7.6.13

Soros y la ley de la marihuana

Había leído en internet un par de artículos que sostienen que detrás de la campaña mundial en favor de la despenalización del consumo de marihuana se halla el interés de la poderosa multinacional Monsanto. Según esos informes, esta empresa multinacional, productora de la semilla de soja transgénica que ha modificado la economía, el paisaje y la ecología de todo el Río de la Plata con efectos ambientales muy polémicos, estaría ahora interesada en patentar una marihuana transgénica, solo cultivable a través de su semilla, y quedarse así con otro millonario negocio, lo mismo que la soja.
Pensé que se trataba de otra teoría conspirativa de las que abundan en internet, hasta que noté la siguiente cadena de sucesos.
Comenzó a emitirse en la televisión uruguaya una costosa campaña en favor de la legalización del cultivo de la marihuana. Cada aviso lleva la firma de la ONG "Regulación Responsable". Este es uno, pero hay otros:

  

La magnitud de la campaña llevó a que muchos se preguntaran quién la financia. El periodista Daniel Castro se lo consultó al abogado Leonardo Costa, exprosecretario de la Presidencia durante el gobierno de Jorge Batlle y expresidente de la Junta Nacional de Drogas, uno de los adherentes a Regulación Responsable. Costa respondió apenas que los avisos se solventaban con ciertos dineros provenientes del Uruguay y otros del extranjero (es la última pregunta de la entrevista).



Sin embargo, en el programa Entrelíneas del canal 20 del cable TCC, el periodista Daniel Rodríguez, citando fuentes de Regulación Responsable, fue mucho más concreto y señaló que la publicidad televisiva, cuyo costo estimó en 100.000 dólares, se solventa con fondos de fundaciones del exterior "que están interesadas en el tema regulacion" y ellas son, dijo, la Drug Policy Alliance y la Open Society Fundation (vean a partir del minuto 4:35).




El video del programa fue luego subido a la página de Facebook de Regulación Responsable, sin enmiendas,  apoyando en forma tácita los datos difundidos por el periodista. Fuentes de la ONG han señalado, tal como dio a entender Leonardo Costa, que la campaña tiene también otras fuentes de financiamiento, pero confirman la participación de Open Society y la DPA..
Tal como consta en página web de la Open Society Foundation, su fundador y jefe es el multimillonario George Soros. También hay múltiples referencias del apoyo de Soros a la Drug Policy Alliance.
Hasta allí nada demasiado raro. Pero todo comienza a complicar cuando uno repara en que Soros también es accionista de Monsanto, la multinacional de la soja transgénica, el glifosato y que, algunos dicen, está desesperada por patentar la marihuana transgénica.
A su vez, hay que considerar el proceso que hizo la ley de la marihuana. Se comenzó discutiendo una ley de "autocultivo" o, mejor dicho, cultivo personal. Diputados oficialistas y opositores trabajaron duro para acordar como zanjar la actual contradicción legal: fumar marihuana no es delito, pero cultivarla y comprarla sí. ¿Y entonces cómo puede uno consumirla?
Luego se pasó a una idea más radical: el cultivo personal cayó a un segundo plano, porque el Estado, anunció el presidente Mujica, produciría marihuana en forma masiva.
Pero la ley que ahora se apresta a ser aprobada cambia otra vez las cosas: aunque la opción del cultivo personal se mantiene, el grueso de la producción lo realizarán empresas privadas.
En resumen: en un país cuya principal exportación hoy es la soja transgénica de Monsanto y donde este cultivo se ha expandido pasando por arriba muchas normas ambientales (protección del agua, del monte indígena, de la población vecina a los cultivos, etc.), la televisión emite hoy una campaña financiada con dinero de una fundación que dirige uno de los dueños de Monsanto, para habilitar una ley que, entre otros efectos, hace que los privados se encarguen del nuevo negocio de la marihuana (que algunos paranoicos creen que puede llegar a ser muy parecido al de la soja de Monsanto).
Soros, además, es un personaje difícil de definir. Es sin duda un especulador financiero. En 1992 usó su fortuna para doblegar al mismísimo Banco de Inglaterra: entonces vendió de golpe 10.000 millones de libras lo que llevó a los ingleses a devaluar su moneda. Se dice que ese día muchos se empobrecieron y Soros ganó 1.000 millones de dólares. Es también conocido como filántropo y algunas de sus posiciones políticas están incluso más a la izquierda que las del "progresismo" actual: reclama más impuestos a los ricos, tasas elevadas a las ganancias de la minería, etc. Su fundación Open Society hace muchas cosas buenas en el mundo. Una fuente en la que confío y que viaja por todo el continente, me contó como el dinero de Open Society sirve para organizar a los campesinos de Guatemala para que puedan enfrentar los abusos históricos de los terratenientes. El curriculum de Monsanto, en cambio, es mucho más cuestionable. Basta recordar que antes del glifosato fabricó el tenebroso Agente Naranja usado por Estados Unidos en la guerra de Vietnam.
El problema es que hay dos Soros, el que dirige Open Society y el que invierte en Monsanto. Él mismo ha dicho: "Como actor del mercado, intento maximizar mis beneficios. Como ciudadano, me preocupan los valores sociales, la paz, la justicia, la libertad".
Ahora Soros, a través de Open Society, entró a la arena política uruguaya (si es que no había entrado antes). Hubiera sido mejor que no lo hiciera en secreto, con tanto misterio. Por lo menos ahora sabemos que está entre nosotros. El problema es determinar cuál Soros es. ¿El ciudadano o el actor de mercado?

