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21.7.15

Más Piglia en Acción

Tras la entrada anterior en la cual se consignaron algunos pasajes muy parecidos de una crónica de 1965 del diario Acción sobre el tiroteo del Liberaij y la novela Plata quemada de Ricardo Piglia, encontré otros pasajes de idéntica similitud:

Diario Acción, 6 de noviembre de 1965

A contramano, por la calle Canelones para abajo, con las sirenas ululantes, la ambulancia de Salud Pública iba a toda velocidad para el Maciel.
-Yo le di una patada... ¡Si me hubieran dejado matarlo...!!!
Las lágrimas corrían copiosas por la cara redonda y gruesa del policía del paisano, en una mezcla con el sudor, el calor de la tarde, el gas lacrimógeno que todavía se colgaba perezosamente de las copas de los árboles y el agrio olor de la sangre de dos policías más, muertos esta mañana en el umbral de la casa...

Plata quemada, Ricardo Piglia, Liberaij, diario Acción


Plata quemada, 1997

Las lágrimas corrían copiosas por la cara redonda y gruesa del comisario Silva, en una mezcla con el sudor, el calor de la tarde, el gas lacrimógeno que todavía colgaba perezosamente de las copas de los árboles y el agrio olor de la sangre de dos policías más, muertos esta mañana en el umbral de la casa...
A contramano por la calle Canelones hacie el sur, con las sirenas ululantes, la ambulancia de Salud Pública iba a toda velocidad para el Maciel. No me han podido matar y no van a poder matarme.


Plata quemada, Ricardo Piglia, Liberaij, diario Acción



Sobre este tema ver también la entrada anterior
En el epílogo de Plata quemada Piglia dice que reprodujo "libremente" pasajes de varios diarios. Ver aquí.

15.7.15

Ricardo Piglia en Acción

Para escribir Liberaij revisé las colecciones de todos los diarios que por entonces se publicaban en Montevideo, Buenos Aires y La Plata, más de una docena de publicaciones, la mayor parte de ellas hoy desaparecidas.
Cuando leía la crónica del tiroteo que publicó el diario Acción de Montevideo, varias cosas llamaron mi atención.

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Por un lado, era una crónica vibrante, de alta calidad periodístico-literaria, pero el cronista ni siquiera la había firmado. Aunque por fuerza debió ser escrita a vuelapluma, inmediatamente de terminado el feroz tiroteo, la destreza del periodista era llamativa y digna de ser admirada, 

Pero lo que más me llamó la atención fue que al leer la crónica sentí la viva sensación de ya haberla leído antes. Había imágenes poderosas, frases cargadas de simbolismo y violencia, palabras rara vez usadas en castellano, todas cosas que yo sentía ya conocer.

¿Cómo podía ser posible? ¿Dónde podía haber leído esa crónica antes?
Estuve días pensando en eso. Revisé recortes de otros diarios, apuntes, monografías sobre este caso policial, hasta que decidí volver a las páginas de la novela Plata quemada, del escritor argentino Ricardo Piglia, que se centra en este mismo episodio de la crónica roja rioplatense.
Ahí estaba la respuesta que estaba buscando.
En las páginas de Liberaij apenas consigné este asunto en una nota al pie, porque no quería que se impusiera por sobre el relato y la trama de mi libro. Ahora, un año y medio después de la publicación, no encuentro razones para no compartirlo:

Crónica del diario Acción de Montevideo del 6 de noviembre de 1965: 
“Se lanzó sobre el miserable una avalancha de pasión que fue casi imposible de contener.
Entre cuatro o cinco que nunca se sabrá quiénes son, el pistolero herido, el asesino, era un baño de sangre viva y palpitante todavía. La avalancha lo rodeó y millares de voces se alzaron hasta el sol pesado de la tarde pidiendo su muerte.
—¡Que lo maten!... ¡Mátenlo!... ¡Que lo maten!...
Nunca habíamos visto una cosa semejante, pero debemos decir también que ese momento de descontrol colectivo se justificaba por el daño terrible y cruelmente causado a la sociedad y a sus leyes.
El deseo de venganza, que acaso sea la primera chispa en el relámpago de la mente humana cuando está lesionada, corría con velocidad eléctrica por entre la muchedumbre.
Y la muchedumbre empujó: varios miles de hombres y mujeres de toda traza y tipo clamando la venganza.
Fueron inútiles entonces los propios cordones policiales y sobre el montón sanguinolento de Mereles y Brignone –ya no importa- llovieron de todas partes los golpes, las patadas, los puñetazos, los escupitajos y los insultos.
Eran las 14 horas y minutos de la tarde y la ambulancia donde lograron tirarlo se perdía en un mar humano de las cabezas con ira”.

Y luego en un recuadro:

 “El jefe de Policía habló y su voz fue una copa de aceite sobre la muchedumbre alucinada.
Pedía calma, pedía sosiego para la labor de la Justicia, pedía tiempo para la meditación y la pena profunda que viene ahora por la memoria de los muertos.
—Yo le di el último puñetazo —dijo el Jefe.
Y sobre las cabezas de la muchedumbre, mostró en el aire caliginoso de la tarde el puño derecho, tinto en sangre.

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Diario Acción, 1965

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Plata quemada, 1997


Plata quemada
“Se lanzó sobre el miserable una avalancha de pasión que fue casi imposible de contener.
Entre cuatro o cinco policías y periodistas lo golpearon con sus armas y sus cámaras, el pistolero herido era un baño de sangre viva y palpitante todavía, que parecía sonreír y murmurar. Santa María Madre de Dios ruega por nosotros pecadores, rezaba el Gaucho. Veía la iglesia y el cura que lo esperaba en la parroquia. Tal vez si pudiera confesarse podría hacerse perdonar, podría explicar al menos por qué había matado a la colorada, porque las voces le dijeron que ella no quería seguir viviendo. Pero él en cambio ahora quería seguir vivo. Quería volver a estar con el cuerpo desnudo del Nene, los dos abrazados en la cama, en  algún hotel perdido en la provincia.
La avalancha lo rodeó y cientos de voces se alzaron hasta el sol pesado de la tarde pidiendo su muerte.
—¡Que lo maten!... ¡Mátenlo!... ¡Que lo maten!...
Nunca se había visto una cosa semejante, en ese momento el descontrol colectivo se justificaba según algunos por el daño terrible y cruelmente causado a la sociedad y a sus leyes, por los delincuentes.
El deseo de venganza, que acaso sea la primera chispa en el relámpago de la mente humana cuando está lesionada, corría con velocidad eléctrica por entre la muchedumbre. Y la muchedumbre empujó: varios cientos de hombres y mujeres de toda traza y tipo clamando venganza.
Fueron inútiles entonces los propios cordones policiales y sobre el montón sanguinolento de Dorda llovieron de todas partes los golpes, las patadas, los puñetazos, los escupitajos y los insultos.
Por fin fue sacado del tumulto y llevado a una ambulancia para su traslado al Maciel. Eran las dos y cuarto de la tarde y la ambulancia donde lograron tirarlo se perdía en un mar humano.
Entonces el jefe de la policía argentina habló y su voz fue una copa de aceite sobre la muchedumbre alucinada.
Pedía calma, pedía sosiego para la labor de la Justicia, pedía tiempo para la meditación y la pena profunda por la memoria de los muertos.
—Yo le di el último puñetazo —dijo Soria.
Y sobre las cabezas de la muchedumbre, mostró en el aire caliginoso de la tarde el puño derecho, tinto en sangre.

Más pasajes aquí.
En el epílogo de Plata quemada Piglia dice que reprodujo "libremente" pasajes de varios diarios. Ver aquí.

28.4.15

Dos versiones opuestas no pueden ser verdad al mismo tiempo

Creo que debería aclararse el caso de Alejandra Martínez Motta, hija del senador y candidato a intendente Daniel Martínez y de Laura Motta, consejera del Codicen.
Todo comenzó hace unos días con una denuncia de la Asociación de Funcionarios de la Universidad del Trabajo del Uruguay (Afutu). Según el sindicato, Alejandra Martínez fue agraciada con una "designación directa" como coordinadora del departamento de Diseño del Espacio Sarandí, una dependencia de UTU.
La denuncia fue desmentida en forma tajante por Wilson Netto, presidente del Codicen. El funcionario dijo que Martínez Motta fue designada tras ganar un llamado público. "En este tema de la hija de Martínez hay una desinformación muy grande", sostuvo Netto. "Ella ha presentado un proyecto de trabajo, está a cargo del proyecto de diseño y hubo un llamado en el que obtuvo el primer lugar".
Pero en la prensa de hoy vemos que la diputada Graciela Bianchi, del Partido Nacional, tercia en apoyo de la versión del sindicato. Exhibiendo la documentación de la contratación, la legisladora sostiene que no hubo concurso y que todo es un "curro" para "acomodar a una persona".


Uruguay es cada vez más el país donde dos versiones opuestas son "verdad" al mismo tiempo: el agua que sale de la canilla es potable y es un peligro para la salud, los refugiados de Guantánamo son libres de salir cuando quieran y no pueden ni siquiera viajar a Buenos Aires; las negociaciones del TISA fueron informadas y secretas en forma simultánea.
Ahora se suma el caso de Martínez Motta.
Sería bueno que se aclarara. Está en juego el honor de muchas personas.
Como pasa con el agua, los refugiados de Guantánamo y el acuerdo TISA, alguien está diciendo la verdad y alguien no.
No nos hagamos más trampas: dos versiones opuestas no pueden ser verdad al mismo tiempo.


2.3.15

Los dilemas de Daniel Castro



Padre de cinco hijos de tres parejas distintas, la mayor de 27 años y la menor de 15 meses, Daniel Castro lleva casi 30 años dedicándose al periodismo. Trabajó diez años en radio y televisión en su Tacuarembó natal y recién a los 30 vino a probar suerte a la capital. Tras un par de años en Canal 5 y radio Sarandí, recaló en Canal 4 donde trabajó 19 años. Su carrera nunca dejó de ir en ascenso. Sus entrevistas en el informativo de la mañana lentamente se fueron transformando en referencia y dejaron en claro que Castro no estaba allí solo para leer noticias. Una fuerte y exitosa presencia en el mundo de Twitter multiplicó su fama y reconocimiento. Cuando parecía que le había llegado la hora de ocupar un lugar destacado en el horario central de la televisión, sorprendió a todos la noticia de que abandonaba Montecarlo y pasaría conducir el periodístico de la mañana de radio El Espectador. Se despidió de la audiencia del canal casi sin poder contener el llanto.




