Enojada porque el presidente José Mujica eligió como viceministro de Economía a un integrante de una minoría disidente de su partido, la diputada socialista Daisy Tourné escribió en un foro socialista:
“Creo que llegó la hora de golpear la mesa con toda nuestra fuerza. Eso debe ser entre las autoridades del PS y el excelentísimo Sr. Presidente. Entre casa y sin anuncios. Algo así: ‘Viejo de mierda te vamos a romper el culo te guste o no’. Por supuesto traducido al socialista, no ésta grosería que él entendería bastante mejor”.
La frase la publicó el semanario Búsqueda y de inmediato estalló en las radios, los portales y las redes sociales.
Unas horas más tarde, el presidente Mujica respondió en radio Sarandí que Tourné "es una gorda macanuda. Es una muchacha a la que le tengo mucha simpatía, a veces se toma un par de copas y se le va un poco la marca".
Tourné en la Presidencia: otros tiempos. Foto: Presidencia |
Sin embargo, por grave que parezca, eso es apenas una anécdota. El tema de fondo, mucho más grave, es cómo se eligen las personas que nos gobiernan. En este caso ni más ni menos que un viceministro de Economía y Finanzas.
Lo que enfurece a Tourné no es que el designado sea un mal candidato o un incapaz, sino que el cargo le sea conferido a un militante socialista que está distanciado de su dirección nacional y que no goza de su respaldo. Como en Cambalache, lo mismo un burro que un gran profesor, siempre y cuando tenga la bendición del partido.
Tourné se siente traicionada, quizás, porque los cargos en el gobierno de José Mujica se han adjudicado una y otra vez dándole prioridad a la cuota política. Basta recordar cómo se seleccionó a Ana Olivera como candidata a la intendencia de Montevideo y la larga, larguísima lista de cuadros del MPP colocados aquí y allá, más allá de sus aptitudes. Como la profesora de educación física a la que se le encomendó ni más ni menos que dirigir la enseñanza secundaria. Todo eso con un agravante: como los militantes del MPP tienen que donar una parte muy alta de su sueldo al partido, queda la duda de hasta qué punto influye la necesidad de la caja partidaria en tales designaciones.
El Frente Amplio se pasó una vida criticando este tipo de "repartijas" por "cuota política". Y una de las razones por las cuales finalmente llegó al poder fue que la ciudadanía toda se hartó de este modo de actuar de blancos y colorados. Con frivolidad, el presidente colorado Jorge Batlle llegó a decir que, en su propio gobierno, los directores de las empresas públicas no sabían nada. Claro: habían sido elegidos por "cuota política".
El Frente Amplio prometió cambiar, pero no lo hizo. Y en el gobierno de Mujica las luchas por cuotas de poder han llegado a límites de tragicomedia.
Cuando era candidato a la Presidencia, en un acto el viernes 29 de setiembre de 2000, Tabaré Vázquez habló sobre este modo de gobernar. Aludió varias veces a la "repartija" entre colorados y blancos y citó a Robespierre: "Si las funciones de administración dejan de ser un deber para convertirse en objeto de ambición, la república está perdida".
En ese punto exacto estamos, mientras el presidente se insulta con sus colaboradores.
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