Lo compré en una librería de viejo. Se trata de una recopilación de textos escritos por extranjeros que recalaron en estas costas entre 1926 y 1967. Como fue publicado en 1978, en plana dictadura, es de suponer que habrá existido cierta clara limitación en las citas seleccionadas. Aún así el libro tiene pasajes interesantes: algunos por su gracia, otros por su crudeza.
Entre los primeros destaca un disparatado artículo de 1948 del semanario francés Samadi Soir, donde se escribe mal el nombre del nombre del presidente Luis Batlle Berres, pero eso es apenas un detalle en medio de tanto dislate:
"Pero el Uruguay no es más el Uruguay. Hace seis años el presidente de la República Battle Beres creó universidades ambulantes sobre ferrocarriles, con vagón-museo, vagón-laboratorio, vagón-anfiteatro. Dentro de poco los últimos gauchos serán todos licenciados. El presidente Battle Beres, hijo de aquel que detuvo las revoluciones mensuales, es, él mismo, un gran poeta".
También memorable, pero no por su comicidad, es una nota escrita por un corresponsal de la revista estadounidense Time que visitó Uruguay en 1954:
"El omnipresente Estado maneja la mayor parte de las cuestiones bancarias y de seguros del país, monopoliza las importaciones de hulla, opera los ferrocarriles, las plantas de energía eléctrica, el sistema telefónico, un gigantesco frigorífico, destilerías de bebidas alcohólicas, la pesca, plantas de cemento, un teatro, un servicio de ambulancias y una serie de restaurantes de precios bajos. La estructura estatal es costosa. Uruguay padece el más severo caso latinoamericano de entumecimiento burocrático, con 150.000 empleados civiles en una fuerza trabajadora de un millón de personas. Los déficit del gobierno aumentan año a año y, bajo la manta estatal de benevolencia, el incentivo decrece. Las tardes de verano libres para holgazanear en la playa son una costumbre nacional. El hombre que se jubila joven con una pensión confortable se ha convertido en la imagen nacional del éxito".
Dicen que no hay nada más viejo que el diario de ayer, pero ese artículo de Time tiene 58 años.