdad. El rigor, la exactitud, los hechos, todo queda de lado para dar la noticia que la gente quiere oír.
Lo padecí con el libro sobre la carrera en Uruguay de Víctor Hugo Morales: una cantidad de papanatas salieron a condenarlo y a firmar solicitadas de repudio sin haberlo leído, solo porque iba contra su noticia deseada, contra el mundo tal como quieren que sea.
Con Eduardo Galeano pasa algo parecido en estos días.
El escritor, en su último período de vida, renegó del rigor de su obra más famosa, Las venas abiertas de América Latina.
En un congreso literario en Brasilia, en mayo de 2014, dijo respecto a su libro: 
"Yo no tenía la información necesaria. No estoy arrepentido de haberlo escrito, pero fue una etapa que, para mí, está superada. El libro fue escrito sin conocer debidamente de economía y política".
También agregó que no volvería a leer Las venas abiertas...:
“No sería capaz de leer el libro de nuevo. Para mí, esta prosa de la izquierda tradicional es pesadísima. Mi físico no lo aguantaría. Caería desmayado”.
No fue una "noticia deseada".
Es notable como en estos días, intelectuales, académicos, políticos, militantes y periodistas hacen como que el sinceramiento de Galeano nunca hubiera ocurrido.
En Twitter al miles de ejemplos al respecto:



En Bolivia, un director teatral inició una campaña para que "Las venas abiertas...." sea distribuido masivamente entre todos los estudiantes de Secundaria.



En Argentina, al morir Galeano, el diario La Nación dedicó un artículo a Las venas abiertas.... Su autora, Ana María Vara, escribió que Galeano "estaba cansado de hablar de Las venas... Ya no se sentía cerca de esa forma de escritura y, como todo artista que se renueva, quería cantar sus nuevas canciones".
Es decir, Galeano estaba un poco aburrido de su libro, como le pasa a las estrellas de rock que llevan décadas cantando los mismos temas. Pero eso no había sido todo lo que el escritor había dicho. Lo que había expresado era que no sabía lo suficiente de economía y de política cuando escribió un libro que trata esencialmente de economía y política.
La noticia deseada.
´
Hace muchos años, cuando trabajaba en la revista Tres, escribí un reportaje sobre la influencia de los charrúas en el Uruguay actual. Debí leer muchos libros, entrevistar a especialistas, historiadores, antropólogos y también a militantes de la causa indígena.
Entre todo lo que leí, había un texto de Galeano sobre el triste destino de los cuatro charrúas llevados a París para ser exhibidos como rarezas ante los europeos. Está incluido en Memorias del Fuego. Es un texto breve, contundente, conmovedor, con la prosa ágil y sugestiva tradicional de Galeano. Tiene el timing y el punch exactos, el golpe de efecto preciso, todos recursos que Galeano siempre manejó con maestría.
Pero lo que dice no es exactamente la realidad. Tampoco es falso o mentira. Pero en muchos datos hay un detalle, una conjetura, una omisión más o menos relevante. Al final, la suma de todas esos desajustes con la realidad, terminan por conformar una realidad diferente. No sé si soy claro. Pueden leer aquí lo que escribí entonces sobre ese pequeño texto y entenderán mejor a qué me refiero.
Años después, una editorial con la que yo ya había publicado un libro, me planteó que escribiera otro. Le propuse una idea a la editora, una mujer joven. Le mostré mi breve artículo sobre Galeano y los charrúas y le dije:
-Hagamos lo mismo con Las venas abiertas de América Latina. Tomemos el texto y busquemos si los datos están correctos, si hay imprecisiones, sesgos, omisiones pequeñas o importantes.
Me miró con cara de horror.
"Yo amo a Galeano", dijo. "Y vos estás loco. ¿Cuál sería el sentido de ese libro? ¿Querés que te odie todo el mundo?".
Pocas veces recibí un rechazo tan tajante. Si había una noticia allí, insistió la editora con otras palabras, sería una noticia no deseada.
Tenía mucha razón.
No se la han creído ni al propio Galeano.

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