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6.10.07

El sexo según Paco Casal

Se hablará mucho del libro Yo, Paco del periodista Mario Bardanca.
No se trata de una biografía de Francisco Casal. No se cuenta cómo fue la infancia del dueño del fútbol, ni cuál fue su primera novia. La obra se centra en cómo dirigen el fútbol Casal y su empresa Tenfield. Es un “libro de opinión”, según se dice en la contratapa. Bardanca opta por escribir desde la oposición. Lo que podrían ser los aspectos positivos de la gestión de Casal no se exploran. El periodista, por ejemplo, no visita a esas familias que salieron de la pobreza gracias a Paco. El punto es apenas laudado con una frase: “Los incondicionales que lo rodean se llenan la boca repitiendo hasta el hartazgo que es el gran benefactor del fútbol”. El propio Casal le dice a Bardanca: “la plata que yo genero se invierte acá. Yo le hice ganar millones de dólares a mis jugadores y ellos después reinvierten en propiedades”. Un punto interesante que no es investigado.
Francisco Paco Casal - Mario Bardanca - TenfieldBardanca es sincero: no oculta su antagonismo con Casal y así escribe su libro. Pero pudo ahorrarse algunas expresiones que denotan un sesgo excesivo. A Sergio Gorzy lo nombra siempre como “empresario” y jamás dice que también es periodista. A la FIFA la llama “multinacional”. A Paco lo llama “el brasileño Casal”, porque nació en San Pablo donde apenas vivió siete meses. “Paco viene poco a su país de adopción”, dice Bardanca sobre la visitas de Casal a Uruguay. Decir que alguien que desde bebé vive en Uruguay es un “uruguayo adoptivo” suena a necedad y a rencor. Recordar una y otra vez que alguien es brasileño, sin que venga al caso y como si eso tuviera algo de malo, suena a racismo y xenofobia.

Una genialidad

El libro no agrega grandes revelaciones sobre Casal. Su mayor mérito es hacer una minuciosa recopilación de denuncias que estaban desperdigadas aquí y allá, y que los grandes medios han ocultado en forma sistemática. Bardanca recurre para ello a un valioso archivo al que le suma un buen número de entrevistas propias.
En el libro van apareciendo todos los escándalos del fútbol de los últimos años. Hugo De León cuenta que cuando era técnico de Nacional las citaciones de los jugadores de la selección las enviaba Tenfield. El ex presidente de Liverpool Fidel Russo cuenta como el futbolista Néstor Correa rechazó por consejo de Casal un pase por el que hubiera cobrado 200.000 dólares de prima y que le aseguraba un sueldo de 20.000 dólares durante tres años. Casal le ofrecía una mejor oferta que nunca llegó. El ex presidente de Bella Vista Rodolfo Echinope narra cómo Alejandro Lembo rechazó otra oferta por consejo de Paco. En una reunión en la casa de Lembo, la madre del futbolista se desesperaba. Una oportunidad así se da una vez en la vida, le decía a su hijo. Pero Lembo no oía la voz de su madre, sólo la de Paco.
Bardanca denuncia en su libro que mucha personas han sido proscritas por no aceptar los designios de Casal o de Tenfield. Como Fernando Morena, al que nadie contrata como técnico: “Cuando se iniciaba 2007, la flamante directiva de Central Español pretendió contratarlo, pero antes de cerrar cualquier acuerdo decidieron llamar a Tenfield para pedir la aprobación. Atilio Garrido atendió el teléfono; le bajó el pulgar”.
El libro muestra que todo el sistema se sostiene con la complicidad de los canales de televisión, que al principio se enfrentaron a Casal pero luego se asociaron con él. Según se relata, Carlos Muñoz y Alberto Kesman se integraron al programa Pasión, el principal de Tenfield, por una “directiva de sus empleadores, los dueños de los canales”.
Buena parte de la credibilidad del periodismo deportivo habría sido así dilapidada por los propios empresarios sólo para complacer a Casal. El autor comenta: “Una genialidad de Paco: montó el espectáculo, era dueño de los principales actores y pagaba los críticos”.
Bardanca cuenta que el propio Nelson Gutiérrez, principal de Tenfield, le confesó que al contratar a Muñoz y Kesman se pretendía también controlar la opinión de todos los periodistas de sus equipos: “Pensamos que ellos –por Muñoz y Kesman- les iban a bajar línea a ustedes”, le habría dicho Gutiérrez a Bardanca. Y también: “Queremos saber de qué lado estás, porque a los que están en contra les arrancamos la cabeza”.
En Canal 10, donde Bardanca trabajaba, “las críticas al sistema no eran toleradas. los intereses empresariales del canal –de los tres privados, el más cercano a Casal- trajeron aparejada la censura estricta y permanente”.
“La sociedad con Casal dejó de lado una ‘regla de oro’ en la comunicación: la libertad de expresión”.

