1.6.20

Sobre la noticia dada el domingo por la noche en Séptimo Día

En la edición de anoche de Séptimo Día informé que uno de los tres infantes de Marina asesinados en el Cerro tenía antecedentes penales. 
Desde ese momento, comencé a recibir pedidos de explicaciones y muchos insultos. Se me exigió que desmintiera la noticia, que sería falsa ya que está prohibido ingresar a las fuerzas armadas con tales antecedentes.
Para aquellos que preguntaron o cuestionaron desde el respeto, vayan estas líneas.
La información me llegó media hora antes de que el programa comenzara, de parte de una fuente militar confiable.
Pero las noticias hay que confirmarlas con otras fuentes independientes. Le escribí a varios actores importantes relacionados al caso. Uno de ellos confirmó que el dato era cierto.
Habiendo chequeado la noticia, sobre la marcha tuve que decidir si informarla o no. La función de los periodistas no consiste en dar buenas noticias o simpáticas, sino verdaderas y de público interés.
Lo que quizás me faltó fue explicarme. El vértigo con el que ocurrió todo tuvo algo que ver. También el dolor del momento, el no querer mover el foco del punto principal -el horror del asesinato- me llevó a ser parco. No ahondé en la importancia del dato. Elegí no nombrar al marino, por respeto a su familia, ni el delito.
Salí del canal. La catarata de insultos de las lacras que utilizan las redes sociales para vomitar el asco de su verdadero ser interior seguía derramando su pus.
Dormí bien porque sabía que me había atenido a las buenas normas de la profesión.
Hoy hablé con otras dos fuentes de importancia vinculadas al caso e independientes de las dos primeras: confirmaron la noticia.
También corroboré un punto central que hace a la relevancia de este dato y que necesariamente las autoridades deberán aclarar: está prohibido ingresar a las fuerzas armadas con antecedentes penales. La razón de tal prohibición es evidente: el Estado tiene que tener y ofrecer garantías sobre a quién le otorga armas de guerra, instrucción militar y acceso a sus cuarteles.
Esta disposición, central en lo que hace a la seguridad de la sociedad y el Estado, se violó en este caso.
Haya tenido algo que ver con el crimen o no, no es un tema menor. 
Resumiendo: 
¿La noticia era verdadera?
Sí.
¿La noticia rebaja en algo el horror del triple asesinato?
Por supuesto que no. Siempre estuve, sigo y seguiré estando en la vereda opuesta a los que justifican o relativizan los asesinatos llamados "ajustes de cuentas" o los que, por ejemplo, miran para otro lado ante la saga de muertes en nuestras cárceles. Toda vida cuenta. Toda vida vale. Todo asesinato merece que su culpable sea castigado.
¿La noticia tiene algo que ver con el móvil del crimen?
No lo sé. Lo dije en el programa. Lo repito.
¿La noticia es importante?
Sí. Hay algo funcionando mal en un sector muy importante del Estado.
Callarlo o esconderlo no ayudará a que se solucione.

4.3.18

El Chueco Maciel y la "noticia deseada"

"Es una versión como tantas otras". "Eso es lo que dice él". "¿Por qué hay que creerle a Sosa y no a Viglietti? ¿Por qué esperó 40 años para hablar?".
Esos fueron algunos de los comentarios en la prensa y las redes sociales respecto a la entrevista a Nelson "Cateta" Sosa, exintegrante de la banda del Chueco Maciel, que publiqué en el diario El Observador el sábado 24 de febrero.
Los comentarios parecen responder al fenómeno que el periodista argentino Miguel Wiñazki llama "la noticia deseada": la gente cree o descree en las noticias según coincidan o no con su ideología y sus prejuicios.
Chueco Maciel, Leonardo Haberkorn, Nelson Cateta Sosa
De la entrevista, hoy también publicada en el libro Herencia Maldita, queda claro que el Chueco Maciel no se guiaba por ninguna ambición comunitaria, ni repartía nada de lo que robaba. "Alguien se aprovechó, distorsionó la realidad y lo puso como un mito. Y no es que yo me quiera quedar con algún galón suyo. Al contrario: para mí aquello es un momento muy desagradable de mi vida", dice Sosa en la entrevista. Agrega en otro pasaje: "Acá hubo un oportunista que, cuando lo mataron (al Chueco Maciel), quiso presentarlo como una víctima de las necesidades del barrio y usarlo para demostrar lo mal que estaban las cosas. Pero lo encararon mal. Y terminaron por inflar un globo que no fue real. Muchos en el barrio sintieron una indignación tremenda, pero en aquel tiempo no existían las facilidades de comunicación que hay hoy".
La construcción ficticia en torno al Chueco Maciel no solo es desmentida no solo por el testimonio de "Cateta". Ya existían otros testimonios en igual sentido.
Pero como el poder de "la noticia deseada" es cada vez más fuerte, vale la pena repasar los hechos.