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28.5.13

Zabalza se equivoca

El ex líder tupamaro Jorge Zabalza se refirió a mí y mi libro Milicos y tupas en un artículo que escribió en su blog respondiéndole a su ex compañero y colega Amodio Pérez (luego reproducido por El Observador).
Lo escrito por Zabalza me sorprendió, porque a pesar de no coincidir con alguna de sus definiciones políticas centrales (como insistir en que la violencia política sirvió y puede servir para algo), lo tenía por una persona honesta.
Dice en referencia a Milicos y tupas: "No se hace la historia de los 700 torturados que pasaron por Artillería No. 1, entre las cuales abundaron las actitudes heroicas,  sino que se escribe una novela sobre el coronel Agosto y los cinco compañeros que colaboraron con los milicos. Es la ideología del sistema que apunta la mira del que escribe, que no rescata el marco entero sino la parte más miserable de los hechos".
Por supuesto que todo el mundo tiene todo el derecho a criticar éste y cualquier otro libro. Lo que no hay derecho es a faltar a la verdad.
Zabalza sabe muy bien que el libro no es una novela. Tiene sí un tono narrativo, busqué que se leyera como una historia, pero todos los hechos son reales y mucho trabajo dio contrastar los testimonios de unos y otros para llegar a  la versión final.
Milicos y tupas, premio Bartolomé Hidalgo 2011. Respuesta a ZabalzaZabalza miente cuando dice que el libro no da cuenta de las torturas que padecieron los presos en el cuartel de La Paloma, en el período que relata el libro. El tema de la tortura ocupa muchas páginas. Yo personalmente confronté al coronel retirado Luis Agosto con los testimonios de detenidos que fueron torturados en el cuartel de Artillería 1. En el living de su hogar, en presencia de su esposa, le leí en voz alta la descripción que el escritor Carlos Liscano hace en su libro El furgón de los locos de las torturas que recibió en ese cuartel. Incluí ese fragmento del libro de Liscano en el mío. Relaté en Milicos y tupas las reacciones y respuestas de Agosto a las lecturas y a mis preguntas. Incluí muchas otras alusiones, testimonios y referencias a la tortura. Entonces, ¿por qué miente Zabalza?
Tampoco es cierto que en el libro no se cuentan actitudes valientes o generosas de los tupamaros presos. Sí que las hay contadas por otros tupamaros e incluso por el propio Agosto. Yo cuento todo, lo bueno y lo malo. No tengo pactos de silencio. No estoy obligado por ninguna leyenda negra ni por ninguna rosa, como la que marca el tono de los muchos libros que los tupamaros han escrito haciéndole creer a los jóvenes que la guerrilla fue la cosa más hermosa.
Sin nombrarme, Zabalza me dedica unas líneas:  "Es la ideología del sistema que apunta la mira del que escribe, que no rescata el marco entero sino la parte más miserable de los hechos".
Se equivoca. Como periodista e investigador nadie me apunta la mira (¿no se le ocurre a Zabalza alguna metáfora que no implique armas de fuego?). Yo investigo y cuento. No es cierto que solo busque lo sórdido. Por ejemplo, el periodista Salvador Neves, en la crítica que escribió en Brecha, dice de Milicos y tupas: "En el libro hay, sobre todo, muchos relatos de humanidad inesperada". Parece que hablamos de dos libros distintos.
Neves concluye su nota en Brecha aludiendo a dos citas de la obra: una del coronel Agosto y otra del ex líder y  referente tupamaro (hoy suegro de Zabalza), Henry Engler: "Él hombre no está hecho para la violencia", dice Engler. "Solamente a un sádico le puede gustar la guerra", asegura Agosto. Neves reflexiona a partir de allí: "De acuerdos como éste, seguramente tan o más relevantes que los sórdidos conciliábulos que tanto interés suscitan, trata este libro. Es un puñado de memorias entrelazadas. No es 'la' historia. Pero esas memorias faltaban para que el relato de nuestro pasado reciente vaya dejando de ser cantar de gesta y empiece a ser historia".
Quizás Zabalza quiera seguir en la etapa del cantar de gesta, y está en todo su derecho. Pero su condición de "guerrillero histórico" y de última "estaca" que marca el norte de la revolución no le da derecho a decir cualquier cosa.
Lo más cínico viene cuando escribe que Milicos y tupas cuenta la historia de Agosto y "cinco compañeros que colaboraron con los milicos".
Zabalza sabe muy bien que los tupamaros que trabajaron durante la tregua junto con los militares, que fueron mucho más que cinco, lo hicieron porque recibieron una orden expresa en ese sentido de la dirección tupamara.
El profesor Armando Miraldi lo cuenta con lujo de detalles y otros testimonios, recogidos por otros autores, coinciden. El enviado de la dirección tupamara al cuartel de La Paloma para dar la orden de trabajar con el Ejército, y quien dio los nombres de los que debían colaborar, fue David Cámpora. Y luego, más adelante, otro día, según relata Miraldi, Engler fue al cuartel, sin estar preso, para ver cómo seguía todo. Lo mismo pasaba en otros cuarteles. ¿No leyó Zabalza el libro que tanto critica? ¿No conoce los otros libros que hay sobre este episodio? ¿Cómo Zabalza tiene el tupé de no admitir que la orden vino de la dirección de su MLN? ¿Por qué busca enchastrar a compañeros suyos que hicieron lo que la dirección del MLN les ordenó?
Hasta ahora pensaba que Zabalza, en el acierto o en el error, era honesto en sus apreciaciones públicas. No sé si será la aparición del fantasma de Amodio Pérez o alguna otra razón que se me escapa, pero está perdiendo la línea.