Culpable de todo

Creer que la libertad de expresión dejó de ser la “regla de oro” en los canales privados cuando llegó Paco Casal es, cuanto menos, una ingenuidad de Bardanca. Y no es la única.
Bardanca también sostiene que si Peñarol expulsara a Paco de su registro social, le asestaría un golpe mortal: “Nada vulneraría más su vanidad, nada afectaría más su omnipotencia como la expulsión de los cuadros sociales del principal club de sus amores”.
Con esa visión naif de las cosas, Bardanca festeja la elección de “Enrique Espert como presidente de Daecpu”, la gremial de los dueños de conjuntos de Carnaval, actividad que Tenfield también televisa. “Ahora se negocia en pie de igualdad”, celebra. Sobre Espert nos dice que es un “recio competidor de Paco en la venta de futbolistas” y nada más.
Casal aparece como el responsable de todos los males. Incluso el comienzo de la decadencia histórica del fútbol uruguayo se sitúa en la llegada de Paco. “Desde que Francisco Casal desarrolló su control hegemónico, el fútbol uruguayo cayó en picada. A partir de los años noventa, Uruguay no volvió a ganar, salvo la Copa América en la que fue anfitrión”.
En ese y otros temas, Bardanca simplifica demasiado, omite muchos elementos, adolece de contexto. Nunca se menciona, por ejemplo, que el de Casal no es el único monopolio existente en Uruguay, sino que todo el país está edificado sobre decenas de monopolios y oligopolios, privados y también públicos. Sobre la pasividad del gobierno del Frente Amplio ante el dueño del fútbol, Bardanca se pregunta: “¿Será que no se involucran porque Paco colaboró con algún sector de la coalición en la campaña electoral?”.
Pero el tema no se desarrolla y la pregunta queda sin respuesta.

Los gozos de Casal

Lo mejor del libro es la charla de ocho horas entre investigador e investigado en la que emerge un vívido retrato de Paco Casal.
En la charla, Casal justifica todo su accionar en defensa de los derechos de los futbolistas, explotados en beneficio de dirigentes y periodistas. La lucha de clases según Paco Casal.
“Héber Pinto, Kesman, Da Silveira, hace cuarenta años que veranean en Punta de Este. Tuve que aparecer yo para que el jugador de fútbol pueda hacerlo”, dice Casal (el libro no aclara que Pinto falleció en 2006). En otro pasaje dice: “Yo voy a terminar con los dirigentes de Carrasco”. Y también: “Los Damiani, los Del Campo... me piden fortunas y pagan miserias”.
Bardanca da cuenta de muchas veces que Casal irrumpió, con permiso o sin él, en lugares a los que nadie lo había invitado: la asamblea de la AUF, la concentración de la selección, la directiva de Peñarol. Paco no necesita que lo inviten. Él entra y listo. ¿Acaso no es el dueño?
En una reunión de la directiva de Peñarol, Casal se molestó porque el anciano presidente del club criticaba a sus jugadores, y entonces lo golpeó. “Yo una vez le pegué una cachetada a Damiani”, le cuenta con aparente orgullo a Bardanca. “Estaba el finado Goldie, el finado Espino, el finado Errico. Estaba Domínguez (...) Damiani se sentaba en la cabecera de la mesa del Consejo y yo al costado. Empezó a putear a los jugadores y no banqué... lo cacé y le encajé un cachetazo (...) Quedó enterrado en la silla”.
Paco puede porque es el dueño del dinero. “Yo soy el tipo más rico del Uruguay. El que me sigue más cerca, no sé, debe ser el ‘Coco’ Zeinal... y para alcanzarme le deben faltar 150 ó 200 millones”, dice en la entrevista.
También es el dueño los medios. Le dice a Bardanca que tiene que abandonar el “mesianismo” para volver a la televisión abierta (¡lo más increíble es que Bardanca le contesta!). Afirma que va comprar Canal 12. Que le bastaría una llamada para que echaran a Ricardo Gabito de sus empleos. Que cuando estuvo peleado con los canales privados, éstos enviaron a sus principales periodistas como emisarios. “Kesman, Muñoz y Da Silveira fueron (...) y me dijeron que si yo les sacaba los goles a los canales privados me iba a ir mal. Los eché. Los mandé a la c... de la madre”. Luego cuenta que negoció con los canales, los hizo sus socios y contrató a los periodistas que habían sido sus opositores. Se los metió a todos en el bolsillo. “Esos son los ‘polvos morales’ que más disfruto”, le explica a Bardanca.
Y de esos ha tenido muchos, según cuenta. En un momento Bardanca le dice que no entiende cómo pudo reconciliarse con Damiani y hasta sacarse una foto con él. Casal lo interrumpe: “Pero vos no entendés nada (...) no te das cuenta de que en esa foto yo me lo estoy...”
Y luego agrega, por si no quedó claro: “¡Esos son los polvos de los que yo te hablo!”. El sexo según Paco Casal.
Hay mucho goce en su vida. Hay mucha gente dispuesta a satisfacerlo: empresarios y periodistas de pacotilla, políticos distraídos, dirigentes que se dejan sopapear, futbolistas que depositan el cerebro y el alma en consignación en la sede de Tenfield.
Paco Casal es el dueño del Uruguay, o al menos así se siente. “Yo hago un acto en la plaza Lafone y convoco más gente que Tabaré Vázquez”, dice.
Los políticos le temen. Los canales de televisión se arrodillan delante suyo. Ya fue condecorado en el Salón de los Pasos Perdidos, en el Palacio Legislativo. “Gracias Paco”, se leyó en el tablero del estadio Centenario.
No tenemos monarquía, pero tenemos rey.
Cada país tiene el rey que se merece.
Y viceversa.

