En mayo de 2004 escribí en el suplemento que dirigía en el diario El País:
“La democracia uruguaya se basa en una regla de oro no escrita, pero que siempre se cumple.
Esta ley indica que dado un problema o crisis, los políticos y gobernantes siempre aplican una de estas tres soluciones:
a) Subir los impuestos o las tarifas.
b) Pedir dinero prestado o generar deuda.
c) Colocar un semáforo.
Es cierto que algunas veces se han ensayado otras respuestas frente a algún asunto grave —encerrar el problema en una caja fuerte, por ejemplo—, pero en general la regla de oro se cumple a rajatabla.
Uno imagina a los políticos veteranos explicándoles a los muchachos que se inician en las artes del gobierno (los que muchas veces son sus propios hijos):
—No te preocupes, siempre podrás subir los impuestos. El pueblo uruguayo es extraordinario. ¡Acá no es como en Bolivia donde por una suba de tarifas te prenden fuego el país!
O también:
—Querido hijo: nunca dudes en pedir prestado, emitir obligaciones de deuda o sacar una nueva serie de bonos. Los intereses se pagan mucho más adelante. ¡Y las generaciones futuras no votan!
El tema de la nota era la dependencia energética del Uruguay y mi evidente enojo venía de comprobar cómo los gobiernos se sucedían sin que el asunto se abordara, ya que no era fácil de solucionar mediante a), b) o c).
Lo mismo podía decirse sobre otros problemas complejos, siempre dejados para más adelante: la ineficiencia del Estado y sus desigualdades internas, la decadencia de la educación pública y del cuerpo docente, la progresiva pérdida de seguridad ciudadana, el colapso del sistema carcelario, el atraso de la Policía, la mentalidad de oficina pública dominante en el país entero, la creciente concentración de la pobreza en la infancia.
Hoy el Frente Amplio lleva ya seis años en el poder. En cuando a diversificar la matriz energética se han dado algunos pasos, pero la mayor parte de estos problemas subsisten y algunos de ellos agravados.
Los gobiernos frentistas también se han valido de la regla de oro. Han subido las tarifas y los impuestos (sobre todo a los trabajadores), se han endeudado y, aunque Montevideo competiría con buenas posibilidades por el cetro de la ciudad más mugrienta del mundo, la colocación de semáforos nunca se detuvo.
Sin embargo, hay una novedad en la Regla de Oro.
La gran noticia de los gobiernos del Frente Amplio ha sido la inclusión de una nueva opción dentro de la tradicional fórmula con la que los políticos llevan adelante nuestros asuntos.
Ya no tenemos solo a, b o c. Ahora también tenemos d.
Uruguay hoy ahora funciona así:
Dado un problema cualquiera, se puede aplicar alguna de estas soluciones: subir los impuestos o las tarifas (a), pedir dinero prestado o endeudarse (b), colocar un semáforo (c) o…
d) Modificar el modo de evaluación del problema.
Así, por ejemplo, en 2006 se modificaron los criterios para medir la pobreza y la indigencia.
Hace unas semanas el ministro del Interior Eduardo Bonomi ante la creciente inseguridad reinante divulgó datos más basados en una nueva manera de medir los delitos. (Y provocó la renuncia del Director del Observatorio de Criminalidad del Ministerio del Interior, el sociólogo Rafael Paternain).
Hace unas semanas el ministro del Interior Eduardo Bonomi ante la creciente inseguridad reinante divulgó datos más basados en una nueva manera de medir los delitos. (Y provocó la renuncia del Director del Observatorio de Criminalidad del Ministerio del Interior, el sociólogo Rafael Paternain).
Hoy tuvimos un nuevo ejemplo de opción d). El integrante del Consejo de Secundaria Daniel Guasco ante el fracaso estrepitoso de los estudiantes uruguayos en la prueba PISA propuso cambiar el modo de evaluarlos, hacerles una prueba más fácil, más adecuada a un país cuya educación es un absoluto desastre.
"Habría que ajustar las pruebas PISA o ponerlas más sobre la tierra en lo que es la educación pública y privada uruguaya", dijo a El País.
Uno puede imaginar nuevos diálogos entre dirigentes veteranos del Frente aconsejando a los muchachos que se inician en la política:
-No te ahogues en un vaso de agua. Si un problema parece muy grave, siempre encontrarás otra manera de medirlo que arroje mejores resultados.
Es el modelo Bonomi, Guasco, Kirchner, Nery Pinatto.
Recuerdo al presidente Jorge Batlle proclamando con el pecho inflamado que éste es un país serio. Y recuerdo al presidente José Mujica prometiendo un país de primera.
Sin duda Mujica lo va a lograr. Parece difícil pero es fácil. Solo tiene que cambiar la manera en que se mide la calidad de los países.
Un consejo: si empezamos a medir de abajo para arriba, llegamos más rápido.
el.informante.blog@gmail.com
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