1) En noviembre de 2017 el periodista Luciano Álvarez denunció en El País que Nelson "Chueco" Maciel, un delincuente que fue muerto por la policía el 18 de junio de 1971, figuraba como una víctima de la dictadura en una lista de la Secretaría de los Derechos Humanos para el Pasado Reciente, dependiente de Presidencia.
La denuncia hizo que Maciel, que tenía apenas 20 años cuando fue abatido, fuera borrado del listado de inmediato.
El coordinador del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia, Felipe Michelini, negó que Maciel hubiera estado en la nómina de víctimas de represión.
Michelini faltó a la verdad. Yo mismo vi el nombre de Nelson Maciel en la lista, a la que me dirigí apenas terminé de leer el artículo de Luciano Álvarez.

2) La polémica en torno a la presencia de un delincuente común como Maciel junto con las víctimas de la represión militar interesó al colega Mauro Bettega, de la producción periodística de Nuevo Siglo TV.
Leyendo la prensa del momento en que Maciel fue muerto, Bettega encontró dos artículos muy importantes para entender esta historia, ambos del semanario Marcha.
El primero fue publicado el 25 de junio de 1971 con el título "La otra cara del Chueco Maciel". Se trata de una crónica panegírica firmada por Hugo Alfaro publicada una semana después de la muerte del ladrón.
Hugo Alfaro, Chueco Maciel
Alfaro describe el cantegril (el barrio Plácido Ellauri) donde vivían el Chueco, Cateta y los demás integrantes de la banda y desliza una feroz crítica a la sociedad que permite esa miseria. El periodista elabora un retrato del difunto Maciel en base a testimonios anónimos que dice recoger en el cantegril:
"Un tornero que trabaja en La Comercial", anónimo, dice a través de Alfaro: "Era flor de diablo. Pero, ¿y qué quiere? Aquí no es fácil escapar de la delincuencia. Y el delincuente, a su modo, es un rebelde. Primero roba porque no tiene qué comer, y después roba para vengarse de una sociedad inhumana e injusta".
Alfaro nos dice que "la gente" del cantegril (no hay ni un solo nombre propio en toda su crónica) "está tratando de convertir la astucia y el coraje del Chueco Maciel en un instrumento para el cambio y -ellos insisten- para la creación del hombre nuevo. Todos eran amigos del Chueco Maciel y se atropellan para exaltar su generosidad. 'Fue un Robin Hood, daba a los demás todo lo que tenía'".

3) Así, con ese nivel de rigor periodístico, Hugo Alfaro -redactor responsable de Marcha- puso el primer mojón en la leyenda de que Maciel fue Robin Hood: "Un tornero". "La gente". "Ellos". "Todos". Todas citas anónimas.