Publicado por Leonardo Haberkorn en el diario Plan B, 5 de octubre de 2007

10.8.07

El deporte es otra cosa



La forma en que Peñarol despidió a Gregorio Pérez y contrató a Gustavo Matosas revela lo profundo de la decadencia del fútbol uruguayo

Jesse Owens destrozando la teoría de la superioridad de la raza aria en diez segundos, delante del mismísimo Adolfo Hitler, en el estadio Olímpico de Berlín. Muhammad Alí (Cassius Clay) rehusando ir a la guerra de Vietnam, obligando al mundo a mirar hacia África, enseñando que hay cosas más importantes que ser campeón del mundo. Chilavert levantado uno a uno a sus compañeros caídos después de la derrota contra Francia en la Copa del Mundo de 1998.
Muchas de las grandes lecciones de dignidad y coraje de los tiempos modernos las han dado los deportistas y el deporte. Por eso es doblemente triste observar en qué se ha transformado hoy el fútbol uruguayo.
Albert Camus, el genial autor de El Extranjero, dijo que todo lo que sabía sobre moral y los deberes de los hombres lo había aprendido en una cancha de fútbol. Hoy en el fútbol uruguayo solo se puede aprender de traición y mentiras, de deshonra y corrupción. No importa cuantos papagayos se compren para repetir lo contrario: el hedor de la cloaca se siente de lejos. Si una prueba faltaba, el escandaloso despido de Gregorio Pérez de Peñarol y la no menos escandalosa contratación de Gustavo Matosas son pruebas fehacientes de lo profundo del pozo.


