Debido a múltiples mensajes que me han llegado a mi correo y a través de Facebook y Twitter respecto al artículo sobre los Kirchner (“Eterna inocencia, tercera parte”) me permito agregar algunas cosas.
El artículo habla sobre los Kirchner y la relación de los argentinos con sus líderes. No es un juicio de valor sobre la Argentina en general, país que en muchas cosas nos aventaja. Tampoco refiere a los uruguayos, ni a los cubanos, los estadounidenses, los españoles, pakistaníes o afganos. Es imposible incluir al mundo entero en un solo artículo, o al menos yo no tengo esa capacidad.
No lo digo, ni lo sugiero, que los uruguayos seamos muy distintos a los argentinos. Al contrario, creo que somos muy parecidos, mucho más de lo que nos gusta asumir. Me he ocupado muchas veces de la política uruguaya y de nuestros políticos, y no suelo guardarme nada respecto a nadie, a ninguno de nuestros bandos. Muchos de esos artículos están en el archivo de este blog, bajo las etiquetas de Política uruguaya y Uruguay.
Obviamente, hay corrupción en todos lados. En Uruguay también hubo y hay, las noticias de cada día son por demás tristes y elocuentes. En Argentina se descubren más trapos sucios por varias razones. El país es más grande, se mueve más dinero, eso es obvio. Pero, además, allí no existe nada parecido al corporativismo que hay en Uruguay entre los políticos y muchos politólogos, académicos y periodistas: basta ver a todos los que hoy andan por ahí bajándole los decibeles al caso Gonzalo Fernández, como si de un minúsculo descuido se tratara, y como si éste fuera su primer escándalo. A eso, que no es poco, hay que agregar que en Argentina el periodismo investiga mucho más que en Uruguay, sus compromisos son mucho menores que los que existen acá, y los grandes medios se atreven a contratar periodistas incómodos y no como en la República Oriental, donde por cosa que escribís te ligás un rezongo, la censura lisa y llana y hasta un despido.
Por algo escribo en un blog, a costa de mi bolsillo.
Hechas todas estas aclaraciones, que los buenos artículos no merecen, lo que escribí sobre los K es lo que pienso.