Cuando terminó el entrenamiento, estaba parado al lado de la cancha, en un lugar por donde inevitablemente debían pasar todos los jugadores rumbo a los vestuarios.
A pesar de que ninguno me conoce, cada uno de los futbolistas que fue pasando, saludó: hola, buenas tardes, buenas tardes.
Entrenamiento de la selección / FOTO: AUF |
Es algo muy distinto a lo que se ve en Montevideo, en las calles, en las canchas de fútbol, el tránsito, la vida laboral e incluso en el ambiente académico.
Al llegar a mi casa comenté que eso era increíble. Y que coincidía con el clima general que se respira allí, en el lugar de entrenamiento y concentración de la selección, un ambiente tan educado y respetuoso que no parece tener algo que ver con el fútbol uruguayo, ni con el Uruguay actual en general.
Unos días después el diario El Observador publicó la transcripción de una conferencia ofrecida por el director técnico de la selección Óscar Washington Tabárez. Allí relató que a los adolescentes que comienzan a entrenarse en el complejo Uruguay Celeste, integrantes de alguna selección juvenil, solo se les piden dos cosas: "Lo que nosotros le pedimos es que saluden cuando lleguen a un lugar a las personas que están ahí y después que agradezcan cuando alguien hace algo por ellos".
Ahí me cerró todo.
Puede parecer poco, pero no lo es.
Desde hace muchos años viajo anualmente a España por algunos meses, y lo que más me choca cuando vuelvo a Uy es que por más que uno salude muy rara vez recibe respuesta. En cambio allá es de orden entrar a un comercio y saludar, buenos días, buenas tardes, y siempre obviamente responden. Antes me constaba que el Interior de nuestro país sí se saludaba y se respondían los saludos, que el problema era solamente en Montevideo, pero ahora ya no estoy tan seguro. La mala educación es muy triste, tanto como de reconfortante tiene la buena.
ResponderEliminarLa semana pasada subí a un 116 y el conductor/guarda era una hombre muy joven. Me sorprendí (gratamente) cuándo me saludó al subir. Lo saludé a él también. Luego me senté cerca del frente del ómnibus para ver que ocurría. El se ocupaba de saludar a cada uno que subía, aunque fueran varios en una parada. Algunos devolvían el saludo, otros lo miraban mudos y otros ni lo escuchaban. Cuando me bajé le agadecí su amabilidad con todo el pasaje.
ResponderEliminarEs tal cual describís ,en el complejo se respira algo potente.
ResponderEliminarAcabo de llegar de varios días en el interior profundo del país ...déjame decirte que en los pueblos del interior , se saluda la gente , también al desconocido. Abrazo , Pájaro.
Cualquiera diría que es una estupidez pero yo te digo que es uno de tus mejores artículos... y te lo digo en plancha... Alto orgullo :)
ResponderEliminarPablo lopez gamio