1

El 13 de junio la directiva de Peñarol recibió a Gregorio Pérez. El técnico puso su cargo a disposición del club porque no había logrado ser campeón. También le pidió a los dirigentes que se unieran en pro de Peñarol. Los dirigentes le respondieron que querían que siguiera dirigiendo al equipo y lo ovacionaron. "El técnico aurinegro recibió el apoyo de toda la directiva", dijo Plan B en su crónica. "Me manifestaron que querían que yo siguiera", relató Pérez y anunció que se tomaría unos días para decidirlo. El directivo de Peñarol Vito Atijas dijo a Plan B que el consejo directivo "apoyó la gestión de Gregorio Pérez": "su cargo nunca estuvo en cuestionamiento". Otro integrante de la directiva, Carlos Ricagni señaló: "Ojalá que Gregorio siga porque es un señor con todas las letras".
Dos días después de esa reunión hubo otra, más glamorosa. Paco Casal –dueño de los derechos de televisación del fútbol y de las fichas de los principales jugadores uruguayos- convocó a los dirigentes de Peñarol a la sede de su empresa Tenfield.
Según narró El País, Casal les dijo que quería "fortalecer deportivamente" al club, consiguiéndole "figuras de mayor nombre" para mejorar el espectáculo televisivo. El "coordinador institucional" de Peñarol (una especie de presiente suplente nombrado a pesar de que no figura en los estatutos) Juan Pedro Damiani, el hijo del contador, dijo a El Observador que la reunión no tenía nada que ver con la continuación de Pérez como técnico. "No se habló de jugadores ni el empresario puso objeción alguna a la continuidad de Gregorio Pérez", dijo El País. El dirigente Ricagni relató que conocer a Paco fue toda una experiencia: "Encontré un hombre experiente, consejero y sabio que nos dio importantes recomendaciones para hacer un nuevo Peñarol". Tocado por el aura de un ser tan removedor, Ricagni agregó que tras esa reunión nacía un nuevo Peñarol. "El cielo está abriendo", dijo.

2

El lunes 18 Gregorio Pérez dijo en El Observador que al fin decidió aceptar el pedido de la directiva y continuar en Peñarol.
El mismo día, Últimas Noticias tituló: "Gregorio no se va" y anunció que los dirigentes de Peñarol reforzarán el plantel, tal como les pidió el técnico. La nota incluyó una lista de jugadores representados por Casal que podrían llegar al club.
El viernes 22 El País informó de otra nómina de refuerzos que llegarían a Peñarol de la mano de la nueva amistad con Paco: Fernando "Petete" Correa sería el primero.
Sin embargo, el sábado 23 los dirigentes se reunieron con Gregorio Pérez en Los Aromos y todos los jugadores que iban a llegar a Peñarol desaparecieron. Según las crónicas, en la reunión en Los Aromos, los dirigentes de Peñarol le dijeron a Pérez todo lo que se le dice a un director técnico cuando se quiere provocar su renuncia. Le dijeron que el club no tiene un peso. Que no contratará a nadie. Que se olvide de los jugadores de los que habían hablado. Que no se podrá retener a ninguno de los futbolistas que están en el club, ni a Silvio Mendes, ni a Juan Castillo, ni a Julio Mozzo. Le dijeron que deberá enfrentar los campeonatos que vienen con juveniles. Sólo faltó que le insultaran a la familia.
Ricagni definió la reunión en El País: hubo "transparencia y sinceridad, y así se logran grandes cosas".
Inocente, bueno, Gregorio Pérez no pensó mal. Dijo que se iba preocupado. Notó sí que en la reunión anterior en la sede del club los mismos dirigentes le habían hablado de nuevas contrataciones "pero ahora fue muy distinto".
¿Por qué había ocurrido un cambio tan radical? ¿Por qué antes habían hablado de refuerzos y ahora de golpe no se podía contratar ni siquiera uno? Gregorio no sospechó. "¿Esto le cambia los planes o sigue en el cargo?", le preguntó El País. "No, yo ya estoy embarcado en este proyecto que es Peñarol. Así que hay que seguir", respondió y se fue a su casa a llamar a futbolistas, socios que pudieran dar una mano, a hacer una lista de los juveniles que podían ser ascendidos para pelear el campeonato.