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-¿Qué sentimientos había detrás de la emoción y las lágrimas de tu despedida de Canal 4?

-Muchas cosas; algunas confesables y otras no tanto. Las confesables tienen que ver con los afectos que uno construyó en el canal a lo largo de tantos años y con la emoción de despedirse. Las inconfesables pasan por las expectativas que uno podía tener en cuanto al futuro y al sacrificio de la familia. Un canal de televisión puede llegar a ser muy demandante y muchas veces yo sentí que me faltaba tiempo para mi familia. Los fines de semana, por ejemplo, eran especialmente complicados.

-Incorporar una entrevista en vivo en el informativo de la mañana, extensa y más profunda de lo que suele verse en los noticieros, ¿fue tu idea?

-No. En el primer formato del noticiero de la mañana ya había una. Fue idea de Jorge Mederos, el primero en realizarla. Luego me tocó a mí. Después hubo un momento en que la gerencia de noticias decidió que ya no tenía razón de ser y fue suprimida: consideraban que era mejor la saturación de noticias. Las mediciones de audiencia decían que tenían razón.

-¿Peleaste para que volviera? 

-Sí, a muerte. Cuando quitaron la entrevista del informativo de la mañana fue una amputación profesional para mí.  Yo encontraba que ese espacio me permitía ir más allá del a lectura de noticias, buscar algo de eso que buscamos todos los que estamos en el periodismo. Les decía a los responsables de la programación que de pronto no teníamos con ella todo el rating que queríamos, pero estábamos cumpliendo con un cometido social importante, acercando voces importantes para la gente.

-En televisión parecería que el rating fuera todo.

-Después se fue entendiendo. Además, no sé si es inconfesable, pero tener en vivo a alguien cada mañana también ayuda a solucionar un problema, que es el de arrastrar información que ya viene de la noche anterior.

-¿Te molesta que la más recordada de tus entrevistas sea aquella en la que el vicepresidente Astori se molestó por tus preguntas y afirmaciones sobre el caso Pluna?

-Esa entrevista reunió algunos ingredientes de pelea en vivo por televisión, lo que siempre es algo interesante para el público. Fue un chisporroteo. Pero es injusto que se la destaque tanto, cuando hubo otras mucho más ricas que pasaron desapercibidas porque se realizaron en el clima que debe ser el natural, el de la tensión razonable entre periodista y entrevistado. Pude sacar mucha más información de otras entrevistas que pasaron inadvertidas.

-En esa entrevista con Astori tú mostraste indignación. Uno podía concluir, Daniel Castro está indignado con todo lo que está pasando con Pluna.

-Sí.

-¿Un periodista tiene que mostrar indignación? 

-Es una duda que mantengo hasta hoy.

-Hay algunos colegas a los que parece que nada es capaz de indignarlos.  ¿Está bien?

-Hoy los medios han evolucionado y quienes trabajamos en ellos también hemos evolucionado. Ya no somos rehenes del qué dirán y, en algunos momentos, también asumimos que somos ciudadanos y permitimos que se vea esa condición. Hay analistas que creen que el periodismo va cada vez más a un periodismo de opinión. El columnista –que antes estaba casi exclusivamente en la prensa- hoy también tiene espacio en los medios electrónicos. Es un debate que está planteado y no soy quién para laudarlo. Pero volviendo a la entrevista a Astori, creo que en ella se desdibujó más de lo debido esa frontera que debe separar al ciudadano del periodista. Me parece que el periodista, por más que lo haga en términos leales, debe reservarse su opinión, aún en una cuestión obvia como podía ser el caso Pluna. Aquella entrevista pudo ser redondita si ni hubiera tenido la fisura del periodista traspasando el límite del ciudadano. Fui ciudadano y perdí la condición de periodista. Hoy a la distancia, considero que la pude haber resuelto mejor. Pude haber dicho simplemente: “hay muchas personas que creen que esto es vergonzoso” y no haberlo puesto en mi boca.

-Esa es la fórmula tradicional de hacerlo.

-Tradicional y no engañosa, porque en el caso de Pluna era verdad. De todos modos, yo creo que la gente advierte si uno hace el trabajo en forma leal. En la lealtad está el secreto: uno puede acertar o errar, pero dentro de un marco de lealtad. A la larga o a la corta, la gente lo percibe.

-¿No sentía que se había ganado la posibilidad de tener su propio programa periodístico-político en Canal 4?

-Sí.

-Tus entrevistas se comentaban, algunas tuvieron mucha repercusión, tu alta participación en las redes sociales te transformó también en un personaje mediático… parecía obvio que el paso siguiente era que tuvieras tu propio espacio periodístico. Era algo bueno para ti y para el canal también. ¿No se caía de maduro?

-Yo me pregunto lo mismo y estoy cien por ciento de acuerdo contigo. Faltó esa etapa que quién sabe cuándo se dará. Pero prefiero verlo de este modo: fue un tiempo de ir ganando espacios. Fue una construcción desde la lateralidad, porque las siete y media de la mañana es un horario complicado.

-¿Y tú elegís ir a la radio justamente porque no se dio ese escalón?

-No. Elegí cambiar porque el desafío es impresionante. Porque estoy en una edad en la que no creo que haya más oportunidades de estas características en el futuro. Es ser convocado para un desafío importante, potente, y no me podía negar. Es un sueño. Hace 30 años que vengo soñando con mi propio programa de radio. Y si a eso le sumo la trayectoria del medio que me convoca, siento que no tenía margen como para decir que no. Así que la motivación fue por el desafío y no tanto por la disconformidad. Naturalmente: pasan los años y uno siente que quiere hacer cosas, que la sangre tiene que correr con el mismo vigor y con el mismo impulso de los años más jóvenes, y tal vez existía la necesidad de un cimbronazo. Pero lo asumí en esos términos, como un gran desafío.

-Pero no se te pasará por alto que para mucha gente, de un modo irracional, la carrera de un periodista asciende “subiendo” de prensa a radio y de radio a televisión.

-Sí, es así, tal cual. Mis padres siempre fueron muy respetuosos de mis decisiones porque consideraban que no había demasiado margen para torcerlas. Desde joven fui muy terco y ellos siempre confiaron en mi instinto primero y luego en mi oficio. Y en este caso también me apoyaron, pero siempre surge el “pero dejás la tele, dejás la pantalla”. Y aunque mis amigos no me lo digan (alguno me lo ha dicho), siento que ellos también se plantean esa disyuntiva de que estoy dejando la televisión.

-Y ante esos planteos explícitos o implícitos, ¿cuál es tu respuesta?

-Siento ese vacío que se siente al dejar la pantalla, ¡pero son tantas las ganas de concretar el sueño del programa propio! Éste era un objetivo que tenía en mi vida profesional.

-La gente también cree, a pesar de que tampoco es cierto, que los sueldos aumentan conforme se va pasando de prensa a radio y de radio a televisión.

-También. En este caso, yo en el canal estaba bien, estaba en mi zona de confort, tenía un ingreso adecuado y con la visibilidad que te da la pantalla. Pero la razón principal de mi cambio tampoco tiene que ver con lo económico.

-¿Qué soñás para ese tan anhelado programa propio de radio?

-Sueño hacer el programa que me gustaría escuchar, y como soy un apasionado de la radio y he escuchado tanta radio, creo que corro con ventaja. Mi primera certeza es que no voy con ningún ánimo fundacional o refundacional, porque sería un acto de arrogancia estúpida. Me gustaría que pudiéramos integrarnos distintas voces como en una polifonía, que haya una corriente permanente de información, de actualidad. Y que todos -profesionales rigurosos, serios, estrictos- tengamos la capacidad de disfrutar el programa, no de sufrirlo. El músculo tenso, pero no contracturado.

-Tú vas a ocupar el espacio que estaba aferrado al modelo más clásico de programa periodístico matutino. En los últimos años, sus competidores, con una fuerte apuesta al humor y a lo cómico, le habían sacado una amplia ventaja en las mediciones de audiencia. ¿Cuál será el lugar del humor y lo cómico en tu nuevo programa? ¿Es imprescindible apelar a la comicidad hoy en un programa periodístico?

-Soy respetuoso de los modelos que se han aplicado. Por ahora sigo siendo oyente de radio Sarandí y ellos han logrado algo muy valioso: transitan en la mañana con buen volumen de información, son serios cuando asumen que la cosa es seria, Nacho (Álvarez) da su opinión y lo hace frontalmente, pero después generan ese show de humor que la gente acepta. Y el rating los favorece. Lo de Darwin (Desbocatti) es extraordinario, ya pasó a ser un personaje de culto. Entonces creo que la opción debería ser mantener un estilo, profesional, riguroso, y hacer jugar ese concepto de radio amigable: si un día tenemos que hacer una mesa donde permitirnos reírnos entre nosotros, o apelar al humor, o llamar a alguien que lo haga bien, lo haremos sin culpa. Pero también advirtiendo que uno debería ofrecer algo distinto. Si logramos permitirnos el humor propio, o la distensión, habremos avanzado bastante.

-¿Un periodista tiene que estar en las redes sociales?

-Sí.

-¿No puede estar ausente?

-De ningún modo, en eso soy concluyente. Las redes sociales son parte de esta nueva sociedad de la información. Son una fuente de información y como tal deben ser incorporadas por los periodistas. Las personas que uno sigue en Twitter representan un panel de antenas, bastante numeroso en mi caso. Cada uno de ellos es una fuente para mí, una fuente a la que hay que cuidar como todas las de un periodista. Los tuiteros son buenas fuentes de información, la que por supuesto se debe someter a todos los chequeos necesarios. En las redes, además, los periodistas encontramos una cantera de temas. Y también encontrás a personas que entienden mucho sobre temas importantes, por ejemplo minería de gran porte, y que a su vez te direccionan a gente que sabe más aun. Entonces terminás recorriendo una cadena que lleva quizás al mayor especialista en megaminería del mundo, o casi. Y esa red, ese tejido, no hay periodista que puede desmerecerlo.