Posdata: Con fecha 29 de mayo, he recibido el siguiente mensaje del ex líder tupamaro Henry Engler:

"Hola Leonardo.
Yo nunca estuve en un cuartel del ejercito sin haber estado preso.
Jamás di orden de que había que trabajar con ilícitos económicos. Nunca controlé nada de eso, ni me permitieron hablar con otros presos sobre esos trabajos.Nadie jamás me preguntó si yo estaba de acuerdo o no con eso.
No tengo idea como arrancó eso ni quién convenció a los militares de que había que trabajar en eso.
Un saludo".

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22.5.13

Amodio en el cine Arizona

Finalmente El Observador ha dado por buena la identidad de quien ha estado dirigiendo cartas a los medios de comunicación afirmando ser Amodio Pérez.
Las fotos que el corresponsal ha enviado como prueba de su identidad, en efecto, se parecen mucho al  rostro conocido del ex líder tupamaro, cuando era joven. Algunos de sus ex compañeros más famosos o representativos, como Marenales y Zabalza, han señalado que no tienen dudas de su identidad.
Las fotos, sin embargo, no terminan por ser una prueba cien por ciento segura. Podría ser que el misterioso corresponsal tuviera fotos de Amodio Pérez, pudiera tratarse de alguien parecido o alguien que tuviera fotos de alguien parecido... se me ocurren muchas opciones, complicadas pero posibles.
Amodio Pérez, tupamaros, traición
Amodio en El Observador
De todos modos, la información exacta sobre el MLN manejada por el misterioso corresponsal, sumada a las fotos y a una conversación telefónica con el periodista Gabriel Pereyra, que le hizo preguntas precisas y complejas sobre la historia tupamara, han convencido al diario y a la mayor parte de los periodistas y actores de aquellos años que han opinado en público. Incluso El País, que se había negado a publicar las cartas de Amodio por dudar antes de su identidad, ha reproducido las respuestas ahora brindadas a El Observador.
Parece evidente que el objetivo de quien firma Amodio Pérez es lavar su imagen. Dice que nunca salió a la calle vestido de militar a capturar a otros integrantes del MLN. Y afirma que no hay testimonios concretos que lo acusen. "¿Por qué nunca se ha señalado a los que 'marqué'?", pregunta desde las respuestas que envió a El Observador.
Debe haber más testimonios que lo desmienten, pero yo por lo menos conozco uno.
En el libro La izquierda armada, de la historiadora y ex tupamara Clara Aldrighi, un testimonio anónimo cuenta que Amodio "llegó al punto de capturar en 1972 a uno de los integrantes de la fracción, Enrique Rodríguez Larreta, reconociéndolo cuando ingresaba a un cine y señalándoselo a los militares. Era un muchacho de menos de veinte años y Amodio había sido su responsable".
Rodríguez Larreta fue uno de los ex integrantes del MLN a los que entrevisté para realizar el libro Historias tupamaras y su testimonio me resultó valiente y valioso. Radicado en Rio de Janeiro donde hoy es académico universitario, lo entrevisté en sucesivos intercambios de mails.
