31.12.12

Crónica de una infamia

Cuatro días antes de que se publicara Relato Oculto, Víctor Hugo Morales dedicó buena parte de su programa de radio a insultarnos a Luciano Álvarez y a mí.
Dijo que habíamos sido "alquilados" por el "Yabrán de los medios de comunicación" y producidos por el "Periodista Rata". Afirmó, con la soltura de quien pasa el reporte del tiempo, que detrás del libro había "periodistas que de una manera realmente increíble y demencial se prestaron a esta campaña, entregados totalmente a vivir de rodillas frente a ese Yabrán de los medios de comunicación que, ahí, teniéndolos de rodillas los acaricia con las manos, de alguna manera, pegoteadas de sangre".
Luego se refirió concretamente a mí. Habló de lo que él definió como "la capacidad de mentira, de invención y de fabulación del periodista alquilado desde Buenos Aires (o sea, yo), a través de los mecanismos que les he mencionado, para escribir un libro contra mí".
Para sostener sus afiebradas injurias, leyó unos pasajes inconexos y descontextualizados de Milicos y tupas, buscando ridiculizarlos, aprovechándose del lógico desconocimiento del público argentino sobre la historia reciente uruguaya. "Escuchen lo que les voy a leer de este libro de Haberkorn, porque también tienen ustedes derecho a reírse, pero sobre todo a tomar la dimensión de fabulación, de capacidad de mentira, de sesgo derechoso y absolutamente perturbado, de uno de los dos periodistas alquilados por el Yabrán de los medios de comunicación de Argentina, a través del Periodista Rata".
Luego agregó: Haberkorn "es el hombre que se alquiló desde Buenos Aires".
Estos delirios difamatorios continuaron en los días siguientes a través de las ondas de radio Continental de Buenos Aires. Víctor Hugo Morales nunca aportó una sola prueba que sustentara sus dichos. No lo hizo ni lo hará, porque no existen. No nos alquiló Clarín ni nadie en Argentina y tampoco en Uruguay. Pero al igual que Goebbels, el relator de fútbol apostó a repetir mil veces una mentira para transformarla en verdad. Todavía hoy los periodistas y la gente común nos siguen preguntando si Clarín está detrás del libro.
Tras esta primera andanada, el espiral de descalificaciones se multiplicó en las dos orillas del Plata. Una larguísima lista de personajes notables, más argentinos que uruguayos, grabaron o divulgaron mensajes de solidaridad con Víctor Hugo Morales. Ninguno rebatió una sola línea del libro, pero de un modo u otro todos se prestaron para intentar descalificar un trabajo profesional, serio y documentado. Susana Rinaldi nos tildó de talibanes. Un tal Beto Casella de miserables. La lista de detractores de nuestro libro incluyó a Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Federico Luppi, Fito Páez, Adrián Paenza, Juan Carlos Baglietto, Víctor Heredia, Daniel Tognetti, Alejandro Apo, Hugo Arana, Horacio Fontova, Antonio Birabent, Pancho O' Donnell, Leonardo Sbaraglia, Miguel Ángel Solá, Sandra Russo, Rafael Bielsa, Jorge Taiana, Rodolfo Braceli, etc., etc. Todos ellos firmaron una solicitada denunciando "las calumnias" que se estaban diciendo sobre Víctor Hugo Morales. ¿Cuáles calumnias? ¿Qué parte concreta del libro? ¿Acaso lo habían leído?

Sbaraglia, Federico Luppi, Hugo Arana, Luis Almagro




















En un gesto sin precedentes y cuya calificación dejo al público, el ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, Luis Almagro, grabó un video con la bandera nacional detrás, como si se tratara de una comunicación oficial de la República. En la grabación, que se emitió en la televisión argentina, el canciller calificó al libro como una "reacción del sistema". ¿Lo había leído? ¿Qué parte estaba mal?