-Ese es el uso de las redes sociales como fuente de información. Pero quien participa también es emisor. En Twitter tú, a la vez, sos una antena que pasa información, opina, hace jugar el humor. ¿Eso también debe hacerlo el periodista?

-¡Otra vez el dilema ético! En los últimos tiempos me he replegado un poco en ese sentido. No querría llamarlo autocensura, pero cuando uno toma decisiones, desafíos importantes, es momento de revisarlo todo. Y éste es uno de los elementos que voy a someter a revisión. Porque me parece que el humor, la acidez en el comentario, la creatividad para redondear un concepto en un tuit, está bien, te agiliza la mente, te permite opinar y humanizarte ante el público, pero es un desafío. Ya me había planteado, antes del inicio de ciclo electoral, que era una buena cosa moderar esos impulsos.

-¿Para no verse identificado con ningún candidato?

-Sí. Porque vos le pegás a todos, pero lo que la gente recuerda es tu último tuit. No ven la globalidad. No piensan, “mirá que éste también le pegó hace tres días a Fulano”. No. Siempre se quedan con lo último, y lo último en tiempos electorales tiene un impacto tremendo. Eso me ha costado administrarlo y debo resolverlo. Tuve un aprendizaje a la fuerza: es imposible en este país tuitear sobre Nacional y Peñarol. Aprendí que no se puede. Y, aunque yo no haya querido, quizás eso se puede haber trasladado a la política. Hay ánimos demasiado enardecidos en las redes sociales. Y se da ese contraste curioso: los dirigentes de los partidos convocan a la calma, se entienden entre ellos, se abrazan el ambulatorio del Palacio Legislativo y se hacen bromas. Eso es parte de lo que debería enorgullecernos del sistema político uruguayo. Pero tres o cuatro escalones más abajo, uno se encuentra con una intolerancia alarmante.

-Sin embargo, al contrario de tu modo de ver las cosas, en esta campaña electoral fueron legión los periodistas que en los medios o en las redes sociales dejaron entrever su voto, en forma implícita o explícita.

-Me parece que hay fronteras que no se deben cruzar. Yo prefiero llevarme a mi casa la amargura de ser “facho” el lunes y bastante “zurdito” el viernes, pasando por todos los intermedios en la semana, como sucede, a que me identifiquen políticamente. Porque te desmerece en la acción. Cuando un periodista exhibe su simpatía política está inhabilitando su trabajo, aun si es extraordinario. Salvando las distancias, pasa lo mismo en el periodismo deportivo. El relator que se confiesa hincha de un equipo, por más cuidados que luego ponga, siempre estará contaminado por su simpatía, por su elección. En la política, donde se resuelven los grandes temas del país, eso es mucho más grave. Yo tengo la obsesión de no dar a entender o no revelar mi preferencia política. Lo que sucedió con muchos colegas, lo noté como tú y me llamó mucho la atención. Tal vez sea yo el equivocado. Tal vez la gente necesite que le periodista se pronuncie. No creo que sea así.

-¿Por qué elegiste Twitter y no Facebook?

-Me parece más concreto, compacto e informativo. Y tiene esa capacidad de llegar a lo que nos interesa a nosotros los periodistas: el dato, la información, la noticia. Facebook nunca me atrajo, se presta más para las relaciones sociales y no para el periodismo.

-¿Tenés una opinión sobre la ley de medios recientemente sancionada?

-Una opinión de un tema tan complejo sería una osadía. Pero se me plantea una imagen como la de esas bolsas enormes que se llenan de globos: tiene mucho volumen y muy poco peso. La ley pretende abarcar tanto, pero tiene fecha de caducidad a la vuelta de la esquina. Hay líneas que son compartidas por casi todos, como eliminar legislación que venía de la dictadura o regularizar la asignación de frecuencias. Pero después se entraron a meter demasiados globos en la bolsa. Mucho volumen y poco peso. No quiero ser demasiado pesimista, pero me parece que tiene tramos que son letra muerta.

-¿Crees que puede condicionar la libertad de prensa?

-Sí, porque hay momentos en los que no está aconsejando sino condicionando. En la lectura de la ley, inicialmente había un espíritu de determinar algunas pautas para el tratamiento de los temas, pero ahora por la lectura que he realizado, hay algunos condicionamientos para que algunos asuntos se traten de determinada manera. Queda esa sensación de que los medios, o los periodistas, que históricamente estaban convocados a vigilar, ahora serán vigilados. Desde el momento en que se nombra un cuerpo que tendrá a su cargo el control, allí hay una subversión de papeles. Y aquellos que estábamos llamados a vigilar o a publicar información para que la gente pudiera contar con más elementos a la hora de tomar decisiones, ahora estaremos sometido al escrutinio de otro grupo de ciudadanos. Me parece que allí puede haber un riesgo de pasar de ser vigilantes a ser vigilados.



Publicada en la edición de enero de 2015 de la revista Bla.




14.2.15

Los códigos del periodismo no son los del fútbol

Mientras todo Uruguay discutía y la prensa se inundaba de cartas y comunicados por el caso Da Silveira-Jonhatan Rodríguez, otra noticia deportiva merecía el trato opuesto: se la minimizaba o se la ridiculidizaba, de modo que quedara sepultada lo antes posible.
Ocurrió el 26 de enero, en el partido de Uruguay contra Brasil por el Sudamericano Sub20, cuando el joven futbolista brasileño Marcos Guilherme denunció que el uruguayo Facundo Castro lo había insultado durante el partido con epítetos racistas, al llamarlo varias veces "macaco".
La denuncia se conoció apenas terminado el partido, cuando el director técnico de Brasil, Alexandre Gallo, llegó a la conferencia de prensa con cara de pocos amigos y dijo: “Estamos muy shockeados con esto. (...)  Yo trato de sacar lo bueno de cada cosa mala que sucede, pero de esto no tengo nada bueno que sacar. Es algo ruin, algo que no podemos admitir”.


***

Como un calco de lo que ocurrió con la mordida de Luis Suárez en el Mundial, los dirigentes uruguayos se aferraron a negar todo.
No sabemos. No vimos nada. El árbitro no escuchó nada.
Entrevistado por Mario Bardanca en radio Uruguay, el secretario general de la AUF Alejandro Balbi dijo que no podía "afirmar ni desmentir” la denuncia. Pero a continuación arrojó sospechas sobre la conducta de Marcos Guilherme: "me llama poderosamente la atención que un jugador uruguayo use un término que es netamente portugués, netamente brasileño, me cuesta entenderlo”.
¿Le llama la atención a Balbi que un uruguayo llame "macaco" a un brasileño?
El argumento es increíble, ya que el insulto es repetido y común y corriente desde las luchas de la independencia hasta nuestros días.
Ese tipo de argumentación le costó muy caro a Uruguay en el caso Suárez, pero tal parece que la lección no fue aprendida.
Balbi agregó luego que "los brasileños le hacían acordar al cuento del pastor mentiroso". Y manifestó que en Brasil el tema del racismo está a flor de piel luego de un episodio padecido por el golero del Gremio, pero en Uruguay no. "Es un tema de ellos. Afortunadamente el Uruguay no está metido en ese tema como lo está Brasil".
¿En Uruguay no hay racismo? ¿En el fútbol uruguayo no lo hay?
A propósito del caso, el diario El Observador recordó algunos antecedentes:
- En 2011 los jugadores de la selección uruguaya sub 17 fueron acusados por el técnico de Congo, Eddie Hudanski, por burlarse de sus dirigidos haciendo señas referidas a simios.
- En 2012 la hinchada de Central Español le tiró bananas al golero de Progreso, Jorge Rodríguez, además de dirigirle insultos racistas. Ya le habían pasado cosas similares antes.
-En 2013 Danubio fue sancionado por los insultos racistas que su hinchada le dirigió al colombiano Flavio Córdoba.
Ninguna de las afirmaciones del dirigente mereció una repregunta de parte del periodista.

***


Tras el partido, las cámaras de televisión buscaron la palabra del chico acusado, Facundo Castro:
“La verdad que ellos estaban muy preocupados por lo que no era el tema futbolístico, siempre apelaban a cosas extrafutbolísticas. Espero que se preocupen un poquito más por jugar, que por la cosa extrafutbolística", dijo, sin responder si le había dicho macaco a Marcos Guilherme o no.
-¿No pasó eso? -le preguntó un periodista, pretendiendo aclarar el asunto.
-No, no tengo idea -respondió Castro, poniendo más énfasis en el "no tengo idea" que en el no.
Como la respuesta no había sido del todo clara, otro periodista (al que me gustaría felicitar porque fue de los pocos en este caso que cumplió con lo que se espera de un periodista) repreguntó:
-Guilherme apuntó específicamente a que fuiste vos (el que dijo) eso. ¿Qué podés decir al respecto?
-No, no, no tengo idea.