4) El otro artículo que encontró el periodista Bettega fue la carta de un lector de Marcha, publicada en la siguiente edición a la crónica laudatoria, el 2 de julio de 1971.
Se trató de una carta del lector Rodolfo Ponce de León, funcionario judicial que "intervino en todas las actuaciones jurisdiccionales referentes a Nelson Julio Maciel Rodríguez", el Chueco, en la justicia de menores.
Ponce de León señala en la carta que conoció al Chueco en 1967 y siempre intentó ayudar a su recuperación. Sin embargo, no fue posible. Cuenta que en la justicia hay informes psiquiátricos sobre Maciel que lo pintan como un individuo que padecía una "absoluta incapacidad para solucionar sus conflictos" y lo califican como "débil mental" y dueño de una personalidad con "rasgos psicopáticos". Recuerda que en abril de 1968 y febrero de 1969 Maciel fue herido a balazos por sus propios compañeros.
"Creemos que calificar a Maciel como 'astuto', compararlo con Robin Hood, y convertirlo en definitiva en una especie de líder o ejemplo para los oprimidos, es para quienes lo conocieron desde antes a él y su cantegril, una historia imperdonable. Se ha dicho que 'la verdad es siempre revolucionaria'; tal vez porque es antipática. Los muertos y la miseria merecen -Alfaro lo sabe- un poco más de respeto".

5) Queda claro que la historia rosa del Chueco Maciel no fue desmentida recién 40 años después, como arguyen algunos de los que cuestionan a "Cateta". ¡Fue desmentida apenas una semana después de que Alfaro la publicara en Marcha y antes incluso de la existencia de la canción de Viglietti!

6) El hallazgo de estos dos artículos por parte del periodista Mauro Bettega hizo que buena parte del equipo que entonces tenía Nuevo Siglo TV nos dedicáramos a buscar más datos para completar esta historia. La periodista Belén Danza revisó la prensa del momento. Es muy interesante leer cómo El Popular cubrió la muerte del Chueco Maciel. El diario comunista escribió en su edición del 20 de junio de 1971:
"Acribillado en un tiroteo con la policía en la madrugada del viernes cayó Nelsón Julio Maciel Rodriguez (casado, 20 años) quién cómo infanto juvenil hace más de tres años cobró popularidad conociéndosele como 'Chueco Maciel'. La trágica muerte del joven acechó a las 2:40 del viernes en (la calle) Juan Acosta (Cerrito). Una media hora antes el 'Chueco' y otros dos jóvenes se desplazaban por el Cerrito de Victoria armados con revólveres al parecer también una arma larga. En Juan R. Rosas y Chimborazo interceptaron al guardia de Amdet, Mario Romero (casado, 43 años). Lo despojaron de unos 9.000 pesos, pero no conformes con eso exigieron a Romero que se dirigiese a su domicilio.
La esposa del trabajador sospechó que algo estaba pasando y no quiso abrir la puerta. El 'Chueco Maciel' y su compañero le dijeron: 'abra o le volamos los sesos a su marido'. A la señora no le quedó otra que franquearles el paso. En la casa el dúo obtuvo otros 40.000 pesos y entre otras cosas una batidora. Antes de irse balearon a Romero, dejándole una herida en la cabeza.
(...)
Los policías comenzaron a patrullar la zona hasta que avistaron a los rapiñeros. Dos de ellos huyeron a la carrera apenas vieron la camioneta policial. Pero Nelson Julio Maciel lanzó un disparo contra la camioneta con el revólver. La respuesta policial fue fulminante. Uno de los cuantos balazos que alcanzaron al joven le perforó el occipital (...).
Rodeado desde su infancia de miserables condiciones, ya los 15 años Maciel Rodríguez era un infanto juvenil que daba dolores de cabeza en los cantegriles. Se fugó varias veces de albergues del Consejo del Niño. Junto a él actuaron varios otros menores en rapiñas y hurtos diversos. Posteriormente pasaron a perpetrar toda clase de tropelías contra sus propios vecinos, particularmente en los cantegriles de Aparicio Saravia, Enrique Castro y adyacentes.
En la temporada de 1969 incursionó en Punta del Este y otros balnearios. Ese año se entregó a la policía y fue procesado por desacato. Pocos meses después salió de la cárcel pero sin otros horizontes que habían signado su infancia y su adolescencia". 
Tal parece que El Popular y Hugo Alfaro no escribieron sobre la misma persona.

7) Mi aporte a aquel esfuerzo colectivo del ex equipo de Nuevo Siglo fue ubicar a Ponce de León. Lo localicé y lo invité a dar su testimonio en el desaparecido programa Off the record (uno de los discontinuados de NSTV).
Aquí puede verse lo que dijo el ex funcionario judicial sobre el Chueco Maciel.




