22.5.13

Amodio en el cine Arizona

Finalmente El Observador ha dado por buena la identidad de quien ha estado dirigiendo cartas a los medios de comunicación afirmando ser Amodio Pérez.
Las fotos que el corresponsal ha enviado como prueba de su identidad, en efecto, se parecen mucho al  rostro conocido del ex líder tupamaro, cuando era joven. Algunos de sus ex compañeros más famosos o representativos, como Marenales y Zabalza, han señalado que no tienen dudas de su identidad.
Las fotos, sin embargo, no terminan por ser una prueba cien por ciento segura. Podría ser que el misterioso corresponsal tuviera fotos de Amodio Pérez, pudiera tratarse de alguien parecido o alguien que tuviera fotos de alguien parecido... se me ocurren muchas opciones, complicadas pero posibles.
Amodio Pérez, tupamaros, traición
Amodio en El Observador
De todos modos, la información exacta sobre el MLN manejada por el misterioso corresponsal, sumada a las fotos y a una conversación telefónica con el periodista Gabriel Pereyra, que le hizo preguntas precisas y complejas sobre la historia tupamara, han convencido al diario y a la mayor parte de los periodistas y actores de aquellos años que han opinado en público. Incluso El País, que se había negado a publicar las cartas de Amodio por dudar antes de su identidad, ha reproducido las respuestas ahora brindadas a El Observador.
Parece evidente que el objetivo de quien firma Amodio Pérez es lavar su imagen. Dice que nunca salió a la calle vestido de militar a capturar a otros integrantes del MLN. Y afirma que no hay testimonios concretos que lo acusen. "¿Por qué nunca se ha señalado a los que 'marqué'?", pregunta desde las respuestas que envió a El Observador.
Debe haber más testimonios que lo desmienten, pero yo por lo menos conozco uno.
En el libro La izquierda armada, de la historiadora y ex tupamara Clara Aldrighi, un testimonio anónimo cuenta que Amodio "llegó al punto de capturar en 1972 a uno de los integrantes de la fracción, Enrique Rodríguez Larreta, reconociéndolo cuando ingresaba a un cine y señalándoselo a los militares. Era un muchacho de menos de veinte años y Amodio había sido su responsable".
Rodríguez Larreta fue uno de los ex integrantes del MLN a los que entrevisté para realizar el libro Historias tupamaras y su testimonio me resultó valiente y valioso. Radicado en Rio de Janeiro donde hoy es académico universitario, lo entrevisté en sucesivos intercambios de mails.
En uno de ellos le pregunté si era cierto que había sido detenido por una patrulla militar de la que Amodio Pérez formaba parte. Me respondió:
-Lo de Amodio es verdad. Vestido de militar en una camioneta del Batallon Florida dirigida por el Teniente Grignoli. Me sacaron, a mí y a Raquel (su esposa) del cine Arizona. Estaban dando El Pequeño Gran Hombre con Dustin Hoffman. Se prendieron las luces y nos sacaron del cine. Aún recuerdo la música de entrada de la película. Nunca la vi completa...
Esta cita no entró en Historias tupamaras, porque fue imposible incluir todos los testimonios y datos obtenidos durante la investigación realizada para escribir el libro. La publico hoy por primera vez. Viene al caso para demostrar que quien responde las preguntas de El Observador falta a la verdad. Los testimonios existen. Traicionó incluso a un muchacho que había sido su subordinado. El sargento Sanders, pero al revés.
Cuando escribí Historias tupamaras busqué la palabra de tupamaros que, desde la izquierda o la derecha, fueran capaces de analizar crítica y autocríticamente lo realizado por la guerrilla y por ellos mismos. Rodríguez Larreta, Luis Nieto, Kimal Amir, Aníbal de Lucía, Fernando González Guyer, Juan José Cabezas, Luis Alemañy, Efraín Rodríguez Platero y George Whitelaw, todos ellos aportaron elementos removedores y de singular coraje, contrapuestos a la eterna autocomplacencia derramada en los libros que han edificado el relato oficial tupamaro, una historia rosa, un cuento de hadas. Lo mismo cabe decir para quienes contaron su historia en Milicos y tupas, el profesor Armando Miraldi y el contador Carlos Koncke (también la anónima "Mónica").
En Amodio Pérez, en cambio, no hay atisbo de autocrítica. Se reafirma en todos sus actos. En sus cartas y  respuestas a El Observador se aprecia la misma autocomplacencia de sus supuestos antagonistas. Se alzaron en armas, dice, porque la democracia era trucha. Reclama méritos militares que otros le niegan, ¡pero Zabalza reconoce! No hay menciones a lo que la violencia política le dejó al Uruguay, hasta hoy. Debería enterarse que en ello le caben las mismas responsabilidades que a sus amigos-enemigos. Y que tiene cuentas adicionales, moralmente graves: las que lo ayudaron a salir del país mientras sus compañeros padecían la tortura en los cuarteles.
Si uno se guía solo por los escritos enviados a la prensa por el señor Amodio, la noticia es que tenemos un prócer más. Otro tupa clase A, como le gusta a Marcelo Estefanell. Otro que lava sus culpas con mentiras y medias verdades. Otro guerrillero heroico. Linda película para verla en el cine Arizona sin que nadie venga a interrumpirte en la mitad de la función, con una patrulla de soldados, a prender las luces y llevarte preso.