La sensación de impunidad de la patota que se arrojó contra Relato Oculto llegó al punto de que el músico Jaime Roos sostuvo en Página 12 que no había leído el libro, que ni siquiera sabía de qué libro estaba hablando, pero que igual era todo "un invento", "un disparate" y una "operación mediática".
Los ataques continuaron, incluso a pesar de que dos de los tres medios más respetables de la izquierda uruguaya -Brecha y La Diaria- elogiaron el trabajo, y el tercero, el semanario Voces, decidió publicar una doble página con sus principales hallazgos.
Así fue hasta que el periodista Jaime Clara entrevistó a dos de las importantes es personalidades uruguayas que habían calificado de "infamia" a Relato Oculto: los senadores del Frente Amplio Rafael Michelini y Mónica Xavier.
Clara, en su programa de los sábados en radio Sarandí, hizo lo que hasta ese momento nadie se había atrevido a hacer: preguntarle a los tan categóricos detractores del libro si lo habían leído. Xavier respondió que no. Michelini dijo que había leído "algunos párrafos". Comenzaba a quedar claro de qué lado estaban las "calumnias".

Las confesiones de Michelini y Xavier motivaron una carta del periodista y escritor Miguel Ángel Campodónico, publicada en el correo de lectores del semanario Búsqueda:
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Rafael Michelini, Mónica Xavier, Jaime Clara, Miguel Ángel Campodónico

No me consta que en Argentina alguien le haya hecho una pregunta semejante a los firmantes de la famosa solicitada. De hecho, a diferencia de lo que ocurrió en Uruguay, pocos medios de prensa se tomaron la molestia de leer Relato Oculto y reseñarlo para sus lectores. Que yo sepa, solo dos: los diarios La Nación y La Capital de Rosario.
Finalmente, Víctor Hugo Morales presentó una denuncia penal por difamación e injurias contra Luciano Álvarez y contra mí. En las décadas que los dos llevamos en el periodismo y la docencia, ninguno de los dos había nunca sido denunciado penalmente. El "Oráculo de Cardona", envalentonado con el apoyo de sus laderos, todos cercanos a los dos gobiernos del Plata, pretendía enviarnos a la cárcel.
Pese a todo, el mal momento, el inevitable perjuicio para nuestro trabajo, podía tener una recompensa: por fin sabríamos qué parte de nuestro trabajo estaba mal y si en algo nos habíamos equivocado.
La primera sorpresa fue leer la demanda presentada por el relator ante la Justicia uruguaya: había en ella muchas palabras, mucha cháchara, pero no se señalaba ni siquiera una sola equivocación concreta, ni un solo error en el libro. ¡Ni uno! ¿Y las calumnias que habían asegurado que existían los Fito Páez y los Pancho O'Donell dónde estaban? ¿Y los inventos de Jaime Roos? No había nada. Nada de nada.
Llegó el día del juicio y el señor Víctor Hugo Morales, en un gesto que se califica solo, no se presentó a respaldar la causa que él mismo había iniciado. Ni siquiera le avisó a sus propios abogados, que concurrieron al juzgado abochornados. Obviamente, ante el abandono del denunciante, el fiscal y el juez decidieron archivar el caso. En esta cobertura de Telenoche 4 pueden ver las palabras de los abogados de Víctor Hugo Morales durante la audiencia, seguidas por la de nuestro abogado, la del fiscal y por último al juez dando por cerrado.



 

Luego, Víctor Hugo Morales declaró a la prensa que no había venido a Montevideo porque tenía una contractura y estrés. Luego dijo que tenía un cólico. Qué personaje tan poco serio.

La verdad es que no tenía lo que reclamar. Que sabía que el libro no mentía. Que no tenía ni siquiera un solo testigo que pudiera desmentir apenas una línea de todo lo que habíamos publicado con el apoyo de documentos y decenas de testimonios.

La verdad es que Morales había intentado, en forma desesperada, llegar a un acuerdo con nosotros: él retiraba su demanda si nosotros reconocíamos su fe democrática. No aceptamos. No teníamos por qué hacerlo.
Después de tanta campaña de desprestigio, de mentiras, de linchamiento mediático y de descalificaciones ad hominem basadas en falsedades y calumnias, por fin todo quedó bien claro.
Lo que dice Relato Oculto es cierto, es verdadero. Para quienes lo leyeron, el desenlace de la demanda no es sorpresa, ya que cada afirmación (el libro no solo trata de lo que pasó en el batallón Florida) está bien documentada. Para eso estuvimos trabajando un año.
Una cosa es el periodismo serio. Otras cosas son la deshonestidad intelectual y la conveniencia política.
Nosotros somos periodistas. 

