El 24 y 25 de setiembre de 1993 la Red de Mujeres Políticas del Uruguay realizó un seminario-taller titulado: “¿Tienen las mujeres un estilo diferente de hacer política?”
Una de sus actividades fue un panel que debía responder a la pregunta: “¿Cómo nos relacionamos las mujeres con el poder?”.
Puedo manejar estos detalles con propiedad porque aún tengo guardados la carpeta y el programa que entregaban a los participantes del seminario.
La memoria engaña: yo hubiera jurado que aquella actividad se realizó un día de semana de noche. Sin embargo, el rústico programa (una hoja fotocopiada) indica que fue un sábado a las cuatro de la tarde.
Según ese papel, participaron del panel las sociólogas Carmen Rico y Nea Figueiras y la periodista Sonia Breccia. De Rico y Figueiras aquel día nada recuerdo. Quizás faltaron a la cita, o su participación no dejó huella en mí, o yo llegué tarde o me retiré antes de que ellas hablaran. No lo sé. En cambio, nunca olvidé aquella conferencia de Sonia Breccia.
Su ponencia tuvo dos partes. En una de ellas, para mi sorpresa, Breccia relató cómo durante muchos años le había hecho la guerra interna en radio Sarandí a Néber Araújo, buscando ganar un lugar de mayor importancia en la emisora. Luego –explicó- había dejado de celar y perseguir al pobre Néber y se había dedicado a lo suyo, y fue entonces cuando creció y despegó como periodista, además de sentirse mejor consigo misma. La lección para las mujeres que la escuchaban (creo recordar que yo era el único representante masculino en la sala) era bien clara: hay que preocuparse menos por lo que hacen los hombres y apostar a la propia capacidad femenina.
La otra parte de la ponencia de Breccia fue respecto a su relación con los políticos. Explicó que un periodista que quiere llegar alto tiene que poder entrevistar a todos los grandes líderes.
“Tarde o temprano ese periodista, en una buena, necesita de esa entrevista con un político, porque eso hace a su currículum. Los periodistas se miden por sus entrevistados”, afirmó.
“El periodista –continuó- sabe que si se pone pesado, si se pone impertinente, si se pone cargoso, si se pone cerril, va a haber un momento en que ese hombre político, cuando él quiera la entrevista, le va a decir: no sea pesado”.
La conclusión era clara: en Uruguay un periodista que quiere llegar alto no puede preguntar a fondo a los políticos.
En los países civilizados es exactamente al revés: un periodista que no pregunta con el máximo rigor no tiene público y, por eso mismo, no es contratado por los empresarios. Pero el Uruguay “pre-capitalista” no es un país civilizado.
“No estoy diciendo nada nuevo”, agregó Breccia. “Cualquiera de nosotros, con mirar, cuando termina una elección, por donde pasa primero el presidente electo, tiene claras cuáles son las reglas de juego”.
Yo nunca había oído a nadie plantear con tal grado de sinceridad y crudeza las “reglas de juego” no escritas del periodismo uruguayo. Por eso nunca tiré el cassette. Y todavía lo tengo.
Recordé las palabras de Breccia en estos días, pensando en la relación entre políticos y periodistas en la campaña electoral 2009.
Lo dicho en aquella conferencia puede utilizarse para analizar las tres entrevistas más calientes de la campaña: la que Ignacio Álvarez le hizo a Luis A. Lacalle en radio Sarandí; la que Gabriel Pereyra le hizo a José Mujica en VTV antes de la elección, y la que los estudiantes de periodismo ORT de realizaron a Lacalle dentro de un ciclo del canal 20 del cable TCC.
Veamos:
Ignacio Álvarez fue a fondo con Lacalle en una entrevista en radio Sarandí. ¿Qué pasó luego? Mujica nunca aceptó ser entrevistado por Álvarez.
Gabriel Pereyra se le paró firme a Mujica en su programa En la mira en VTV. Como nadie antes, le enrostró su prepotencia para con un muy joven cronista que había osado preguntarle por su relación con los Kirchner. Y cuando Mujica quiso zafar metiéndole el gaucho como suele hacer, Pereyra se plantó firme y no se dejó avasallar. ¿Qué pasó luego? Lacalle no quiso ir al programa de Gabriel Pereyra.
Los estudiantes de periodismo de la universidad ORT le preguntaron sin miedo a Lacalle. Sorprendido, Lacalle se enojó y se mostró como un energúmeno ante un auditorio repleto y frente a las cámaras. ¿Qué pasó luego? Aduciendo problemas de agenda, Mujica no aceptó ser entrevistado… ¡por un grupo de estudiantes de periodismo!
Ahí están, plenamente vigentes, las “reglas de juego” definidas con cruda resignación por Sonia Breccia aquel día.
Reglitas: reglas de juego de un paisito chiquito, con una prensa chiquita y una política chiquita.
