30.7.21

Cuba: de Gargano a Bergara, 22 años después

En 1999, el entonces senador socialista Reynando Gargano dijo a la revista Tres que Cuba era una dictadura.  En 2005, ya siendo canciller, Gargano volvería a ser muy claro: Cuba –afirmó- no podía aspirar a entrar al Mercosur porque no cumplía la cláusula democrática del bloque.
Cuatro años después de la primera declaración de Gargano, en 2003, el gobierno cubano desató una ola represiva muy dura contra sus opositores.
En marzo de 2003 casi 90 disidentes -periodistas, defensores de derechos humanos y activistas pro democracia- fueron detenidos, sus casas allanadas y muchos de sus bienes confiscados.
Durante las tres semanas siguientes, 75 de los arrestados fueron condenados a penas de entre 6 y 28 años de prisión bajo la acusación de subvertir la autoridad del Estado y espiar para Estados Unidos. Los juicios no respetaron la separación de poderes ni las garantías más elementales.
Además, fueron condenados a muerte tres jóvenes que habían intentado salir de la isla ilegalmente secuestrando una pequeña embarcación. Fueron ejecutados en forma sumaria apenas una semana después de ser detenidos.
Tras esa brutal y cruel ola represiva, el escritor Eduardo Galeano, uno de los más incondicionales y respetados aliados del gobierno cubano, escribió un artículo titulado “Cuba duele”. En Uruguay lo publicó el semanario Brecha y en Argentina, Página 12.
“Las prisiones y los fusilamientos en Cuba –escribió Galeano- son muy buenas noticias para el superpoder universal, que está loco de ganas de sacarse de la garganta esta porfiada espina. Son muy malas noticias, en cambio, noticias tristes que mucho duelen, para quienes creemos que es admirable la valentía de ese país chiquito y tan capaz de grandeza, pero también creemos que la libertad y la justicia marchan juntas o no marchan”.
Agregó:
“No creo, nunca creí, en la democracia del partido único (tampoco en Estados Unidos, donde hay un partido único disfrazado de dos), ni creo que la omnipotencia del Estado sea la respuesta a la omnipotencia del mercado”.
En su dolida carta, Galeano reclamó: “la apertura democrática es, más que nunca, imprescindible”.
Han pasado más de 18 años desde entonces, sin cambios a la vista.
Unos meses después del olvidado “Cuba duele” de Galeano, en octubre de 2003, otro de los más renombrados y fieles embajadores de la Revolución también sintió que ya era demasiado.
En una entrevista que le hizo radio Caracol de Colombia, el cantautor cubano Pablo Milanés criticó la falta de libertad de expresión y el 'estalinismo' del régimen.
"En Cuba hay errores que tenemos derecho a criticar (...) pero cuando uno lo hace se siente solitario. Hay miedo y tensión y es absurdo, porque no se puede seguir siendo revolucionario y teniendo ideas estalinistas de presiones sobre el pensamiento y la libertad", dijo Milanés. "A Fidel le critico la falta de libertad de expresión porque hay tantas cosas bonitas aseguradas por la revolución que, cuando ves que es capaz de encarcelar a un agente durante 20 años porque habló dos o tres mierdas, no lo concibes".
Desde entonces, Milanés no ha cesado de pedir más libertades al régimen.
En una entrevista en el diario español El Mundo, el 13 de marzo de 2010, le preguntaron: ¿qué han hecho los revolucionarios con la Revolución?
Respondió:
“Quedarse en el tiempo. Y la Historia debe avanzar con ideas y hombres nuevos. Se han convertido en reaccionarios de sus propias ideas”.
Y pidió que en Cuba hubiera “un cambio”: “Quisiera que fuera cuanto antes”.
Un año y medio después, en agosto de 2011, sin ningún cambio real a la vista, Milanés dirigió una furibunda carta pública a Edmundo García, un periodista pro régimen, radicado en Miami, quien le dirigía la tradicional acusación de ser funcional a la derecha.
“Has insinuado que la prensa de Miami y España se aprovecha y utiliza mis palabras en vez de beneficiarme de ese espacio para arremeter contra el imperialismo. Edmundo, estás equivocado, soy yo el que me sirvo de esos periódicos para que difundan las entrevistas que en Cuba me están negadas y que sueño con que aparezcan en el Granma y las lea todo el pueblo y que un sólo periodista, uno sólo de los tantos miles que hay en la isla, tenga lo que hay que tener para dar a conocer lo que tantos años llevo expresando; es más, como un punto de partida planteo que tu panfleto y esta carta se publiquen en el Granma y que el pueblo las lea, piense, sepa discernir por sí mismo, y de una vez, dónde está la verdad y vayamos por el camino de las libertades individuales que tenemos que rescatar y que tú con tu actitud estás negando”.
En su carta, Milanés se refirió a la represión del régimen a las Damas de Blanco, colectivo de madres y esposas de presos políticos.