A mucha honra.

15.12.12

Canciones cada día más parecidas

La música moderna cada vez se parece más a sí misma. Las canciones de hoy son cada vez más repetitivas. Lo demostró un reciente estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España que publicó en primera instancia la revista Scientific Reports y luego se difundió por numerosos medios de prensa. Los científicos estudiaron 464.111 canciones editadas entre 1955 y 2010 y concluyeron que, cuánto más modernas son, más tienden a parecerse entre ellas.
Recordé esta noticia cuando en el Facebook del colega César Bianchi vi esta comparación: por un lado, esta canción del Cuarteto de Nos llamada Algo mejor que hacer, del multipremiado disco Porfiado (2012)


Por otro, esta otra llamada Mr. Understanding, que data de 2008 y es el mayor éxito de un grupo inglés llamado Pete and The Pirates.  



Las canciones indudablemente se parecen, pero mis precarios conocimientos musicales me impiden calificar la similitud más allá de esa palabra. En la música popular, los límites entre inspiración, tributo, casualidad, copia y plagio pueden ser difusos y casi siempre son controvertidos. Los que saben de música son quienes pueden definir cada caso con el término exacto.
Le pregunté a Santiago Tavella, integrante del Cuarteto de Nos, sobre la semejanza entre ambas canciones. Dijo que escuchó decir algo sobre el asunto, pero que Algo mejor que hacer la compuso su compañero Roberto Musso y que él todavía no escuchó la canción de los ingleses.
"Lo que sí es cierto -agregó- es que hoy en el mundo de la música todo viene en un formato muy parecido, y que hay una cuestión medio industrial según la cual los sellos reciben con muy buena onda todas las cosas que se parecen entre sí". Pero dijo que el Cuarteto va contra esa corriente.
A Musso ya le preguntaron por Mr. Understanding los periodistas Ignacio Álvarez y Martín Fablet en el programa "Las cosas en su sitio", en radio Sarandí. Musso admitió conocer la canción de los ingleses, pero sostuvo que no compuso Algo mejor que hacer pensando en ella. Si llegara a existir un parecido -dijo-, es fruto de la casualidad. Y explicó que hay elementos musicales que muchas veces quedan alojados en el inconsciente de los músicos.
Esa fue una de las explicaciones que encontró Rod Stewart para uno de los casos más célebres y polémicos de canciones parecidas. Ocurrió con su súper exitosa Da ya think I´m sexy.




El carismático Rod fue acusado de plagio y llevado a los tribunales por el brasileño Jorge Ben Jor, quien sostenía que el mega hit del escocés plagiaba su canción Taj Mahal.



Ben Jor ganó la demanda, pero nunca vio un peso extra: un abogado de Rod Stewart tuvo una idea genial: aconsejó a su cliente que donara a Unicef todas las regalías producidas por Da ya think I´m sexy, cosa que el rockero hizo, transformando así algo que sonaba muy mal en un acto de caridad.
Tal como recordó Tavella, cuando Rod Stewart visitó Montevideo para brindar un memorable show en el estadio Centenario, reconoció que poco antes de escribir Da ya think... él había estado en Brasil y quizás había escuchado la canción de Ben Jor y quizás, en forma inconsciente, sus notas habían quedado grabadas en algún rincón de su cerebro.
"Estas cosas casi siempre son involuntarias", dijo Tavella.
Atento al fenómeno de las canciones que se parecen, el argentino Capusotto se tomó a la risa la increíble  y muy notoria coincidencia entre un tema de Larbanois-Carrero (llamado Ocho letras) y otro de la banda de heavy metal Iron Maiden (Hallowed by the name).