***

Marcos Guilherme, Facundo Castro, racismo, macaco
Marcos Guilherme, número 11
En mi trabajo me habían encomendado que escribiera cuatro semblanzas de cuatro de los chicos que disputaban el sub20, valorando su nivel de juego, pero sobre todo su historia de vida. Uno de los que elegí fue justamente Marcos Guilherme, y su historia puede leerse aquí. Cuando ocurrió la denuncia yo ya había tenido cuatro entrevistas con Marquinhos, como lo llaman sus compañeros, un muchacho muy tímido pero de sonrisa fácil, muy humilde, hijo de un policía y una profesora que a los 12 años partió de su hogar detrás del sueño de triunfar en el fútbol.
No habían sido largas entrevistas, porque el ritmo que le imponen a estos jovencitos hace difícil conseguir media hora para charlar con ellos. Hay que negociar las entrevistas con el encargado de prensa, que a su vez necesita autorización del director técnico. Insistiendo mucho había logrado conversar con Marcos Guilherme tres veces en el Campus de Maldonado, en lo que se llama la "zona mixta", un espacio donde se permite que los periodistas aborden a los jugadores, entre la salida del vestuario y el ómnibus que los espera para llevarlos al hotel. La cuarta vez, la más larga, fue al término de un entrenamiento, en la cancha del hotel del Lago, en Solanas.
Pero, aunque breves, cuatro charlas son cuatro charlas y a esa altura Marcos Guilherme me conocía. Cuando terminó la conferencia de Alexandre Gallo y luego de recoger las declaraciones de algunos de los chicos uruguayos fui a la zona mixta brasileña, y tuve mi quinta y triste entrevista con Marquinhos.
No había otros periodistas uruguayos. ¿No era importante conocer su versión de lo ocurrido? Si la denuncia generaba dudas, ¿no era preguntándole que se podían aclarar?
Parecía que no.
Esperé en un rato y apareció Marcos Guilherme. Me reconoció y me sorprendió porque enfiló en forma directa hacia mí. Tenía la cara transmutada, estaba consternado y se le notaba. "¿Macaco es un insulto racista, no?, me preguntó sin esperar.
Yo no estaba preparado para responder, había ido para hacer las preguntas. Pero Marquinhos, en su dolor, solo quería explicaciones.
-Es una palabra ambigua -le dije.
Pensé para mis adentros que "macaco" es un modo despectivo que tenemos los uruguayos para llamar a los brasileños en general, pero me dio vergüenza decírselo.
Opté por decirle que no creía que Facundo Castro fuera racista. Le dije que para los uruguayos los partidos contra Brasil y contra Argentina son como guerras, y que él se había destacado en el campeonato, y seguro que Castro le dijo eso para sacarlo del partido, sin medir las connotaciones.
“Una cosa es jugar fuerte, incluso tratar de provocar verbalmente al rival. Pero el racismo es otra cosa", me respondió. "No lo puedo admitir”. Además, agregó, no habían sido una ni dos veces. ¡Habían sido muchas veces!
Estaba desconsolado. Negaba con la cabeza, para un lado, para el otro. No podía encontrarle una explicación válida. Me dijo que en el partido se había sentido furioso, pero ahora estaba muy triste.
Le palmee la espalda primero y la nuca después.
De ninguna manera parecía alguien que estuviera mintiendo. Todo lo contrario.

***

Julio César Gard comentó el caso en Twitter:



Luego dijo que fue una "broma" y, al mismo tiempo, laudó que Castro no había insultado a a Marcos Guilherme:





Alberto Kesman bajó línea en Teledoce rezongando a Marcos Guilherme y dando a entender que había inventado todo:
"Hay una diferencia entre los jugadores uruguayos y este muchacho. Para los jugadores uruguayos lo que pasó en la cancha queda en la cancha. Estos muchachos siguen de largo hablando de cosas que de repente hasta no pasaron y que se inventan".
Luego agregó, con evidente satisfacción, que Facundo Castro "para demostrar que las cosas quedan en la cancha, dijo 'no sé nada'".
Roberto Moar, por su parte, entrevistó al otro día del partido (y de la denuncia) a Facundo Castro en su programa de radio Rock and Gol.
Fue una entrevista cómoda, más bien elogiosa, como si no hubiera pasado nada. Luego de cinco minutos hablando de cualquier cosa menos la denuncia que pesaba en su contra, Moar se sintió en la obligación de aclarar la situación. Le dijo a Castro:
"Sé que has consultado a los integrantes de la selección sobre si podías hablar de toda esta denuncia que se ha generado. Sabemos que te han dicho que no, lo vamos a respetar, también poniéndonos la camiseta de la selección".
"Gracias por el apoyo", respondió Castro.

***

Lo de Gard no vale la pena ni comentarlo.
Lo que Kesman defiende son los viejos códigos del fútbol, según los cuales no se debe contar lo que pasa dentro de la cancha. Son códigos que si los futbolistas, los jueces, los directores técnicos quieren seguir, bien por ellos. Están en su derecho.
Yo, personalmente, tengo especial desprecio por los pactos de silencio, una práctica que en ocasiones es presentada como un acuerdo de caballeros, pero que por lo general suele ser un convenio mafioso que se usa para ocultar las peores lacras de la sociedad (y el racismo es una de ellas). Pero, hay que admitirlo, la gente es libre para sumarse a acuerdos de este tipo. En Uruguay vaya si lo sabemos y vaya si lo padecemos.
El problema en el que Kesman parece no reparar es que el periodismo no está regido por los códigos del fútbol sino por los códigos del periodismo.
El código del periodismo nos mandata a informar al público lo que ocurre. Tratar de averiguar. No descalificar a priori a quien se atreve a denunciar algo.
Tampoco se puede aceptar, en términos periodísticos, hacer una entrevista a una persona si la condición es no preguntarle sobre el tema principal que la compromete. No sería admisible hoy entrevistar a la presidente de Argentina si la condición es no preguntarle sobre el caso Nisman. No se podría entrevistar a Netanyahu sin hacerle una pregunta sobre los palestinos. No se puede entrevistar a un líder de Hamas sin preguntarle sobre los cohetes que arroja sobre Israel. No se puede entrevistar a Dilma si nos prohíben preguntarle sobre los escándalos de corrupción de Petrobras.
Eso no es periodismo, es propaganda.
Hay otra gente especializada en eso.
Moar lo sabe y por eso se explica al final de la entrevista. Se suma al pacto de silencio, se justifica, porque se pone la camiseta de la selección uruguaya.
El problema, otra vez, es que la camiseta se la tienen que poner los jugadores. Los periodistas tienen otra camiseta, la del público.
Estoy leyendo un libro que pone los pelos de punta. Se llama Chechenia, la deshonra rusa y lo escribió en 2003 la periodista rusa Anna Politkovskaya.
El libro cuenta los abusos, brutales y repetidos, de las tropas rusas en contra de la población chechena. Anna era rusa y la acusaban de ser una traidora. "Se comporta usted como un enemigo", le escribieron unos oficiales del ejército ruso en una carta anónima, donde la acusaban de desafiar "el orden establecido" y la amenazaban si continuaba informando.
Anna respondió con unas líneas que deberían tener claras todos los periodistas del mundo:

  • "Los periodistas no ´desafían´el orden establecido, pues no es esa su función, sino que describen solo aquello de lo que son testigos. Es su deber; tal como es el del médico curar a un enfermo, y el de un oficial defender a su patria. La cuestión es muy simple: la deontología periodística nos prohíbe embellecer la realidad".


Anna Politkovskaya pagó con su vida su compromiso con el periodismo. La asesinaron en su casa, en Moscú, en 2006.
Es por gente como ella que estamos obligados a respetar nuestra profesión.
Informar al público es nuestra tarea, nuestro deber. Los periodistas creemos que informando al público lo que ocurre, sin pactos de silencio, sin poner por encima de la verdad los intereses de una selección de fútbol o un partido político, ayudamos a sociedad. La ayudamos porque los protagonistas de las noticias y el público reciben esa información y entonces están en condiciones de subsanar los errores, de tomar mejores decisiones, de corregir lo que se está haciendo mal, de hacerlo mejor la próxima vez.
Por el contrario, silenciando lo que está mal, ayudamos a que se reproduzca, a que crezca, a que mañana regrese magnificado.
En este caso estamos hablando de chicos de 19 años.


***

Al siguiente partido, la prensa brasileña le volvió a preguntar a Marcos Guilherme por su acusación a Castro. Respondió:
"Eso ya pasó, no me gusta mucho hablar de eso. Lo que puedo hacer es perdonar. Espero que él tenga conciencia de que erró, que no lo puede hacer de nuevo. Él tiene sus sueños, yo tengo los míos. No quiero que sus sueños se perjudiquen por una actitud que muchas veces se toma con la cabeza caliente, en un partido. Que Dios pueda bendecir su vida y que esto no acontezca más".

***




Este artículo de algún modo continúa los razonamientos de la entrada anterior, sobre el caso Da Silveira-Jonathan Rodríguez: 
http://leonardohaberkorn.blogspot.com/2015/02/da-silvera-jonathan-y-la-lewinsky.html

12.2.15

Da Silvera, Jonathan y la Lewinsky

En los últimos días hubo dos noticias deportivas que nadie vinculó entre sí; con amplísima difusión y polémica pública una, casi totalmente silenciada la otra.
Ambas, sin embargo, están unidas por un tema muy importante: cuál es el límite entre lo público y lo privado, qué se debe informar y qué se debe callar en el periodismo.
La noticia súper publicitada y debatida fue la de los dichos de Jorge Da Silveira sobre Jonathan Rodríguez, y todas sus posteriores consecuencias.
La silenciada fue la del jugador de la selección uruguaya sub20 acusado de llamar "macaco" a colega brasileño.

***

A Da Silveira se lo condenó por meterse en la vida privada de Rodríguez (dijo que bebe y que algunos controles antidoping en Peñarol le dieron positivos) y por haberlo hecho antes otras veces con otros jugadores.
El comunicado de la Mutual de futbolistas señaló, por ejemplo que "nada" justifica "su referencia a aspectos que refieren a la intimidad de una persona".
Y esa fue la posición dominante entre los cientos o miles de opinadores. Nada justifica meterse en la vida privada de alguien. Así se piensa en Uruguay.
Lamentablemente, casi nadie ha recordado que ese no es un criterio universal, ni siquiera es el criterio más aceptado por los referentes de la ética periodística.
Eso es muy peligroso, ya que en este país donde reina el secretismo no necesitamos más mordazas.
No hablo ahora del caso Da Silveira-Jonathan. Hablo en general. No es cierto que NADA justifique meterse con la vida privada de alguien. Hay casos y situaciones que SÍ lo justifican.

***

Hay que decir otra cosa, además: los criterios que separan lo público de lo privado no son universales.
En Inglaterra, por ejemplo, tiene predicamento una visión extrema que sostiene que los personajes públicos no tienen vida privada.
Quienes la sostienen argumentan que ya sea la reina, un futbolista o un best-seller, todos ellos viven del público, obtienen su dinero de los impuestos o del favor de la gente y, por ende, se deben de cuerpo y alma al público: no tienen derecho a ocultarle nada.
Según este modo de ver, ese sería el precio a pagar por la fama, el prestigio y la riqueza que suele traer consigo la bendición de las masas.
Así, por poner un ejemplo extremo, en 1992 la prensa inglesa publicó las conversaciones eróticas entre el príncipe Carlos (¡ni más ni menos!) con su amante Camilla Parker, cuando su majestad estaba casado con Lady Di. En las conversaciones hechas públicas el príncipe Carlos le decía a su amante que deseaba convertirse en un tampón para poder "vivir metido en tus pantalones".
Hace unos años, cuando funcionaba la tecnicatura en periodismo deportivo en la universidad ORT, Gustavo Poyet dio una conferencia. Todavía era futbolista. Le preguntaron cómo hacía para vivir en Inglaterra, bajo el acoso de la prensa: "No hago absolutamente nada que no esté dispuesto a que sea publicado", respondió.
Conocía las reglas de juego.