8) Una vez que se conoció el segundo testimonio de Ponce de León, el de 2017, comenzó la cantinela de los cultores de "la noticia deseada": ¿por qué hay que creerle?, ¿por qué habla ahora?, ¡esto es una campaña de la derecha contra Viglietti!
En un muro de Facebook leí que uno de los muchos que se negaban a creerle a Ponce de León escribió algo así cómo: la historia del Chueco Maciel es verdadera y quien la conoce es Nelson "Cateta" Sosa, el último sobreviviente de la banda, que vive en Suecia. ¿Por qué la prensa mentirosa y siempre al servicio de la derecha y el imperio no se anima a llamar al Cateta?
En noviembre de 2017 le escribí un mensaje a "Cateta", diciéndole que me interesaba conocer su testimonio y saber cómo habían sido las cosas.
Allí nació la crónica publicada en El Observador y en Herencia Maldita.
Quienes la leyeron habrán sabido que de sorpresa visitamos el cantegril con "Cateta" y aparecimos, sin que ella nos esperara, en la casa de Angélica Ferreira, una vieja vecina del "cante". "Cateta" le dijo : "Contale quién era el Chueco Maciel".

"Era solo un chorrito de barrio", responde ella. "Era bajito y siempre andaba de sombrero. Tuvo cosas buenas y malas", agrega. Las buenas no las enumera. Las malas: le pegaba a su mujer y, la peor, una vez dejó que la policía se llevara de los pelos a su propia madre en lugar de entregarse.
"¿Repartía el botín en el cante?", pregunta Cateta. "¡Qué iba a repartir!", se ríe Angélica. "Yo le dije a Viglietti una vez que vino: Hiciste una canción hermosa, pero es mentira".

9) El primer desmentido de Ponce de León fue publicado por Marcha, con una pequeña nota de los responsables de la redacción que se burlaban de él por ser joven. Pocos meses después, basándose al pie de la letra en la nota de Alfaro, Viglietti escribió la canción del Chueco Maciel, que dio nombre al disco Canciones Chuecas y se transformó en un éxito inmediato, un himno para la juventud rebelde.
La nota de Alfaro y la canción de Viglietti calzaban como anillo al dedo a las necesidades revolucionarias del momento: ponían foco en la miseria del cantegril, menoscababan a la policía y a las instituciones, justificaban la violencia como respuesta un régimen oprobioso e injusto. Tanto es así que el 1 de enero de 1972, cuando el MLN toma el aeropuerto de Paysandú y declara la guerra a las Fuerzas Armadas (recomiendo la descripción de este episodio que el recientemente fallecido Aníbal de Lucía hace en Historias Tupamaras), difunde una proclama que menciona en forma explícita al Chueco Maciel: "Cuando un hambriento del cantegril roba para comer (...) lo asesinan, como asesinaron al Chueco Maciel".
Ese verano, la murga La Soberana le cantó al Chueco Maciel: "El Chueco luchaba de noche y de día / la vida expropiaba y la repartía".
Luego, para completar la obra iniciada por Alfaro, Fernández Huidobro haría aparecer en uno de sus libros al Chueco Maciel como simpatizante del MLN.

10) Resumiendo: La leyenda en torno al Chueco Maciel fue iniciada por Hugo Alfaro desde Marcha. Viglietti se basó en ella para su canción. No es que ahora 40 años después alguien haya decidido desmentirla. El primer desmentido a la construcción de Alfaro fue inmediato y se publicó en Marcha una semana después.
No es solo Cateta quien desmiente que el Chueco Maciel haya sido Robin Hood. Por ahora, son tres personas con nombre y apellido: Nelson Sosa, Rodolfo Ponce de León y Angélica Ferreira. Todos son fuentes muy calificadas. Testigos o protagonistas de primera mano. Que hablan con nombre y apellido. A eso hay que sumarle las notas en la prensa de la época, incluyendo a El Popular, el diario del mismísimo Partido Comunista.
Del otro lado no hay nada. Ni siquiera un solo nombre puso Alfaro.