En uno de ellos le pregunté si era cierto que había sido detenido por una patrulla militar de la que Amodio Pérez formaba parte. Me respondió:
-Lo de Amodio es verdad. Vestido de militar en una camioneta del Batallon Florida dirigida por el Teniente Grignoli. Me sacaron, a mí y a Raquel (su esposa) del cine Arizona. Estaban dando El Pequeño Gran Hombre con Dustin Hoffman. Se prendieron las luces y nos sacaron del cine. Aún recuerdo la música de entrada de la película. Nunca la vi completa...
Esta cita no entró en Historias tupamaras, porque fue imposible incluir todos los testimonios y datos obtenidos durante la investigación realizada para escribir el libro. La publico hoy por primera vez. Viene al caso para demostrar que quien responde las preguntas de El Observador falta a la verdad. Los testimonios existen. Traicionó incluso a un muchacho que había sido su subordinado. El sargento Sanders, pero al revés.
Cuando escribí Historias tupamaras busqué la palabra de tupamaros que, desde la izquierda o la derecha, fueran capaces de analizar crítica y autocríticamente lo realizado por la guerrilla y por ellos mismos. Rodríguez Larreta, Luis Nieto, Kimal Amir, Aníbal de Lucía, Fernando González Guyer, Juan José Cabezas, Luis Alemañy, Efraín Rodríguez Platero y George Whitelaw, todos ellos aportaron elementos removedores y de singular coraje, contrapuestos a la eterna autocomplacencia derramada en los libros que han edificado el relato oficial tupamaro, una historia rosa, un cuento de hadas. Lo mismo cabe decir para quienes contaron su historia en Milicos y tupas, el profesor Armando Miraldi y el contador Carlos Koncke (también la anónima "Mónica").
En Amodio Pérez, en cambio, no hay atisbo de autocrítica. Se reafirma en todos sus actos. En sus cartas y  respuestas a El Observador se aprecia la misma autocomplacencia de sus supuestos antagonistas. Se alzaron en armas, dice, porque la democracia era trucha. Reclama méritos militares que otros le niegan, ¡pero Zabalza reconoce! No hay menciones a lo que la violencia política le dejó al Uruguay, hasta hoy. Debería enterarse que en ello le caben las mismas responsabilidades que a sus amigos-enemigos. Y que tiene cuentas adicionales, moralmente graves: las que lo ayudaron a salir del país mientras sus compañeros padecían la tortura en los cuarteles.
Si uno se guía solo por los escritos enviados a la prensa por el señor Amodio, la noticia es que tenemos un prócer más. Otro tupa clase A, como le gusta a Marcelo Estefanell. Otro que lava sus culpas con mentiras y medias verdades. Otro guerrillero heroico. Linda película para verla en el cine Arizona sin que nadie venga a interrumpirte en la mitad de la función, con una patrulla de soldados, a prender las luces y llevarte preso.

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