***

Clinton Lewinsky, los límites entre lo público y lo privado
Hay otro criterio, menos radical que el de cierta prensa inglesa, que tampoco es el dominante en Uruguay (el de la Mutual).
Ese criterio, que se usa por ejemplo en Estados Unidos, mantiene que los personajes públicos sí tienen vida privada. Pero cuando sus actos privados afectan su desempeño público, entonces el público SÍ tiene derecho a conocerlo.
Es muy recordado el caso del affaire en 1998 entre el presidente Bill Clinton y Mónica Lewinsky, una becaria de la Casa Blanca con la que tuvo relaciones sexuales.
El caso fue ampliamente cubierto por la prensa estadounidense, en especial por medios republicanos o conservadores opuestos a Clinton, en un intento por desprestigiarlo. Hubo polémica respecto a si correspondía o no ventilar aquel lío de alcobas (más bien del Salón Oval) en la prensa, pero los medios que lo hicieron argumentaron que sí, porque la honestidad de Clinton como presidente estaba en entredicho. Decían que lo grave no era que Bill hubiera tenido relaciones con la Lewinsky, sino que le hubiera mentido a su esposa Hillary, negando la relación. "Si le mintió a su esposa, nos puede mentir a todos", aducían, con razón o sin ella. "Estados Unidos no puede tener un presidente mentiroso". Y siguieron adelante.
Por eso, Clinton para zafar tuvo que demostrar que no había mentido.¡Entonces redefinió las relaciones sexuales! Él le había dicho a Hillary que no había tenido relaciones sexuales y no le había mentido. No había habido penetración, a eso se había referido. Solo sexo oral.
Más allá de la anécdota y del caso (muy discutible y teñido de intereses políticos, por cierto), queda claro que el criterio que rigió aquí fue otro al que todos se aferran hoy en Uruguay: se trataba de una evidente intimidad, mucho más íntima y privada que las andanzas de nuestros futbolistas por los boliches de la noche montevideana. Sin embargo llegó a los medios y se hizo pública porque muchos entendían que ponía en juego la honestidad del presidente de Estados Unidos, o sea su desempeño público.

***


Dice respecto a este tipo de casos el prestigioso periodista colombiano Javier Darío Restrepo en el consultorio ético de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
"No se trata de informar cualquier cosa que excite la curiosidad del público. Hay hechos en la vida de los candidatos que pertenecen a su intimidad, que no afectarían su desempeño público y que deben ser respetados. Hay otros que sí  pueden interferir en una tarea de gobierno: la apendicitis del presidente Johnson de Estados Unidos, la diverticulitis del presidente Barco de Colombia, por ejemplo, y que deben ser conocidos por la ciudadanía".
Restrepo cita el libro Ética y medios de Comunicación, de Niceto Blázquez. Allí se explica:

"Ni el derecho a la información ni el derecho a la vida privada son derechos absolutos. Creerlo es una simpleza. Tanto la vida privada como la información tienen límites. Los criterios éticos en que están basadas esas limitaciones son los siguientes:
En primer lugar, el interés público, que no ha de confundirse con la curiosidad pública. Puede haber sectores públicos interesados en conocer la vida privada de los demás. Pero el informador responsable se cuidará mucho de no satisfacer deseos injustos e insanos.
A pesar de todo hay que mantener el principio de que una forma de conducta deja de ser íntima o privada para efectos informativos en la medida en que tiene repercusiones en la vida pública".


***

Vale recordar otro caso donde hubo un explícito choque de criterios sobre cuál es el límite entre lo público y lo privado.
En 2004, el corresponsal de The New York Times en Brasil, Larry Rohter, informó que el entonces presidente Lula bebía demasiado y que muchos brasileños se preguntaban si eso no afectaba su buen desempeño.
La reacción del gobierno brasileño fue furiosa y Lula expulsó a Rohter de Brasil. El New York Times, sin embargo, mantuvo que el artículo era correcto en cuanto a la información que contenía y justificado en términos periodísticos.
Unos días después, Lula dio marcha atrás y revocó la expulsión del periodista estadounidense.
Habían chocado dos criterios: el del NYT (se puede informar sobre la vida privada cuando afecta el desempeño público de una figura pública) y el dominante en Brasil, que es igual al uruguayo (no informemos nunca de la vida privada de un presidente, no importa lo horrible que sea).

***

Eso sí, hay algo que nunca cambia en el periodismo y que es inmutable. Rige para Inglaterra, Estados Unidos, Colombia, Brasil, Uruguay y cualquier otro país del mundo, para los que escriben de política o de fútbol. Es algo que hay que respetar siempre:
La información que damos tiene que estar confirmada.
No publicamos rumores ni información sin confirmar. Que una fuente nos diga algo falso no reduce la magnitud de nuestro error si lo difundimos. Nuestro trabajo es dar información confirmada. Y cuánto más controvertido o espinoso es el terreno que pisamos, el doble o el triple de celo profesional debemos poner en asegurarnos que la información esté confirmada.
Da Silveira, luego de divulgado el uso interesado que el club Benfica de Portugal estaba dando a sus declaraciones, hizo conocer un comunicado donde señaló que se retractaba de sus dichos sobre Jonathan Rodríguez:
"Debo retractarme, una vez que reconocidos dirigentes de la Asociación Uruguaya de Fútbol, representantes de la Asociación Uruguaya de Futbolistas Profesionales y profesionales de la medicina y el deporte, que merecen no solamente mi respeto sino mi más alta consideración, me llevaron a aquilatar un presente de este jugador que, debo admitir, no conocía al momento de realizar mis afirmaciones".
Agregó:
"No ha habido en su club, como erróneamente me informara una fuente, controles antidopaje que no fueran superados por el señor Jonathan Rodríguez. Pido disculpas por haberme hecho eco de una versión tan dañina no solamente para el jugador, sino para su familia y para el ser humano. La falsedad de esta versión la he comprobado dialogando con más fuentes, incluyendo al prestigioso cuerpo técnico del Club Atlético Peñarol. También a partir de conversaciones que en las últimas horas mantuve con sus entrenadores y preparadores físicos en el club".

***

A diferencia de lo que dice la Mutual, puede ser perfectamente válido informar de aspectos de la vida privada de un político, un funcionario o un jugador de fútbol siempre y cuando estos afecten en forma comprobada su desempeño público.
Lo que no puede defenderse nunca es a un periodista que informa cosas que luego admite que han cambiado de modo sustancial, o que da cuenta de exámenes que dieron positivo y luego resulta que nunca habían dado.
Eso no se puede justificar dentro de los márgenes del buen periodismo.
Da Silveira no hizo lo que Larry Rohter en Brasil, que se mantuvo firme en que la información que había dado sobre Lula era verdadera y que correspondía que el público lo supiera.
Por eso Rohter salió bien parado de su escándalo y Da Silveira no.

***


 Quedó demasiado largo. Dejo para la próxima entrada explicar qué tiene que ver este caso con el del jugador uruguayo que le dijo "macaco" a Marcos Guilherme: 
http://leonardohaberkorn.blogspot.com/2015/02/m-ientras-todo-uruguay-discutia-y-la.html )

17.11.14

Las brujas están cazando

En una de sus memorables contratapas del semanario Jaque, Maneco Flores Mora escribió en forma premonitoria en 1984:

"Siempre me he opuesto a la caza de brujas. Siento ahora que viene el tiempo en que (...) tendremos que oponernos también a que las brujas salgan a cazar. Están cazando".