3

El lunes 25 El Observador aclaró el misterio. Según el periódico, en la reunión que diez días antes los dirigentes de Peñarol habían tenido con el "consejero experiente y sabio" Paco Casal éste les había exigido que echaran a Gregorio Pérez y que en su lugar contrataran a Gustavo Matosas.
"Paco le bajó el pulgar y tambalea Gregorio", decía el título de la nota. "Según pudo saber El Observador, el empresario se disgustó con Gregorio porque éste arregló su nuevo contrato con la institución sin antes hablar con él".
"A Gregorio no lo quiero en Peñarol", le habría dicho el sabio consejero a los dirigentes del club.
Además, una anónima "fuente aurinegra" explicaba en el artículo que la reunión realizada en Los Aromos con Gregorio Pérez, ese oasis de "transparencia y sinceridad" según la definición de Ricagni, había sido un intento de provocar la renuncia del técnico.
¿Por qué los dirigentes de Peñarol actuaron de un modo tan bochornoso y contradictorio con lo que habían hecho diez días antes? El Observador lo explicó así: "Los dirigentes de Peñarol quedaron con las manos atadas luego de la conversación con Casal. Si se queda Gregorio no habrá grandes inversiones. Si se va, pueden llegar algunos refuerzos del exterior".
Al día siguiente, cada uno de los ignominiosos anuncios de El Observador comenzaron a confirmarse.
Damiani hijo llamó por teléfono a Gregorio Pérez a su casa. Pérez estaba ultimando un plan para que Peñarol pudiera enfrentar del mejor modo posible su futuro inmediato y creyó que lo llamaban para que fuera a la sede a presentar el proyecto. Pero Damiani le dijo que estaba despedido.
"Fue una sorpresa muy grande porque hace unos días me habían ratificado en el cargo frente a toda la prensa", le dijo Pérez a Plan B.
El jueves 28 se cerró el círculo: Gustavo Matosas fue contratado como nuevo director técnico de Peñarol.

Final

Los hechos hablan solos. Los actuales dirigentes de Peñarol quedarán en la historia como los protagonistas del episodio más vergonzoso en la centenaria historia del club.
¿Por qué lo hicieron? Unas declaraciones de Damiani hijo a El Observador quizás lo expliquen. El periodista le preguntó al dirigente por la nueva relación de Peñarol con Paco Casal, tras años de guerras perdidas. Damiani hijo respondió: "Queremos generar una buena relación con él. Es una persona muy importante en este fútbol: tiene la televisión y los jugadores, es decir que no le falta nada. Estamos en el CTI pero se puede salir".
Lo ocurrido demuestra hasta qué punto el "experiente y sabio" Casal influye en el fútbol uruguayo. Ya sabíamos que según los humores de Tenfield, los periodistas son invitados a subir o a bajar del avión en el que viaja la selección, las radios echan a sus relatores, el canal oficial Tveo, La Meca del progresismo, cambia a sus informativistas. Eso ya lo habíamos visto. Ahora –según nos dice El Observador- Casal logró que Peñarol despidiera a uno de sus héroes, "un señor con todas las letras" al que sólo diez días atrás la directiva había ovacionado. Y también logró hacer que el sustituto elegido fuera su preferido. Y también logró que todo esto ocurriera de un día para otro. Es curioso como la prensa uruguaya habla con naturalidad de noticias que le darían vuelta el estómago a un guerrillero checheno.
¿Qué otras cosas puede lograr Casal?
¿Qué otras cosas ya ha logrado?
¿No le da un poquito de pudor a Gustavo Matosas asumir así la dirección técnica de Peñarol?
Viendo todo lo ocurrido en los últimos días, ¿habrá sido casualidad que justamente Gregorio Pérez perdiera las finales del campeonato uruguayo y las ganara justamente Gustavo Matosas? La crónica de El Observador me sembró la duda.
El deporte, para ser deporte, necesita de ciertas condiciones y garantías. Los equipos, los deportistas, tienen que medirse en igualdad de condiciones, con respeto a los reglamentos y con la certeza de que nadie tendrá ventajas sobre los otros. Cuando estas condiciones no existen, el deporte tampoco: la competencia pasa a ser otra cosa: un circo, un tinglado montando para la TV, un negocio millonario. Más o menos así eran los Titanes en el Ring de Martín Karadagian, aunque mucho más divertidos y honestos.
¿Este es el baño de jabón y cepillo de alambre que el ministro Héctor Lescano dijo que necesitaba el fútbol? ¿Este es el nivel de higiene que satisface al gobierno?
¿No es obligación del Ministerio de Educación y Cultura velar por el cumplimiento de los estatutos de las instituciones deportivas? ¿Así ejerce el ministro Brovetto esta responsabilidad?
En los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, en medio de la monstruosa puesta en escena nazi, con todo preparado para demostrar la superioridad de la raza aria y con el mismísimo Adolfo Hitler en la tribuna, el negro Jesse Owens pudo ganar cuatro medallas de oro.
En el fútbol uruguayo 2007, bajo un gobierno democrático y progresista, ¿se puede ganar contra Paco Casal?
La respuesta, que la sabemos todos, está soplando en el viento.


PUBLICADO EN EL DIARIO PLAN B, 6 DE JULIO DE 2007

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