“Edmundo, mis 53 años de militancia revolucionaria me otorgan el derecho, que muy pocos ejercen en Cuba, de manifestarme con la libertad que requieran mis principios y esa libertad implica que no tengo ningún compromiso a muerte con los dirigentes cubanos, a los que he admirado y respetado, pero no son Dioses, ni yo soy fanático, y cuando siento que puedo hacer un reproche y decir no, lo digo, sin miedo y sin reservas. Cuando veo que unas señoras vestidas de blanco protestan en la calle y son maltratadas por hombres y mujeres, no puedo por menos que avergonzarme e indignarme y, de algún modo, aunque no estemos de acuerdo absolutamente, solidarizarme con ellas en su dolor; porque lo más vil y lo más cobarde puede ser que una horda de supuestos revolucionarios ataque despiadadamente a estas mujeres. No hay ningún código que defienda eso en el mundo, es más, la violencia de género se queda corta al ver esas salvajes manifestaciones”.
La adhesión de Milanés al gobierno cubano había sido tal que, además de embajador musical de la Revolución, había llegado a desempeñarse como diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Milanés siguió hablando. En 2015, en una entrevista en República Dominicana, dijo que la situación de falta de libertades solo había empeorado: el estalinismo seguía vigente, la represión impedía las protestas callejeras; la huelga era imposible porque no había sindicatos independientes y la prensa cubana callaba o era cómplice.
Un panorama que sigue incambiado seis años después.
El cantautor ha vuelto a expresarse en estos días: “Es irresponsable y absurdo culpar y reprimir a un pueblo que se ha sacrificado y lo ha dado todo durante décadas para sostener un régimen que al final lo que hace es encarcelarlo".
Gargano, Galeano, Milanés. Nadie puede calificarlos de operadores de la derecha. Sin embargo, sus dichos son ignorados por muchos, como si nunca hubieran existido.
La defensa del régimen cubano tiene varios tópicos, que son verdaderos.
El embargo de Estados Unidos a la isla, habiendo tantas dictaduras en el mundo, es a esta altura en ensañamiento sin sentido. También es cierto que de otras dictaduras se habla menos, o nada.
Pero nada de eso justifica las violaciones a los derechos humanos del régimen cubano. Ni el cinismo de fingir que no existe todo lo que un día fueron admitiendo, en cuotas, tres pro cubanos absolutos como Gargano, Galeano y Milanés.
La actitud del Partido Comunista no sorprende. Ha cometido el mismo error una y otra vez: Hungría 1956, Checoslovaquia 1968, Polonia 1981, más recientemente Venezuela y siempre Cuba.
En 1981, en Polonia, cuando el general Jaruzelski decretó el estado de sitio, la ley marcial y encarceló a miles y miles de activistas que pedían democracia, el PCU, con firma de su primer secretario Rodney Arismendi, envió un mensaje de apoyo al gobierno polaco. “Elementos contrarrevolucionarios –instigados por el imperialismo- infiltrados entre los obreros de vuestro país- persiguen el objetivo destruir las conquistas logradas”, decía.
Es notable, porque el mismo telegrama se repite una y otra. Sirve para toda ocasión. Nunca un atisbo de autocrítica sobre los errores históricos cometidos que permita albergar la esperanza que un día cambien la pisada. Hoy que el PCU tiene en Oscar Andrade a uno de los dirigentes políticos con mayor proyección de todo el Frente Amplio y del Uruguay, uno esperaría otra honestidad intelectual y otra adhesión a la democracia, siempre y en todo lugar.
Pero lo que sorprende más es la actitud de muchos de quienes representan la vertiente socialista democrática, o socialdemócrata, o astorista, seregnista o moderada del Frente Amplio. El sector tiene muchos nombres o etiquetas, pero que todos sabemos qué representa. O qué debería representar. Entre otras cosas: una profunda convicción democrática y republicana.
El senador Danilo Astori, que supo liderar ese sector hoy dividido, fue bastante fiel a la realidad cuando en una reciente entrevista en el semanario Crónicas le preguntaron por las protestas en Cuba. Recordó lo injusto del embargo, los avances cubanos en educación y salud, lo poco que se habla de la dictadura china, pero también dijo:
“Cuba tiene un sistema de partido único y por lo tanto no se puede considerar que es democrático; es un sistema autoritario, como el de China”.
Distinta fue la actitud del senador Mario Bergara, otro de los más notorios integrantes de esa ala “moderada” del Frente Amplio. El periodista Gabriel Pereyra le preguntó si Cuba es una dictadura o no. Fue y vino. No respondía. Dijo que no le gustan las etiquetas. El periodista le recordó que el régimen lleva 60 años sin hacer elecciones. “Los cubanos te dicen que elecciones hay”, dijo Bergara, repitiendo lo que ni él mismo cree. Pero es o no es una dictadura, insistió el periodista. “Yo no digo ni que es, ni que no es”, fue la respuesta definitiva de Bergara.
Con Astori en retirada por una cuestión de edad, se supone que Bergara es uno de quienes aspira a liderar ese espacio del Frente Amplio, que supo ser el más influyente de la coalición, pero hoy, dividido y desnorteado, ha cedido enormes espacios de poder al PCU y al MPP, lo que ha alterado el perfil de toda la coalición.
Bergara, además, pertenece a una generación que creció en la dictadura, que militó contra ella y que hizo de la defensa de la democracia y de las libertades banderas irrenunciables.
Como tantos de su generación, en su juventud Bergara debe haber escuchado mucho a Pablo Milanés.
Por su propia historia personal, por el lugar que ocupa y por lo que se supone que aspira a representar, qué bueno sería que lo escuchara ahora.

Publicado en diario El Este el 30 de julio de 2021