Flores Mora Jaque contratapas
Lo recordé al leer que el Instituto del Niño y del Adolescente del Uruguay (INAU) sancionó con una multa de 32.650 pesos a un modesto periódico del interior del país, el semanario El Municipio, de Carmelo.
Para un medio de prensa pequeño, como necesariamente lo es uno de una ciudad de apenas 20.000 habitantes, una multa de esa envergadura puede ser la partida de defunción. Para un pueblo, el cierre de un medio de prensa siempre es una tragedia. No le preocupó ni una cosa ni la otra al INAU. Uno presume que la falta cometida por El Municipio debe haber sido muy grave.
¿Qué hizo el periódico? Atendió a una vecina que llegó a su redacción desesperada. Pedía que por favor alguien la ayudara a mantener a su familia. Contó: "Mi hija de 16 años salió hace dos años del INAU, donde estuvo internada porque el padre la violó. El varón de 17 años está medicado, porque a causa de los golpes que le daba el padre quedó muy violento". Agregó: "Tengo dos nenas más: una de ocho años y otra de diez. También tengo conmigo una hija de 20 años… y mi nietita de un año. La verdad es que yo no puedo salir a trabajar porque a los chicos de 16 y 17 años, son dos personas que yo tengo que tener controladas". Relató cuáles son sus ingresos y sus angustias: "Recibo 1.300 pesos de tarjeta y 2.300 pesos de asignación, con eso tengo que vivir todo el mes (...) Necesito comestibles, pañales para mi nieta, que es lo más caro. Pido eso hasta que los chicos que tengo con problemas puedan salir un poco adelante y yo pueda conseguir un trabajo (...) Necesito ayuda, lo mínimo para mí es mucho".
Para el INAU, como la mujer dio su nombre verdadero y su dirección, y como El Municipio los publicó, se violaron dos artículos del Código de la Niñez y Adolescencia que resguardan el derecho a la privacidad: "Todo niño y adolescente tiene derecho a que se respete la privacidad de su vida, no se utilice su imagen en forma lesiva, ni se publique ninguna información que lo perjudique".
El caso es muy discutible y no queda claro que el medio de prensa haya incumplido la normativa, porque nunca publicó los nombres de los chicos, ni sus fotos. Y la información que sí publicó fue dada por su propia madre, en un intento de la que sociedad conozca su tragedia y pueda ayudarla. Dio su nombre y su dirección para que le lleven comida y pañales, porque vive en la miseria.
De aquí en más, gracias al precedente sentado por la burocracia del INAU, la próxima vez que alguien en Carmelo o en otro pueblo necesite ayuda para sus hijos, ningún medio publicará su caso. Y nadie ayudará.
Maravillas de la corrección política.
La sanción a El Municipio, además, tiene como efecto secundario el ayudar a esconder la miseria que, a pesar de los loables éxitos obtenidos por los gobiernos del Frente Amplio en reducir la pobreza, todavía abunda en el Uruguay de hoy, a pesar de algunos intentos por negarla.
Resultado final: los hijos de la señora fueron golpeados, violados y no tienen lo que comer pero, eso sí, su derecho a no ser estigmatizados está celosamente custodiado por el Estado.
¿Hay que salir a festejar?
No es un caso aislado, lamentablemente.
La doctora Adriana Grisoli, responsable de la policlínica del barrio Casavalle de Montevideo, donde trabajaba desde hacía 30 años, dijo al diario El Observador en 2012: "es común que los niños sean violados permanentemente". Agregó que la violación "ya se ve como algo aceptado en una zona donde la mitad de los niños no va a la escuela y los que van es para almorzar y merendar".
El propio director del INAU, Jorge Ferrando, dijo días atrás que en 2014 se alcanzó un récord de denuncias de casos de abuso sexual a menores. Lo expresó de un modo muy curioso, como si fuera un éxito: "Se ha ido logrando que haya cada año más denuncias", le dijo a a radio Montecarlo.
Supongo que ve como un logro que la gente denuncie, lo que está bien. Pero uno tiene derecho a preguntarse: ¿no será que las denuncias aumentan porque también aumentan los casos?
En todo caso, el INAU no solo no logra solucionar este gravísimo problema del Uruguay, sino que también forma parte de él, ya que muchos de los abusos contra los menores, incluyendo tortura, han ocurrido dentro sus dependencias. Hay gente procesada por la Justicia por ello. En ese contexto, es casi risible que el INAU sancione a un pequeño semanario del interior por el pecado de darle voz a una madre desesperada.
La misma alteración de la realidad se ha visto a raíz del asesinato de la niña Yamila Rodríguez, de 15 años, en Maldonado. Ese también fue otro caso de abuso sexual infantil, porque su cuñado la violó y luego la mató para evitar ser denunciado.
Es cierto que algunos medios de prensa hicieron una cobertura espantosa, difundiendo rumores infundados y aspectos de la vida privada de Yamila. Muchos periodistas olvidan que, cuando cubren casos policiales, el muerto no está para defenderse de las versiones que recogen por ahí.
Organizaciones feministas, el sindicato de la prensa, voceros políticos y periodistas políticamente correctos pusieron el grito en el cielo por esas crónicas equivocadas, injustas e indefendibles.
Pero tanto criticaron la cobertura de los medios que -queriéndolo o no- ayudaron a soslayar los problemas de fondo, más importantes: la miseria del barrio Kennedy, el interminable ciclo de abuso sexual infantil, la demora de la policía en tomarse en serio la denuncia de una familia pobre y, sobre todo, la saga de homicidios que padecemos sin que se le mueva un pelo a nadie. Otro más.
Si uno lee las redes sociales uruguayas parecería que lo peor que le pasó a Yamila fue lo que la televisión y alguna prensa dijeron sobre ella.
Pero no.
Es mentira.
Lo peor que le pasó a Yamila fue que, después de violarla, la asesinaron.

4.9.14

Rapiditas del periodismo

Hoy, cuando cada persona es dueña de sus propios medios de comunicación gracias a las redes sociales, una de las funciones fundamentales del periodismo es seleccionar y chequear que cosas son ciertas y verdaderas dentro del mar de información que circula por internet.
Sin embargo, lejos de asumir ese rol clave para la buena información ciudadana, muchos periodistas y medios de comunicación se suman a la ola difundiendo lo primero que ven, divulgando información sin confirmar, dando como cierto cualquier dato solo porque alguien lo dijo antes.
Se corre pero no se piensa. Se repite pero no se verifica. Se hace surf con la información, pero no se investiga. Se trabaja mal y al final del camino se vende lo falso como verdadero.
Hay dos ejemplos impresionantes de las últimas horas.
La página de Tenfield informó el martes 2 que Matías Dutour, un súper meritorio chico de 19 años que hace deporte a pesar de faltarle un brazo, había sido ascendido al plantel de primera división de Nacional.
Periodismo tuit tuit
Periodismo rapidito, rapidito. 
La noticia tuvo un inmediato rebote en las redes sociales y enseguida buena parte de la prensa uruguaya la reprodujo como si fuera un hecho: en el mundo actual del periodismo tuit tuit, basta que un medio diga algo para que otros medios lo den por cierto. Rápido, muy rápido, la prensa mundial se sumó a la ola: "Le falta un brazo y llegó a la primera de Nacional", tituló Clarín. Hasta la Gazzetta Dello Sport hizo un artículo. Un portal peruano tituló: "Conoce la increíble historia del jugador sin brazo que debutará en la primera de Uruguay".
Pero Matías no va a debutar en primera, no todavía. Sin que esto le quite ningún mérito a su ejemplar historia de vida, Matías no fue llamado por el técnico Álvaro Gutiérrez a sumarse al primer equipo de Nacional. La noticia que dio la vuelta al mundo nunca ocurrió. Está mal.
Lo que pasó fue que a Nacional le faltaban jugadores para completar el entrenamiento debido a que algunos futbolistas de su plantel principal estaban lesionados, enfermos o con problemas varios. Como la tercera división tenía un partido oficial y no se podía recurrir a sus integrantes, el técnico completó el plantel llamando, excepcionalmente, a algunos chicos de la cuarta división.
Matías juega en cuarta, donde generalmente es suplente.
Aunque está claro que eso no le quita méritos, no está en los planes del club sumarlo por el momento a su plantel de primera. Cualquier vocero de Nacional le habría explicado esto a cualquier periodista que se hubiera molestado en levantar el teléfono.
Este manejo veloz e irresponsable de la información no solo ocurre en el fútbol. El segundo caso de las últimos horas es el del tiroteo en la puerta de la casa de la jueza Julia Staricco, del cual se han ocupado todos los medios uruguayos en los últimos días. El miércoles se daba como un hecho consumado que la casa de la jueza había sido baleada. Hoy jueves se da como un hecho consumado que no hubo ningún balazo. Las dos cosas no pueden ser ciertas. Pero no importa: alguien dijo una, alguien dijo la otra.

15.8.14

Lo que nos tenía podridos

Esta columna la escribí en el suplemento Qué Pasa, del diario El País, en la edición del 1 de noviembre de 2003, en pleno gobierno de Jorge Batlle (Partido Colorado).
La recuerdo para algunos desmemoriados. Y para que quien así lo desee se ejercite y vea si el Uruguay cambió mucho o cambió poco en los casi once años que pasaron desde entonces.

Lo que nos tiene podridos


El título de tapa de esta edición de Qué Pasa choca. Y duele. Su origen está en la expresión del ex ministro y precandidato presidencial del Partido Nacional, Sergio Abreu, que dijo estar "podrido" del hueco debate sobre el plebiscito de Ancap. Su sentido es claro: no es EL Uruguay lo que nos tiene podridos, sino UN Uruguay.

Suplemento Qué Pasa tapa Uruguay
Ilustración de Noelí Seveso.
El Uruguay que nos tiene podridos no es todo el Uruguay, sino el Uruguay de las batallas electorales vacías, el Uruguay que no se puede poner de acuerdo en nada, el de los corporativismos salvajes. Un Uruguay cuya agenda política la fijan las encuestas y un sindicato de empleados públicos.

Nos tiene podridos el Uruguay del doble, del triple discurso. Un Uruguay donde el mismo senador que redacta una ley junta firmas para derogarla. Un Uruguay en el que los mismos que hablan de la eficiencia del Estado lo han llenado, clientelismo político mediante, de miles de empleados que sobran. El Uruguay de los ñoquis. El Uruguay donde hay funcionarios públicos que cobran su sueldo 11 años sin pasar por el trabajo. El Uruguay que tiene presidentes que le ponen la firma a tamañas aberraciones, y después ni siquiera dignan explicarse.

Nos tiene podridos el Uruguay que gasta sus escasos recursos sin prioridades. Un Uruguay que es incapaz de enseñar a leer y escribir correctamente a sus jóvenes. Un Uruguay con partidos políticos gobernados eternamente por los mismos. Un Uruguay donde las empresas del Estado las dirigen los políticos fracasados. Donde los que realizan negocios ruinosos para el Estado siguen tan campantes.

Nos tiene podrido el Uruguay donde a los que vacían un banco les dan otro para que lo intenten de nuevo. Nos tiene podridos un Uruguay donde siempre todo está mal, incluso pretender llevar 30 turistas a la isla de Lobos. Un Uruguay donde los que bloquean cada oportunidad, después se quejan del desempleo.

Nos tiene podridos el Uruguay frivolón de las lágrimas de cocodrilo. El Uruguay de los intelectuales plagiadores que dictan cátedra. El Uruguay donde el mérito nunca es nadar, sino hacer la plancha.

Es un Uruguay que no invierte en ciencia, que no investiga, que se resigna a que su energía sea siempre el petróleo importado. (Eso sí, nos arrancamos los ojos para ver quién es el dueño de la refinería).

En Qué Pasa no nos resignamos a ese Uruguay.

Hay dos notas centrales en esta edición. Una está hecha en Montevideo y la otra en el lejano pueblo de Pepe Núñez, en Salto. A primera vista, los dos artículos pueden parecer distintos. Pero los dos dicen lo mismo.

21.2.14

"La verdad resplandece y resplandecerá"

El 20 de agosto de 1968 tropas soviéticas ingresaron a Checoslovaquia con el fin de terminar con el socialismo democrático y "de rostro humano" que intentaba florecer en la "Primavera de Praga". El Pacto de Varsovia, controlado por la URSS, envió a ese pequeño país 600.000 soldados, 6.300 tanques, 500 aviones de combate y 2.000 cañones y lanzamisiles para aplastar el movimiento democratizador. Checoslovaquia tenía apenas 150.000 soldados. Por orden de su dirigencia política, no opusieron resistencia a los invasores.
La gente, en especial los jóvenes estudiantes, sí resistieron en la calle. El primer día de la ocupación murieron 58 checoslovacos, incluida una niña de ocho años.