Ese y muchos otros casos son analizados en una interesante entrada del blog de Martín Fernández Yurcho. (Sentí alivio al saber que alguien más notaba el parecido entre Why don´t you get a job de The Offspring y  Obladi oblada de los Beatles).
También vale la pena un artículo sobre este tema escrito en la web de Pablo Gindel a propósito de la similitud entre el famoso jingle futbolístico Uruguay te queremos ver campeón (cuyos autores, a su vez, aseguran haber sido plagiados) y la obra barroca llamada Canon y Giga en Re mayor para tres violines y bajo continuo de Johann Christoph Pachelbel, un compositor alemán del siglo XVIII. Según el artículo, decenas de canciones modernas, desde Greenday a Silvio Rodriguez, reproducen el Canon de Pachelbel. Gindel presenta a un humorista estadounidense llamado Rob Paravonian que se toma a la risa tal "coincidencia":



A las canciones que se parecen demasiado a otras, el músico uruguayo Ruben Olivera dedicó dos emisiones de su programa radial Sonidos y silencios, en Emisora del Sur, del Sodre. Allí recordó, entre otros casos, cuando el indudablemente talentoso George Harrison debió pagar 500.000 dólares por "plagio inconsciente" en su canción My sweet Lord, repasó los evidentes parecidos entre La Bamba y Twist and shout de los Beatles, y reconstruyó con las grabaciones originales el increíble caso del plagio de la Lambada. 
Aquí se reproduce parte del muy ilustrativo programa de Olivera:







21.11.12

Georgina, la grabación y los servicios secretos

Tras la audiencia judicial a la que Víctor Hugo Morales no asistió y con ello dio por terminada su pretensión de realizarnos un juicio penal, Luciano Álvarez y yo tuvimos que dar una especie de improvisada conferencia de prensa.
Víctor Hugo Morales, juicio, libro, Relato Oculto
La audiencia a la que faltó el relator. Foto de Nicolás Garrido.
En ella, Georgina Mayo, periodista de la Televisión Nacional, sostuvo al formular una pregunta que la ya famosa grabación de un discurso pronunciado por el relator en el batallón Florida en 1977 nos fue proporcionada por los "servicios secretos" del Ejército.
Si la colega hubiera leído Relato Oculto sabría que su afirmación (¿de dónde la sacó?) es falsa. Porque entre las páginas 108 y 116 se cuenta con lujo de detalles, y con los nombres y apellidos de todas las fuentes, la historia de esa grabación.
En el libro se dan muchos más detalles, pero lo fundamental, estimada Georgina, puede resumirse así:
La grabación no fue realizada por oscuros agentes secretos de la dictadura. Fue hecha en una fiesta a la que concurrieron unas 300 personas y decenas de artistas reconocidos, entre ellos el por entonces ya famoso cantante de tangos Enrique Dumas. La reunión se hizo dentro del propio cuartel para despedir al entonces mayor Juan Carlos Grosso (hoy coronel retirado) que se iba en misión de paz a Cachemira. Buena parte de los 300 concurrentes eran militares: para empezar estaba presente el batallón Florida en pleno. El resto eran amigos de los militares y artistas invitados. Para los "servicios secretos" esa reunión hubiera sido un fiasco: allí hubo cualquier cosa menos actividades opositoras.
La grabación se prolonga durante casi tres horas. Hay pocos discursos. La mayor parte de la cinta está ocupada por actuaciones de artistas, uno tras otro. Casi todos ellos son cantantes de tango, pero también hay una banda de jazz (la de Santiago Luz), una de lo que entonces se llamaba música beat, un conjunto folklorico y una cuerda de tambores con la que se cerró la fiesta.
La grabación existe, estimada Georgina, porque en aquellos tiempos en los cuales filmar una fiesta entera era algo muy complejo y caro, los amigos del entonces mayor Grosso decidieron grabar al menos el audio para que le quedara como recuerdo. Los viejos cassettes estaban en su apartamento. Y fue él mismo quien nos los prestó, no los "servicios secretos".
Puedes ir a una biblioteca, pedir el libro, y verás estos y muchos otros datos.


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