31.10.24

Gabriel Sosa (1966-2024)

Escribía bien. Tenía una mirada lúcida, aguda y cáustica. Una pluma precisa y filosa potenciaba el efecto, que podía ser demoledor. El contrapeso era su siempre presente sentido del humor.

Fue uno de los periodistas del suplemento Qué Pasa, en los años en que supo ser una publicación autónoma.

Tenía una gran cultura general, sabía mucho de literatura y de cine, pero también estaba bien informado de política, fútbol y todo aquello que le interesara a la gente. Creo que no es necesario que diga que queda muy poca gente así en las redacciones. 

Podía desempeñarse en múltiples frentes, pero sus virtudes de narrador lo hacían ideal para escribir crónicas. Teníamos una sección llamada "Yo estuve ahí", donde alguien contaba en primera persona su experiencia en algún lugar o circunstancia. Me encantaba enviar a Sosa a lugares donde chantas de todo tipo --manosantas, predicadores, pseudo artistas o científicos-- pretendían engañar a la gente. Su crónica siempre ponía las cosas en su lugar: si no podíamos derrotar a los malos, al menos podíamos reírnos de ellos.

A él también le gustaba ir al interior, retratar lugares alejados y desconocidos para los montevideanos, aparentes pueblos apacibles que en realidad no lo eran tanto. Recuerdo un excelente informe suyo sobre la noche en José Enrique Rodó, Soriano, desnudando situaciones de abuso y explotación de menores que ocurrían a ojos vistas, pero nadie se atrevía a contar.

Gabriel escribió también en muchas otras publicaciones: Posdata, el Cultural, más recientemente en Búsqueda y La Diaria.

Los libros, como el periodismo, fueron parte central de su vida. Tenía una gran biblioteca, fundó su propia editorial y escribió media docena de libros.

Falleció ayer, a causa de un infarto, a los 58 años de edad. Se van a extrañar su mirada, su escritura y sus crónicas.

30.10.24

Según diputada electa de Identidad Soberana el accidente del 121 fue por culpa de las vacunas

Las dos cosas ocurrieron con un día de diferencia. Yo nunca antes había oído hablar de Nicolle Salle.

La primera referencia me la mandó un amigo. Era la captura de pantalla de una publicación de esta persona en referencia al accidente del 121 en la rambla de Pocitos, que dejó siete heridos graves.

Mi amigo estaba entre asombrado e indignado. Según lo publicado por Nicolle Salle en Facebook, el accidente había ocurrido por culpa de las vacunas contra el covid-19. 

Me pareció tan asombroso que entré al Facebook de Nicolle Salle para ver si era cierto. Lo era. Lo había escrito. Y había otras publicaciones abonando la misma teoría.

Salle reproducía allí una nota sobre el accidente y agregaba de puño y letra: "Ésta es la triste nueva normalidad, sepan que quienes se inocularon son bombas de tiempo. Han destrozado la salud de billones de personas y ahora a lidiar con las consecuencias".

Nicolle Salle, Identidad Soberana, vacunas
¿Pruebas?

No encontré ninguna.

La segunda noticia sobre Nicolle Salle me llegó al día siguiente, cuando los medios publicaron que ella es una de las nuevas diputadas electas, la segunda banca del partido Identidad Soberana. En breve será una de las integrantes del Poder Legislativo. 



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