El mayor número de muertos y heridos se registró el 21 de agosto de 1968, ante el edificio de la Radiodifusión Checoslovaca. Los habitantes de Praga intentaron defender la radio estatal. Tres cayeron bajo el fuego de los soldados soviéticos, 12 murieron al explotar un carro de municiones de los invasores y dos al saltar por la ventana de una casa incendiada durante el enfrentamiento.
Ese mismo día El Popular, el diario del Partido Comunista del Uruguay, informaba a sus lectores:
"A pedido de la mayoría del Presidium del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia y del gobierno checoslovaco, han entrado a dicho país tropas del Tratado de Varsovia, pertenecientes a la URSS, Polonia, Bulgaria y Hungría, para salvar las conquistas socialistas del pueblo checoslovaco y la paz mundial gravemente amenazada por los planes del imperialismo yanqui y de los nazis revisionistas de Bonn que querían transformar a Checoslovaquia en una base imperialista.
Se trata de hechos dolorosos pero que resultan imperativamente insoslayables. Los servicios informativos yanquis y sus peleles de la 'gran prensa' en el Uruguay han lanzado una campaña calumniosa para tergiversar el sentido de los acontecimientos".
Tres días después, el 24 de agosto, El Popular publicó un editorial sobre lo que estaba ocurriendo en Checoslovaquia:
"Otra vez más los comunistas uruguayos, enfrentando la grita de los agentes del imperialismo, al apoyar la acción de los países del Pacto de Varsovia, somos fieles a los principios, sin ceder al chantaje de la gran burguesía internacional (...) La decisión de la URSS y los otros estados socialistas es justa porque se ha hecho para frustrar el golpe reaccionario (...) Algunos de estos dirigentes han llegado a decir que en Checoslovaquia se iba a nuevo socialismo, a un 'socialismo democrático'. Pero bien se sabe que cualquier régimen socialista es un millón de veces más democrático que un régimen burgués; que entre uno y otro hay diferencias radicales de principio (...) Aquí se trata de la ayuda al pueblo checoslovaco para derrotar a la contrarrevolución. También hubo que hacerlo en Hungría en 1956 y si no se hubiera hecho hoy habría un estado burgués reaccionario.
Pero la verdad resplandece y resplandecerá. El socialismo en Checoslovaquia será salvado, para bien de toda la humanidad progresista".

Mucha gente joven ni siquiera oyó hablar de Hungría 1956 y Checoslovaquia 1968, pero quizás les suenen las palabras.
La historia se repite, dijo Marx. La primera vez como tragedia, la segunda como farsa.

Primavera de Praga


12.10.13

Una historia triste y la previa perfecta

Me preparé para leer el libro sobre Fabián O´Neill como para ir a una fiesta. Porque sé que sus autores son cultores del buen periodismo. Y porque esperaba leer de la vida de un crack capaz de dejar de lado los famosos "códigos del fútbol" para contar algunas verdades y hacerme reír con sus anécdotas.
Sin embargo, conforme avanzaba las páginas, me invadió una enorme tristeza. Hasta la última gota, de Federico Castillo y Horacio Varolies un libro triste, muy triste.
Fabián O´Neill Federico Castillo Horacio Varoli
Quiero explicarme bien. El libro no es malo, al contrario: está muy bien escrito y es un buen resumen de la vida de O'Neill. Pero lo que te angustia es lo que se cuenta, porque la vida de este crack es un catálogo de penurias, no falta casi ninguna.
El resumen podría ser así: Fabián O´Neill era un muchacho bueno y dotado de una doble condición tan rara como extraordinaria: una impresionante fuerza física y una notable habilidad para jugar al fútbol, la mezcla perfecta, una combinación improbable, casi imposible, entre Messi y el Indio Olivera.
Pero no resultó bien. No obtuvo grandes títulos ni grandes triunfos. Las anécdotas que se recuerdan de su carrera, la mayoría, son más patéticas que risueñas: jugar un partido borracho y rogarle al técnico para salir por no poder tenerse en pie, por ejemplo. Pasó por Italia sin conocer el país y sus maravillas, prefería quedarse encerrado en los hoteles. Tampoco aprendió el italiano: otros futbolistas uruguayos, de origen tan humilde como el suyo, sí aprendieron y le traducían. Se retiró a los 29 años cuando los cracks están en su esplendor. Hoy tiene 39 y ya perdió los diez millones de dólares acumuló como futbolista profesional. También las propiedades. Fue procesado por la Justicia. Tiene dos hijas adolescentes a las que casi no ve y con las que tiene un trato frío, lejano, distante.
La vida entera sacrificada en el altar del alcohol. Todo muy triste para un muchacho que, además, todos dicen que es un gran tipo.
El libro, por suerte, termina con una luz de esperanza. O´Neill tiene una esposa que lo quiere, un hijo chico al que está criando y, lo más importante, dice que no está tomando más.
Esperanza que se encargaron de destruir un sinfín de programas televisivos que, como buitres, corrieron presurosos detrás de O´Neill para mostrarlo una y otra vez, sin pudor y sin piedad, tomado, contando historias de borrachos y explicando que nunca dejará la bebida. ¿No tienen vergüenza en ganar puntitos de rating de un modo tan bajo?
Hasta la última gota debería usarse como texto en los liceos. Porque no hay mejor retrato de los peligros del alcoholismo. La lectura deja en claro que ser borracho no es divertido, tal como parecen sugerir los conductores televisivos que se matan de risa mientras curran en forma alevosa mostrando hoy al ex futbolista.
O´Neill tuvo una infancia díficil, según cuenta el libro, y comenzó a beber a los 9 años. Vamos camino a tener muchas historias como la suya. Las estadísticas de la Junta Nacional de Drogas dicen que cada vez los chicos se inician antes en el alcohol. Ahora estamos en los 12 años. A los 14 años los que beben llegan al 54%. El 60% de los liceales que toma (o el 29% del total) bebió al menos una vez en el último mes una cantidad peligrosa de alcohol: eso implica meterse en el cuerpo, en una misma ocasión, más de dos litros de cerveza, o 3/4 litros de vino o cuatro o más medidas de bebidas destiladas. Toman para emborracharse. Los comas alcohólicos entre adolescentes uruguayos son casi tan frecuentes como la gripe. Las muertes por accidentes de tránsito debidas al alcohol son una epidemia. Mientras tanto, hay empresas que hacen avisos como éste, pregonando con alevosía que "la previa 100% perfecta" (los chicos de 12 y 13 ya hacen previas) es con vodka, sobre todo, y también con whisky.
whisky vodka
Responsabilidad empresarial. Autorregulación publicitaria. Infotainment televisivo. Hay muchos cretinos alrededor nuestro.
Ojalá O´Neill no dé más entrevistas.
Ojalá deje la bebida.
Ojalá tenga suerte con su hijo chico.
Ojalá su historia no se repita.
La noche es de los que salen, pero la vida es un drama para los niños que beben y para todos los alcohólicos.





8.9.13

La prensa uruguaya y Vitette

Un periodista del suplemento Sábado Show del diario El País consultó mi opinión respecto a toda la atención mediática que ha tenido desde su llegada a Uruguay el exconvicto Luis Vitette. La pregunta incluía mi parecer sobre la entrevista exclusiva del expresidiario con el periodista Omar Gutiérrez.
Respondí lo siguiente:


arAntonio Ladra, Ignacio Álvarez, Leonardo Haberkorn y Gerardo Sotelo opinan sobre Luis Vitette.En Uruguay se justifica a los delincuentes. El otro día, ante el asesinato de un taximetrista, el Sindicato del Taxi dijo que el asesinato “no es otra cosa que la más pura consecuencia de décadas de descomposición del tejido social". Es decir, no hay culpa de los asesinos. Sí de las injusticias sociales. Mucha gente comparte esos razonamientos. Con ese panorama no me extrañó que decenas de periodistas fueran a recibir a Vitette al aeropuerto como si fuera una estrella de rock. Vitette ni siquiera puede ser presentado como esos ladrones de guante blanco cuyo talento impide que los atrapen. Él estuvo muchos años preso. El "robo del siglo" no fue su primer delito. Según escribió en Twitter el periodista Antonio Ladra, antes robó una estación de servicio en San José, donde mató al sereno. Le pasó cuatro veces por arriba con una camioneta. Luego escapó para Argentina en una salida transitoria de la cárcel. Lindo nene para ir a recibir al aeropuerto. La entrevista de Omar es un capítulo aparte. Presentó a este señor diciendo que lo conoce desde chiquito, que quería mucho a su padre. "Yo te quiero mucho", le dijo luego. La charla duró casi media hora, pero sobre lo que pasó en San José hubo pocas preguntas. La palabra asesinato no se dijo nunca. Homicidio, asesino, homicida, tampoco. "Eso es embromado", dijo Omar. "Murió alguien", agregó en otro momento, como si alguien hubiera tenido un infarto. Vitette eludió responder sobre ese crimen y el periodista no repreguntó. Solo al final Omar volvió sobre ese tema y le sugirió que fuera a hablar con la familia "del que mataste". Vitette dijo que hacer eso sería faltar el respeto (¿?) y también que no le da el coraje. Aclaró que sí le da el coraje para "acostarse con dos señoritas". Luego le preguntó a Omar: "¿Y si te digo que yo no fui"? Omar respondió: "Capaz que no fuiste".
Hace unos meses yo estuve en ese mismo sillón, junto a Luciano Álvarez. Omar nos entrevistó sobre Relato Oculto, el libro que hicimos sobre Víctor Hugo Morales. Omar comenzó el diálogo advirtiéndonos que Víctor Hugo es su amigo (como Vitette; Omar tiene muchos amigos). A partir de allí nos sometió a un interrogatorio cuasi policial, obsesionado con encontrar un motivo turbio que justificara nuestro libro, como si fuera delito contar cosas verdaderas y documentadas sobre la vida pública de un personaje público.
Lo que nos pasó a Luciano y a mí es una anécdota. La entrevista light a Vitette, un delincuente que alardea de la cantidad de idiotas que lo siguen en Twitter, me parece algo un poco más grave. Yo le diría a Omar que deje de hacer periodismo sobre sus amigos. Va a lograr ser más ecuánime.