Cada uno sacará sus conclusiones.

26.11.17

La fe también mata

Cierto pensamiento dominante ayer y hoy en estas latitudes se basa en la creencia de que todos los hombres son buenos por naturaleza. Que no hay hombres malos, mucho menos "monstruos". Ni siquiera el que sube a su auto a una niña de 12 años, escolar, para violarla, matarla y enterrar su cuerpo en un bosque tapándolo con piedras.
Cuando un ser humano comete una monstruosidad así -sostienen- es porque detrás suyo hubo un sistema que lo impulsó. Ningún pibe nace monstruo. Los monstruos los hace algo muy grande y muy malo que está encima de todos nosotros: la religión, el capitalismo, el patriarcado, el heteropatriarcado.
Una vez oí al periodista Alejandro Bluth explicar que hay una diferencia enorme entre las sociedades que creen que hay hombres malos y aquellas que lo niegan.
Los países donde -por motivos filosóficos, políticos o religiosos- una mayoría cree que la gente malvada existe, no tienen contemplación con ella. Suman las penas de cada uno de los delitos que cometieron: 30 años por este asesinato + 30 años por este otro + 10 años por el secuestro de Fulano + 5 por herir a Mengano = Total 75. Aplican penas cada vez más duras a los reincidentes. Usan la cadena perpetua. Algunos países (yo estoy en contra, lo aclaro), también castigan con la pena de muerte.

Ellos creen -según criterios muy variados y discutibles- que hay verdaderos monstruos y se encargan de sacarlos de circulación.

No pasa eso cuando la mayoría -por ideología o religión- cree que todos los hombres son buenos y que si hacen algo terrible es porque fueron determinados por un sistema maligno.

Cuando el malo es el sistema, el delincuente es otra víctima y "los responsables somos todos". ¿Cuántas veces lo oímos cada semana? Con esa visión, lo que hay que derribar es al capitalismo y al patriarcado.

¿Y mientras tanto?

Mientras tanto, el vil sistema sigue vigente y tiene lógica que las penas sean más benévolas porque todos somos víctimas y responsables al mismo tiempo. No se suman los delitos. No hay cadena perpetua. La pena máxima es de 30 años, así hayas matado a 50, pero siempre se sale antes. Los motivos para anticipar las salidas de la cárcel se multiplican. Reincidir no es un problema, porque se considera que fue "el sistema" el que empujó al pobre diablo a volver a robar, herir o matar al prójimo. Hace unos días la prensa informó que la Justicia envió a su casa a un hombre que ya tenía 13 antecedentes penales: todavía tenemos la esperanza de que ese sujeto se rehabilite, por eso lo seguimos liberando una y otra vez. En el fondo seguro que es bueno.

Nuestro buenismo a ultranza -esto también hay que decirlo- además de indemostrable es hipócrita: porque esas víctimas del sistema son enviadas a cárceles infectas donde no será raro que enfermen, los violen, los maten con un corte o padezcan el horror de morir quemados vivos como los 12 de Rocha, sin que nadie renuncie, nadie vaya preso y a nadie se le mueva un pelo.

El principal sospechoso de haber asesinado a la niña de 12 años ya había estado preso dos veces por delitos sexuales. A su psicopatía se le sumaban los efectos de dos estadías en el infierno carcelario oriental. Sin embargo, estaba libre, suelto, sin control, sin atención especial, manejando un taxi, un trabajo ideal para cazar niñas, porque -más allá de lo que dice la ciencia- tal parece que teníamos FE en que se hubiera rehabilitado, que su fondo bueno por fin hubiera emergido.

Hace unos días asistí a un seminario vinculado a políticas de cárceles.
Un importante funcionario del sistema penitenciario terminó su ponencia cantando unas estrofas de la canción "Amor profundo".

Amor -dijo- es lo que hace falta.
Un buen tipo.
Honesto.
Trabajador.

Con seguridad su receta sirva para muchos casos, pero quizás no para todos.
Unos días después, la niña de 9 años y luego la de 12. No hubo canción ni amor que las salvara.



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