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9.5.13

Los insultos son anécdota


Enojada porque el presidente José Mujica eligió como viceministro de Economía a un integrante de una minoría disidente de su partido, la diputada socialista Daisy Tourné escribió en un foro socialista:
“Creo que llegó la hora de golpear la mesa con toda nuestra fuerza. Eso debe ser entre las autoridades del PS y el excelentísimo Sr. Presidente. Entre casa y sin anuncios. Algo así: ‘Viejo de mierda te vamos a romper el culo te guste o no’. Por supuesto traducido al socialista, no ésta grosería que él entendería bastante mejor”.
La frase la publicó el semanario Búsqueda y de inmediato estalló en las radios, los portales y las redes sociales.
Unas horas más tarde, el presidente Mujica respondió en radio Sarandí que Tourné "es una gorda macanuda. Es una muchacha a la que le tengo mucha simpatía, a veces se toma un par de copas y se le va un poco la marca".
Fuego cruzado entre Mujica y Tourné
Tourné en la Presidencia: otros tiempos. Foto: Presidencia
El choque entre el "viejo de mierda" y "la gorda que a veces toma" continuó ocupando todos los espacios. El énfasis general estuvo y está puesto en el lenguaje soez de la ex ministra Tourné, en la velada acusación de alcoholismo hecha por el presidente Mujica y en lo rastrero del debate en términos generales. Menos mal que son compañeros del Frente Amplio.
Sin embargo, por grave que parezca, eso es apenas una anécdota. El tema de fondo, mucho más grave, es cómo se eligen las personas que nos gobiernan. En este caso ni más ni menos que un viceministro de Economía y Finanzas.
Lo que enfurece a Tourné no es que el designado sea un mal candidato o un incapaz, sino que el cargo le sea conferido a un militante socialista que está distanciado de su dirección nacional y que no goza de su respaldo. Como en Cambalache, lo mismo un burro que un gran profesor, siempre y cuando tenga la bendición del partido.
Tourné se siente traicionada, quizás, porque los cargos en el gobierno de José Mujica se han adjudicado una y otra vez dándole prioridad a la cuota política. Basta recordar cómo se seleccionó a Ana Olivera como candidata a la intendencia de Montevideo y la larga, larguísima lista de cuadros del MPP colocados aquí y allá, más allá de sus aptitudes. Como la profesora de educación física a la que se le encomendó ni más ni menos que dirigir la enseñanza secundaria. Todo eso con un agravante: como los militantes del MPP tienen que donar una parte muy alta de su sueldo al partido, queda la duda de hasta qué punto influye la necesidad de la caja partidaria en tales designaciones.
El Frente Amplio se pasó una vida criticando este tipo de "repartijas" por "cuota política". Y una de las razones por las cuales finalmente llegó al poder fue que la ciudadanía toda se hartó de este modo de actuar de blancos y colorados. Con frivolidad, el presidente colorado Jorge Batlle llegó a decir que, en su propio gobierno, los directores de las empresas públicas no sabían nada. Claro: habían sido elegidos por "cuota política".
El Frente Amplio prometió cambiar, pero no lo hizo. Y en el gobierno de Mujica las luchas por cuotas de poder han llegado a límites de tragicomedia.
Cuando era candidato a la Presidencia, en un acto el viernes 29 de setiembre de 2000, Tabaré Vázquez habló sobre este modo de gobernar. Aludió varias veces a la "repartija" entre colorados y blancos y citó a Robespierre: "Si las funciones de administración dejan de ser un deber para convertirse en objeto de ambición, la república está perdida".
En ese punto exacto estamos, mientras el presidente se insulta con sus colaboradores.