Aquí se puede leer el artículo publicado en El País. También opinan los colegas Antonio Ladra, Ignacio Álvarez y Gerardo Sotelo.

12.7.13

Amodio Pérez: un hombre detenido en el tiempo

Lo primero que me viene a la mente tras leer la entrevista a Amodio Pérez es felicitar a Gabriel Pereyra por haber perseguido esta noticia y haber luchado hasta conseguir la entrevista. Empezó la carrera en último lugar y terminó primero. La mayoría de los colegas han guardado silencio al respecto. La envidia que reina en el pequeño mundo del periodismo uruguayo es bien conocida, y una vez más ha quedado en evidencia.
Lo segundo que me viene a la mente es felicitar a Ricardo Peirano por tener a Gabriel Pereyra al frente de la redacción de su diario, un periodista de raza y no un funcionario o un militante. Por eso les ganó a otros que trabajan con lógicas que no son la de la noticia ni la del interés público.
Respecto a la entrevista en sí, se ha hablado mucho de Amodio Pérez en estos años, casi siempre para señalar que su traición fue la razón principal de la derrota tupamara. Ese es uno de los mitos que rebato en mi libro Historias tupamaras.

Historias tupamarasEs mentira que la guerrilla fue derrotada por la traición de Amodio (o la de Píriz Budes o por cualquier otra causa ajena a sí misma, como sostiene su historia oficial). La realidad es que el MLN perdió porque todo su accionar se basó en premisas que resultaron ser equivocadas del modo más absoluto. Los líderes tupamaros creían y le hicieron crear a miles de muchachos (y lo dejaron por escrito), que la acción armada haría que el pueblo se levantara en armas. Error. Sostenían que el Ejército se dividiría. Error. Que la gente del campo se sumaría a la lucha. Error. Nada de lo que aseguraban que iba a ocurrir, ocurrió. Error, error, error. Por eso perdieron.
Hoy resulta increíble que gente que cometió equivocaciones políticas tan gruesas –que costaron tantas vidas y tanto sufrimiento- siga dando cátedra.
Todos los líderes tupamaros son responsables de haber montado una guerrilla basada en elucubraciones delirantes carentes del menor fundamento. Paradoja: Amodio Pérez también.
Leí toda la entrevista. Lo que veo en ella es a un hombre detenido en el tiempo, que no ha hecho un análisis profundo de lo ocurrido, mucho menos una autocrítica. Amodio Pérez sigue repitiendo la misma letanía tupamara. La democracia no servía. Como si la guerrilla hubiera nacido en 1972 y no en 1963. Justifica la pena de muerte que él y los otros líderes tupamaros, junto con los fascistas del escuadrón de la muerte, reinstauraron en un país que la había abolido con orgullo en 1907.
En mis libros -Historias tupamaras y Milicos y tupas, entrevisté a protagonistas del pasado reciente capaces de salirse de los clichés y las historias oficiales. Amodio Pérez, por lo que leo, no es uno de ellos. El único objetivo que parece tener su reaparición es lavar su imagen, tratar de convencernos de que él no fue un traidor ni se quedó con las libras de Mailhos, como sospecha Luis Nieto en Historias tupamaras.
Pero en ninguno de estos dos puntos logra ser mínimamente convincente.
Su historia respecto a cómo se perdieron las libras de oro robadas por los tupamaros es inverosímil, casi pueril.
Pero menos creíble todavía son sus intentos de explicar cómo y por qué los militares lo enviaron a Europa sin estar más que unos días detenido.
En este punto, Amodio no logra ser convincente ante Gabriel Pereyra. En el mejor momento de la entrevista, Amodio Pérez ensaya una y otra vez una explicación, pero el periodista insiste y repregunta: ¿cómo es posible que los militares le dieran un privilegio que solo a él le dieron, el de partir a Europa y comenzar una nueva vida? ¿Qué dio a cambio?
Sus respuestas en ese punto no son verosímiles.
Y si miente en esto, ¿dirá la verdad en el resto?

el.informante.blog@gmail.com

3.1.13

Caminante entre lobos y caranchos


Tengo que hacer ejercicio todos los días, sin excepciones. Así me lo exige el médico. Van tres años y espero que sean unos cuantos más. Tres veces por la semana juego al básquetbol. Los otros cuatro, camino cuarenta minutos. Rápido.
Siempre que puedo, la caminata la hago por la playa de Lagomar. En estos tres años, lo he hecho de mañana, de tarde y de noche. Hacia el este y hacia el oeste. Con short, remera y protector solar; y con tres buzos, campera y dos bufandas. A veces, en invierno, cuando el viento arrecia o llueve con fuerza, no me cruzo con ninguna otra persona en los cuarenta minutos de marcha.
He aprendido a reconocer a los de mi tribu: están allí en esos días en los que nadie más baja a la playa. Casi todos tienen entre 40 y 50 y pico, caminan más rápido que lo normal, la mirada fija, concentrada, perdida. No llevan radio ni mp3. Eligen las horas menos concurridas, porque el médico les prohíbe detenerse a saludar gente: la caminata debe ser continua, sin paradas. De lo contrario, no sirve.
En invierno pisamos la mugre. La Intendencia –ahora “comuna canaria”- considera que no es menester limpiar la playa fuera de temporada. Uno camina entre miles de envases, bolsas de nylon, botellas de vidrio y de plástico, envoltorios diversos, preservativos, jeringas, juguetes rotos, esqueletos de pescados y gallinas muertas dejadas por los umbandistas.
De vez en cuando aparecen los objetos más insólitos, como un viejo sofá que alguien abandonó en la playa y allí estuvo pudriéndose durante semanas.
Hace unos meses hubo una verdadera invasión de unas botellas de plástico de medio litro con una etiqueta escrita en chino, japonés o coreano. Parecían ser de agua mineral, pero no puedo estar seguro. Eran de un plástico mucho más delgado que el que se usa aquí. Estaban tapadas pero sin líquido dentro, como si hubieran perdido su contenido por arte de magia. Aparecieron por cientos durante una semana, después nunca más.
Lagomar es la quintaescencia del estuario. Las aguas dulces y saladas están siempre mezclándose. En la reseca que deja la marea se unen huevos de caracol oceánico (mucha gente cree en forma equivocada que son huevos de tortuga) con camalotes de agua dulce, que vienen desde el Uruguay o el Paraná.
Playa, pescado
Foto: Eduardo Irazabal.
Cuando la salinidad cambia de golpe, la costa se llena de peces condenados. He visto la playa llena de dorados muertos o a punto de morir. Más de una vez recogí un pez todavía vivo y lo devolví al mar, pero es inútil. Si el agua es muy dulce o muy salada para el código de su especie, la suerte del pobre animal está echada.
Un pescador me dijo que si se captura al pez mientras todavía está vivo, se lo puede comer. Pero nadie aprovecha. Quizás debería informarse que está ocurriendo un cambio de salinidad, sin duda algo más importante que la última novedad de Show Match. Pero los medios están con Tinelli, no con la costa.
Los cadáveres de los dorados o los bagres, que en ocasiones llegan a ser miles y miles, cubren luego la playa entera. Las gaviotas no pueden comer tanto. Al cabo de una semana, el hedor comienza a sentirse. La Comuna canaria no se entera. Para la autoridad, la playa no existe en invierno.
El hedor es peor cuando aparece un lobo de mar muerto. De un tiempo a esta parte, los cadáveres de lobos de mar son algo cada vez más frecuente. Después del último ciclón, aparecieron al menos cuatro. Los rumores dicen que los matan los pescadores, pero no sé si es cierto.
Así como los lobos, en la orilla he visto pudrirse muchos cuerpos de animales: pingüinos que perdieron el rumbo; tortugas marinas grandes como un abrazo; delicadas franciscanas, el esquivo y bello delfín del Plata.
Pero la costa es también el espectáculo de la vida. Una vez me topé con un lobito que parecía muerto, pero solo dormía. En los pastizales que separan la playa de la avenida, vi correr una liebre, sorprendí a una pareja de tucu tucus asomándose desde su mundo subterráneo, descubrí apereás que todavía habitan un pequeño bañado.
Además, desde hace un tiempo es cada vez más habitual la presencia de aves rapaces. Este invierno, tres o cuatro veces, me topé con enormes caranchos, solitarios o en pareja, posados en la orilla misma, comiendo pescado. También son frecuentes los gavilanes. ¿Estas especies están colonizando la playa? Me gustaría tener una respuesta.
Muchas veces me digo que voy a averiguar qué hay detrás del misterio de las botellitas chinas, la sobreabundancia de lobos muertos, la invasión de aves rapaces. Pero no lo hago: las obligaciones del trabajo diario me llevan a otras investigaciones. En la playa apenas soy un caminante, testigo si se quiere, pero no periodista.
Haría falta alguien que de verdad investigara lo que ocurre en ese lugar que no existe para las autoridades durante nueve meses al año.
Es lo mismo que pasa con el resto de las cosas. Hoy hay muchos –políticos, sociólogos, filósofos, expertos en nuevas tecnologías, teóricos de la comunicación, incluso periodistas- que creen que ya no se necesita al periodismo. Que basta con internet, los blogs, las redes sociales. Que cada uno tiene su propio espacio en el nuevo mundo híper conectado. Que todos pueden hacer sonar su propia voz. Que ya no se necesitan intermediarios, cuenteros profesionales.
Pero las personas en las redes sociales son lo mismo que yo en la playa: somos testigos, podemos contar lo que vemos, pero no podemos explicarlo.
Para explicar qué son esas miles de botellitas chinas, si hay algo raro detrás de todos esos lobos que aparecen muertos, por qué hay caranchos comiendo a cien metros de la rambla, se necesita que alguien se dedique a preguntar, a reunir las piezas del rompecabezas, a investigar. Un periodista, no un caminante.
Cuando la curiosa alianza entre las fuerzas de la tecnología y del antiperiodismo haya completado su obra, el peligro será que toda la sociedad sea lo mismo que la costa por donde camino. Un lugar que solo existe cuando las autoridades quieren que exista. Un enorme e inexplicable misterio.

Publicado en el semanario Brecha, en la edición del 28 de diciembre de 2012.
el.informante.blog@gmail.com

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