18.12.09
La regla de oro del periodismo uruguayo
Labels:
Gabriel Pereyra,
José Mujica,
Luis Lacalle,
Neber Araújo,
periodismo,
Sonia Breccia,
Uruguay
Entrevistas
Crónicas y reportajes
- Montevideo: casi el paraíso
- El último Hitler uruguayo
- 1966: Uruguay versus Inglaterra
- Whisky Ancap: metáfora del desarrollo latinoamericano
- Julio Ribas: el Gladiador
- Tónica Paso de los Toros: una historia dulce y amarga
- La fortaleza de llamarse Árbol
- El pueblo que quiso salir en televisión
- Corre Ghiggia Corre
- Los otros sobrevivientes de los Andes
- Ratas: chillidos bajo el asfalto
- El Conrad por dentro: vip, hot, slot
- 1989: Crónica de la primera Intifada
Etiquetas
33 Orientales
Accidente en Young
accidentes de tránsito
Adolfo Antelo
Alejandro Atchugarry
Alejandro Vegh Villegas
Alemania
Alimentación
Álvaro Moré
Amodio Pérez
Ancap
Andes
Antonio Mercader
Árboles autóctonos del Uruguay
Argentina
Artigas
aviación
Bicentenario
Bolivia
Brasil
Caraguatá
cárceles
Carlos Koncke
Carlos Liscano
Cesáreo Berisso
charrúas
Che Guevara.
Checoslovaquia
Chespirito - Roberto Gómez Bolaños
Chueco Maciel
Ciudad de la Costa
Comunidad Jerusalén
Creative Commons
Crónicas de sangre sudor y lágrimas
Crónicas y reportajes
Cuba
Cultura
Daniel Castro
Daniel Chasquetti
Daniel Vidart
Daniel Viglietti
delincuencia
Democracia
derecha radical
Derechos humanos
diarios
dictadura
dictadura.
Doble discurso europeo
Drogas
Eduardo Bonomi
Eduardo Galeano
Eduardo Pérez Silveira
educación
El Chavo
Elon Musk
empleados públicos
Engler
Enrique Tarigo
entrevistas
ETA
Evo Morales
Fernández Huidobro
Fernando Parrado
financiamiento de los partidos políticos
Fito Páez
Fuerzas Armadas
Fútbol
Gabriel Ohanian
Gabriel Pereyra
Gavazzo
Gavazzo Sin Piedad
Gente que no sabe leer y tergiversa lo que uno escribe
Gerardo Caetano
Grasas trans (transexuales)
guaraníes
Guido Manini Ríos
Günter Wallraff
Gustavo Salle
Gustavo Zerbino
Herencia maldita
Historia
historia reciente
Historias tupamaras
Hospital Filtro
Hotel Carrasco
hotel Conrad
Hugo Alfaro
Hugo Batalla
Hugo Bianchi
Identidad Soberana
Inmigrantes. Dominicanos
Intendencia de Canelones
internet
Israel
Italia
Jaime Roos
Javier Milei
Joel Rosenberg
Jorge Batlle
Jorge Lanata
Jorge Vázquez
Jorge Zabalza
José Mujica
José Rilla
Juan Ángel Miraglia
Juan Martín Posadas
Juan Miguel Petit
Juan Salgado
La República
Leonardo Sbaraglia
Líber Seregni
Liberaij
Libros
Literatura
Luca Prodan
Luis Almagro
Luis Lacalle
Luis Lacalle Pou
Luis Suárez
Madonna
Maltrato animal
Maracaná
Marcelo Estefanell
Mario Bardanca.
Mario Benedetti
Medicina
Medio ambiente
Mercedes Sosa
México
Michael Jackson
Miguel Ángel Campodónico
Milicos y tupas
MLN-T
Montevideo
Música
Neber Araújo
Nelson Sosa
nombres disparatados
nombres raros
Óscar Padrón Favre
Oscar Tabárez
Pablo Cuevas
Paco Casal
Palestina
Paraguay
Partido Colorado
Partido Comunista
Paso de los Toros
Paz
Peñarol
periodismo
periodismo cloacal
Perú
PIT-CNT
Plagios y otras situaciones dudosas
Pluna
Política
Política uruguaya
Pollo homosexualizante
Populismo
Primavera de Praga
publicidad
Punta del Este
Racismo
Radio
Raúl Sendic
redes sociales
Relato Oculto
Renzo Pi Hugarte
Ricardo Piglia
Roberto Canessa
Rock
Rodolfo Leoncino
Rómulo Mangini
sabihondos
Salud
Sin comentarios
Sindicalismo
sindicatos
Sirios en Uruguay
Sobre lo políticamente correcto
Sonia Breccia
Sumo
Televisión
Tenis
terrorismo
Tomás Eloy Martínez
tortura
trabajo
Tragedia de los Andes
Tupamaros
Twitter
Un mundo sin Gloria
Uruguay
Venezuela
Víctor Hugo Morales
Villanueva Saravia
Violencia doméstica
zoológico
Atención
Los derechos de los textos
publicados en El Informante
pertenecen a Leonardo Haberkorn.
No se permite la reproducción
sin autorización del autor.