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3.5.13

"El niño mimado de la dictadura uruguaya"


El libro Converso, recién publicado en Argentina, confirma lo que cuenta Relato Oculto: durante la dictadura militar Víctor Hugo Morales estuvo muy lejos de tener las actitudes críticas y de resistencia que hoy pretende haber tenido.
Uno de los capítulos de Converso, libro escrito por el periodista Pablo Sirvén, se dedica a analizar los años de Morales como periodista en Uruguay, antes de radicarse en Buenos Aires.
Un hallazgo de Sirvén es haber dado con el testimonio del periodista argentino Jorge Brinsek, quien entre 1977 y 1979 dirigió la corresponsalía en Montevideo de la agencia United Press International (UPI).
Brinsek tomó el cargo en reemplazo del uruguayo Héctor Menoni, detenido y deportado por el régimen militar al haber cuestionado en un cable las cifras de detenidos que proporcionaba la dictadura.
Converso, Pablo Sirvén, Relato Oculto
Al poco tiempo, cuenta Sirvén, Brinsek también tuvo problemas con el régimen y debió comparecer ante el coronel Calixto de Armas, jefe de Inteligencia del Ejército. El militar le dijo que mejor se dedicara a escribir de fútbol. Hablaron de Víctor Hugo Morales, el periodista deportivo del momento, y el jerarca militar lo definió así: "Hace su trabajo y no trae problemas".
Brinsek relata en Converso una anécdota muy significativa. La sede de la agencia UPI quedaba en el mismo edificio donde estaban los estudios de las radios Montecarlo y Oriental, la emisora donde trabajaba Morales además de Canal 4 y el diario El País.
Un día una empleada de la radio llegó a UPI acongojada. Le habían encomendado armar la lista de invitados para el casamiento de Víctor Hugo, pero la habían retado porque no había conseguido las direcciones de los principales jefes militares.
"Estaba muy afligida por eso y entonces alguien del informativo de la radio le recomendó que me viera a mí, que yo seguro podía tener esa información que le faltaba. En efecto, vino la chica desencajada y le di los nombres y direcciones de los diez principales jerarcas militares", cuenta Brinsek. ."El presidente de la Nación, que no era militar, Aparicio Méndez, también estaba en la lista".
En Relato Oculto citamos y documentamos los elogios de Víctor Hugo al presidente de facto Aparicio Méndez, quien además lo rehabilitó cuando la AUF le prohibió relatar. Ahora, gracias al testimonio de Brinsek, sabemos que el formidable relator también lo invitó a su casamiento, junto a los máximos jefes militares de la dictadura.
Sirvén cita también a un lector del semanario Brecha que relata respecto al comportamiento de Víctor Hugo Morales en aquellos años:
-Este "hijo de p…", cuando todos andábamos recagados y caminábamos semiescondidos se daba el lujo de andar en un auto ostentoso "cargando" cuanta mujer se le cruzaba por 18 de Julio. ¡¡¡Yo lo vi!!! Y los demás mirábamos de reojo a ver si no venía el "suba-suba", como le llamaba un amigo a los jeep y camionetas militares…
Concluye Brinsek respecto a la conducta periodística del relator durante la dictadura:
-Durante los tres años que estuve en Uruguay se comportó impecablemente. Era un punto de referencia para todo el país. Había por entonces mucho dolor por los periodistas presos. Me consta que Víctor Hugo era funcional a los militares. Él no puede criticar la conducta o el instinto de preservación de periodistas argentinos en esa época en que aquí desaparecía tanta gente, habiendo tenido un pasado más que complaciente en lo personal como en lo económico en plena dictadura uruguaya. Jamás se jugó media palabra. Y era un tipo que tenía todo el poder, porque una cosa era un periodista desconocido detenido y otra muy distinta si Víctor Hugo hubiera ido preso por sus ideas. ¡Si nunca se jugó, era el niño mimado de la dictadura uruguaya!


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